Con el viento helado del invierno que congela su corazón y la brisa fresca de la primavera que lo derrite ligeramente, en la fría ciudad una ligera nieve caía mientras los disparos se escuchaban en el distrito rojo.

Si se miraran hace 15 años... ¿Esto estaría sucediendo?

Los enormes dientes del híbrido irbis que estaba pasando por una transformación dolorosa mientras intentaba matar erróneamente a la cazadora que disparaba marcaban un antes y un después en esa extraña relación.

Donde la cazadora no es libre del estatus de presa y la presa no es una fácil de cazar.

— ¡Magnífico! —Nadir grito extasiada, un simple parpadeo basto para que ambos golpes se cruzaran, una bala atravesó la pata de la híbrido completamente transformada y los dientes de la irbis estaban enterrados en la unión del cuello y hombro de la cazadora— Ugh —la intensa tos la atacó de repente, un coágulo de sangre negra salió de su boca sin poder evitarlo— ¿Que mierda me pasa? —gruñó temblando—

Como una mala broma su cabello plateado comenzó a opacarse, perdió el brillo continuo hasta volverse café opaco, por más que lo intento no pudo volver a cambiarlo.

— Es una simple equivalencia —dijo Lisa con un hilo de sangre escurriendo de su boca, el irbis seguía mordiendo en el mismo sitio, de no ser por su resistencia ya estaría muerta— Cuando un híbrido nace la mitad de su sangre es de cambiaforma y la otra mitad es humana, tu y Jennie que nacieron el mismo día en el mismo lugar no fluyeron así porque eran dos —tocio cargando su arma, con el sonido los dientes dejaron de hacer presión— ella es mayoritariamente cambiaforma y tu mayoritariamente humana ¿No es lógico que obtendría cada una con la muerte ajena? —se burlo—

Una risa sin gracia se escucho alrededor.

— Perdí —alzó los brazos Nadir sin dejar de reír—

— Jennie —llamo Lisa, acariciando la cabeza del animal— Nadir esta ahí —señaló girando la cabeza de la hibrida en su dirección— Ve —

Las mandíbulas se soltaron en automático mientras el animal caminaba con heridas de bala en todo el cuerpo, parecía lúcida de alguna manera, como si algo hubiera desaparecido de su cuerpo los pasos siguieron en línea recta hacia su presa.

El gutural grito se escucho cuando las mandíbulas del animal destrozaron a su contraparte, con la nieve que caía marchándose de rojo en presencia de la luna, esa tragedia dio fin con la muerte del causante.

— Tu ganaste —dijo Lisa cayendo al suelo debido al dolor y pérdida de sangre— Tu siempre ganas —

— No digas tonterías —dijo la irbis todavía como animal— Dudaste, tu siempre dudas —

— La palabra siempre no es cierta, yo dude hoy, pero empecé a dudar después de conocerte —jadeo torciendo el cuerpo debido al dolor— Tu me ganaste desde el primer encuentro, hasta el día de hoy ¿No fuiste tu realmente el cazador? —

Las sirenas se escucharon con fuerza y rapidez en el momento.

— Vete, es hora de que te vayas —