[10]
Jin observó en silencio a sus dos hermanos menores, en la lejanía era capaz de distinguir a YoonGi y JungKook, ambos menores se encontraban rodeados con los miembros de alto mando de su familia, los menores se veían atentos a cualquier movimiento mientras que Shin reía libremente mientras les enseñaba a dominar sus habilidades.
— Tus hermanos han avanzado mucho. — La voz de Chaerin se escuchó a sus espaldas. Jin asintió contento, estaba en total acuerdo con su progenitora. — ¿Les has otorgado sus guías? — Preguntó.
— YoonAh está con JungKook. SunMi con YoonGi. — La mujer asintió conforme mientras se sentaba al lado de su primer hijo, Seok Jin era la copia exacta de su madre. — Mamá. — Llamó el pelinegro. Chaerin asintió. — ¿Cuánto más vas a esperar para anunciarle a mi padre que estás orquestando sin su consentimiento mi matrimonio? — Jin mencionó aquello con calma, tratando por todos los medios que lo que había dicho no sonara como una amenaza para su madre. — Mi papá tiene derecho a saber las cosas que estás llevando entres manos.
— Dime algo, Seok. — La mujer habló tranquilamente y aquello sin duda alguna erizó la piel del nombrado. — ¿Qué tan importante es avisarle a tu padre sobre tu matrimonio del cual muchas veces me has dicho que no quieres llevar a cabo? — Cuestionó aquello mientras su mano se paseaba con cariño en la negra cabellera de su hijo. — Tu padre al igual que tú, no necesitan saber más nada aparte de que ya está todo en marcha.
— Quizás sintiera más empatía si me dijeras con quién voy a casarme. — Gruñó en respuesta. — Madre, sé que esto es por el bien de la familia y que como miembro de ella debo honrar el pacto familiar con el que nací, pero... A veces me siento asquerosamente usado. — Mencionó en voz baja, sin embargo, Chaerin fue capaz de escucharle.
— Es nuestro destino, Seok Jin. — Mencionó la mujer con simpleza, siendo tan natural ante ella aquel escenario. — Todos somos los juguetes de alguien nada más por ser quienes somos. — Susurró en voz baja mientras seguía acariciando la cabellera de su hijo. — Me casé a los dieciséis años cuando te tuve a los 17 años, Jin. ¿Crees que era feliz con saber que solo se esperaba de mí que tuviera hijos de mi esposo? — Jin escuchó en silencio, aquella historia su guía se la había contado en más de una oportunidad cuando se sentía con la valentía de criticar a su progenitora. — Nunca tuve voz y voto sobre mi vida ni mis decisiones, solo tenía que honrar el pacto que había sido sellado mucho antes de que realmente existiera en este mundo.
— Hay quienes son diferentes. — Mencionó Jin siendo lentamente envuelto en una capa de tranquilidad y sereno. — Madre, hay personas que realmente pueden pensar por sí mismos y decidir lo que quieren ser, gente que vive su vida libremente.
— Te lo preguntaré una vez y me responderás rápido y conciso. — Chaerin llevó su mano a la barbilla de su hijo, alzándola lo suficiente para que ambos pudieran verse cara a cara. — ¿Quién eres? — Preguntó seria.
— Soy un Min. — Chaerin arqueó la ceja. — Min Seok Jin, el primero con el nombre y el sucesor de Seok Ra. — Completó. Chaerin asintió gustosa ante la respuesta.
— ¿Y quiénes son los demás con quién tienes la valentía de compararte? — Cuestionó con desdén.
— No son nada. — Mencionó sin emoción alguna mientras seguía viendo fijamente la dura mirada de la mujer.
— ¿Por qué son nada? — Jin tragó en seco, odiaba las veces en que su madre ejercía tanto poder sobre él con solo una mirada. — ¿Por qué? — Volvió a preguntar, no contenta con que Jin tardara en responder.
