6. Agrio recuerdo.
Tras haberse ido Richard y Grace, un poco molesta conmigo, el resto decidió que había llegado la hora de irse a la cama. Logan acompañó personalmente a Caroline a su habitación; Kyle, por el contrario, se quedó observándonos a Chase y a mí, como si fuéramos sus sujetos de algún experimento. Chase se había sentado y se sujetaba la zona de la herida con firmeza, yo me había sentado a su lado y Kyle en uno de los sillones.
Era una situación bastante violenta, a pesar de que Chase me había asegurado que Kyle había comenzado a caerle bien.
-¿Crees que puedes ir hasta la habitación o vas a tener que tener aquí anclada, junto a ti, toda la noche a Mina? –preguntó y, bajo aquel tono de falso compañerismo, advertí un timbre de sarcasmo. Y resentimiento.
Recordé la tensa conversación que habíamos mantenido en el metro, cuando le había preguntado sobre su padre; tener allí a Chase tenía que ser difícil para él: había sido quien había desenmascarado a su padre y quien había conseguido al final a la chica. A fin de cuentas, Chase le había quitado muchas cosas a Kyle. Era normal que hubiera cierto sentimiento de resentimiento hacia él.
Le dirigí una mirada de advertencia a Kyle para que no siguiera por ese camino, pero Kyle fingió que no me había visto. Chase, por el contrario, se mostró bastante tranquilo, sin caer en las provocaciones de Kyle.
-No quiero ser ninguna molestia para nadie… y menos para Mina –añadió de forma intencionada.
Me giré hacia él y le dediqué una mirada con la que quería decirle que a mí no me importaba lo más mínimo quedarme allí toda la noche en vela, si hiciera falta, con tal de cuidar de Chase hasta que se recuperara por completo.
Chase me miró de soslayo, pero tenía la vista clavada en Kyle, que se la sostenía con un brillo de desafío.
-Te ayudaré a subir a tu cuarto –le dije y me puse en pie, dispuesta a zanjar allí aquella conversación.
Los dos me dirigieron una mirada sorprendida y decepcionada, como si no quisieran que esto terminara tan pronto. Sin embargo, yo no estaba dispuesta a seguir aguantando que continuaran lanzándose cuchillos camuflados entre ambos.
Le tendí una mano a Chase y le dirigí una mirada que lo instaba a que no dijera nada, y mucho menos que se negara, y que la cogiera de inmediato; Chase obedeció en silencio y la tomó. Tiré de él, siendo consciente por primera vez de su peso que tan disimulado estaba y que jamás hubiera sospechado, y conseguí que se pusiera en pie. Se le escapó un gruñido involuntario y vi que Kyle alzaba las cejas con cierta satisfacción.
-Creo que no vas a ser capaz de hacerlo tú sola, Mina –observó, con evidente regodeo.
Le pasé a Chase una mano por la cintura antes de responderle. Y procuré hacerlo con el tono más indiferente posible.
-Puedo hacerlo yo sola. Gracias.
Por el rabillo del ojo, Chase se mordía el interior de las mejillas para no esbozar una sonrisa de orgullo, o eso quise creer. El corazón me dio un vuelco al ver que Chase, por fin desde que habíamos llegado allí, parecía estar demostrando algún tipo de interés en mí, que estaba demostrando que me… quería.
Para Kyle, pese a ello, mi respuesta no fue la que esperaba. No se rindió.
-Es más que obvio que no tú sola no vas a poder con él.
Me resigné ante lo evidente: tal y como había dicho Kyle, yo sola no sería capaz de subirlo a su habitación. Las escaleras iban a ser todo un problema, pero no estaba dispuesta a aceptar la ayuda de Kyle después de cómo se había comportado con Chase.
Antes de que pudiera negarme de nuevo, Kyle se situó al otro lado de Chase y lo sujetó por el otro lado, lanzándome una sonrisa. Se me escapó un bufido.
