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045.

━━━━━━━━━━━ ✦₊˚.

Riane se concentró en avanzar por los pasillos como si de verdad quisiera matar a un Jedi. No tenía ni idea de cómo debía actuar para dar esa imagen, pero la verdad es que nadie se fijaba mucho en ella. Las tropas de la nave corrían de un lugar para otro buscando a Ahsoka.

Ella había decidido separarse de Rex, tenía que estar sola si quería que Tano confiara en ella, y sería incapaz de enfrentarse a Rex si se daba el caso.

Además, no podía parar de pensar en lo que él había gritado antes de volverse contra la Jedi.

Búsquelo. ¡Cincos! ¡Búsquelo! ¡Cincos!

Riane lo entendía. ¡Claro que lo entendía! Pero Ahsoka no había estado allí cuando Cincos había indagado en los chips. Si tan solo le hubieran hecho caso...

Estuvo a punto de arrancarse en casco con frustración, pero siguió caminando por la nave. Se apartó del camino de un escuadrón de hombres que corría por el pasillo, pero ni siquiera la miraron dos veces.

Le dolía la cabeza.

¡Chips orgánicos! Integrados en nuestro código genético, que nos obligan a hacer lo que nos manden, incluso matar a los Jedi. ¡Está todo aquí!

Se le agolparon más lágrimas en los ojos. Sabía que no era el embarazo haciéndola más sensible.

Esto nos viene... muy grande. Mucho más... de lo que podamos imaginar... Yo nunca quise... Quería cumplir con mi deber.

Se tragó un sollozo, y aprovechando que no había nadie en el pasillo, se detuvo y se sujetó contra una pared.

Le dolía demasiado recordar. Pero tenía que hacerlo por Cincos, por Rex, por el resto de los chicos. Le debía a Cincos arreglar esto, como pudiera, aunque no le hubiera escuchado antes. Tenía que hacerlo.

Y tenía que hacerlo también por el bebé.

Se tragó las lágrimas y continuó caminando. Pestañeó varias veces para abrir todos los canales de comunicación hasta que encontró algo de relevancia.

—El prisionero Maul ha escapado. A todas las unidades, disparen a matar tanto a él como a la Jedi Ahsoka Tano.

Riane arrugó los labios. Tenía que darse prisa, si se volvía a encontrar con Maul, no iba a poder con él.

—Piensa, Riane.

Ahsoka tenía que estar buscando información sobre Cincos. ¿Desde dónde podía acceder a ella? Sin ayuda de un astromecánico...

—¡Claro!

Echó a correr en dirección a la sala de contenedores donde los droides astromecánicos estaban almacenados y enchufados. Puede que Ahsoka estuviera allí, buscando información sobre Cincos.

Y no se equivocó. Pero cuando se abrió la compuerta, Ahsoka sacó sus sables y apuntó a su cuello.

Riane pasó saliva, quitándose el casco muy despacio.

—'Soka...

La puerta se cerró tras ella.

—¡¿Cómo sé que no estás con ellos?!

—Ahsoka, por favor... —dijo Riane con las manos en alto—. Quiero ayudarte: yo no tengo un chip.

Eso hizo que Ahsoka bajara los sables levemente.

—¿Qué quieres decir?

—Eso es a lo que Rex se refería, a los chips orgánicos que Cincos investigó antes de morir.

Ahsoka suspiró, apagando los sables y poniéndolos en su cinturón.

—Lo siento, Ri. No sé qué pensar de todo esto.

—No te preocupes.

Se abrazaron cortamente y Ahsoka se giró hacia el droide más cercano.

—R7, conéctate al ordenador central —dijo, y el droide obedeció de inmediato—. Recupera todos los archivos seguros sobre el soldado clon CT-5555.

Riane dejó que Ahsoka absorbiera las imágenes y viera los archivos de los kaminoanos. Ella ya había visto esas imágenes cientos de veces, así que se sabía todo de memoria.

—¿Rex y tú presentasteis alegaciones ante lo que pasó? —le preguntó entonces ella.

Riane suspiró.

—No sirvió de nada.

—Los archivos están vetados. Mi contraseña ya no funciona. ¿Cuál es la tuya?

Riane enrojeció levemente.

—Setenta y cinco, sesenta y siete —respondió.

Ahsoka se giró levemente hacia ella con una sonrisa socarrona.

—¿Elegiste el número de Rex como tu contraseña nada más llegar al ejército?

Riane intentó luchar contra sus mejillas sonrojadas, pero le costaba.

—Rex siempre me llamó la atención.

Ahsoka rio quedamente antes de ponerse seria de nuevo. Observó los informes de alegaciones de Rex y Riane. Ella no quería ver las grabaciones, se notaba que había estado llorando en la suya.

Cuando acabó, se giró hacia la capitana.

—Así que sospechabais que los chips inhibidores de los clones tenían otro propósito.

—Sí —respondió Riane—. No sabíamos cual, pero tras ver a Cincos en aquel estado... Él sospechaba que los chips podían hacer que los clones atacaran a los Jedi. Pero nadie quiso indagar más en el tema.

