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Capítulo 3

Kath Schrider me esperaba fuera del recinto. Recargada en una de las murallas. Su rostro dulce y su mirada traviesa me hacían ver que ya tenía planes para esta noche y yo no estaba segura de estar a la altura.

Yo no salía a divertirme. Yo no tenía amigos. Al menos no aquí. Recordé entonces los hoyuelos de Paul cuando sonreía, aquellos que había visto antes que la temporada del cambio llegara.

Kath me saludó risueña y fuimos caminando unas calles abajo hasta un bar pequeño y que parecía ser la única entretención de aquel desastroso lugar. Me percaté entonces que traía una chaqueta de cuero que parecía al menos dos tallas más grandes que la suya.

Había un par de mesas de billar y una televisión en la esquina. Un par de mesas viejas de madera y un hombre sucio que atendía en la barra.

—Kath...tú no puedes beber.

—Ya lo sé y no se cansan de decírmelo. Solo me faltan unos meses, ¿no puedes ponernos un chupito de tequila ambas?—la quedé mirando atónita. Esta chica lucía mayor que yo pero no lo era. Le batió las largas pestañas y le hizo ojitos intentando ablandar al hombre y al parecer casi lo logra.

—Tu hermano es Poli Kath. No quiero ir a prisión por darle de beber a una menor de edad.

—¡Porfis!—suplicó Kath.

—¿y tú? ¿Qué edad tienes?—me preguntó el hombre mientras me apuntaba con un paño ignorando las súplicas de Kath y sus pucheros—juro que si tienes dieciséis las tiro afuera a patadas y no me importará que tu hermano, tu padre o alguien sea poli.

—Soy mayor de edad—Contesté—pero no quiero beber.

—Vale—Dijo el hombre mirándome fijo y luego mirando a Kath—Le diré a Billy que les lleve unas patatas fritas y unas bebidas a la mesa si no insisten con lo de los chupitos.

Nos sentamos en una mesa alejada y yo comprobé al menos dos veces que el cuchillo seguía en mi bota por si lo necesitaba. El olor a las frituras, cigarrillos y alcohol no me ayudaba a percibir con claridad el aroma de Kath.

A veces la gente del lugar volteaba hacia nosotras. Podía sentir sus miradas en mi nuca, ese cosquilleo leve y el peso de sus miradas sobre mí. Ya quería largarme de ahí.

El policía más joven, "baby face" venia buscando con la mirada hasta que dio con Kath.

Quise largarme lo antes posible de ahí.

—¡Jake! ¡No otra vez!—se quejó Kath frustrada. Al tipo de la barra debió parecerle gracioso porque soltó una risotada. Jake llegó hasta nuestra mesa y se sentó sin pedirnos permiso.

—Kath, preséntame a tu amiga—Pidió él con una sonrisa en los labios.

—Jake..en serio. ¡Te estás pasando!—Observé la placa dorada pequeña en su pecho y en efecto. Jake Schrider. Eran hermanos.

—Aby—Dije yo adelantándome— Y ya me voy. Nos vemos otro día Kath.

—¡Aby! No te vayas por favor. Kath le pegó un manotazo a su hermano en el hombro y una sonrisa asomó por mis labios. Me recordaban a Paul y Megan peleándose por todo. Por un momento permití a la nostalgia embotarme los sentidos y que esa simple pelea de hermanos me llevara de vuelta a ellos, al bosque, a la infancia, las risas que dejé atrás.

Me senté con ellos y escuché como Kath se quejaba.

—Aby no te lo había dicho porque todos en este pueblo no hacen más que recordármelo. Yo quería conocer a alguien que no supiera que mi hermano es policía.

—Tu querías conocer a alguien que te deje hacer lo que quieras—dijo Jake sonriéndome de forma deslumbrante.

—Yo no tengo problema con eso—Dije y Jake dejó de sonreír—¿Debería asustarme de un poli?—Pregunté arqueando una ceja y sonriendo.

Jake Schrider se removió inquieto en el asiento mientras una sonrisa nerviosa cruzaba su rostro. Vale, le gustaba coquetear conmigo pero se cortaba con rapidez.

Era predecible. Eso me gustaba.

Kath estaba haciendo un mohín mientras era ignorada pero rápidamente voltee hacia ella preguntándole el por qué tanto revuelo por la temporada de caza.

Ambos me contaron que había veda hace más de diez años y que el año pasado habían atacado ganado por lo que las autoridades habían aceptado levantar la veda para el año siguiente.

—¿Ustedes participan?—pregunté curiosa.

—¡Qué va! ¡No!—Dijo Kath—Pero mi padre participaba cada año cuando estaba pequeña. Había premios gordos, hablo de ¡mucho dinero!. Había un premio por peso del animal, otro por la piel más grande y finalmente... el lobo.

—¿El lobo?—pregunté curiosa. Jake nos miró a ambas y continuó la historia.

—El cazador que sea capaz de traer un lobo gana el mayor premio porque son difíciles de cazar...de rastrear, andan en manadas, son astutos, rápidos. Es por eso que el lobo es el premio mayor.

***

Esa noche tuve sueños todo el tiempo que estuve dormida. Me perseguían y tiraban de mí. La tierra se sentía húmeda bajo mis pies y la oscuridad lo dominaba todo. No tenía donde esconderme, no había donde huir.

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