Prefacio
Oscuridad. Eso era todo lo que podía percibirse en medio de la habitación de cristal polarizado. Apenas unos pocos reflejos de luz, bordeaban las siluetas de los hombres enmascarados presentes en su interior. La tensión era tan grande que se podía cortar con un cuchillo, y el silencio, tan incómodo que hacía bajar un par de grados más la temperatura del, de por sí, frío espacio.
No había pinturas, plantas, u otra decoración. Solo eran cuatro paredes, veinte sillas de cuero negro alrededor de una gran mesa de ébano, ocupadas por los hombres trajeados, y una gran pantalla de plasma en el centro, sostenida desde el techo. Todo aparentemente simple, pero sin dejar de ser minimalista y gritar «caro» por todos lados.
El hielo en los vasos de cristal, llenos de whisky, tintineó, cortando momentáneamente el crudo silencio.
Un espacio circular se abrió en medio de la mesa, dejando visible un agujero por el cual se coló la luz a la habitación y comenzó a ascender un hombre de constitución delgada, vestido con un traje de bufón verde de un lado y púrpura del otro; su rostro estaba pintado de blanco, con el espacio de sus cejas a sus pómulos pintados de negro, y una sonrisa de payaso, de ese mismo color, en su boca. En sus ojos brilló una mirada desquiciada y sus labios mostraron una sonrisa histérica antes de ajustar el pequeño micrófono en su mejilla.
—¡Buenas noches, caballeros! —Hizo una exagerada reverencia—. Sean bienvenidos una vez más a Abyss. Es un placer tenerlos participando en el Hunting Game, después de tres largos años de espera. —Cada uno de sus movimientos histriónicos, lo hacía parecer un loco, si no lo estaba realmente.
»Me alegra que seamos las mismas caras, y que nuestra oferta de diversión les haya resultado lo suficientemente atractiva como para desear repetirla. Siendo este el caso, ya todos deben conocer el protocolo. —Con ágiles movimientos, repartió un cuaderno, hecho también de cuero negro, a cada persona en la sala—. Como bien saben, solo hay una regla: Lo que sucede en Abyss, se queda en Abyss. Esperamos contar con su discreción. —Una expresión macabra borró cualquier rastro de la burlona sonrisa previa, dejando claro lo que sucedería, si alguno violaba el compromiso de confidencialidad.
Una vez todas las firmas fueron puestas y las carpetas estuvieron cerradas, con gráciles movimientos, el inusual anfitrión las recogió de la madera y las hizo desaparecer en su mano, con una pequeña explosión de humo.
—La suerte está echada, pongamos las cartas sobre la mesa.
Las luces se encendieron y todos retiraron las máscaras de sus rostros. Cualquier persona ajena a lo que sucedía en aquel lugar, pensaría que se trataba de una reunión de negocios. Los empresarios y políticos más importantes y adinerados de Corea del Sur estaban sentados alrededor de aquella mesa.
Una puerta lateral se abrió, dejando ver la silueta de una mujer delgada, con traje de secretaria, también negro, que se adentró con sutiles movimientos al interior de la habitación. Dejó una caja rectangular del tamaño de un celular sobre la mesa, delante de cada uno, hizo una reverencia pronunciada y se retiró silenciosamente. Cuando el eco de sus tacones dejó de escucharse en el pasillo, el bufón retomó la palabra.
—A este dispositivo se les enviará el perfil de los campeones que se han escogido en esta ocasión, elaborado, como siempre, por nuestros expertos. Tienen veinticuatro horas para revisarlos. Nos hemos encargado de hacer una selección exquisita para este año, cumpliendo sus expectativas lo mejor posible.
»Ya todos se encuentran en Wrath —nombró la isla donde, al igual que un trienio atrás, se había desarrollado el Hunting Game—. Serán liberados cuando el momento llegue.
Abyss, nombre con el que se referían a la habitación, era también el identificativo de la organización que patrocinaba el Hunting Game. Ponía a disposición de los participantes un listado de veinte mercenarios, con sus respectivas estadísticas. Cada vez que un enfrentamiento iniciara, las apuestas comenzarían.
Ser seleccionados para participar en el Hunting Game, no era algo que los Campeones pudiesen rechazar. La recompensa ofrecida era millonaria. Sin embargo, una vez que eran captados, independientemente de si deseaban o no formar parte, la única forma de salir del juego, era ganar o morir.
—¡Ah! Casi lo olvidaba. Tendremos un pequeño cordero entre las fieras esta vez. —El excéntrico payaso, con un gesto sobreactuado, encendió la pantalla en el centro de la mesa. La imagen de un joven de cabello castaño y rasgos hermosos apareció—. Este es Park Jimin. Los detalles relacionados con él estarán en el archivo que se les enviará. El papel que jugará, se les explicará más adelante; mientras tanto, no podrá morir. Hay que hacer el juego más divertido, ¿no lo creen?
»¿Alguna aclaración extra que deseen? —Todos permanecieron en silencio—. ¡Qué comience el Hunting Game! —Una cortina de humo y confeti envolvió su silueta, y desapareció.
¡Holiwis! De vuelta y con algo totalmente inesperado jajaja. Sé que tengo un montón de actualizaciones pendientes, pero no lo pude evitar, esta idea se metió bajo mi piel. Cuando suba el siguiente capítulo, que será pronto, les cuento el chisme de cómo se me ocurrió.
¿Qué les parece la idea? ¿Les gustan este tipo de temáticas? Los leo.
Chao chan 😘
Hasta la próxima actualización.
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