Ahsoka se pasó una mano por la frente.

—Maul dijo que su maestro, el Lord Sith, ideó esto. Que su plan era destruir a los Jedi usando su propio ejército.

Riane frunció los labios.

—¿Tú liberaste a Maul? —le recriminó.

—Necesitaba una distracción.

Se quedaron en silencio. Entendía que los clones se habían revelado contra Ahsoka, pero estaba segura de que Maul estaba matando a sus hermanos ahí fuera. Seguro que la distracción había funcionado, pero... ¿a qué coste?

Cerró los ojos un momento y lo dejó ir. No era el momento de discutir con su amiga.

—'Soka, necesitamos extraerle el chip a Rex. Ninguno de los chicos es consciente de lo que hacen...

Ella agachó la cabeza.

—Lo sé, pero no podemos extraerles el chip a todos.

Riane suspiró, sabiendo que ella tenía razón. Aunque consiguieran extraérselo a Rex, los demás hombres lucharían para liberarlos y matarlas. A las dos, porque se darían cuenta de que Riane estaba violando la Orden Sesenta y Seis.

—Necesito que se lo extraigas a Rex —declaró.

Ahsoka asintió.

—Lo intentaremos. Entiendo que tienes sentimientos por él, y es mi amigo...

Riane sacudió la cabeza.

—No, Ahsoka. Tenemos que hacerlo. —La togruta la miró sin entender—. Estoy embarazada —confesó entonces—. Y Rex es el padre. Necesito que lo hagas por el bebé. Por favor.

Ahsoka pestañeó varias veces. Los droides de la 501 pitaron con alegría y Riane suspiró.

—Entonces es eso... —dijo la Jedi.

—¿El qué?

Ahsoka hizo un gesto ambiguo con la mano.

—La Fuerza, a tu alrededor —dijo—. Es como si tu firma hubiera cambiado, pero al principio pensé que era porque había pasado mucho tiempo sin verte.

Riane frunció los labios, porque no entendía lo que significaba aquello. Aun así, no tenía tiempo para hacer muchas preguntas.

—Necesitamos un plan —le recordó.

Su amiga asintió.

—Creo que tengo uno.

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Utilizaron a los droides para aislar a Rex en el pasillo y detenerlo. Después, le observaron sin que se diera cuenta mientras R7 proyectaba un holograma de Ahsoka frente a él.

—Rex, creo que sé qué está pasando. He visto tu informe y el de Ri sobre Cincos. No es culpa tuya. Te programaron. Alteraron tu mente para esto cuando eras muy joven —decía el holograma—. Podemos ayudarte.

El holograma desapareció y Rex apuntó con una de sus pistolas a R7.

—¿Dónde está? —le dijo con una voz que no parecía suya.

Riane dio un paso hacia él desde sus espaldas, por el único pasillo que los droides no habían sellado al completo.

—Rex.

El comandante se giró hacia ella con las pistolas alzadas. Llevaba el casco puesto y Riane no le podía ver la cara.

—Unmel —respondió él—. ¿Estás con Ahsoka?

—Rex, escúchame, si te extraemos el chip...

—¡Soldado, es una orden! ¡¿Dónde está la Jedi?! —Riane tragó saliva, se quitó el casco con manos temblorosas y volvió a decir su nombre. Como no respondía, Rex le quitó el seguro a las pistolas—. ¡Respóndeme!

R7 decidió que era el momento de actuar, y le electrocutó haciendo que cayera desmayado. Riane sollozó: había querido hablar con él para ver si podía hacerle entrar en razón, pero parecía que el chip le controlaba completamente.

—Con cuidado, no queremos hacerle daño —le dijo a R7.

Ahsoka saltó desde uno de los conductos de ventilación y la ayudó a poner a Rex encima de los droides.

Riane se puso el casco y escuchó las comunicaciones.

—Tienen al comandante —decía un clon—. Traed explosivos.

Ahsoka se giró hacia otro de los droides.

—Cheep, ¿están cerradas las compuertas y el camino despejado?

El droide pitó una confirmación.

—Muy bien: llevémoslo a la enfermería.

Ahsoka lideró el camino mientras avanzaban, cerrando las compuertas para ralentizar a los clones mientras Riane sujetaba el cuerpo de Rex sobre los droides.

Una vez en la enfermería más cercana, Ahsoka y Riane le colocaron en la camilla que había bajo el escáner.

La capitana dejó que la Jedi dirigiera la extracción del chip. Se colocó junto a la camilla, sujetando la mano de Rex tras dejar sus cascos en el suelo con gesto compungido.

—R7, escanéalo. Intenta encontrar el chip inhibidor del que hablaba el informe.

El droide accedió a la consola mientras Ahsoka tecleaba en la misma. Riane vio cómo el droide médico se acercaba a Rex desde el otro lado para escanearlo.

R7 dijo que el escáner no encontraba el chip. Riane sacudió la cabeza.

