Capítulo 3
Solté un ligero quejido cuando el alcohol hizo contacto con mi piel, limpiando la zona dañada. Tomé una de las banditas que Rima había usado anteriormente, una completamente nueva, obvio, dando por finalizada mi atención médica.
Ayer en cuanto Rima se fue el cansancio en mi era tan monstruoso, ni siquiera le presté atención al terrible dolor o a la seriedad de mis heridas, que solo quise arrojarme en la cama.
Como era de esperarse después pagué el precio, con todos mis golpes y rasguños doliendo el triple por no haber sido atendidos. Para mi suerte Harold no se interesó en ir a destrozar mi baño, así que todo lo que guardaba ahí estaba intacto. Mi botiquín personal de primerizos auxilio fue el primero en desearme un muy buen día.
-Carajo. -Me quejé al momento de tratar de bajar las escaleras, tenía cientos de heridas en mis pies. Harold se encargó de pisotearlos, causando un daño muy grave aún sobre los zapatos. Cada paso era una agonía.
Quise gritar de alegría cuando noté el solitario comedor de mi casa, todos se adelantaron y marcharon.
Confirmo que aún me queda tiempo, así que aprovecharé para prepararme algo rico, usualmente cuando esta mi madre no puedo, siempre me regaña diciendo que toda la comida que ella prepara es para Harold y para Rima, a mi termina dándome sobras de días anteriores. Veo una caja de harina arriba del refrigerador, sintiendo que una bombilla se encendía sobre mi cabeza.
-Puedo prepararle algo de comer a Lisa para agradecerle. -Aplaudí efusivamente orgullosa de mi gran idea. - ¡Le haré hotcakes!
Gracias a mi poco tiempo, no podía permitirme darle algo que realmente se mereciera, no sé, algo como un almuerzo de cinco tiempos y vino tinto. ¿Le gustaría el vino?
Ella me ayudó cuando nadie más siquiera lo pensó, y aún si salió herida, lo primero que hizo fue revisar que estuviera bien.
Merece demasiado.
Empecé a preparar los hotcakes extremadamente contenta y ansiosa por ver su reacción, esperaba que se alegrara por el regalo. También podría servir como una excusa para volver a hablarle, ser amigas, y ya que estábamos, ver esos hermosos y atemorizantes ojos.
Creo que tengo un gusto masoquista por ellos.
Daba brinquitos casi imperceptibles mientras caminaba, orgullosa por mi creación. Como era de esperarse, tenía la mirada de todos sobre mi, pero esta vez no me importó, estaba demasiado ocupa pensando en Lisa. Estaba tan inmersa en ella que apenas noté a la chica recargada sobre mi casillero.
-Disculpa... ¿Necesitas algo? -Pregunté educadamente estando a su lado.
Ella dio un brinco asustada, me reí internamente.
-Dios mío no llegues así mujer, espantas. -La pelinegra tocaba su pecho y respiraba con dificultad, siendo demasiado dramática si me lo preguntan.
Ni siquiera yo me asusto tan fácil.
Bueno, la otra vez casi me da un paro cardíaco cuando Nayeon me arrojó un papel durante una clase, pero ella seguía siendo más dramática.
-Lo siento, supongo. -Alcé los hombros desinteresada. - ¿Necesitas algo?
-De hecho no, solo estoy esperando a mis amigos, perdón si estorbo. -Hace una pequeña reverencia, y luego me sonríe, achicando sus ojos. - Por cierto, soy Seulgi, es un gusto.
Me sorprendí por verla tratarme con tanta amabilidad y respeto, no es que no existieran personas que lo hicieran, quienes no me molestaba en su mayoría eran bastante cordiales, siempre evitando relacionarse y solo hablarme lo necesario.
Nunca ví a alguien tratando de iniciar una conversación conmigo.
-Me llamo Jennie. -Ahora con ella fuera de mi casillero, me dediqué a guardar mis cosas con la esperanza de que se marchara pronto.
-Lo sé, ayer comimos juntas.
Me giré sorprendida por dos razones; porque permanecía aquí dispuesta a entablar una conversación conmigo, y porque no recordaba haberla visto nunca en mi vida.
-No recuerdo haberlo hecho, ¿estabas en la mesa?
-Me hiere que no me recuerdes, es imposible olvidarse de una cara como la mía. -Movió su cabeza en distintos ángulos, presumiendo su rostro.