— Porque somos los Min quienes deciden sobre ellos. — Mencionó con ironía, siendo consciente de que ellos tampoco elegían lo que querían. — Porque la luna siempre brilla para el cazador, aquel de la cadena más alta y quién está por sobre todos. — Chaerin asintió.
— Esa es tu respuesta. — La pelinegra se levantó de su asiento y observó una vez más a sus otros dos hijos entrenar con Shin. — Su nombre es JooHyun, aunque le dicen Irene. — Mencionó. — Es la hija mayor de los Bae, su familia está muy feliz con la pronta unión entre nosotros.
— Gracias. — Fue lo único que dijo Jin mientras una lágrima traicionera descendía por su rostro. Chaerin se fue dejándolo solo nuevamente en aquel lugar. — La familia es y siempre será lo más importante. — Susurró para sí mismo mientras buscaba consuelo en aquellas palabras.
...
— Mucho gusto, Jin-ssi, no pensé que nos conoceríamos tan rápido. — La pelinegra saludó de forma educada mientras caminaba a su lado. — Mi madre comentó que estaríamos viéndonos a mediados de la próxima luna llena, la señora Chaerin-ssi estuvo detrás de mi padre muchas veces diciéndole que sería el momento perfecto para conocernos.
— Eres mi prometida, deseaba conocerte antes de que todo pase. — Mencionó con simpleza. — Tu familia, hmm, ¿cómo está tu madre con todo esto? — Preguntó. Irene caminó con tranquilidad, la gente a su alrededor les saludaba con respeto, uno que otro niño se encargaba de saludar con emoción a la futura pareja.
— Mi mamá está feliz. — Irene respondió sin dudar. — Siempre me ha dicho que ella y Chaerin-ssi han estado planeando la unión de ambas familias desde que se conocieron en el consejo de familias. — Sonrió levemente recordando las noches en que su madre solía contarle su vida. —Mi madre confesó de que tenía miedo que hubiese nacido hombre. — Jin asintió en acuerdo con lo dicho, Chaerin se había encargado de decirle que solo pocos matrimonios entre personas del mismo sexo eran permitidos. En la familia Min, ningún matrimonio de ese tipo había sido permitido. — ¿Estás de acuerdo con todo esto Jin-ssi?
— Es mi deber. — Mencionó sin más. Irene asintió en silencio mientras ambos caminaban por los alrededores del parque. No era nueva para ella aquella respuesta, más bien era la que esperaba que le diera su prometido, entre ellos dos no había amor, por lo menos no en ese momento, pero Irene tenía fe o quizás; tenía esperanzas de que aquel escenario cambiara en algún momento, la historia de sus padres había sido igual que la que ella y Jin tendrían próximamente. — ¿Tú estás de acuerdo con esto? — Preguntó con seriedad.
— Soy consciente que no tenemos derecho a llevarle la contraria a quienes nos dieron esta vida, pero... tengo miedo ¿sabes? — Confesó siendo sincera ante el futuro incierto del cual sería cautiva. — Tengo miedo de no poder llevar todas las responsabilidades de las cuales se espera que yo sepa manejar. — Negó riendo. — Mi madre me ha enseñado todo lo necesario para sustituir a la antigua institutriz, tengo confianza en mí y en lo que he aprendido, pero aun así tengo miedo. — Los nervios eran palpables en la voz de la pelinegra, sin embargo; Jin también pudo observar determinación en su mirada.
— Es normal que sintamos miedo pero tenemos que ser fuertes, Irene. — Le sostuvo la mano con fuerza haciéndola detener. — Tú y yo seremos el futuro de todos los que están rodeándonos, podemos hacerlo y saldremos victoriosos. — La pelinegra asintió con ánimo renovado mientras alzaba la vista para ver cara a cara a Jin. — Te juro que pase lo que pase, confiaré en ti. — Acarició levemente la mano que sujetaba.
