Capítulo 14
—¿Quieres jugar un juego?
—¡Claro!
En un ambiente familiar nadie tendría porque sospechar o preocuparse, siendo una madre puedes dejar a tu hija jugar con sus con completa libertad por son familia, la familia se ayuda, la familia se cuida, la familia nunca te apuñala por la espalda.
Pero eso es nuestro principal error como seres humanos.
Confiar.
—Muy bien, jugaremos un juego de mesa, pero yo pondré las reglas.
—No me gustan las reglas que pones, pones castigos muy feos.
Una madre deja a su pequeña hija de seis años jugando porque puede estar segura de que la pequeña estará bien, puede irse sin problemas a hacer unas compras, porque se queda con sus tías, y jugando con su primo de doce años.
—No seas llorona, así juegan los niños grandes. ¿Vas a jugar o no?
—Esta bien... ¡Pero yo elijo ser el perrito en el monopoly!
Todo son risas y diversión al principio, es como cualquier juego normal entre niños, hasta que llega el momento de reconocer al ganador.
—¡No se vale, hiciste trampa!
—Perdiste enana, acéptalo. —Revuelven tu cabello tan inocentemente, no habría porque temer.
Haces un puchero y te cruzas de brazos, conoces los castigos, odias cuando pierdes.
—No quiero.
—Ash, ya ves porque nunca juego contigo, nunca aceptas que pierdes. Sigues siendo una mocosa al fin y al cabo.
—¡No es cierto, yo soy grande!
¿Por qué lo niños tienen esa necesidad de querer crecer? No saben de lo que se pierden al estar ansiando ser mayores, como si eso tuviera algo de bueno. En tu infancia puedes ignorarlo todo, y vivir en una exquisita ignorancia.
Puedes ignorarlo todo, desde la presencia de tu padre que se desvanece, hasta la sonrisa perversa que te da tu primo.
—Muy bien, te pondré un castigo de niño grande. —¿Que tan ingenua puede ser una mente infantil? Demasiado.
Una niño nunca notaría porque está mal que tu primo se baje lo pantalones y tome su miembro entre sus manos.
—Ahora tu castigo será chupar esto.
Un niño nunca sabrá porque eso es un castigo.
¿Que tiene de especial esa parte del cuerpo? Es solo por dónde orinas.
Debe ser malo por eso.
—¿Por qué?
—Tu solo hazlo, a esto jugamos mis amigos y yo, es un juego para grandes.
Un niño hará lo que le digan sin chistar, porque confía ciegamente en las personas, confía ciegamente en este cruel mundo, y confía en aquellos que deberían cuidarlo.
La mente de un niño es algo especial que no debería mancharse con nada, aquellos hermosos recuerdos del momento en que abres tus juguetes de navidad, no deberían mezclarse con los asquerosos y vomitivos recuerdos de cuando le hiciste una felación a tu primo.
Y la mente lo sabe, sabe que eso no debería estar ahí, es por ello que lo esconde, hasta lo más profundo de tu cabeza, dónde se mantendrá oculto...
Hasta que te des cuenta que ese pensamiento que creías un sueño, no es más que tú cruel pasado.
[...]
Los climas nevados en Canadá son algo de todos los días, un día soleado ocurre, pero nunca es tan potente, supongo que es una ventaja para alguien que odia el calor aunque llega a sentirse tedioso cuando no tienes con que abrigarte.
El clima frío es bueno, solo cuando puedes disfrutar de entrar en calor.
Tomando chocolate caliente, usando calcetines de lana, enredado en las cobijas de tu cama, viendo una película tranquilamente.
Al nunca salir de casa más que para ir a la escuela, todo esto se vuelve una rutina, una agradable rutina que no cambiaría por nada.
O por lo menos nunca lo habría hecho, hasta que descubrí un nuevo factor súper eficaz para combatir el frío.
—¿Quieres ver algo de Barbie o sigo buscando?
Tener a tu propia tailandesa para arroparte.
—Pon "La princesa de la isla", es mi favorita. —Digo recostandome en su pecho.
Lisa asiente acatando mi orden.
Nunca creí posible pasar una noche fuera de casa a menos que fuera en compañía de mis padres, las únicas veces que he dormido fuera de casa han sido en las escasas dos ocasiones en las que, gracias a un berrinche de Rima, mis padres decidieron llevarme con ellos a su viaje familiar navideño.
