Capítulo 1
Mi abuela intentaba no dormirse a mi lado pero después de un rato cabeceando tanto el sueño como la "horrenda música" vencieron. Yo en cambio, venía atenta al camino al cien por cien. La carretera era aburrida pero el paisaje iba cambiando gradualmente desde los amarillos suaves y secos a un color verduzco que cada vez iba siendo más vivo mientras nos alejábamos.
La carretera no presentaba ninguna dificultad porque era recta y al parecer poca gente se dirige a lugares como a los que vamos por lo que me permití recordar y extrañar una vez más mi último día de playa.
Caminábamos por las calles sobre los adoquines partidos y desiguales. Había que poner atención en cada paso que dábamos para no tropezar y caernos con las tablas de surf pero nos las arreglábamos para lanzarnos miradas furtivas de cuando en cuando. La verdad es que yo casi nunca tropezaba pero fingirlo en el momento indicado...no le hacía mal a nadie. Nadie podía enterarse de mis sentidos súper desarrollados.
El sol pegaba fuerte, en su punto más alto pero nuestro buen temple y sonrisas no se dejaban amainar por el agobiante calor del verano. La distancia que recorreríamos era mucha pero valía la pena por un momento refrescante y por la compañía. La caminata hasta la playa era larga, había que cruzar casi toda la ciudad. Yo estaba sintiendo estos recuerdos como algo lejano, como si ya hubieran pasado años desde que fui a surfear con Paul, Megan e Ian. Esa había sido como una despedida. Sin saberlo.
En la radio la canción sonaba bajito. Mi abuela dormía en el asiento del copiloto y sus ronquidos pasarían desapercibidos si le subía el volumen. Según ella, no roncaba y a mí me parecía mucho más fácil mentir si le subía el volumen a la radio. Esa canción me gustó apenas la oí. Team de Lorde.
"We live in cities you'll never see on screen
Not very pretty, but we sure know how to run things
Living in ruins of the palace within my dreams..."
Canté un poco mientras seguía conduciendo por la interminable carretera que me alejaba cada vez más de lo que fue mi hogar.
Debía dejar todo atrás.
Otra vez más.
El ahora es en Dream's ashes y una cosa importante para sobrevivir era dejar el pasado, vivir el presente y resguardar el futuro. Una oración que mi abuela se encargó de repetir todo el maldito viaje por la carretera desde la soleada playa hasta aquí. Veníamos en un camión rentado con nuestras posesiones, casi la totalidad se trata de armamento, de hecho nos movemos solo con los indispensable y una que otra cosa que mi abuela guarda.
Tuve horas y horas de conducción para ver al fin la salida lateral de la carretera a un pueblucho que jamás había escuchado en mi vida más que de los labios de mi abuela hace cincuenta y dos horas... Dream's ashes.
Lo que más me llamaba la atención hasta el momento es que no parecía ser muy grande y en cambio el bosque junto a él parecía tener hectáreas interminables. Tal vez si vivíamos aquí lo suficiente el bosque se tragaría el pueblo con su vegetación y así yo dejaría de preocuparme por esconderme y sobrevivir.
Busqué la calle que tenía garabateada en un papel y me di un par de vueltas antes de dar con ella. Prefería vagar antes de preguntarle a alguien y la encontré al cabo de un rato. Desperté a mi abuela y me miró con severidad antes de que comenzara a quejarme. No era ninguna maravilla pero podría haber sido peor como por ejemplo estar vagando por moteles de mala muerte en todo el país.
Y es que yo conocía cientos de ellos PERO a ninguno de ellos había ido con un chico que era lo realmente patético del asunto. Siempre andaba en plan de ocultarme, pasar la noche y dejando rastros fantasmas por ahí y por allá.
Abrimos las puertas y las ventanas para ventilar la vieja casa y descubrí que por dentro no estaba del todo mal. Tenía un bonito empapelado y ¡Teníamos sótano!.
Limpiamos lo que más pudimos y comenzamos a bajar las cajas del camión. Deje las cajas en lo que sería mi habitación y no me molesté en desarmarlas. Había dormido en peores condiciones que un catre desnudo dentro de cuatro paredes.
Salí a caminar para conocer los alrededores y para comprar algunos víveres. En mi bolso llevaba un arma lista. Y en mi bota de combate derecha llevaba una cuchilla por si algo se salía de control.
Dream's ashes es un pueblucho no muy bonito, pequeño y nada parecido a la costa donde yo vivía. Carente del sol, arena y lentes de sol. Aquí todo es humedad, aroma a bosque y montón de adolescentes por todos lados.
Es todo lo que he visto. Las personas en su mayoría aquí son muy pálidas. Es un lugar donde mi bronceado por el surf y otras actividades al aire libre no parecen encajar en ninguna parte. Me ponía inmediatamente un letrero en la frente, ¡aquí forastera!. Es bastante incomodo porque la gente me mira, y quizás sea un lugar donde la mayoría de las caras son familiares y yo no pinto nada de eso aquí. Tal vez por eso me miran o tal vez porque no parezco la típica chica del bronceado.
Miré hacia el bosque y no a tanta distancia pude ver una montaña y una pared de rocas. Tal vez mi deporte aquí no podría ser montar olas pero podía conformarme con la escalada.
Entré a un mini súper y miré un buen rato los tarros de helado con chispas de chocolate. Siempre habían sido mi debilidad.
Una chica morena me miró y sonrió con amabilidad—Deberías llevarlo, te arrepentirás si no lo pruebas. Es una delicia. Soy Kathy por cierto—Dijo la chica mientras tomaba un bote de helado también.
La miré con desconfianza pero tomé el bote de helado en uno de mis brazos—Aby—Olfatee un poco el aire y espero no haberme visto salvaje o loca pero noté que había algo con esta chica, no era humana del todo. Mis sentidos se pusieron alerta buscando en los alrededores alguien o algo buscándome pero solo parecía una paranoia que estaba desarrollando. La miré de nuevo, un poco avergonzada, porque a esa altura ella ya se había dado cuenta de que lo sabía. Se despidió y se alejó caminando con unos bonitos tacones. Unos que yo jamás podría pensar en usar.
Me alejé con rapidez también y pagué por los alimentos. La cajera me miró con curiosidad al igual que el chico del empaque. Quizás se debía a que iba muy abrigada pero aquí hacía un condenado frio al que yo no acostumbraba y yo extrañaba mi amada y soleada California.
Miré de vuelta en el escaparate de un café restaurant muy retro donde necesitaban una camarera. ¡Qué diablos!, siempre puede ser peor. Es un pueblo pequeño y tal vez las opciones de trabajo no son muy variadas. Entré sin dudar.
No es que yo sea vieja, para nada pero a mis veintitrés años se espera algo más de mí. Y que sea... "algo productivo para sociedad" como suele decir mi abuela. Ser cazadora no es una profesión en la que puedas explicarle a otros padres o a tus conocidos lo que haces. Y debe ser un infierno si es que tienes hijos tener que inventarte algo realmente bueno y ese es otro tema. Por hoy soy una chica sin trabajo, que no entró a la universidad y que vive con su abuela. Toda una fracasada. Aunque todo eso tenga una explicación.
Me acerqué al sujeto gordo que estaba tras la plancha de la cocina y me dio las indicaciones mientras freía unos huevos y preparaba un sándwich.
—Tienes el empleo si llegas a las 7:30 a.m de lunes a sábado. Almuerzas aquí, tu horario de salida será a las 16:30 hrs. A menos que tomes el turno de 16:30 a 00:30—Mientras el hombre cocinaba yo ya pensaba que el horario era una putada del destino. Preferí el horario diurno. Apuntó con su dedo regordete a una mujer mayor con un traje de color rosa y bordes blancos que estaba sirviendo café en una mesa. "Linda" era la encargada de en entregarme el horrendo uniforme de rosado pastel.
Cuando llegué a casa mi abuela ya estaba acomodando sus "cajas" en el sótano. Y yo ya ayudaba a desembalar algunas y a ordenar todo en los estantes empotrados que ya había instalado con su infaltable—arregla todo—taladro.
Las armas que iban desde un AK-47, M 16, los condenados rifles, los cuchillos, las municiones, las flechas, ballestas y por ultimo aquellas cajas que a mí me producían escalofríos.
Se preguntarán por mi abuela, la "dulce abuelita" que cría a su nieta pero mi abuela puede ser muchas cosas, excepto dulce. La prueba de ello es su mirada de acero y su conocimiento sublime sobre armamento y combate cuerpo a cuerpo.
Mi abuela es cazadora. Cazadora de más o menos todo menos conejitos pero tiene un especial "cariño" por los vampiros y lobos.
¿Cómo conseguía todas esas armas la abuela?. Siempre había sido un misterio para mí, al igual por qué guardaba esas horripilantes cajas. Las que me daban escalofríos, las que contenían extrañas máquinas de tortura que parecían de la edad media.
¿Por qué guardaba sus anticuadas máquinas de tortura? Dudo que las guardara por el valor sentimental que pudieran representar. Digo... triturarle los dedos a alguien, o triturarle los genitales no es lo que precisamente mantienes como recuerdos atesorados.
Tampoco era algo de lo que quisiera preguntar... porque en mi cabeza suena como: Oye abue, ¿por qué guardas el "quita pellejos"?(si, era el apodo que yo le había dado a su escalofriante maleta con accesorios para quitar la piel de la manera más detallada y dolorosa posible). No quería preguntar pero me gustaba imaginar razones para ello.
Quizás le recordaba alguna lección importante.
Quizás le recordaba que tenía que vivir.
Quizás le recordaba los motivos por los que tenía que vivir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro