Dejándose poner los grilletes, Jennie se bajo de la jaula y camino frente a los humanos.

No había nada que temer incluso si moría, ella ni le temía a eso, sería ridículo.

Suspiro cuando entro a un lugar húmedo y apestoso, su cola bajo y se curvo de la punta debido a su preocupación, ya casi sanaba, ese viaje largo debido a su lentitud le había dado tiempo.

Estaba segura que a Lisa también.
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Observando la bodega repugnante donde estaban los híbridos que veía que transportaban, sonrió para sus adentros.

Los sujetos debían pensar que Jennie era tonta, después de todo la habían dejado tirar una fecha, un bala ensangrentada y cabello.

Jennie estaba sola en el bosque, no quería ni imaginar que le habían hecho, sabía que era fuerte pero si estaba lastimada y herida, envenenada sería una lastima...

Tendría que deshacerse de esos sujetos debido a sus acciones.
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Sentada en una silla mojosa, Jennie hizo un puchero, esos asquerosos estaban acariciando su cabello, su cola  y orejas, su piel descubierta y la olían, asqueroso.

— Tienes algunas cicatrices y las manchas así como tus colmillos te dan un toque aterrador, pero eres tan majestuosa, incluso entre esos asesinos te ves regia —alardeo el que parecía ser el líder y la miraba de pies a cabeza— tu complexión fina y cabello liso, bonitos ojos, si te ocultara esa fea cicatriz en tu ojo, te verías hermosa, más hermosa de lo que ya eres —

— Parece ser un hombre muy fetichista —señaló Jennie mordiendo la mano del hombre que le tocó los labios— y sus subordinados demasiado altaneros —al instante recibió una cachetada, y el hombre se levantara furioso a golpear al cazador—

— ¡No toques mis cosas! —le grito propinandole un golpe— suficiente tengo con que la hayan usado antes de traerla —

— Vaya, eso explica el dolor en mi vagina —acotó Jennie alzándose de hombros— igual no estaba dilatada ni lubricando, seguro me inflame, un pene tan pequeño no podrá hacer más —se burlo— tan pequeños que tuvieron que ser varios para darme dolor —volvió a reírse esta vez más fuerte, los sujetos la miraron furiosos y el hombre mayor la tomó fuertemente de la cara—

Sin embargo ella siguió riendo aún cuando el primer golpe llegó, Lisa ya estaba dentro y necesitaba que no escucharan nada.

— Pequeña gata, te daré una lección por estúpida —la amenazó el hombre arrastrándola del cabello por el sucio suelo, ella sonrió al ver esos ojos azules de nuevo chocar con los suyos y solo se dejó hacer— Quédense ahí —

Sonrió más ampliamente cuando el sujeto la metió a un cuarto y cerró la puerta.

La mordida que le propinó hizo que su propio grito ocultara el sonido de la pistola con silenciador.