Chase no parecía tampoco muy contento con la idea de tener un brazo de Kyle por la cintura y tirando de él hacia su habitación. Su cara era todo un poema.
Conseguimos avanzar hasta las escaleras y miré a Chase, comprobando que estuviera bien. Su rostro se mostraba sereno, pero adivinaba que la herida aún le dolía y que no se encontraba nada cómodo con Kyle tan cerca.
-Bien –dijo Kyle-. A la de tres, ¿vale?
Asentí y Kyle hizo la cuenta atrás y ambos subimos el primer peldaño de la escalera a la vez; el ascenso fue lento y, en una ocasión, Kyle rozó mi brazo intencionadamente, poniéndome la piel de gallina. Solté un respingo, provocando que Chase me dedicara una mirada cargada de curiosidad… y sospecha.
Conseguimos llegar al rellano del segundo piso. La habitación de Chase ya no estaba lejos, podríamos ir nosotros dos solos sin la necesidad de Kyle y su ayuda.
-Desde aquí seremos capaces de hacerlo solos, Kyle –le avisé, deseando que pillara la indirecta-. Gracias por la ayuda.
Él esbozó una sonrisa torcida.
-Tenía pensado acompañaros y acostarlo, como si fuera un niño pequeño, para después arroparlo y darle un besito de buenas noches.
Entrecerré los ojos.
-Creo que ya es suficiente, Kyle –hice una pausa-. Buenas noches.
Al final, Kyle entendió que su presencia allí ya sobraba; soltó lentamente a Chase y nos dirigió una última mirada. Sus ojos parecían querer transmitirnos un mensaje, pero no fui capaz de entenderlo. Farfulló una rápida despedida, nos dio la espalda y bajó las escaleras a toda prisa.
Dejé escapar un suspiro de alivio cuando su silueta desapareció en el piso de abajo y nos encontramos a solas. El corazón se me desbocó cuando me di cuenta de la presencia de Chase a mi lado y de la intensa mirada que me estaba dedicando. Sin embargo, mi cabeza me mostró el Chase de aquella tarde… el Chase que no había dudado ni un instante en herirme con sus palabras; pero su mirada… era diferente a la de aquella tarde. Y él parecía haberlo relacionado con una pesadilla.
Me sobresalté cuando las manos de Chase ascendieron por mis brazos y se pararon en mi cintura. Sus ojos negros transmitían ternura y amor…
-Mina –suspiró y su voz sonó tremendamente agotada-. Perdóname, por favor; no me he portado como debería y… sé que estás enfadada conmigo, lo cual es comprensible…
Le tapé la boca con suavidad, esbozando una sonrisa diminuta. Me sentía halagada y conmovida por la disculpa de Chase, por el hecho de que se hubiera dado cuenta de su error y quisiera enmendarlo. Rebecca y el resto de problemas desaparecieron de mi mente por completo.
-Chsss –le dije-. Estas herido y necesitas descansar.
-Pero… -empezó a protestar Chase, con su voz ahogada por mi mano.
-No –lo corté, con rotundidad-. Hablaremos después, cuando estés recuperado. Pero ahora no.
Seguimos avanzando hasta su habitación y abrí la puerta. Recordé mi intrusión allí y cómo había descubierto en su móvil que Betty había muerto; me quedé petrificada unos segundos, pero conseguí reponerme y continuar hasta la cama. Ayudé a Chase a meterse bajo las sábanas y me quedé unos momentos mirándolo, mientras él intentaba encontrar una posición que le resultara cómoda.
Abrí y cerré la boca varias veces, sin saber muy bien cómo plantearle lo que se me había pasado por la cabeza.
-¿Debería decírselo a tu familia? –pregunté finalmente.
Chase se quedó inmóvil cuando le lancé mi pregunta. Sus ojos se mostraron, por primera vez, asustados. Me maldije a mí misma por mi evidente desliz, me había prometido que iba a dejar a Chase que se recuperara y mi pregunta había hecho todo lo contrario.