— Yo también confiaré en ti y te ayudaré en lo que me sea posible. — Mencionó con fervor sellando un pacto que uniría y acabaría con su vida. — Por el bien de los nuestros.
— Por el bien de los nuestros. — Confirmó Jin.
...
— Yo ante ti, el consejo y el nombre de mi familia, acepto nuestra unión ante todos los presentes y ante nuestros antepasados, prometo honrarte, respetarte y ser siempre el orgullo de tu vida. — Irene mencionó aquello con convicción. — pero por sobre todas las cosas, honrar el pacto de nuestras familias. — Sonrió con alegría mientras tomaba fuertemente las manos de Jin entre las suyas. Jin carraspeó antes de hablar.
— Yo ante ti, el consejo y el nombre de mi familia, siendo siempre un Min de palabra, acepto nuestra unión ante todos los presentes y ante nuestros antepasados, prometo que te honraré, respetaré y seré siempre el orgullo de tu vida- — Jin afirmó aquellas palabras. — Pero por sobre todas las cosas, prometo que honraré el pacto de nuestras familias. — Concluyó. Chaerin quien se encontraba al lado de la pareja, les tendió una pequeña daga de bordes finos y regulares, Jin tomó de esta y con precisión realizó un corte en su mano derecha, Irene le imitó minutos después, uniendo ambos sus manos en un fuerte agarre, musitaron en firme y alta voz:
— Mi sangre corre hoy por tus venas al igual que la tuya en la mía, te pertenezco hoy, mañana y siempre, y como lo que somos, la muerte escapa de nosotros, en dado caso que sea contrario; incluso si nos tocara nacer para morir, soy tuyo y te pertenezco en la vida y en la muerte, incluso después de ésta, soy tu compañero, soy tu alma y otra mitad por el resto de la eternidad. — Suspirando sonoramente ambos soltaron el agarre entre ellos, un leve tono rojizo adornaba los iris de ambos mientras se veían reconociéndose por primera vez como lo que eran, una pareja.
— He visto algo extraño. — Irene escuchó en silencio las palabras de su esposo, ambos se encontraban observando el baile de luna llena entre los jóvenes de la familia, JungKook y YoonGi se encontraban en la lejanía bailando con alguna de las hijas de las grandes familias. — He tenido esta clase de sueños en lo que veo siempre la misma pieza del tablero caer.
— Estás pronosticando la caída de alguien. — Irene completó. — ¿Qué pieza cae? — Preguntó curiosa.
— Es un juego de ajedrez, la pieza que cae es la reina junto con el rey. — Susurró en voz baja cuando vio a uno de los mayores en el mando pasar por su lado.
— La dinastía de alguien caerá. — Concluyó la pelinegra luego de analizar las palabras antes dichas. — Yo también he tenido cierta sensación calar profundamente en mí. — Confesó. — Me siento a la expectativa y alerta, incluso he despertado con el corazón acelerado y con miedo. — Jin frunció el ceño en preocupación.
— Cualquier cosa que sepas o intuyas, no dudes en decírmelo. — Dictaminó. Irene asintió.
...
— ¡Irene! — Chaerin le saludó animada, la pelinegra se sintió un poco extraña ante la efusividad de su suegra, pero saludó de igual forma. La mujer mayor tomó asiento a su lado y sujetó sus manos con fuerzas.
— JiHyo, ella es la indicada. — Comentó. — Será ella la siguiente sucesora y por ende la esposa de YoonGi. — Irene frunció el ceño.
— ¿Por qué ella? — Preguntó confundida. — Somos diferentes.
— Lo diferente es innovador. — Comentó. — Aun no le he dicho nada a mi YoonGi, el ciertamente parece un poco distraído, pero confío en que tú puedas ayudarme, YoonGi te estima mucho.
— Trataré de ayudarla. — Mencionó poco convencida, Chaerin simplemente la observó en silencio.
...