-No estas mal, pero no llegas ni a candidata de los cien rostros más hermosos. -Reí.
-¡Claro que sí! Lisa me ha ayudado a intentar ser candidata.
La mención de Lisa me trajo de vuelta al motivo de mi felicidad, verifico los hotcakes comprobando que aún se mantenían calientitos y perfectamente decorados.
-¿La conoces?
-Por supuesto, de hecho, somos primas. -Seulgi sacó el teléfono de su chaqueta, buscando algo en este, cuando lo encontró me lo puso casi en la cara, mostrándome una foto suya con Lisa. - Aunque me parece extraño que no lo notaras, tenemos las mismas facciones.
Reí fuertemente viendo que el único pareció que tenían ahora, era la misma cara de culo que en la foto.
-¿De que te ríes?
Oh mierda, habla enserio.
-D-De lo tonta que fuí al no notarlo, es demasiado obvio. -Involuntariamente rodé los ojos, reviso la hora en mi reloj de muñeca, viendo que faltaban casi solo 10 minutos para las clases, entré en pánico. - ¿Haz visto a Lisa?
Seulgi lo pensó un momento, para negar.
-No, si no mal recuerdo la suspendieron unos días.
Todo el ánimo que venía cargando desde el camino se esfumaron, trayendo en cambio una nube gris de decepción, realmente quería volver a verla.
El resto del día fue una verdadera tortura.
Ahora sin mi motivación de ese día, todo fue horrible, bastante normal de hecho. Con la única diferencia de que al tener nuevos golpees en mi rostro los murmullos a mi alrededor aumentaron. Gracias a que Seulgi no lo mencionó en ningún momento lo olvidé por completo, recordándolo cuando Nayeon me vió, llena de preocupación preguntándome que fue lo que me ocurrió.
Como no podía mencionar nada sobre Harold, tuve que mentirle diciéndole que unos chicos trataron de asaltarme ayer, como era costumbre confío ciegamente en mi, y me pidió, casi imploró que pusiéramos una denuncia, obviamente me negué.
Me sentía fatal al mentirle de esa forma a mi amiga, pero era la mejor solución, conociéndola sería capaz de ir a enfrentar a Harold, sin importarle las consecuencias que eso podría traerle. Y era efectivamente por eso que no quería contarle, Harold era capaz de muchas cosas, me lo había comprobado a lo largo de los años.
El final del día llegó, conmigo afuera de la escuela en el estacionamiento, esperando por Nayeon, quien estaba dentro coqueteando con Jeongyeon.
-¿No es peligroso estar aquí sola?. -Dijo una voz grave a mi lado, voltee a ella, sorprendiendo a mi decaído corazón.
-¡Lisa!
Lisa descansaba recargada sobre una motocicleta negra, digna del jefe de una pandilla de motocicletas sedimentos de sangre, como dijo una vez Bob Esponja, ¿a Lisa le gustaría Bob Esponja? A todo el mundo le gusta Bob Esponja.
-¿Como estas Jennie... -La cara de Lisa cambio de color cuando me acerqué a ella, me confundí sin entender el porqué de su repentino susto. - Jennie, ¿quien te hizo eso?
Ahí lo recordé, mi cara decorada con las más finas y delicadas pinceladas de los puños de Harold, me tapo con mi sudadera avergonzada por que me viera así.
-F-Fueron unos chicos, trataron de asaltarme ayer. -Dije en un susurro bastante bajo, aún sin despegar mi rostro de la tela.
-Por dios, Jennie, déjame revisarte. -Lisa tocó mis manos, pidiéndome permiso para verme.
Presa de la vergüenza fuí descendiendo los manos, revelándole más a detalle mi rostro. El suyo se desfiguró en una mueca mientras me analizaba, sus aterradores ojos estaban tristes.
-Me duele tanto verte así, no mereces estar así, tu no. -Lisa suspira con pesadez. El hecho de que se ponga así, me hace sentir tan culpable, tal vez no debería haberla buscado más.
-No te preocupes, son cosas que pasan, ¿no?
Un delicioso aroma que me a perturbado desde la mañana llega a mi, recordándome que aún poseía el regalo que quería darle a la castaña. Esperaba que aún estuvieran decentes y comestibles, me había esforzado mucho preparándolos.