Se aclaró la garganta.
-Sería mejor que no se lo comentaras, Mina –respondió, con la voz tensa-. No quiero… preocuparlos.
Detrás de sus palabras advertí otros motivos que no supe cómo interpretarlos. Nos quedamos mirándonos el uno al otro, sin saber qué hacer; lo lógico sería desearle las buenas noches y marcharme a mi habitación, pero algo me impedía moverme del sitio. Unas inmensas ganas de interrogarlo sobre Rebecca me hicieron que abriera la boca, pero me lo pensé mejor.
No estábamos preparados para empezar otra discusión que pudiera recordar Chase.
Fruncí los labios, tragándome todas las preguntas que me quemaban en la punta de la lengua.
-Buenas noches, Chase –me despedí, dirigiéndome a la puerta.
Ahora que Chase estaba herido, no podía dejarle solo. Tendría que faltar a algunas clases para poder cuidar de Chase y ayudarlo a que se recuperara por completo; llamaría a Alice mañana y le explicaría cualquier mentira creíble para que pudiera pasarme los apuntes. Esperaba que estuviera dispuesta… habíamos hecho buenas migas ¿no? No podría negarse a hacerme ese pequeño favor.
Nada más rozar con la punta de los dedos el picaporte, Chase me llamó en voz baja. Me giré, con una expresión de curiosidad, y me di cuenta de que parecía un niño pequeño. Estaba tan indefenso, mirándome con aquel brillo suplicante en sus ojos oscuros, que el corazón me dio un vuelco.
Chase volvió a llamarme.
-Por favor, no te vayas –me pidió-. Quédate esta noche aquí…
Me acerqué de nuevo a su cama, con paso lento e inseguro, y me detuve para mirarlo durante unos segundos; el sudor parecía haber desaparecido y sus ojos oscuros habían recuperado su brillo normal, lejos de la mirada vidriosa que habían tenido apenas unos momentos antes.
Me mordí el labio con indecisión. Si Chase quería que durmiéramos ambos en la cama, aquello supondría un pequeño problema: temía volver a abrirle la herida con cualquier movimiento inconsciente cuando estuviera dormida. Recordé los gritos de dolor que había proferido cuando le había amenazado, cansada de sus continuas burlas, y de cómo me había manchado de sangre la mano. De su sangre.
-Chase… -probé a decir, pero la voz me salió entrecortada-. Chase, no creo que sea una buena idea. Cualquier movimiento… -señalé la zona de su abdomen, debajo de las mantas-. Podría abrir la herida de nuevo.
Chase se apartó hasta un rincón de la cama y cogió uno de los cojines, colocándolo sobre la zona herida. Después, volvió a mirarme, como si hubiera dado con la solución usando aquel cojín.
-¿Ves? –me dijo-. Ya está todo arreglado. ¿Te quedarás conmigo ahora?
Solté un suspiro de derrota y me deslicé a su lado, pero manteniendo una distancia prudente entre ambos. Las sábanas estaban calientes y sentía el aliento de Chase sobre la frente; no quería cerrar los ojos, por temor a quedarme dormida y a poder golpear sin querer a Chase. Mi madre siempre había bromeado sobre que, cuando dormía, tenía la molesta manía de moverme demasiado.
Tenía intención de quedarme allí hasta que Chase se durmiera y volver después a mi habitación. Incluyendo levantarme de vez en cuando para comprobar que Chase estuviera bien.
Alcé la mirada y vi que los ojos de Chase me observaban, pensativos. Quizá estuviera dudando entre contarme que él sabía desde un principio la muerte Betty y que no me lo había querido contar por cualquier motivo que se le hubiera pasado en aquellos por la cabeza, me dije.
