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035.

━━━━━━━━━━━ ✦₊˚.

Rex y Cody se adelantaron afuera mientras Riane atendía una llamada de última hora en su transmisor. Jesse y Kix ya estaban esperando afuera: Rex había solicitado su presencia para la misión.

—He oído cosas muy diversas sobre estos tíos —escuchó decir a Kix.

Se había dejado el pelo largo desde la muerte de Cincos, y el tatuaje que llevaba en la sien apenas se vislumbraba entre el pelo negro.

—Tienen un índice de éxito del cien por cien —respondió Jesse, girándose sobre su hombrera de ARC para mirar a sus superiores—. Pensaba que la teniente Unmel nos acompañaría —observó.

Rex pasó los ojos por el pequeño tatuaje de un rayo en la garganta de Jesse.

—Así es —le respondió—. Está atendiendo una transmisión, pero se nos unirá enseguida.

Sin nada más que decir, los tres miembros de la 501 siguieron al comandante Cody hasta la zona de aterrizaje de las cañoneras de la República.

—No es que la Fuerza Clon 99 gane —apuntó Kix mientras esquivaban a otra escuadra de clones—. Es cómo ganan lo que me preocupa.

Rex meneó la cabeza. Él no había oído hablar nunca de aquella escuadra. La verdad era que no sabía qué pensar.

Uno de los altavoces de la zona de aterrizaje se encendió, dejando sonar la voz alarmada de un clon.

—Repito, se acerca a gran velocidad a la plataforma TT-3-9-7. —Rex entrecerró los ojos justo a tiempo para ver cómo una nave de mediano tamaño hacía peligrosísimas maniobras mientras intentaba aterrizar frente a ellos—. ¡Despejen la pista!

Algunos clones se apartaron justo a tiempo para no ser arrollados. Un montón de cajas con munición y suministros salieron volando cuando la nave aterrizó por fin. Rex quería pasarse la mano por la cabeza con desesperación, pero tuvo que contentarse en levantarla para taparse los ojos del polvo que la nave estaba levantando.

Oía a Jesse y a Kix cuchichear a sus espaldas. Se giró hacia Cody, quien simplemente se encogió de hombros. Parecía divertido.

—¿Por qué no he oído nunca hablar de esta escuadra? —le preguntó.

—Unidad experimental Fuerza Clon 99. Son clones defectuosos con... eh... mutaciones deseables.

Rex elevó las cejas, pero decidió no comentar nada más que:

—¿Noventa y nueve? —Soltó una risa queda, recordando al clon defectuoso que había dado su vida en la casi invasión Separatista de Kamino—. Bonito detalle.

Cody asintió, sonriendo.

—Se hacen llamar la "Remesa Mala".

Antes de que Rex pudiera responder, la plataforma de la nave bajó y cuatro clones descendieron de ella. Todos llevaban armaduras negras y rojas, con calaveras blancas en las hombreras. Dos de los clones parecían normales a simple vista, pero uno era bastante escuálido, con un casco con visera de aspecto avanzado, y, el otro... Era simplemente enorme. Rex tenía que alzar la cabeza para mirarle en casco.

Ese clon fue el primero en quitarse la protección y gritar:

—¡Ha llegado la caballería!

El resto de los clones se quitaron los cascos mientras se acercaban a ellos. El que parecía ser su líder tenía el pelo largo y moreno, un tatuaje negro le cubría parte de la cara. Era también la mitad de una calavera. El hombre a su izquierda tenía el pelo gris, gesto de mala leche, y una diana tatuada alrededor del ojo derecho. El clon restante caminaba mirando una pantalla, pero acabó quitándose el casco para mostrar un pelo corto y claro y unas gafas bien sujetas a la sien.

—¿Esto son clones? —preguntó Kix—. No lo parecen...

En efecto. Rex podía ver vagamente que eran clones, como él... Pero sus rasgos, a diferencia de los suyos propios, eran únicos entre sí. Parecían hermanos lejanos, como mucho.

Cody y Rex dieron un paso al frente.

—Sargento, me alegro de verle.

Cody levantó la mano para darle un familiar apretón al líder de la escuadra. Alternó la mirada entre ellos con confusión.

—Yo también, señor —respondió él, con una voz completamente diferente a la que Rex había oído alguna vez de un clon.

Cody miró sobre su hombro.

—Estamos esperando por... Ah, ahí está.

Jesse y Kix se apartaron, y Rex se giró también para ver llegar a su novia. Se permitió mirarla de arriba a abajo rápidamente. Llevaba el casco puesto, pero no tardó en llegar hasta ellos. El visor cruzado por el rayo negro se giró débilmente hacia Rex mientras se detenía a su lado. Él se fijó en que los otros clones estaban estudiando a Riane con curiosidad, quizás por la armadura diferente.