-Oh, que bueno que te encuentro, te tengo una regalo. -Dije mientras rebuscaba adentro de mi mochila.
Lisa miraba curiosa cómo sacaba un contenedor.
-¿Preparaste algo?
-Estoy muy agradecida por lo de ayer, así que quise cocinarte algo rico. -Quito la tapa del recipiente mostrándole la montaña de cinco hotcakes, cubiertos con caramelo, chocolate, crema batida y gran variedad de frutas picadas.- Lamento si están fríos, no pude encontrarte en todo el día.
Lisa miraba anonadada el postre, lo tomó entre sus manos, también tomando el pequeño tenedor de plástico que le ofrecía.
-No era necesario, Jennie. ¡Pero muchas gracias! Luce delicioso. -Lisa cortó un pequeño trozo con el tenedor, llevándolo a su boca. Reí al escucharla soltar un gemido de alegría. - ¡Y están deliciosos!
-Gracias. Me alegra que te hayan gustado. -Mi interior era un completo refugio de mariposas, que revoloteaban aturdidas por la luz que generaba la sonrisa de Lisa. - ¿Te suspendieron?
-Oh, sí, solo algunos días. -Dejó de comer. - Es la primera vez que me pasa, mi madre estaba furiosa.
-Lo lamento, es todo por mi culpa. -Miro al suelo, tratando de evitar su mirada, ver en los problemas que la había metido me hacía sentir fatal.
-O-Oye no te preocupes, no es gran cosa enserio.
-¿Hay algo que necesites? Puedo hacer algo para compensarte. -Lisa se asustó cuando la ataque, acercándome involuntariamente a su rostro.
-De hecho... Hay algo. -La castaña sacó su teléfono de sus holgados jeans, ofreciéndomelo en la app de contactos. - Podrías darme tu número.
Me emocioné en primera estancia por su petición, pero mi emoción desapareció al recordar que no tendría caso alguno, Harold había destruido mi teléfono ayer.
-No tengo teléfono, lo siento. -Digo cabizbaja.
Lisa cambia su cara de nerviosa felicidad a una amarga decepción.
-Está bien, entiendo que no quieras, soy una extraña al final de cuentas. -Suelta una risa con amargura.
-¡No es por eso! De verdad no tengo telé-
-Lisa, se nos hace tarde.
Rosé hizo presencia en la escena interrumpiendo, y mirando curiosa nuestra interacción, fue con Lisa besando su mejilla con una sonrisa. Extrañamente un sabor amargo apareció en mi boca, Lisa la alejó de si misma, claramente nerviosa.
Lisa se apresura a guardar el recipiente con los hotcakes, dentro del maletero de la motocicleta, a la vez sacando de este dos cascos.
-Hola, Jennie. -Saluda Rosé con su característica mueca de indiferencia.
Respondo saludándola con un ademán de mano.
-Solo vine por Rosé, tengo un trato con su madre, como vive muy lejos siempre la llevo a su casa. -Explica la castaña ante mi notable cara de confusión. Eso explicaba su presencia aquí.- ¿Quieres un aventón?
No sé porque me había molestado tanto la repentina llegada de Rosé, pero ahora lo único que deseaba era alejarme de ahí, y dejarlas seguir de cariñosas y melosas, ¿acaso no les daba pena?
-No gracias, estoy esperando a Nayeon.
Y como si fuera una invocación, Nayeon se materializó a mi lado, sonriendo de oreja a oreja, con sus mejillas completamente rosadas. Ya me imaginaba de que se trataba, seguramente por fin consiguió llegar cómo mínimo a primera base con Jeongyeon, o si no, esa chica tenía bastante poder sobre Nayeon.
-Lamento la demora, Jeongyeon no me dejaba irme. -Dice Nayeon sin quitar su sonrisa de tonta.
-Sí, claro, estoy segura que fue Jeongyeon quien no te dejaba irte.
-Bueno, se nos hace tarde, debemos irnos, adiós Jennie. -Rosé le indica a Lisa que suba de una vez, y me dedica una minúscula sonrisa. - Adiós Nayeon.
Lisa obedece a sus indicaciones subiéndose a la motocicleta, Rosé se coloca detrás de ella con sus manos en su cintura. Le extiende el casco a Rosé y esta se lo pone.
-Espero que podamos hablar otro día, claro, si no te molesta. -Me dice Lisa cabizbaja.
-Me encantaría.