-Mi padre nunca fue el gran hombre que todo el mundo pensaba, ¿sabes? –empezó, acariciándome la cabeza-. Había ocasiones en las que… en las que no controlaba, ¿entiendes? –lo miré, confusa. Por lo general, Chase nunca hablaba de su padre porque era un tema espinoso para él; pero me había dejado bastante sorprendida que hubiera comenzado a hablar de su padre por voluntad propia. Sin embargo, el recuerdo no parecía ser agradable-. Mi padre, en ocasiones, adoraba beber y… a veces se le iba un poco la mano. Cuando era más pequeño no me daba cuenta de este tipo de situaciones hasta un par de años después…
»Recuerdo bien ese día. Mi padre llegó poco después de la medianoche, había tenido una comida empresarial que se había alargado demasiado; mi madre, Carin y yo nos habíamos quedado viendo una película y nos quedamos sorprendidos de verlo aparecer… así. De inmediato, mi madre nos ordenó que subiéramos a nuestros cuartos, pero mi padre no nos lo permitió. Se quedó en medio de la puerta del salón, con una sonrisa extraña y nos miró alternativamente a mi hermano y a mí.
»-Deja que se vayan arriba, Gregory, por favor –le pidió mi madre, haciendo un esfuerzo por sonar calmada.
»Mi padre le lanzó una mirada que la instaba a que se callara y se mantuviera al margen. Sin embargo, ella no se amedrentó: quería evitar a toda costa que le viéramos en ese estado y esquivar así los posibles problemas que pudieran suceder.
»-No, Imogen, déjame pasar un rato con los chicos –suplicó mi padre y se acercó tambaleándose al sofá, donde se desplomó y soltó una risita.
»Mi madre se estaba alterando cada vez más, pero no quería ponerse a darle voces delante de nosotros por temor a que hiciera algo inesperado.
»-Pero creo que ha llegado el momento de que se vayan a dormir –insistió.
»Mi padre comenzó a hacer aspavientos y mi hermano se acercó a él. Mi padre me dirigió una mirada que me instaba a que ocupara el otro puesto que había en el sofá vacío. Me senté a su lado y mi padre nos pasó a ambos un brazo por los hombros. Te mentiría si dijera que no estaba temblando.
»-Algún día… algún día vosotros seréis nuestro futuro dentro de la manada –nos aseguró, con la voz pastosa. Le estrechó el hombro a Carin-. Tú serás el Beta de la manada –ahora me llegó el turno a mí-. Y tú, Chase, tú podrías retar al Alfa de la manada y convertirte en él. Te he visto y tienes potencial.
»No podía creerme que estuviera tan sumamente borracho que hubiera empezado a desvariar, yo aún no había conseguido transformarme y con lo único que contaba en aquellos momentos eran con mis sentidos demasiado desarrollados. Mi padre nos había advertido que no debíamos mostrarlos en público y nos había prohibido que nos apuntáramos a cualquier actividad extraescolar relacionada con deportes. No entendía por qué mi padre, que siempre se había mostrado tan cauto y obediente con el Consejo y su Alfa, me había hecho ese comentario. Me sentía perdido… y muy asustado; su aliento apestaba a alcohol, como su ropa.
»-Quiero irme a la cama –musité, sin tan siquiera atreverme a mirarlo a los ojos-. Estoy… cansado.
»Intenté ponerme en pie, pero los dedos de mi padre se cerraron en torno a mi hombro, clavándoseme en la piel como garras. Apreté los dientes con fuerza y me atreví a mirar a mi padre directamente a los ojos.
»-¿Adónde crees que vas, Chase? –un escalofrío recorrió todo mi cuerpo-. Aún no he terminado con vosotros…
»Miré a mi hermano, pidiéndole ayuda con la mirada, pero él parecía estar distraído… o no se atrevía a mirarme. De todos modos, estaba solo. Ni siquiera mi madre estaba allí, seguramente hubiera huido a la cocina.
»-Papá… estoy cansado –le supliqué, sintiendo que mis ojos comenzaban a escocerme. No quería echarme a llorar delante de él por temor a sus represalias, pero se me estaba haciendo muy duro verlo en aquel estado.