—Él es Hunter —reanudó Cody, señalando al sargento.

Rex asintió en su dirección como saludo. La atención se desvió de la chica hacia los clones nuevos.

—Perdone el retraso, comandante. Estábamos deteniendo una insurrección en Yalbec Prime cuando llegó su aviso. Hubo algunas complicaciones... imprevistas.

De pronto, el clon más enorme de todos soltó una sonora carcajada.

—¿Has luchado con un macho yalbec? —preguntó, señalando hacia Riane.

Rex se giró brevemente hacia la teniente, pero ella sólo se quitó el casco mientras se encogía de hombros. Algo tiró del corazón de Rex mientras la observaba apartarse el pelo de la cara.

—La verdad es que no, soldado —sonrió ella—. He luchado contra otro tipo de machos.

Rex vio la sorpresa registrarse en la cara de los clones restantes. Sin embargo, el que estaba hablando no pareció ni inmutarse de ver a una mujer en una armadura clon.

—¡Qué suerte tienes! —exclamó—. La única forma de matarlos es con esto.

Sacó una vibrodaga de su cinturón y la alzó. Rex se inclinó débilmente hacia atrás, pero Riane parecía tener ganas de reír.

—Así es —intervino Hunter—. Wrecker le cortó el aguijón a la reina cuando aún estaba viva. Por eso los machos yalbec intentaban devorarnos.

El clon de las gafas se abrió paso para intentar llamar la atención de Riane.

—En realidad, querían aparearse con nosotros —explicó muy seriamente—. Y, para que lo sepáis, el aguijón de una reina yalbec es una exquisitez en algunos planetas.

Eso consiguió arrancarle una pequeña risa a la teniente. Cody y Rex intercambiaron miradas divertidas.

—A él lo llaman Tech —dijo Cody.

Hunter empujó al clon en el hombro.

—Sí, puede llenarte la cabeza de información inútil durante horas. —Señaló con el pulgar al clon de detrás, que estaba en silencio, estudiando a Riane con especial atención. A ella no parecía incomodarle, pero Rex sentía ganas de fruncir en ceño—. Crosshair, por el contrario, no habla mucho. Pero cuando hay que acertar a un blanco a diez kilómetros, Crosshair es tu hombre.

Cody asintió.

—Antes de marcharnos, acabemos con las presentaciones, entonces. Este es Rex, capitán de la Legión 501.

Él asintió, paseando la mirada entre ellos.

—Caballeros.

—Y estos son Kix y Jesse. —Los dos saludaron—. Y ella es Riane Unmel, teniente de las Fuerzas Rayo.

Hunter le dio una sonrisa a la chica.

—Es un placer conocerla —dijo con respeto—. Las mujeres sois más escasas que los clones como nosotros en las tropas.

Riane asintió.

—Creo que debo ser la única.

Hunter volvió a girarse hacia el comandante. La cañonera que iban a llevar ya estaba a sus espaldas.

—Comandante, ¿qué clase de misión suicida nos asignará?

Cody señaló hacia el transporte.

—Os daré las instrucciones por el camino.

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Riane notaba a Rex a su lado mientras la cañonera sobrevolaba Anaxes. Estaba haciendo un esfuerzo por ignorarle, pero él aprovechaba la oscuridad de la nave para apretar su pierna contra la suya a través de las armaduras. No quería que pensara que estaba enfadado con él, o algo parecido, pero lo que había propuesto antes...

Sólo la oportunidad de tener esperanza en algo así le revolvía el estómago. No quería ni pararse a pensar en ello. Desear que fuera posible, aunque solo fuera remotamente, ya le estaría dando falsas esperanzas.

Se puso el casco. Con un pestañeo, pudo ver que Rex quería abrir un canal privado entre ellos. Suspiró, moviendo los ojos y aceptando.

—¿Estás bien? —le dijo, aprovechando que nadie más podía oírlos.

Riane comprobó que los altavoces exteriores de su casco estuvieran desactivados.

—Sí, Rex —le dijo con cariño—. Es que, lo que hemos hablado antes...

—Lo sé —la interrumpió él—. Lo siento.

Riane no dijo nada más, Cody llamó la atención de Rex para que mirara algo en un datapad. Él le hizo caso, quitándose en casco.

—¿Tú qué miras?

Riane alternó la mirada entre Jesse y Crosshair, que estaban al fondo de la cañonera. Se quitó también el casco con un suspiro.

—No solemos trabajar con "norms" ... —respondió el otro, tirándole el palillo que había estado mordisqueando.

Jesse puso una cara de asco que Riane conocía muy bien.

—¿"Norms"? ¿Me estás insultando?

Dio un paso adelante, pero Hunter le puso una mano en el hombro a su sargento.

—Se refiere a clones normales —le dijo—. No te lo tomes a mal, no es nada personal.

