Memorial Hospital
Notaba el cuerpo entumecido y la cabeza me daba vueltas. La fría acera me traspasaba el pijama. Al rato escuché voces, parecía que estaban al fondo de un túnel. Sentí la atenta mirada de lo que suponía que eran dueñas de las extrañas voces, era como si esperaran a que yo reaccionase. Entre las múltiples voces reconocí la de Dante -¿Qué ha pasado?- pensé. Intenté abrir los ojos y levantarme, pero al intentarlo sentí que miles de agujas se clavaban por todo mi cuerpo.
-Michonne -dijo Dante. Al ver que yo no respondía exclamó, como si así pudiese despertarme: ¡¿Michonne?!
-Cálmate -Ese me pareció mi padre- ¿Cuando os la vais a llevar? -Ahora parecía enfadado, muy enfadado.
Mi padre y otras personas seguían hablando, bueno, discitiendo, mientras yo me hallaba inmóvil ante la atenta mirada de Dante. Lentamente me fui sumergiendo en un profundo sueño.
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Una potente luz me despertó. De nuevo intenté abrir los ojos, y esta ve lo conseguí. Poco a poco conseguí enfocar la vista. La luz procedía de una gran lámpara que se encontraba a mi lado. Junto a ella estaba mi marido, el cual no tenía buena cara. Parecía que no había dormido en noches. Mi padre y él estaban tan sumergidos en una conversación que no se habían dado cuenta de que me había despertado. Estaba intentamdo leer lo que ponía en las sábanas cuando súbitamente se abrió una puerta, que yo no me había dado cuenta de su existencia.
-Buenos días -Dijo el médico que entró por ella- ¿Cómo se encuentra, señorita Crimes?
Me quedé boquiabierta. Ese hombre me sonaba, podría ser.... No, no creo. Era solamente un sueño, pero entonces, ¿qué hago aquí?
-Señorita Crimes. -Insistió- ¿Sabe lo que le ha ocurrido?
-N-no...-Logré decir. En realidad lo recordaba todo, pero a lo mejor fue solo un sueño.
En ese momento mi marido me miró preocupado, aunque al, ver que le estaba mirando, intentó dibujar una sonrisa en su rostro. El médico carraspeó y Dante le hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Tras eso, el médico comenzó a narrar los hechos de aquella noche:
-Hace 3 noches, es decir, la noche del 12 al 13 de enero, recibimos una llamada de tu marido suplicando que viniesemos a la dirección de vuestra casa porque, al parecer, su mujer decía que "había perdido el control de su cuerpo". Cuando llegamos te vimos tumbada en el suelo con varias heridas leves y una preocupante contusión en la cabeza.
-Cariño -dijo Dante- ¿Recuerdas algo de eso?
-Ahora mismo no es recomendable hacerle muchas preguntas. Necesita descansar un poco. La mantendremos en observación así que se queda ingresada hasta próximo aviso. -Tras decir eso, se fue junto con la enfermera que le acompañaba. Justo antes de cerrar la puerta, vi las iniciales del Hospital.
-Michonne –Dijo mi padre, pero esta vez con voz más calmada- descansa un poco. Dante y yo vamos un segundo a la cafetería que hay justo a la entrada del hospital. Si necesitas algo nos llamas. –Dicho eso dejó mi móvil en la mesita que había entre mi cama y la de al lado, donde no había nadie, me dio un beso en la frente y se fue. Dante hizo lo mismo y también se fue.
Intenté dormir un poco, pero no pude. En seguda cogí mi móvil y busqué: “Hospital M. Jacksonville, California”. Encontré varias imágenes del Hosptal Memorial y sus iniciales, encajaban. Como no tenía otra cosa que hacer, busqué información sobre el hospital, sus médicos, los pacientes…. Lentamente me fui sumiendo en un cálido y mullido sueño.
Me desperté de golpe al oír un ruido metálico que sucedió a una siniestra música. Comprobé la hora que era: 00:13. Miré a mi izquierda, pero mi móvil no era. Miré a mi derecha. Allí estaba mi padre dormido en una incómoda silla de madera y con su móvil sobre su vientre, su teléfono tampoco era.
Me incorporé lentamente y salí de la habitación procurando no hacer ruido. Perseguí la música por un largo y oscuro pasillo. Hay que ver lo siniestro que puede llegar a ser un hospital por la noche.
-“¡Qué raro! –Pensé- No me he encontrado a nadie por el pasillo. ¿Qué hacen todas estas luces apagadas?
Mientras iba pensando de dónde venía la música, llegué al lugar de donde procedía esa siniestra melodía. La sala de espera. Ésta tenía forma de “L” así que desde la entrada no la pude ver toda entera. A medida que avanzaba por la sala, la música se hacía más y más perturbadora. Cogí una muleta, no se a quién se le olvidaría llevarse eso, a modo de arma. Estaba a punto de doblar la esquina cuando un espeso humo negro surgió de ella. Vislumbré una desdibujada sombra. Parecía un hombre. Quise acercarme para ver quién era… o qué, pero aquel ser se acercó velozmente, como la luz. A mi apenas me dio tiempo de hacer un amago de alzar la muleta a modo de escudo cuando se me echó encima. A partir de entonces solo recuerdo el contaco de mi cuerpo contra el frío suelo, el frío abrasante de aquel ser y una oscuridad envolvente.
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