»La mano de mi padre chocó contra mi mejilla brutalmente, provocando que cayera hacia atrás. Miré a mi hermano, con los ojos desorbitados por el horror, y Carin me devolvió la mirada, pero fue como si estuviera viendo a través de mí.
»-¡Los hombres no lloriquean, Chase! –me gritó y me encogí sobre mí mismo-. ¡Los hombres no suplican!
»Oí el estrépito de alguien acercándose a toda prisa y una sombra se interpuso entre mi padre y yo. Mi madre me abrazó con fuerza y miró a mi padre con fiereza.
»-No vuelvas a ponerle una mano encima, Gregory –le advirtió.
»-También es mi hijo, Imogen –le recordó mi padre-. Y le estaba dando una pequeña lección.
»Conforme el tiempo pasaba, mi padre arrastraba más las palabras y, en muchas ocasiones, se le trababa la lengua. Tenía las mejillas completamente coloradas y su mirada estaba clavada en mí. Incluso percibí cierta hostilidad. No era ningún secreto en la familia que Carin era el niño de sus ojos mientras que yo… bueno, yo no podía compararme con mi hermano a ojos de mi padre. Carin iba a ser su sucesor dentro de la manada mientras que yo tendría que conformarme con cualquier puesto sin importancia. Mi hermano era su futuro y, por eso, se había convertido en su preferido.
»Mis padres siguieron gritándose sin importarles que estuviéramos delante; por norma general, cuando discutían, lo hacían en su habitación o en alguna zona de la casa desde la cual no pudiéramos oírlos. Acudí de nuevo a mi hermano, esperando que hiciera algo, lo que fuera; mi hermano los observaba en silencio, con atención.
»No movió un dedo.
»Cansado de seguir escuchando a mi padre despotricar sobre lo que tenía o no tenía que hacer… al final estallé. Aparté a mi madre de mi lado y me enfrenté a mi padre; le grité que yo no había elegido ser lo que era y que jamás me convertiría en lo que él esperaba. También le dije lo mucho que detestaba la idea de quedarme encerrado en Blackstone y que odiaba ser licántropo, que eso sí que era una vergüenza. Además, añadí que yo no quería ser un monstruo.
»Todo aquello provocó que mi padre soltara un alarido e intentara capturarme de nuevo, me escabullí como pude y mi padre salió detrás de mí. Estaba fuera de control y mi madre lo sujetaba por la chaqueta, con lágrimas en los ojos. Sabía que mis palabras habían logrado lo que ella llevaba queriendo evitar desde que mi padre había llegado a casa.
»Los dedos de mi padre rozaron mi garganta y supe que aquello iba en serio: aquel hombre que no parecía reconocer a su propio hijo quería hacerme daño. Y todo por haberle dicho que yo no quería ser lo que era. Que, tarde o temprano, eso acabaría por destruirme.
»-¡Eres un necio, Chase! –me vociferó-. Un completo necio. Te quedarás atrapado en Blackstone para siempre, tus patéticos sueños de futuro no se cumplirán. ¿Ir a la universidad? Lo dudo mucho. ¿Conocer a tu chica ideal en cualquier antro de cualquier ciudad? Tampoco va a poder ser. ¿Y sabes por qué? Porque eres un licántropo, Chase; y los licántropos se deben a su manada. Y, si tu manada está en Blackstone, tú te quedarás aquí. ¿Me has entendido, estúpido muchacho?
»-¡Me da igual! –grité-. Escaparé… ¡Huiré lo más lejos de aquí!
»Tanto mi madre como mi hermano se habían interpuesto entre mi padre y yo, creando una barrera con sus cuerpos. Cuando mi padre hacía algún movimiento, mi hermano se movía en un acto reflejo, interponiendo su propio cuerpo ante nuestro padre. Era la primera vez en toda la noche que hacía algo. Y, en un principio, pensé que lo estaba haciendo por mí… porque una parte de él me comprendía y apoyaba.
»-Ya basta, por favor, papá –intervino mi hermano, intentando hablar sosegadamente-. Chase no lo dice en serio… él está cansado. Necesita dormir, eso es todo.
»-Gregory, por favor, deja que suban arriba –le suplicó mi madre-. Por favor.
»Mi padre hizo un aspaviento con la mano y volvió a desplomarse sobre el sofá. Se desajustó un poco la corbata y me señaló con el dedo índice de forma amenazadora; yo había entendido el mensaje sin necesidad de palabras: «Esto no quedará así». Aunque esperaba que no lo recordara a la mañana siguiente. Por fin, conseguimos abandonar el salón mientras mi madre se quedaba con mi padre, para asegurarse que no hacía nada más.
»Durante el ascenso por las escaleras, no me atreví a mirar a mi hermano mayor. Por el rabillo del ojo comprobé que tenía la mandíbula tensa; estaba enfadado y todas las señales me señalaban a mí. Carin me acompañó hasta mi habitación y se quedó conmigo hasta que me hube arropado con las viejas mantas.
»-Quiero que tengas en cuenta, Chase –empezó, con la voz dura-, que lo que ha sucedido hoy… no lo apruebo. Te he protegido de papá porque creía que era necesario, pero no comparto lo que has dicho.
»Fue entonces cuando me di cuenta que, por mucho que lo intentara, jamás conseguiría que mi propio hermano entendería el dolor y el sufrimiento que me suponía ser un licántropo; que, para él, lo más importante era convertirse en lo que mi padre esperaba de él.
No me di cuenta que había empezado a llorar hasta que Chase me secó la mejilla con su dedo. Sorbí de manera sonora por la nariz y me froté con insistencia ambas mejillas, eliminando cualquier resto de mis lágrimas. Había sido capaz de ver perfectamente el dolor y la humillación de Chase cuando había empezado a hablarme sobre su padre; el recuerdo que había usado era… bueno, bastante demoledor. Era incapaz de imaginarme a Gregory Whitman, del que no tenía recuerdo alguno, tratando de aquella forma tan humillante a su hijo. A pesar de que, lo último que le había dicho, era técnicamente verdad, no compartía la forma tan horrible que había usado. Mi padre jamás nos había tratado de aquella manera, ni siquiera había usado aquellas formas tan brutales si alguna vez se había enfadado con alguno de nosotros.
Y luego estaba el hermano de Chase, Carin, quien estaba segura que tenía mucho aprecio a su hermano, a pesar de sus continuas discusiones. Sabía que su relación había cambiado a mejor tras la marcha de Chase y cuando había descubierto que su hermano había logrado una auténtica compañera (yo), cumpliendo así con su responsabilidad como licántropo. Y, ahora que no estaba su padre, Carin estaba haciendo un esfuerzo enorme por llenar el hueco que había dejado. Aun así, recordaba cómo había sido el último año de instituto de Carin y cómo habían sido nuestros encontronazos; la advertencia que me había hecho cuando me había pillado en el patio de su casa había sido más que clara. Aunque lo hubiera hecho por el bien de su hermano, sus modales habían sido demasiado bruscos y crueles.
-Te has quedado muy callada. ¿Te he asustado con mi historia? –bromeó Chase, dándome un golpecito con el índice en la nariz.
No quería contarle que su historia me había conmovido demasiado y que jamás hubiera llegado a pensar que su padre le hubiera dicho esas cosas tan crueles siendo tan niño. No quería que se pusiera aún más pensativo de lo que estaba por mi culpa; fabriqué una sonrisa burlona.
-¿Qué te parece si la próxima vez me cuentas una historia auténtica de terror? –le dije, intentando cambiar de tema y mejorar su humor.
Que Chase me hubiera contado ese agrio recuerdo de su pasado me demostraba que confiaba en mí.
Pero no tanto como yo querría.
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