Nos despedimos con una sonrisa, dejándome ahí, atontada por alguna extraña razón que no puedo comprender, y que mucho menos busco hacerlo en este momento. Prefiero deleitarme con la agradable sensación de calidez que esa chica me produce, maldito Harold, ahora podría tener su número telefónico, solo me queda stalkearla por Instagram.
Junto a Nayeon tomo el mismo camino derecho a mi casa, donde ella me deja asegurándose de que entre para poder irse confiando en que anda malo me pasará.
Ay Nayeon, si tan solo supieras que un callejón lleno de drogadictos es más seguro que mi propia casa.
-¿Entonces nos vemos a la cinco? -Pregunta Nayeon emocionada, le pedí que saliéramos al centro comercial a comprar algunas cosas, en mi caso ropa nueva, actualmente mi guardarropa consistía solo en lo que llevaba puesto.
-Claro, te veré allí.
-No, no, no, no. -Nayeon hacía un movimiento exagerado con sus manos en signo de negación. - No.
-¿Pero porque no? -Dije entre molesta y confundida.
-¿Como que por qué? No puedo arriesgarme a que te vuelvan a asaltar, tengo que cuidarte.
-¿De que mierda ha-
Oh cierto, se supone que esto era por un asalto, lo estaba olvidando, pero que distraída soy, me confundí.
-Es decir, esta bien, puedes venir a recogerme. -Reí nerviosamente, esperando que no notara la tremenda mentira que le hechaba en cara.
-¡Te contaré todo el chisme con Jeongyeon luego!
Como era su costumbre se despidió de mi con un beso en mi mejilla y un abrazo. Suspiré al verla irse tan contenta, solo como podía ser ella.
Antes de poder abrir la puerta y por fin encerrarme en mi habitación, el sonido del motor de un auto llamó mi atención.
-¡Jennie mi cielo, adivina quien salió temprano del trabajo!
Mi cuerpo se paralizó al oír su voz, llamándome tan felizmente como si ayer no me hubiera molido a golpes, temía voltearme y ver su rostro, todo de el me asustaba y repugnaba.
-¿Que pasa, cariño? Ni siquiera un hola. -Harold me tomó del hombro dándome la vuelta juguetón. El sonreía feliz por poder venir a convivir con su familia, pero su sonrisa se borró al ver mi mejilla. - Tu no aprendes... ¿Verdad?
Ahí lo recordé, Nayeon estaba usando labial el día de hoy.
[...]
-¡Adios Señora Park!
Rosie entraba a su casa cuando su mamá salía a verme, a veces creía que la mamá de Rosé tenía alguna clase de crush conmigo, no es como si me molestara, la señora no era fea. Obviamente nunca diría eso enfrente de Rosé, apreciaba mi vida.
Conduje mi motocicleta por las tranquilas calles, deleitándome con el aire golpeando mi rostro, y la sensación de libertad que me brindaba mi vieja confiable, no hay nada como poder librarme de todo pensamiento. Hasta de los penosos recuerdos con Jennie.
Aún guardaba los hotcakes que me preparó, pensaba llegar a casa y disfrutarlos como se debe, era increíble que haya pensado en mi. Eso hizo que los regaños de mi madre valieran totalmente la pena.
Iba conduciendo cuando noté un ajetreo a unas cuantas casas más adelante, ahí en el pórtico de una casa, un hombre forcejeaba con una mujer, aparentemente una adolescente. Fuí reduciendo la velocidad sin querer parecer sospechosa, en cuanto más me acercaba, me asustaba más al descubrir la identidad de la chica.
El hombre logró meter a Jennie a la casa, cerrando la puerta de un fuerte portazo.
Bajé rápidamente de la motocicleta, tirándola a mitad de la calle, poco me importó y fui corriendo a aquella casa. Tal vez este no era asunto mío, pero no podía arriesgarme a que le pasara algo malo a Jennie.
Toqué con fuerza la puerta repetidas veces, teniendo como resultado solamente unos gritos que provenían desde adentro. Veía a los alrededores buscando a alguien me ayudara, lastimosamente todos los vecinos solamente veían la escena con lastima, continuando con sus cosas.
Analicé la casa buscando otra forma de poder ayudarla, tomé una piedra del pasto y la arrojé a una de las ventanas, rompiéndola.
-¿¡Que carajos fue eso!?