—Pero el chip tiene que estar ahí: Tup lo tenía, y Cincos se extrajo el suyo —explicó—. Hazlo otra vez.

Mientras el droide repetía el escáner, Cheep avisó de que los clones estaban muy cerca. Riane masculló una maldición por lo bajo, girándose hacia Ahsoka.

—¡Tenemos que encontrar el chip ya!

La Jedi se giró hacia el tercer droide.

—G-G, si anulan los controles de la puerta, vuelve a cerrarla rápido.

El droide asintió, conectándose a la compuerta, y, ante la negativa de R7 de encontrar el chip, la Jedi se colocó junto a Riane.

—Sujétale la cabeza —le dijo.

—¿Cómo?

Ahsoka cogió la mano de Riane y la puso sobre la cabeza de Rex. Luego agarró su mano libre entre las suyas.

—Tu enlace en la Fuerza con Rex es muy poderoso, aunque tú no lo puedas sentir. El mío también lo es, pero tú serás el enlace perfecto entre nosotros —le explicó—. Cierra los ojos y relájate.

Riane obedeció. Respiró hondo, sintiendo el corto pelo de Rex bajo las yemas de sus dedos, y esperó mientras la Jedi comenzaba a recitar la misma frase una y otra vez.

Soy uno con la Fuerza y la Fuerza está conmigo.

Unmel sintió cómo se relajaba completamente, cómo perdía la conciencia sobre dónde estaba, del tiempo que pasaba o de lo que estaban haciendo allí.

Un usuario de la Fuerza lo hubiera entendido, aunque Riane no lo hiciera en ese momento. Pero se convirtió en el enlace entre su amiga y su pareja, dejando que la Fuerza fluyera entre ambos.

Pronto, los tres repetían el mismo mantra.

Soy uno con la Fuerza y la Fuerza está conmigo.

Y, apenas algunos segundos más después, la consola pitó, indicando que habían localizado el chip.

Ahsoka soltó a Riane y ella se separó mientras la camilla arrastraba a Rex hacia dentro para extraerle el chip. Sacudió la cabeza para centrarse y pudo oír a los clones al otro lado de la compuerta.

—R7, sédalo y quítaselo —oyó a Ahsoka decir—. No sé si funcionara, pero si no, estamos muertos.

Riane sacó sus pistolas, apuntando hacia la puerta mientras Ahsoka se giraba hacia ella. Intercambiaron una mirada de tensión, mientras Riane ponía las pistolas en modo aturdir. No podía disparar a matar. A sus hermanos no.

—Atento a la puerta, G-G.

Ahsoka dio un paso al frente y desplegó los sables láser.

Y entonces los clones alzaron la compuerta y Riane vio cómo Skat, uno de sus hombres más veteranos, la mantenía abierta usando su peso. Intentó no mirar su casco mientras disparaba. Ahsoka devolvía los disparos de los clones y los alejaba con la Fuerza, pero cada vez que alguno desaparecía, más le reemplazaban.

Comenzaban a no dar abasto. Un disparo le dio a Ahsoka en la muñequera y soltó un sable.

Entonces más disparos se sumaron a los de Riane, y G-G consiguió volver a sellar la puerta.

Ahsoka y Riane se giraron hacia Rex. Tenía las pistolas en alto, parecía estar a punto de llorar mientras las sujetaba, con las manos temblorosas mientras alternaba la mirada entre las dos mujeres en la sala.

—¿Rex? —preguntó Riane con la voz temblorosa.

—¿Estás bien? —continuó Ahsoka.

Él tenía un parche médico donde antes había estado el chip. Asintió un par de veces y enfundó las pistolas.

—Sí, estoy bien —suspiró.

Abrió los brazos en dirección a Riane. Ella se acercó y se abrazaron. Las manos temblorosas de Rex recorrieron su pelo y suspiró.

—Siento lo de antes, Ahsoka. Casi te mato.

A Riane se le llenaron los ojos de lágrimas, pero se contuvo. Él la abrazó con más fuerza.

—No pasa nada —respondió la Jedi—. No es culpa vuestra.

—Lo siento, Ane —le susurró a su novia—. Joder, ¿estás bien? ¿Y el bebé?

Ella asintió, mirando hacia arriba, hacia el gesto preocupado de su Rex. Ya le reconocía en sus rasgos, en esos ojos caramelos que la miraban, asustados y arrepentidos.

—Estamos bien.

Él asintió y le besó la frente.

—Menos mal. No me lo hubiera perdonado nunca... No podía controlarlo...

Ahsoka atrajo su atención con timidez.

—Rex, ¿cómo de extendido está esto?

Él se sujetó la cabeza con la mano.

—Ahsoka, somos todos. El Gran Ejército de la República al completo ha recibido órdenes de perseguir y exterminar a los caballeros Jedi.

Riane negó con la cabeza, y Ahsoka tenía la mirada perdida, como si no se pudiera creer las noticias.

Antes de que nadie pudiera decir nada, los clones volvieron a intentar abrir la compuerta.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Riane.

Y sus dos compañeros en armas coincidieron completamente.

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