Sí lo sé, increíble que ni siquiera pueda pasar navidad con mi hermanita.
Por eso es que siempre he descartado la opción de salir con algún amigo, además de que casi no tengo, la sola idea de pedirles permiso para salir me provoca pavor al desconocer la reacción de Harold, algo tan simple como eso puede despertar lo peor de el. Pero últimamente ha estado más dócil de lo usual, la última vez que me golpeó fue ya hace algún tiempo, lo que me tiene bastante ansiosa de no saber cuándo volverá a pasar.
Es inevitable, ya no me engaño a mi misma con la esperanza de que dejará de hacerlo, solo trato de ser precavida. Cómo estás últimas semanas en las que he salido más, y todo gracias a qué Lisa viene a recogerme.
Extrañamente a Harold parece agradarle Lisa, solo basta que la mencione para que tenga su permisos de llegar a la hora que deseé.
Es algo muy inusual en mi vida, se siente raro.
Aun así no me quejo.
De lo contrario no podría estar recostada en el pecho de una linda tailandesa en estos momentos.
—¿Y como ha ido todo en casa? ¿Sigue todo bien? —Pregunta Lisa abrazándome, nuestras manos descansan cómodamente sobre mi estómago entrelazadas.
Asiento en respuesta.
No tengo ganas de hablar, estoy demasiado cómoda.
—¿Segura? Sabes que me preocupo mucho.
—Sí, Lisa, está todo bien. —Respondo. — Todo ha estado yendo muy bien, y eso me hace feliz.
Resopló ahora dispuesta a guardar silencio lo que resta de la película, me gusta este ambiente, uno tranquilo, sin gritos, sin golpes, sin insultos, dónde puedo relajarme. Estar recostada sobre el cálido cuerpo de una hermosa mujer, disfrutando del inconmensurable cariño que me tiene, las caricias que me proporcionan sus dedos jugando con mi cabello, hacen que me sienta tan tranquila.
Que ganas de dormir tengo.
Aún así trato de no cerrar los ojos y concentrarme en la película que hace los ojos de Lisa brillar, no quiso admitirlo pero es notable el enorme gusto que tiene por las películas de Barbie y de princesas, estuvo insistiendo discretando con que viéramos alguna de ellas.
No me quejé, al fin y al cabo son bastantes buenas.
—¡Ahí viene la canción! —Exclama Lisa emocionada, río por su expresión. — Aquí en mi isla hay un mar hablador...
La sigo con la canción, acurrucándome en su pecho, ella toma mis muñecas con cada mano, haciéndome mover los brazos al compás de la canción. Río solo dejándome llevar.
Adoro cuando es así, cero tímida, con cero miedo de llegar a incomodarme.
Lentamente giro mi cuerpo para estar cara a cara con ella, Lisa deja de moverse inmediatamente, soltando mis manos en el momento. Sonrío al ver el enorme sonrojo presente en sus mejillas, inclusive su linda naricita de conejo se puso roja.
—Te quiero mucho Lisa... —Digo sin darle tiempo a responder, besando sus rosados belfos.
La siento brincar debajo mío, pero aún así no tarda nada en colocar sus manos en mi cintura, adentrándose bajo la suave tela del pijama. Acaricio sus mejillas poniéndome recta, para poder sentarme a horcajadas sobre su regazo.
Me atrevo a tocar su labio inferior con la lengua, pidiendo permiso para entrar. Pero Lisa no entienden y sigue besándome como normalmente.
Se me olvida que Lisa no tiene mucha experiencia.
Rompo el beso viendo su ceño fruncido por ello.
—No seas berrinchuda, no he terminado. —Risueña tomo su mentón para que abra un poco su boca, y volver a besarla, introduciendo mi lengua en su cavidad bucal.
Lisa no sabe muy bien como seguir el beso, no está acostumbrada a ellos, así que termino encargándome de todo el trabajo. Al fin y al cabo creo que Lisa tiene una pequeña afición porque tome el control.
Sus manos se deslizan por mi cintura, acariciando mi piel por sobre la tela. Aún con esa barrera, sus manos queman como fuego. Mis brazos descansan alrededor de su cuello cuando ha empezado a copiar mis movimientos, y su lengua lleva una placentera danza con la mía.
Pero el aire comienza a escasear, y debemos de romper el beso.
Lisa me mira con una sonrisa tras separarnos, una sonrisa boba y, me gustaría pensar, enamorada.
—Te quiero mucho Jennie... —Murmura a pocos centímetros de mis labios, acariciando mi mejilla.
—Y yo a ti Lisa. —Declaro igual de sonriente.
Este sentimiento de paz y rebosante de amor es tan extraño que no termino de sentirme cómoda, me gusta sentirlo pero creo que no lo merezco, que esto solo es otro engaño del universo.
Que en cualquier momento despertaré y estaré devuelta en mi asquerosa vida.
Todo ha ido tan bien últimamente que no me lo creo.
Volvemos a besarnos durante un rato dejando en el olvido la película, la cuál retomaremos después, estoy segura que Lisa me reclamará por distraerla.
Así han sido nuestros días últimamente, salidas con las chicas, pequeñas citas entre nosotras, quedarnos hasta tarde en la escuela, incluso ya me siento cómoda en aquel sitio. Todo mejoró de un momento a otro, incluso le comenté a Nayeon sobre mi incertidumbre con este repentino cambio pero me dijo que me relajé y lo disfruté.
Y por más que quiero no puedo, estoy en un constante estado de alerta todo el tiempo, esperando por lo inesperado.
Inmersas en nuestro momento de amor, uno leves toques en la puerta de Lisa llaman nuestra atención.
—¿No dijiste que tú mamá no estaría en casa? —Pregunto en un murmuró, bajandome de su regazo.
—Se supone, los sábados trabaja todo el día. —Dice Lisa frunciendo el ceño.
Al abrir la puerta una alta figura con rebeldes cabellos castaños nos mira fijamente, sonriendo pícaramente al momento de darse cuenta de nuestro estado. Sonrojadas, con la ropa arrugada, posiblemente los labios hinchados, y peor aún, completamente solas.
No es de extrañar que Tzuyu nos mire así.
—¿Estoy interrumpiendo algo tortolitas? —Pregunta burlona, entrando a la casa sin siquiera pedir permiso, como quiera no lo necesita.
Estas dos parecen hermanas.
—Sí, la verdad sí. ¿A qué has venido poste? —Lisa camina detrás de ella, siguiéndola a terminar de sentarse en el sofá, justo en medio de Lisa y yo.
Y ahí quedó el momento romántico.
Inconscientemente ruedo los ojos, tapándome completamente con la cobijas para recostarme a seguir viendo la película, presiento que Tzuyu se quedará por un buen rato.
—Uy tu, cuánto cariño, encima de que te hago estos favores. —Miro de reojo como Tzuyu saca una bolsa de plástica de dentro de su abrigo, con el logo de una farmacia local.
—Oh cierto, había olvidado que te lo pedí. —Lisa toma la bolsa abriéndola y analizando el conteniendo.
Inevitablemente pienso en los que hablamos yo, Nayeon y Rosé hace unos días, sobre la receta de Lisa. Todo ha estado tan bien estos días que me he olvidado de ese pequeño detalle que no debería preocuparme tanto, la misma Rosé me dijo que no era nada tan grave, debería estar relajada pero algo me huele mal en todo esto.
—Fue más de lo que creí, las pastillas que te recetó la doctora subieron de precio.
—Lo que me faltaba, no es como que tenga tanto dinero para que me pase esto. —Resopla Lisa exasperada. — ¿Cuánto te debo, bro?
—No te preocupes, no fue mucho de hecho, déjalo así.
—¿Cómo crees? No quiero que andes malgastando tu dinero en mi.
—Eres mi hija, acuérdate. Tengo que cuidarte sino Sana me pide el divorcio. —Dijo Tzuyu dándole unos golpecitos en la espalda a Lisa, la misma sonríe disimuladamente.
—Gracias, algún día te lo pagaré.
—Hazlo cuando seas la mejor escritora del mundo, al fin y al cabo no es como que el dinero me haga falta. —Exclama Tzuyu encogiéndose de hombros.
—Quisiera tener tu humildad.
Sin pedir siquiera permiso Tzuyu toma otra de la cobijas envolviéndose con ella, tras quitarse su abrigo y dejarlo tirado en el suelo. Quedándose muy cómoda enmedio de nosotras. Lisa no se molesta ni un poco en ocultar su expresión de desagrado.
—Oye Tzuyu... ¿Sabes que es lo mejor de las visitas?
La taiwanesa niega, tomando unos de los chocolates que teníamos en la mesa.