Jin corrió con toda sus fuerzas por aquel denso bosque, su corazón latía precipitadamente mientras el miedo era el único que domaba sus impulsos, JungKook no aparecía, YoonGi estaba encerrado en la sala principal del consejo y su madre había perdido la razón por completo, en la lejanía pudo distinguir la figura de una mujer, con pasos más rápidos terminó de llegar ante ella, Irene seguía conservando la misma belleza que años atrás, sus orbes brillaban dando paso al carmesí que solían resguardar de las personas comunes.
— Tu madre. — Susurró en voz baja aun siendo dominada por el miedo. — Ella... — Habló de forma pausada. Jin se acercó a ella tomándola fijamente del rostro, ambas miradas se encontraron y Jin sintió una especie de dolor tensar dentro de él al ver el vacío en la mirada de sus esposa. — Ella... — Repitió.
— Tienes que irte. — Susurró. — Irte lejos, muy lejos. — Comentó con desesperación. — No tienes que verte involucrada en esto, puedes... — Paso su lengua por su labio inferior mientras sus manos prácticamente temblaban, su mirada bajó al cuello de su esposa, la pequeña marquita de colmillos aún estaba viva en la piel de su esposa. — Puedes sobrevivir lejos de mí, lejos de nosotros.
— Te prometí una vez que confiaría en ti mientras que tú hiciste lo mismo. — Lo vio fijamente parpadeando para hacer retroceder el carmesí de sus ojos. — Vamos a encontrar una solución. — Rompió el agarre que Jin infligía en ella mientras que nuevamente la determinación tomaba lugar en ella. — Te voy a ayudar no importa lo que pase. — Afirmó.
...
— No puedes morir. — Susurró con la voz rota, las lágrimas descendían por su rostro mientras que la vida escapaba lentamente del cuerpo de Irene. Estaba pálida, su mirada casi perdida mientras un pequeño hilo de sangre descendía de sus labios, incluso con todo lo que había podido extraer de Jin, no era suficiente, había algo que drenaba las energías de Irene por completo. JungKook observaba la escena en silencio mientras que sus manos temblaban, YoonGi seguía sin estar con ellos. — Irene. — Susurró Jin. — Por favor. — Suplicó mientras múltiples escalofríos lo recorrían de arriba a abajo. La pequeña cabaña en donde se habían estado escondiendo estaba helada, signo evidente de la despedida que el mundo le daba a un alma inexistente ante el orden normal de las cosas.
— V-Voy a vo-volver. — Mencionó con dificultad, el leve iris rojo cada vez perdía más intensidad mientras que el cuerpo seguía perdiendo sus tonalidades.
— Porque te amo, me amas y seré tuyo por el resto de la eternidad. — Mencionó Jin con la emoción palpable en su tono de voz, Irene rió levemente mientras su mirada se dirigía esta vez hacia JungKook.
— Incluso aunque él ya no esté entre nosotros, toma la botella que te he dado, haz todo lo que te dejé escrito.
— Noona. — JungKook jadeó con dolor mientras veía a la única persona que los había apoyado y ayudado hasta el último momento. — Noona, te quiero mucho. — JungKook mencionó con la voz rota mientras sollozaba sin poder contener el dolor que crecía dentro de él. — Muchas gracias. — Susurró sintiéndose mal mientras veía a su hermano mayor completamente serio frente a él.
— Si sabías que esto te iba a costar la vida. — Jin mencionó en voz baja sin querer ver a la mujer que poco a poco se iba debilitando. — ¿Por qué lo hiciste? — Preguntó.
— Porque te amo. — Respondió ella sinceramente. — Porque te amo y siempre querré tu felicidad, nunca lo olvides.
...
Jin observó el mover de las hojas en la pequeña laguna cercana al banco en donde estaba sentado. Una fresca brisa llegó a su consuelo desordenando su cabello y haciéndolo moverse a su ritmo, minutos después el lugar que anteriormente se encontraba vacío a su lado, fue ocupado por alguien más. Jin sonrió ante la sensación de reconocimiento mientras cada una de sus terminaciones nerviosas se disparaba dentro de él.