Asustada me apresuré a ir por mi motocicleta, viendo como el hombre salía de la casa enojado, me puse mi casco y me apresuré a marcharme. Detrás de mi escuchaba el motor de un auto persiguiéndome, volteaba ocasionalmente esperando perderlo. En un calle transitada pude irme por un carril exclusivo para motocicletas, perdiéndolo finalmente.
Alejada a una distancia prudente, me estacioné para poder respirar, así que esto es lo que sienten los personajes de rápidos y furiosos.
Inhalé y exhalé por última vez para retomar mi viaje, no podía irme aún sin verificar que Jennie estuviera bien.
Volví a su casa aliviada de no ver aquel auto, estacioné la motocicleta varías calles antes de la suya, para evitar cualquier problema.
La puerta seguía abierta, pero obviamente no podía simplemente entrar y preguntar: "¡Hola! ¿Cómo está la chica que estaban golpeando?"
Debo encontrar otra opción para buscarla, localizo una silueta bastante familiar en una ventana. Jennie estaba de espaldas, así que no me había notado. Con demasiada dificultad logro subir al techo de la casa, después de haber trepado un árbol, para lanzarme al techo del pórtico, y escalar hasta la ventana de su cuarto sin hacer ruido.
Cuando logré subir su silueta había desaparecido, me asomé por la ventana, viendo que ahora lloraba recostada sobre su cama.
Mi corazón se encogió al ver las condiciones de su habitación, casi totalmente vacía, con varios objetos decorativos casi destruidos, las puertas de su closet estaban abiertas, mostrando que este tampoco tenía nada dentro. Podía sacar varías conclusiones de esta imagen, ninguna era buena.
No quería que me viera, ¿con que cara le pediría que hablara conmigo? Ni siquiera nos considerábamos amigas, pero también quería que supiera que estaría allí para ella.
Una idea atravesó mi mente, recordándome los post-it que Jisoo me dió para guardárselos, para mi suerte también tenía una pluma, que si no mal recordaba, le había robado a Seulgi. No sabía cuál era mi verdadera intención con todo esto, realmente no creía haberla ayudado, nada me aseguraba que en cuanto llegara aquel hombre, no seguiría con lo que dejó a medias.
Yo solo... Quería que Jennie estuviera bien.
Pegué la nota en el marco de su ventana y di unos golpecitos al cristal de este, ella se giró rápidamente, asustándome.
Perdí el equilibrio y terminé cayendo de una casa de dos jodidos pisos. Mi brazo dolía como el carajo, pero eso no evitó que huyera de ahí como la marica que soy, con un brazo hecho mierda fuí por mi motocicleta y me marché finalmente. Esperando que sirviera de algo aquella nota.
[...]
Densas lágrimas escapaban por mis ojos, reflejando en estas el dolor de mi corazón.
Mi madre se encargó de arrojar todas mis cosas no fundamentales, como las llamaba ella, a la basura. Sin siquiera dejarme escoger algunas cosas como me dijeron ayer, solo me dejó con mis productos de higiene personal, ni siquiera mi maldita ropa se había salvado.
No tenía idea de quién fue quien arrojó esa roca hace rato, pero tenía mis más profundos agradecimientos, me salvó, por algunas horas, de las manos de Harold. Agradecía que ni Rima, ni mi madre estuvieran en casa, así podía llorar con total libertad por lo jodida que era mi vida.
Unos golpes en el cristal de mi ventana interrumpieron mi llanto, volteé a está topándome con nada en absoluto, solo el sonido de algo cayendo que provenía de afuera. Me levanté rápidamente a ver de qué se trataba, abrí la ventana, fallando de nuevo en encontrar algo, o a alguien. Mis ojos captaron un pequeño papel amarillo que se movía a causa del aire.
Lo tomé y me sorprendí al verlo, era una nota.
Sonreí involuntariamente al leerla, extrañada y confundida por haberla recibido, pero contenta por las palabras que mostraba.
"Espero haberte ayudado un poco con eso, aunque lamento lo de tu ventana, la pagaré si quieres :(
Si ese idiota se atreve a tocarte de nuevo, no dudes en acudir a mi, estaré siempre ahí para ayudarte, solo llama a este número.
67893412."
De: Prince Limario.
Para: Una linda chica.
•
•
•
Wey Jennie de hundiéndome me pone muy sensible😞
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro