[29]
— ¡Estás embarazada! — Exclamó con emoción la mujer frente a ella. Irene asintió cabizbaja mientras llevaba sus manos temblorosas a su aun plano vientre. — ¿El joven SeokJin sabe sobre esto? — Ni tiempo le dio a Irene de responder sobre ello. El alboroto de varias personas corriendo llamó la atención tanto de la criada como de Irene.
La pelinegra avanzó hasta el lugar con tristeza embargando su corazón, a lo lejos divisó las figuras de JungKook y SeokJin, ambos observaban la escena con dolor mientras YoonGi lloraba el cuerpo de quien había sido su nana.
Chaerin por su parte portaba una sonrisa divertida en su rostro mientras sus manos manchadas de sangre señalaban la escena.
— Estas cosas pasan cuando intentan tomar un lugar que no les corresponde. — Mencionó en voz alta. Su postura era tensa mientras observaba a su alrededor y escuchaba los lamentos de sus hijos. — Lee Sunmi era una amenaza y como tal fue eliminada.
— Chaerin. — La voz ronca de YoonGi se escuchó en el lugar. La mujer parpadeó confundida ante el llamado. — Estás muerta para mí, mamá. — El tono burlón en la última palabra enervó a la mujer quien en un abrir y cerrar de ojos había utilizado uno de sus atributos, mandando completamente lejos al pálido y lo que quedaba del cuerpo de Sunmi.
— Solo espera YoonGi-ssi, aún no he terminado. — Amenazó fríamente bajo la atenta mirada de todos los presentes.
Irene simplemente desvió su mirada hasta el lugar en donde Lee se encontraba. La luna brillaría y con ello vendría la desgracia.
...
— Un día hijo mío, entenderás todo el poder que se esconde dentro de tu sangre, y me entenderás por fin. — Chaerin comentó con simpleza mientras se paseaba alrededor de JungKook. El menor se tensó al sentir el tacto de la mano de su madre revolverle el cabello. Era un toque distante: frío y carente de algún sentimiento cálido como lo era el amor o el simple querer.
— A veces quiero entenderte, realmente quiero. — Hizo hincapié en lo último mientras cerraba los ojos. Sabía que estaba siendo influenciado por su madre y los poderes de sus atributos, pero él quería entender el porqué de todo esto.
¿Por qué su madre había cambiado tanto? ¿En qué momento se había convertido en un monstruo?
— Hijo, en la vida vives lo necesario para ser considerado un héroe o vives lo suficiente para convertirte en un villano. — Susurró con fría voz. — Cuando llegue el día en que todo caiga por su propio peso y te toque a ti tomar una decisión de la cual te arrepentirás eternamente, me vas a entender. — Sonrió conocedora de aquello. — Porque a final de cuentas tanto tú como YoonGi solo están a escasos pasos de ser como yo.
— Y por eso quieres convencerme de que te entregue a YoonGi en bandeja de plata, ¿no? — Negó el menor mientras retaba por primera vez a la mujer que tanto había amado. — Mamá, mataste a Sunmi y se lo restregaste en la cara, YoonGi te odia.
— Puede odiarme, es libre de hacerlo. — Menciono encogiéndose de hombros. — Igual sigo siendo su madre y todo lo que signifique una amenaza lo voy a eliminar.
— ¿Y si yo soy una amenaza? — Inquirió. — ¿Eliminarías a tu propio hijo? — Chaerin le observó fijamente.
— Te necesito vivo, tú eres el único que podrá detenerlo cuando se salga de control. — Mencionó la pelinegra mientras veía a JungKook. El menor negó mientras bajaba de forma apresurada las escaleras. — Por eso tienes que ayudarme.
— No te ayudaré a encerrar a YoonGi, estás equivocada mamá. — Negó de forma abrupta. Chaerin rió sin gracia ante la altanería del menor.
— No me lleves la contraria. — Amenazó.
— ¡Y tú no creas que puedes utilizarme como si fuera un juguete! — Exclamó con molestia mientras enfrentaba a la mayor. — ¡No te ayudaré a traer a YoonGi! — Chaerin sonrió.
— La cosa no es si quieres o no. — Susurró fríamente. — Lo harás y cumplirás con tu deber.
...
Tanto JungKook como YoonGi y SeokJin observaron con terror la aglomeración de personas junto a ellos. Todos estaban prácticamente hipnotizados con la mirada fija en la luna que poco a poco iba haciendo su aparición. Irene por su parte, simplemente observó sin emoción alguna el rostro de su suegra.
Chaerin no era más Chaerin.
Era simplemente el recipiente de un corazón oscuro que había vencido al final.
— Mamá. — JungKook le llamó pero la mujer le ignoró mientras sentía el poder de la luna empezar a cubrir con su manto a aquellos que le buscaban. — ¡Mamá! — Insistió de nueva cuenta, sintiendo un aire tenso en el ambiente.
— Vayan al pueblo. — Ordenó Chaerin con una sonrisa adornando su rostro carente de todo tipo de empatía. — Mátenlos a todos.
— ¡Mamá! — Gritó JungKook alterado mientras intentaba acercarse a ella. Tanto YoonGi como SeokJin lo mantuvieron en su lugar mientras veían con horror como miles de ellos salían en dirección al pueblo.
— Encierren a YoonGi en la torre, lo necesito a media noche. — Al término de aquellas palabras varios hombres se dirigieron en búsqueda del pálido. YoonGi aceptó aquello sin oponer queja alguna pero JungKook fue otra cosa. El menor avanzó con fuerza hasta su madre, la mujer le veía sin ánimo alguno de querer discutir con alguien tan simple como él.
— ¡De ninguna manera dejaré que hagas eso madre! — Gritó JungKook. — ¡Madre! — Lloró aquel nombre desconociendo a la mujer que estaba al frente de él mientras veía como se llevaban a su hermano. — ¡Es tu hijo, es mi hermano, por favor no cometas actos de los cuales te arrepentirás!
—No hay excusas JungKook. — Mencionó seria, sus orbes negros peligrosamente brillantes. — Nada puede salvarlo ahora. — Susurró fríamente mientras hablaba de su hijo como si fuera un simple objeto más en el lugar. — Quédate callado, no me hagas encerrarte de la misma forma.
...
— Los corazones nublados de oscuridad son erradicados por el vínculo de sangre más cercano. — Susurró Irene mientras leía aquel libro que su madre había cuidado con tanto ímpetu durante sus días de vida. — La luna sonríe con el cazador y otorga su poder para que uno solo entre miles se levante. — Irene observó el lugar con desconfianza mientras sentía el correr de varios de sus "hermanos". La luna roja había estaba haciendo su aparición y aquello había despertado el lado más primitivo de cada uno de ellos.
— Noona. — JungKook apareció ante ella con el rostro desfigurado por el miedo. Irene abrió los brazos y el menor no lo dudó ni un segundo antes de correr hacia ella buscando algo de tranquilidad en medio de tanto desastre. — No entiendo que pasa.
— Mi mamá y SeokRa sabían que esto pasaría. — Susurró la pelinegra mientras apretaba entre sus brazos al menor, después de todo sería la última vez que lo tendría así de cerca. — Ellas te dieron algo ¿no es así? — Inquirió curiosa mientras intentaba obtener las piezas faltantes del rompecabezas que había en su mente. JungKook asintió mientras recordaba el arco y la espada que una vez se le fue entregado.
— Dijeron que tú sabrías que hacer. — Mencionó el menor separándose del abrazo de la mayor y observándole con duda. Irene asintió sin querer ver al menor mientras sentía el miedo recorrer su cuerpo de arriba abajo.
— Tenemos que acabar con el mal desde la raíz JungKook-ah. — Susurró la pelinegra mientras llevaba su mano temblorosa al rostro de un intrigado y preocupado JungKook.
— ¿Noona? — JungKook le llamó mientras veía como la mujer frente a él se llevaba las manos a la cara y rompía en llanto. — ¿Irene-ssi?
— Vamos a buscar esas cosas que te entregaron, tenemos algo que hacer. — Mencionó levantándose del lugar en donde estaba sentada y aferrándose de nueva cuenta al libro que estaba leyendo. JungKook parpadeó confundido mientras seguía a la mujer.
— Tú sabes lo que va a pasar. — Susurró el menor mientras sentía la tensión en la pelinegra. — Irene rió sin emoción alguna mientras volteaba a ver al menor, sus orbes rojizos brillaban con intensidad.
— El diablo y sus demonios pisaron nuestra tierra JungKook-ah y el tiempo se está acabando. — Susurró fríamente mientras dejaba atrás al menor.
