Capítulo 12
—¿A dónde crees que vas?
La mano de Nayeon sujetando mi hombro impide que pueda salir del salón, volteo a verla, está junto a Rosé, ambas parecen bastante preocupadas.
No es para menos, durante las primeras tres horas de clase me han estado regañando los profesores por quedarme dormida, y lo más extraño, por yo gritarles que dejen dormir, no soy alguien respondona, mucho menos que le falte el respeto a los profesores. Menos mal me lo dejaron pasar si no ahora mismo estaría en casa sufriendo quien sabe de cuantos golpes.
Todos en el salón se han ido, no sin antes darnos una mirada curiosa, por no decir chismosa, a nosotras.
—A almorzar, tengo hambre.
—No me vengas con eso.
Suspiro cansada, sabía que este momento llegaría pero esperaba posponerlo más tiempo.
—Llevas toda la mañana ignorándonos, y para colmo veo que estas muy amistosa con Yoongi. —Dijo Rosé bastante seria cruzándose de brazos.
—¿Conoces a Yoongi? —Pregunto sorprendida.
—¡Por supuesto que lo conocemos! —Nayeon señala afuera del salón, como si el mismo coreano estuviera afuera. — ¡Él es el amiguito de Woojin!
—Podrías ser más específica, sabes. Woojin tiene muchos amigos.
—Es el mismo chico que hizo que delatara a Jimin. —Exclama Rosé adaptando su expresión de indiferencia. Nunca puedo adivinar realmente que está pensando, puede estar así cuando está contenta, enojada o preocupada.
Maldita sea su cara de póker.
—Sigo sin verle lo malo, si me defendió fue por algo, seguro que él no es igual a Woojin. —Digo no muy segura de mis propias palabras.
—¿Cómo puedes estar segura de ello? En sexto grado yo seguía creyendo que mi querido primito era un santo hasta que lo descubrí levantándole la falda a mis compañeras.
—Además te recuerdo que tú fuiste una de las que desconfió de el cuándo te contamos lo de la expulsión de Lisa. —Nayeon ríe sin gracia. — Y ahora estas defendiéndolo, ¿Cuánto tienes conociéndolo?
—Nos conocimos esta mañana. —Avergonzada froto mi brazo, mirando fijamente el suelo.
—¿Ves? Estas siendo irracional ahora mismo.
—Y eso no es lo único. —Siento la intensa mirada de Rosé puesta en mí, ya sé lo que viene. — Algo raro te ha pasado en toda la mañana, haz estado más callada de lo normal, le contestabas a los profesores, nos ignoras. —Ahora siento su mano posarse en mi hombro, obligándome a levantar la cabeza. — Y puede que Lisa me haya informado sobre algo que te ocurrió en la mañana.
Siento una rabia extraña que opaca la preocupación por que las chicas sepan sobre las cosas que ocurren en casa, conocen toda la historia ahora, pero eso no significa que me guste ir por ahí contándoles absolutamente todo, aun me avergüenzan esas miradas lastimas que tienen.
Lo que me desconcierta no es la flameante rabia, sino a quien va dirigida.
Lisa se atrevió a contarle a Rosé sobre lo que ocurrió en la mañana, por dios tiene sentido, pero eso es un tema privado, es algo sobre mí, debió esperar mi autorización para comentarle a cualquiera sobre ello.
Ella ni siquiera sabe lo que realmente pasó, puede que simplemente haya tenido una mala mañana, o hasta podría haber estado mal por una infección estomacal, que sé yo.
Nada le da el derecho de ir contando lo que me ocurre por ahí.
—No es nada.
Otra vez trato de salir del salón, esta vez lo que me detiene no es una mano, sino las palabras de Rosé.
—¡Deja de huir, solo queremos ayudarte!
Doy la vuelta hecha humos, tal vez la rabia que siento en estos momentos por Lisa es lo que está afectando mi cerebro, estoy segura de que nunca actuaria así con nadie.
Nunca me revelaría.
—¡Estoy bien, no necesito su maldita ayuda! ¡No soy una jodida niña a la que tiene que supervisar, no quiero su jodida lástima! —Lágrimas de coraje no tardan en salir de mi.
Estoy haciendo mal, ellas no están haciendo nada malo, solo se preocupan por mí, como las amigas lo hacen. Debería estar agradecida, me están tendiendo la mano para que deje salir mis frustración y temores, y así poyarme en ellas.
Ya les he contado sobre Harold.
¿Qué más da que sepan sobre mi padre?
No, no puedo hacerlo, no quiero que me llamen asesina.
Me culparán, me dirán la mala persona que soy, que soy una pésima hija, una pésima amiga, una pésima hermana, una pésima.... Amante.