—¡Es cuando se van querida amiga! Ahora lárgate de mi casa. —Exige Lisa sin tacto.
—¡Lisa! —Le reclamo viéndola severa, está bien que yo también quiera estar sola con ella, pero tampoco debe hablarle así a su amiga.
Aunque sin problemas le hablaría así Nayeon.
—¿Por qué quieren estar solas? ¿Acaso van a... —Tzuyu mueve las cejas jueguetona.
Siento mi cara arder al instante en que recuerdo lo que estabamos haciendo hace tan solo unos minutos, y pienso que lo que cree Tzuyu no es una realidad tan remota.
A su vez Lisa también está terriblemente sonrojada, y con el celo fruncido.
—¡P-Por supuesto que no es por eso! ¡Solo no te quiero aquí, sácate! —Diciendo eso Lisa patea a Tzuyu fuera del sofá, está cayendo encima de la mesa de los snacks, regandolos por doquier.
¡Genial ahora tendré que recoger eso!
Exhalo desesperada viendo cómo Tzuyu se abalanza contra Lisa, empezando a pelear cuál niñas pequeñas.
Lo que me faltaba, pasé de tener mi momento íntimo con Lisa, a verla jugar con su amiga de universidad, realmente necesito a Sana aquí.
—Lili, ¿Me prestas tu teléfono? —Pregunto tomando el artefacto.
—¡Claro agárralo, ya sabes la clave! —Me grita mientras le pica las costillas a la taiwanesa.
Ruedo los ojos desbloqueando el teléfono, sonriendo enternecienda al ver el fondo de pantalla de Lisa. Una hermosa foto de nosotras dos juntas después de un día de habernos saltado las clases, y terminamos yendo a comer helado al centro comercial, en la foto Lisa tenía su nariz sucia por el postre y yo pegaba mi mejilla junto la suya.
A falta de tener un teléfono propio, me la paso usando el de Lisa casi todo el tiempo, o tomandonos fotos a pesar de que Lisa no es muy de ellas. Han sido muchas las veces en las que nos tomo mas de veinte fotos y cuando vuelvo a revisar su teléfono solo quedan 4, y la mayoría están recortadas, dejándome solo a mi en la foto. Eso es algo más que me preocupa, me parece bastante raro pero cuando le pregunté a Lisa al respecto simplemente me dijo que yo era muy bonita.
Evadiendo el tema como siempre.
Tras mandarle un mensaje a Sana para que venga por su mujer, me dispongo a revisar la galería como es costumbre.
La galería de Lisa consta de solo cuatro cosas, fotos y videos de idols, fotos con su familia o amigos, fotos de perros y gatos de la calle, además de los suyos, y fotos de nosotras. Tiene una carpeta especial para guardar cada momento que tenemos juntas.
"Mi Nini🐻💕."
Así es como tiene nombrada tal carpeta, aún siendo un detalle tan pequeño e insignificativo me hace sentir plena. Dejando eso de lado hurgo en las demás carpetas, entrando a la generada automáticamente por Whatsapp.
Me encanta ver las imágenes tontas que se mandan ella y sus amigas, incluso una vez Moonbyul mandó un video de cómo le puso zapatos a un gallo.
Río inconscientemente escuchando el ruido de fondo, aún entre el desorden de ese par escucho la puerta ser abierta.
Pero de un momento a otro el comedor se llena de silencio.
Al levantar la mirada, me topo con Tzuyu tomando estrangulando a Lisa, pero viendo fijamente a la puerta con una expresión llena de terror, asimismo Sana a llegado, y no se ve nada contenta.
—¿Se puede saber que le estás haciendo a mi retoño? —Espesta Sana cruzándose de brazos, y cerrando con fuerza la puerta detrás suyo.
Tzuyu suelta a la tailandesa de inmediato.
—¡Ella empezó! —Gritan el par al unisono, señalándose.
Sana alza la mirada, arqueando una ceja hacia mi, cuestionandome de forma silenciosa que le diga la verdad.
—Fueron ambas.
Las carcajadas salen por si solas cuando Sana se apresura a ir tras ellas, antes de que se atreven a correr. Las toma a ambas de las orejas, y yo solo escucho sus quejidos y lloriqueos, así como los regaños que les da la japonesa.
Y viendo esa imagen, pienso, en lo que mucho que desearía que estos momentos, durarán para siempre.
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