...
Jimin gimió de dolor al ser lanzado de forma tan brusca al suelo. Su mirada se paseó por el lugar y solo fue cuestión de segundos para que intentara salir corriendo de aquel sitio en donde había sido arrojado.
Había un grupo de personas rodeándolo y la misma mujer que había visto un día atrás estaba justo frente a él, observándole con la mirada nublada de absoluta diversión mientras sus ojos eran de un rojo intenso como la sangre.
— Siempre he dicho que por más que trate de ocultarse el pecado siempre sale a flote. — Susurró con falso tinte de amabilidad mientras llevaba su mano hasta el rostro del castaño. — Eres bonito. — Halagó. — Pero de nada te servirá eso ahora. — Saboreó aquellas palabras mientras sentía el miedo de Jimin. — Vas a morir por atreverte a fijar tu mirada en mi hijo. — Sentenció. Jimin en un último intento de valentía, escupió el rostro de la mujer, borrando de forma inmediata la sonrisa en el rostro contrario pero provocando aún más a una inestable Chaerin.
— Y-YoonGi vendrá por mí. — Intentó tener seguridad en aquellas palabras pero la risa seca de la mujer rompió una a una las esperanzas del menor.
— Yo estoy segura que él no vendrá por ti. — Sonrió sádicamente mientras se levantaba y retrocedía varios pasos hasta estar al mismo nivel que sus acompañantes. — Tu muerte es lo único que falta para que YoonSuk venga a nosotros y YoonGi desaparezca para siempre. — Sonrió divertida mientras alzaba la mano. — Te daré tiempo, así que actúa como lo que eres: una linda presa. — Jimin intuyó lo que ello traería y como pudo se levantó del piso y empezó a correr. La mirada del castaño buscó por todo el edificio algún tipo de salida y cuando por fin dio con ella, lo que encontró fue un extenso bosque en donde la luz de la luna no le daba ningún tipo de amparo.
Su corazón latía desesperadamente mientras el aire entraba en su organismo de forma abrupta y precipitada. Las lágrimas caían libremente por su rostro mientras el miedo le daba el impulso suficiente para correr. Sin embargo, por más que lucho y corrió, las risas se escuchaban a su alrededor como un inconfundible canto a la muerte.
El grito ensordecedor se escuchó cuando fue atrapado por primera vez. Luego de ello el silencio se expandió por todo el bosque.
...
— ¿Escuchaste eso? — Inquirió JungKook mientras llevaba en sus manos el arco con las flechas y un pequeño bolso que Irene le había dado. Aquel grito había sido demasiado inquietante y podía asegurar que no se encontraba tan lejos de ellos. — ¿Noona? — Llamó.
— Se acaba el tiempo. — Susurró sin más mientras tomaba la espada y se la daba al menor. — Ve con Jin, dile que tienen que buscar a YoonGi sea como sea e impedir que vaya con Chaerin. — Susurró seria mientras sostenía en sus manos un pequeño puñal similar al que usó cuando contrajo matrimonio con el mayor de los Min. — Quizás cuando llegue sea demasiado tarde y él ya esté despierto.
— ¿Él? ¿De quién hablas? — Preguntó confundido el menor. Irene suspiró profundamente antes de hablar.
— YoonSuk. — Susurró la pelinegra. — YoonGi es el portador del cazador que dio inicio a nuestra gente, Chaerin lo sabía y por ello siempre ha querido controlarlo. — Irene observó fijamente al menor y aquello sembró el miedo en este. — JungKook, YoonGi-ah va a morir esta noche.
— ¿D-De qué h-hablas? — Susurró con la voz rota, sintiendo el miedo que provocaron aquellas palabras tomar el control de sus acciones. — ¡Irene! — Exclamó el menor mientras tomaba bruscamente de los hombros a la pelinegra. — Deja de jugar con eso.
— Va a morir. — Susurró la pelinegra en voz baja. — Jimin-ssi...
Imagina, el chico humano vivo y tu hermano muerto, solo piénsalo bien JungKook y ven a mi cuando sepas lo que tienes que hacer.
— Jimin, Jimin, Jimin. — Mencionó molesto mientras soltaba bruscamente el agarre que ejercía sobre Irene. — Si él no se hubiera cruzado en nuestro camino, nada de esto estaría pasando. — Irene negó mientras intentaba tomar de nueva cuenta al menor. JungKook negó y alzó su mano en dirección a la mayor. — No te muevas, no me obligues a hacerte daño.
— JungKook-ah, estás alterado y no estás pensando bien. — Susurró la pelinegra mientras veía con miedo al menor. Los ojos rojizos brillaban con genuina furia mientras este retrocedía. — No hagas nada de lo que te puedas arrepentir. — JungKook rió sin gracia mientras negaba.
— Ahorita me dijiste que íbamos a acabar el mal desde la raíz. — Le recordó. Irene asintió. — Eso es lo que voy a hacer. — Mencionó serio mientras salía de la habitación en donde ambos se habían escondido. Irene se dejó caer en el piso mientras un grito de absoluta desesperación escapaba de ella.
Todo estaba mal.
— No queda más opción. — Susurró mientras se levantaba y empezaba a salir de la habitación. — Tenemos que acabar el mal desde la raíz. — Mencionó mientras veía en dirección a la casa en donde vivía Chaerin.
...
Jin corrió con toda sus fuerzas por aquel denso bosque mientras el miedo controlaba una a una todas sus acciones. JungKook no aparecía, YoonGi estaba encerrado en la sala principal del consejo y su madre había perdido la razón por completo. En la lejanía, gracias a uno de sus tantos atributos, pudo distinguir la figura de una mujer y con pasos más rápidos terminó de llegar ante ella.
— Tu mamá... — Susurró Irene en voz baja aun siendo dominada por el miedo. — Ella... — Habló de forma pausada. Jin se acercó a ella tomándola fijamente del rostro, ambas miradas se encontraron y Jin sintió una especie de dolor tensar dentro de él al ver el vacío en la mirada de sus esposa. — Ella... — Repitió.
— Tienes que irte. — Susurró. — Irte lejos, muy lejos. — Comentó con desesperación. — No tienes que verte involucrada en esto, puedes... — Paso su lengua por su labio inferior mientras sus manos prácticamente temblaban, su mirada bajó al cuello de su esposa, la pequeña marquita de colmillos aún estaba viva en la piel de su esposa. — Puedes sobrevivir lejos de mí, lejos de nosotros.
— Te prometí una vez que confiaría en ti mientras que tú hiciste lo mismo. — Lo vio fijamente parpadeando para hacer retroceder el carmesí de sus ojos. — Vamos a encontrar una solución. — Rompió el agarre que Jin infligía en ella mientras que nuevamente la determinación tomaba lugar en ella. — Te voy a ayudar no importa lo que pase, por favor confía en mí. — Afirmó decidida.
Irene sabía muy bien lo que tenía que hacer.
...
Lee parpadeó confundido mientras veía el agarre que había en sus muñecas, no recordaba desde cuanto tiempo estaba encerrado en aquella habitación y tampoco sabía porque no podía hacer uso de sus poderes.
Su mirada fulminante se paseó por el lugar, la escasa luz de la luna se asomaba de forma efímera por las paredes y aunque no pudiera ver el desastre que seguramente había afuera, podía sentirse seguro que todo estaba marchando como él lo había planeado.
YoonSuk regresaría y al fin todos sabrían el verdadero poder que se escondía en todos ellos. Ya no tendrían que vivir escondidos de una raza inferior como eran los humanos y podrían hacer y deshacer como los viejos tiempos de JiEun y YoonSuk.
La puerta de la habitación sonó y el viejo hombre volteó su mirada hasta ella. Irene entró en dicho cuarto con la mirada fija en aquel hombre que estaba atado al piso.
— Que bueno que llegas, ayúdame a salir de este lugar. — Demandó el hombre con voz fuerte mientras veía a la pelinegra titubear frente a él. — Muévete, tengo que ir con la señora Chaerin. El rojo intenso brilló en la mirada de Irene y Lee retrocedió en su lugar al contemplar la molestia en la mirada de la joven mujer. — Fuiste tú. — Escupió con acidez mientras recordaba que la última persona que había visto cuando cayó fue la mujer frente a él. — Eres igual de estúpida que tu madre. — Al termino de aquellas palabras un quejido de dolor brotó del viejo hombre.
— ¿Estúpida? — Inquirió amablemente mientras se acercaba con decisión hasta el hombre. — Esta estúpida arruinará tus planes. — Aseguró con fiera determinación mientras sacaba la daga que había guardado entre su ropa. Lee rió divertido mientras de nueva cuenta jalaba la cadena que sostenía con fuerza uno de sus brazos.
— Una infeliz como tú nunca podrá detenerme. — Aseguró el hombre. — No importa lo que pase, ni siquiera si llegamos a morir, la familia Min está maldita. — Rió divertido mientras veía que la luz de la luna empezaba a tomar más fuerza en aquel lugar. — Y si tú, una pobre niña me va a matar, entonces te llevaré conmigo. — Aquellas palabras fueron dichas con absoluta molestia mientras Lee se levantaba de su lugar y con ello, arrancaba una de las cadenas que le sostenía. Irene se sobresaltó por el miedo mientras veía con miedo el momento exacto en que el carmesí brilló por completo en los orbes del hombre.
No hubo tiempo para predecirlo, tan rápido como Lee estuvo fuera del control que aquellas cadenas ejercían sobre él, la tomó bruscamente y con una rapidez que nunca había visto, había sido acorralada contra una de las paredes de aquel cuarto. Un quejido de dolor escapó de ella mientras con su mirada nublada por las lágrimas veía al hombre frente a ella.
— En esta vida eres un cazador o una presa. — Susurró fríamente mientras hacía gala de uno de sus tantos atributos. Irene sintió el preciso momento en que una corriente eléctrica estremeció su cuerpo de arriba abajo. La pelinegra gritó por ello pero su mirada seguía estando fija en la del hombre.
— E-Entonces, t-tú serás la presa de esta cazadora. — Susurró con valentía mientras extraía lo poco que le quedaba de fuerza y apuntaba directamente al lugar en donde debió haber estado el corazón. Lee soltó bruscamente a la mujer mientras sentía su cuerpo ser invadido por miles de agujas. El hombre empezó a gritar como loco y aquello le hizo creer a Irene que podía irse. Grave error. En lo que intentó moverse, el hombre volteó hacia ella y jaló hasta llevarla junto a él.
— T-Tú te iras conmigo. — Susurró perdido mientras sentía las fuerzas abandonar su cuerpo. Irene simplemente cayó al suelo de la misma forma que el viejo Lee lo hizo.
...
YoonGi jadeó al sentirse caer al suelo, su mirada se vio borrosa por el dolor pero sus instintos más primitivos despertaron al reconocer un olor muy conocido para él. Como pudo se levantó mientras sentía las magulladuras de los golpes en su cuerpo ceder por el brillo de la luna. Su mirada filosa escaneó el lugar con parsimonia y en un segundo dio con lo que tanto estaba buscando.
— ¡Jimin! — Gritó YoonGi mientras intentaba correr hasta el pequeño cuerpo frente a él. Sus manos temblaron en lo que logró tocar el cuerpo que carecía de fuerzas sobre el suelo. La marca de mordidas y golpes más la sangre que salía de este le hacía saber a YoonGi que el castaño estaba muy lejos de él en ese instante. — B-Bebé. — Volvió a llamar con la esperanza de que este reaccionara. — M-Mírame. — Intentó despertarle mientras sus manos temblorosas tomaban el rostro del castaño. — J-Jimin-ah, p-por favor ven a m-mí. — Susurró con dolor mientras las lágrimas recorrían con desesperación su rostro. — Recuérdame bebé, ven a mí. — Pidió con dolor mientras sentía sus palabras trastabillar. — J-Jimin. — Susurró. La risa de su madre se escuchó por el lugar y el pálido alzó su mirada encontrándose con la mujer. — ¡Esto es mi culpa! — Exclamó mientras veía a su madre. — Mamá déjalo ir, deja que lo salven y haré lo que quieras pero déjalo ir. — Intercedió intentando apelar con la mujer, sin embargo Chaerin negó con una sonrisita divertida.
— El pecador y el pecado juntos. — Rió la pelinegra. — Te lo dije muchas veces ¿No es así? — Negó divertida. — La paga del pecado es muerte y ahí la tienes a tus pies. — YoonGi negó mientras sentía la rabia emanar de su cuerpo de forma viva, como si fuera una segunda parte de él.