Soy una asesina, una asesina, lo mate, lo mate, no merezco su cariño.
—¡Jennie, por amor de dios! —Nayeon levanta los brazos exasperada, me encojo en mi lugar cubriendo mi cabeza con los brazos.
No me golpes, no me golpes.
He sido buena.
—¡Perdón! —Grito cubriéndome, pero dispuesta a recibir lo que merezco.
El silencio es lo que recibo en vez de golpes, que raro, ya debería tener el cuerpo caliente por la golpiza.
Harold nunca hace caso a mis disculpas...
Me descubro la cabeza viendo frente a mí a unas sorprendidas Nayeon y Rosé, la primera tapándose la boca arrepentida.
Es por eso que no he recibido golpes, no estoy en casa, estoy en la escuela con mis amigas, las últimas personas que se atreverían tocarme.
—Tu creíste que te golpearía... —Murmura Nayeon comenzando a llorar.
—Lo siento. —Me levanto rápidamente, angustiada.
¿Cómo pude reaccionar así?
—Jennie, está bien, es normal. —Rosé trata de tomar mis manos, pero las apreso en mi pecho.
Nayeon sería incapaz de hacerme eso.
¡Ella no es como Harold!
¡¿Cómo puedo siquiera pensar que ella haría eso?!
¡La estoy insultando!
¡No debo actuar así!
—Jen, tranquila, ven, yo fui la que actuó mal. —Nayeon se seca las lágrimas sonriéndome falsamente, trata de fingir que no le afecta, quiere hacerme creer que está bien.
No, nada está bien.
Hago sentir mal a todos.
—Lo siento, enserio lo siento.
No lo pienso mucho antes de salir corriendo del salón, me dan igual los hombres que toquetean mi trasero mientras paso, me da igual que todos me vean llorar, solo quiero desaparecer.
Mi madre tiene razón, mi mera existencia le hace daño a todos.
La vida de los demás sería mejor sin mí.
Sigo corriendo hasta que estoy fuera de la escuela, he dejado mi mochila entre otras cosas allá, seguramente alguien ya se ha robado algo, o los chicos están hurgando entre mis pertenencias buscando alguna prueba de que soy una prostituta cualquiera como ellos creen.
¿Exagerado? Para nada.
A veces lo que parece una exageración no es más que una forma linda de contar la realidad de las cosas.
Algo más calmada, pero con mis lágrimas frescas, veo donde estoy. Es un modesto vecindario, hay algunas casas con las capas de pintura caídas, algunas son solamente unas paredes de ladrillos.
Reconozco este lugar.
Finalmente me doy la vuelta encontrándome con lo que temía, la casa de Lisa, y lo que es peor, a unas casas antes viene ella junto a una niña pequeña.
Mi primer instinto es correr, para que ella no pueda ver el desastroso estado en el que estoy, no quiero recibir su lastima también, pero en cambio, me mantengo inmóvil, es como si realmente quisiera ser notada.
Lo único que hago es molestarla, debe tener cosas más importantes que lidiar con su maltratada... ¿Amiga?
Pero mezclándose con todas esas emociones que me hacen sentir menos, una pequeña gota de coraje va creciendo para opacarlas.
Contra todo pronóstico, avanzo a paso firme hacia esa ella.
—¿Jennie? —Me llama a la lejanía cuando nota mi presencia, la pequeña que viene con ella me mira curiosa.
La tomo del cuello de su playera gris, atrayéndola a mí.
—¡¿Con que derecho vas hablando de mis problemas con todo mundo?! ¡No debiste hablar de eso con Rosé! —La zarandeo sin lograr moverla mucho, Lisa es por mucho más fuerte que yo, y toma mis muñecas deteniéndome.
—Jennie, cálmate por favor. —Suplica preocupada, voltea a ver a la niña momentáneamente. — Nina, ve a la casa, dile a mi mamá que me quedé platicando con alguien.
—¡Mi vida privada no es algo que debas compartir! —Por el rabillo del ojo veo a la pequeña salir corriendo, pero no me importa mucho. Estoy cegada. — ¡Te he confiado toda mi vida como para que hagas esto!
—Jennie, Jennie, amor, escucha.
Me niego a escucharla, no quiero hacerlo, me siento usada, traicionada, no sería la primera vez que Lisa habla sobre esto con sus amigas. Si antes sabía de mis problemas en casa fue por Sana, sabrá dios que tanto han comentado sobre mi entre ellas.
—¡No quiero oírte, eres una traidora!
—¡Jennie! ¡Por un carajo cálmate! —Lisa grita apretando mis muñecas, el brusco agarre es suficiente para traerme de vuelta.