— Sigues siendo tan silenciosa como antes. — Susurró. La pelinegra a su lado observó la misma laguna en silencio. — Sigue siendo tu don aunque ciertamente no podamos usarlo ahora.
Ella rió levemente mientras sus manos se paseaban por su larga cabellera y escondían un travieso mechón de cabello detrás de su oreja. — Hay cosas que no cambian. — Habló por primera vez. Su voz seguía siendo la misma. — Seguimos siendo los mismos del ayer. — Comentó con simpleza mientras esta vez jugaba nerviosamente con sus manos. — ¿JungKook-ah y YoonGi-ah? — Cuestionó curiosa.
— JungKook estaba en mi apartamento, no sé si sigue allá. YoonGi estaba en su propia casa. — Irene asintió en silencio mientras dudosamente, llevaba su mano para acariciar la cabellera de Jin, el mayor de ambos se dejó hacer, aquel simple toque lo había hecho sentirse como en casa, en completa armonía antes de que todo se derrumbara en frente de él y las piezas del ajedrez cayeran estruendosamente al piso.
— Funcionó. — Susurró Irene en tranquilidad frunciendo sus labios en un pequeño mohín. — De verdad si fui útil para algo. — Rió secamente. Jin negó mientras se separaba del toque de la pelinegra y de improvisto para ésta, la aferraba fuertemente en un abrazo.
— Me devolviste la esperanza de tener a mis hermanos conmigo sacrificándote a ti misma. — Susurró con tristeza recordando aquellos tiempos. — ¿De utilidad? No eres un objeto. — Mencionó secamente. — Eres... — Tragó en seco mientras Irene correspondía aquel abrazo. — Eres lo mejor que pudo haberme pasado. — Jin dejó las lágrimas caer mientras como muchas veces anteriormente Irene lo consolaba. — Pensé... Pensé que nunca volverías a mí. — Se permitió llorar esta vez mientras era arrullado en los brazos de Irene, mientras la vida nuevamente ponía frente a él la felicidad que había tenido pero que había perdido.
— Nunca olvides. — Susurraron ambos mientras un mar de emociones los envolvía en su bucle.
Porque estaba destinado a ser así, el pasado y presente estando unidos, arrasando con los nuevos cimientos y creando una nueva realidad a la cual enfrentar.
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¡Hola!
Si, llegamos ya al capítulo 10 de esta historia y con esto, cerramos el primer arco de Hunter.
Este arco lleva por nombre «Reencuentro», si se dieron cuenta, hubo muchos párrafos en pasado, es decir; claramente era un guiño a una gran historia detrás de nuestros personajes principales, cada uno lleva su propia cruz o pecado encima de ellos, todos estaban unidos de diferente maneras y circunstancia, y como dije en el capítulo pasado, iré soltando poco a poco toda la historia, de Irene y Jin ahora es que falta, solo que este capítulo lo resumí un poco.
Irene no es mala, es un pancito de Dios en esta historia.
Chaerin (CL), bueno... La van a odiar un poquito. *Huye*
Quería aprovechar y agradecer los nuevos votos y lecturas en la historia. Tenía rato, muuuuuuuuuucho rato en que la historia no había sido leída tanto jajaja. Es poquito, fueron 160 lecturas nuevas, pero en comparación a las de antes, que solamente leían como cinco personas, hizo que me sintiera súper feliz, si hay lectores nuevos aquí, ¿Qué quieren para navidad?
¡Muchísimas gracias por leer Hunter, gracias por sus votos!
¡No olviden sus votos en este nuevo capítulo y ¿por qué no? Sus comentarios!
¡Nos leemos en la próxima actualización!
¡Disculpen cualquier error que se me pudiera pasar y hasta la próxima!
—Marina Lightweight. ♡
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