Fue cuestión de segundos para que la mirada carmesí del pálido apareciera en su máximo esplendor. Chaerin le observó fijamente y aquello en lugar de calmar la molestia creciente dentro del menor de ambos, la incrementó.
— Ven a mí. — Susurró intentando atraer el poder que YoonGi tenía dentro de él. La mirada del pálido se desvió hacia una esquina en donde varios de ellos se reunían, con la misma rapidez con la que parpadeó, todos cayeron al suelo quejándose por inminente dolor que recorría sus extremidades.
La niebla empezó a rodear el lugar mientras la luna brillaba con furia en el alto firmamento, regocijándose ante la llegada de quien habían esperado.
— Los más fuertes acaban con los débiles. — Susurró el pálido mientras se levantaba del piso y veía a Chaerin sin emoción alguna. — Min Chaerin. — Siseó aquel nombre con molestia mientras avanzaba hacia la mujer.
— Y-YoonGi-ah. — Titubeó con duda la mujer mientras veía la molestia emanar libremente del menor y aquel aire denso acompañarle. — ¡Y-YoonGi! — Gritó con miedo mientras su cuerpo se helaba por el miedo. El pálido alzó bruscamente a la mujer por el cuello mientras avanzaba de forma molesta hasta chocar contra un árbol. Chaerin gimió por el dolor mientras sentía que algo subía por su cuerpo, enrollándose tal cual como si fuera una serpiente. — Y-YoonGi. — El pálido rió y aquello alertó de gran manera a la mujer quien con todas sus fuerzas, intentó desestabilizar al menor. — V-Voy a volver a ti cuando estés cerca de morir, te voy a llevar conmigo y esa vez; cuando la luna esté en lo alto y las memorias renazcan... Nadie podrá salvarte. — Chaerin sonrió por última vez. — Disfruta todo mientras puedas.
— Es bueno saberlo pero ahora... Yo no soy YoonGi. — Y la sonrisa que el pálido le regaló, fue suficiente para que toda seguridad fuera arrebatada de la mujer.
...
Jin se detuvo de forma abrupta cuando sintió algo dentro de él jalar con insistencia. Su mirada se nubló por las lágrimas y un ardiente dolor se hizo presente a la altura de su cuello, justo en el lugar en donde reposaba la marca de unión con Irene.
El mayor de los Min intentó calmarse y establecer conexión con su esposa, lo único que llegó a su mente fue miedo y pérdida. Su mirada se fijó en la altura de los árboles en el preciso momento en que una flecha se deslizó con rapidez por su lado.
— ¿JungKook? — Llamó al distinguir la figura de su hermano menor. — ¿Qué haces ahí?
— Salvándote la vida, idiota. — Gruñó con molestia el menor mientras descendía con agilidad hacia el suelo y señalaba detrás de su hermano. — No sé a cuantos de los nuestro he matado ya. — Susurró sin emoción mientras veía al hombre que pretendía atacar a su hermano. — No entiendo que está pasando. — Susurró desorientado mientras elevaba su mirada hacia la del mayor. — ¿Qué está pasando hyung? — SeokJin suspiró mientras veía al menor con el mismo sentimiento.
— Quizás es el final de los tiempos, lo que tanto predijo SeokRa antes de desaparecer. — Mencionó el mayor. JungKook frunció el ceño ante lo dicho.
— ¿Qué significa eso?
— Que vamos a morir. — Susurró sin emoción mientras empezaba a caminar. — Ayúdame a buscar a Irene, luego buscaremos a YoonGi. Tenemos que irnos de aquí.
— Tú sabes algo que yo no sé. — Mencionó JungKook.
— Hace algún tiempo, Irene tuvo una visión en la cual una pieza de ajedrez caía del tablero llevándose consigo todo el patrón. — Mencionó Jin mientras veía hacia los lados por si su esposa aparecía por algún lugar. — Supongo que mamá ya no está más con nosotros y por eso esto está pasando, destruyó todo.
— ¿Por qué? — Susurró el menor mientras sus sentidos captaban un olor bastante conocido. Jin se paralizó en su lugar mientras la esencia de aquel olor se esparcía por el lugar.