Riane arrugó la nariz, alzando la voz con tono autoritario.

—Estamos en el mismo equipo —les dijo, y todos los hombres se giraron a mirarla—. No quiero ver malas caras. Lucharemos juntos: clones, normales o no, para mí sois todos soldados. Y estáis bajo el mando del comandante para esta misión, así que callaos y escuchad.

Nadie dijo nada. Cody asintió, dando un paso al frente de la cañonera.

—Gracias, Ri. —Tomó aire, encendiendo un holograma—. Esta es la misión: nuestro objetivo es este cibercentro. Es el cerebro de esta campaña Separatista en Anaxes.

Wrecker dibujó una sonrisa en su gran cara.

—¡Yo podría demolerlo con una mano! ¡Sí!

—No es un trabajo de demolición, Wrecker —apuntó Riane como si estuviera hablando con un niño—. Es sólo una operación de extracción.

—Así, es —dijo el comandante—. Como dice la teniente...

De repente, un estruendo se oyó en el aire a su alrededor. Las luces rojas parpadearon, la cañonera viró varias veces violentamente. Riane se puso el casco por instinto. Sintió que Rex le agarraba del brazo desde atrás.

—¡Nos atacan! —gritó el piloto—. ¡Agarraos!

La cañonera se alzó unos cuantos metros hasta que todos sintieron el impacto de un disparo en el morro de la nave. Tambaleándose, Riane y Rex cruzaron una mirada. Él se puso el casco también, aunque parecía no querer soltarla ni un segundo.

—¡Vamos a caer! —aulló Wrecker con emoción, riendo.

El impacto contra el suelo la hizo volar hacia los lados de la cañonera. Sentía los golpes contra su cuerpo: Rex la había soltado. La armadura se llevó la mayoría, y, cuando Wrecker arrancó la puerta de cuajo, sintió cómo Rex la levantaba.

—Riane, Riane, ¿estás bien? ¿Me oyes? Riane.

Ella asintió débilmente, ayudándose de él para salir al exterior.

—Estoy bien, tranquilo.

Apoyada contra los escombros, comprobó que todos estaban bien. Excepto...

—¡Rex! ¿Dónde está Cody?

Kix estaba mirando hacia dentro de la nave.

—¡Está atrapado! Tenemos que hacer algo.

—Ya voy —dijo Rex.

Hunter lo detuvo, una mano en el pecho.

—Eh, eh. Calma, capitán. Wrecker, sácalo.

El grandullón obedeció de inmediato. Riane se acercó al capitán, que tenía la cara contorsionada por la impotencia. Le puso una mano en el hombro. Él asintió en silencio.

Dejar que Wrecker se ocupara había sido una buena decisión. Mientras Kix se quejaba, Wrecker levantó la cañonera de encima del comandante.

—¡Bum! —dijo, mientras traía a Cody en brazos hasta ellos.

La cañonera, o lo que quedaba de ella, explotó a sus espaldas. Riane dejó que Kix y Rex se acercaran a Cody mientras ella observaba el horizonte en busca de refuerzos de los Separatistas.

—Tiene daño interno —oyó a Kix decir—. Puedo calmar el dolor, pero necesita ayuda.

—Tenemos que movernos —les dijo ella a los demás—. Los hojalatas saben que han derribado la nave. No tardarán en venir a rematarnos a esta posición.

—¿Desde cuándo estás tú al mando?

Riane se giró sobre su hombro para mirar a Crosshair. Hunter y Rex parecían estar debatiéndose sobre si deberían intervenir o no. Riane se limitó a mirar al francotirador de arriba a abajo.

—La explosión de la cañonera ha rebelado nuestra posición, si es que el abatirnos no lo había hecho antes —dijo con tranquilidad—. De donde yo vengo, soldado, no se trata de quién está al mando. Si no de tener dos dedos de frente.

—Crosshair —dijo Hunter, quizás sintiendo la molestia en las palabras de la mujer—. Debemos hacerle caso a la teniente.

Él no dijo nada más.

—Jesse, ayuda a Kix a cargar a Cody —ordenó Riane—. Nos movemos.

—Sí, señora.

Rex y Riane intercambiaron una mirada llena de significado. No era la primera vez que un clon (normal o no) la desafiaba. Era lo que venía con ser la única mujer parte de las tropas del Gran Ejército de la República.

Puede que se hubiera ganado un puesto en la 501, en su nueva familia. Pero, para los demás, no dejaba de lucir como alguien completamente ajena a las tropas. Incluso más diferente que la Remesa Mala.

Se puso de nuevo el casco, acarició con ausencia la hombrera donde tenía tallado el número de Echo, y asintió hacia el capitán.

Tenía una misión que cumplir, y no iba a dejar que las opiniones de nadie la separaran del éxito.

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