— ¡Irene! — Gritó el mayor con miedo mientras corría a una de las torres que servían como dormitorio de los consejeros. JungKook le siguió de forma inmediata sintiendo una especie de miedo calar dentro de él. Cuando ambos entraron en la torre, la imagen que tenían frente a ellos no era ni por asomo lo que esperaban encontrar. Jin cayó al suelo de forma abrupta mientras presenciaba frente a él el cuerpo casi carente de vida de la pelinegra, avanzando hasta ella con las lágrimas ya presentes, habló. — Vamos, toma de mi lo que necesites pero... No puedes morir. — Susurró con la voz rota mientras se acercaba al rostro de su esposa, esperando el momento exacto en el cual los colmillos de la mujer rasgaran su piel. Las lágrimas descendían por su rostro mientras que la vida escapaba lentamente del cuerpo de Irene. Estaba pálida, su mirada casi perdida mientras un pequeño hilo de sangre descendía de sus labios, incluso con todo lo que había podido extraer de Jin, no era suficiente, había algo en su interior que drenaba las energías de la pelinegra por completo. JungKook observaba la escena en silencio mientras que sus manos temblaban y su mirada se paseaba por el lugar confirmando lo evidente: YoonGi seguía sin estar con ellos. Y mientras más se hacía grande la brecha entre ellos, más temía el menor de que las palabras de su cuñada se cumplieran. — Irene. — Susurró Jin. — Por favor. — Suplicó mientras múltiples escalofríos lo recorrían de arriba a abajo. Como pudo la sacó de aquella torre, lejos de aquel cuerpo que ambos Min habían identificado como el señor Lee para posteriormente llevarla a una pequeña cabaña en donde solían jugar cuando eran pequeños. La pequeña cabaña en donde decidieron esconderse estaba completamente helada, signo evidente de la despedida que el mundo le daba a un alma inexistente ante el orden normal de las cosas.
— V-Voy a vo-volver. — Mencionó con dificultad, el leve iris rojo cada vez perdía más intensidad mientras que el cuerpo seguía perdiendo sus tonalidades.
— Porque te amo, me amas y seré tuyo por el resto de la eternidad. — Mencionó Jin con la emoción palpable en su tono de voz, Irene rió levemente mientras su mirada se dirigía esta vez hacia JungKook.
— La luna brillará en su máximo esplendor dentro de tres noches. —Usó todas las fuerzas que había reunido. — Incluso aunque él ya no esté entre nosotros. — Aquellas palabras golpearon al menor quien no pudo evitar empezar a llorar ante el rumbo que estaban tomando las cosas. — Toma la botella que te he dado, haz todo lo que te dejé escrito. — Su mirada parpadeó con dificultad mientras negaba. — Mejor hazlo cuando lo encuentres y sepas lo que tienes que hacer. — Susurró con dificultad mientras veía por última vez al menor. — Vas a poder hacerlo.
— Noona. — JungKook jadeó con dolor mientras veía a la única persona que los había apoyado y ayudado hasta el último momento. — Noona, te quiero mucho. — JungKook mencionó con la voz rota mientras sollozaba sin poder contener el dolor que crecía dentro de él. — Muchas gracias por todo. — Susurró sintiéndose mal mientras veía a su hermano mayor completamente serio frente a él. Era demasiado evidente lo que había hecho la pelinegra y aquello se lo agradecerían eternamente.
— Si sabías que esto te iba a costar la vida. — Jin intervino en voz baja sin querer ver a la mujer que poco a poco se iba debilitando. — ¿Por qué lo hiciste? — Preguntó.
— Porque te amo. — Respondió ella sinceramente. — Porque te amo y siempre querré tu felicidad, nunca lo olvides. — Susurró con dificultad para luego quedarse viendo fijamente algún punto inespecífico.
Irene se había ido y no había vuelta atrás.
Hola bro.
¿Se acuerdan que les dije que me daba cosita Irene? Pues, me sigue dando cosita Irene. :(((
Ya estamos cerquita del final de arco.
Irene cargó con la mayoría del peso de las tragedias, siempre tuvo ese destino desde que la pensé como hija de Jaesun y aunque me duele, pues me tocó dejarla ir de esa forma.
¿YoonGi es YoonGi o es YoonSuk?
¿Chaerin se murió?
No quise narrar mucho de la muerte de Jimin porque me dio cosita jajaja :(( Entonces lo dejo a libre pensamiento.
¡Gracias por leer! Disculpen cualquier error que pudiera tener, les quiero mucho mucho.
¡No olviden seguirme!
¡Hasta luego!
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