Lisa tiene el rostro contorsionado en preocupación y desesperación pura, manteniendo la mandíbula tensa. Veo sus manos tomando las mías tan fuerte como nunca antes, es doloroso, siento mi rostro aún húmedo por las lágrimas.
—Suéltame... —Murmuro en un hilo de voz. Ella rápidamente se da cuenta de la fuerza con la que me sujeta y me suelta.
—¡Lo siento, no quería lastimarte!
Ahora sus manos cubren mis mejillas limpiando los rastros de lágrimas que quedan, en su mirada se refleja el dolor, no es lastima como creí, es como si ella sintiera el mismo dolor desgarrador que yo, y me compadeciera por ello.
—¿Qué ocurrió? ¿Acaso hice algo malo?
Desvío la mirada al suelo aun, no molesta, sino herida.
¿Será que estoy exagerando?
Me rehúso a contestarle.
—¿Qué pasó? ¿Es lo mismo que la mañana? ¿Te hicieron algo en la escuela? —El tono angustiado en su voz me lastima, no me gusta verla así.
—Dime por favor cual es el mal, no soporto verte así. —Suplica.
—¿P-Podemos entrar a tu casa?
—¡Por supuesto, lo que tu necesites!
La cálida palma de Lisa rosa con la mía, sujetándome fuertemente en nuestro camino a su hogar, no escucho mucho cuando le grita a su madre que estará en su habitación con una amiga, estoy bastante ocupada avergonzándome por toda esta situación. Estoy en casa de Lisa por primera vez, es la primera vez que vengo y todo por culpa de mis estúpidos ataques.
O por sus propias estupideces.
No es que tenga quejas, siempre quise visitar el hogar de la mujer que quiero, pero que haya sido en estas circunstancias le baja puntos.
La casa en si es pequeña, algo vieja puedo decir, la pintura cae de algunas paredes, aun así, se puede sentir el aire familiar.
Y su habitación... Es exactamente un reflejo de ella.
Paredes azul rey decoradas con posters de bandas que desconozco, estantes repletos de juguetes u otras cosas, sábanas negras, un ambiente cálido. Demasiados peluche sobre los estantes, un escritorio con una laptop encendida, el corazón se me encoge cuando veo su fondo de pantalla.
Somos nosotras almorzando en la cafetería.
Lisa camina hasta su cama donde se deja caer violentamente de espaldas, seguido da pequeños golpes en el colchón, alentándome a seguirla.
—¿Finalmente me dirás que pasó? —Dice cuando en vez de sentarme, me acuesto sobre ella recostando mi cabeza en su pecho.
La siento tensarse, momentáneamente se relaja.
Tal vez siga enojada pero es imposible para mi estar alejada de ella, sin importar la situación, es reconfortante tenerla cerca.
—Son cosas del pasado... Tranquila no pasó nada malo con Harold hoy.
—¿Y en la escuela? Nunca te has escapado, ni siquiera cuando los chicos te... Pues ellos te... Ehm eso. —Su mano empieza a repartir caricias por todo mi cuero cabelludo, relajándome inmediatamente, rodeo su cuello con mis brazos inhalando su fragancia, de hecho toda su habitación huele a ella, junto un fuerte olor a gato, no es desagradable realmente. — Y también me gustaría saber porque estas enojada conmigo...
—No me sentía muy bien, tuve una pesadilla.
—¿Pesadilla? ¿Sobre qué?
Suspiro pesadamente.
Genial, esta es justamente la parte a la que no quería llegar. No quiero escuchar a Lisa llamarme asesina, no podría soportarlo, pero tampoco quiero seguir ocultándoselo, después de pasar todo su tiempo velando por mi bienestar lo mínimo que puedo darle es sinceridad.
Tal vez puedo, distorsionar un poco la verdad.
—Harold no es mi padre biológico. ¿Lo sabes cierto? —Siento como asiente. — Pues lo que nunca te he contado es que... Mi padre murió cuando tenía cinco años.
—Jennie lo siento, no tenía idea, está bien si no quieres hablar. —Responde Lisa de forma atropellada.
—Está bien. —Me levanto de su pecho, apoyando mis brazos en su pecho, viéndonos cara a cara. Su ceño fruncido me demuestra lo preocupada que esta por haberme molestado. — Quiero decírtelo.
Estirándome un poco depósito un besito en sus labios, quedándome ahí un momento disfrutando de su sabor. Hoy tienen un sabor fresa, debe ser por el humectante que le regaló Moonbyul el otro día.
En la mayoría de nuestros besos Lisa es demasiado tímida, sin atreverse a subir de nivel, soy yo la que debe tomarle las manos para que las ponga en mi cintura, soy yo quien muerde su labio para profundizar el beso, y mayormente soy yo quien se atreve a dar muestras públicas.
Realmente me gusta que sea así de sumisa, su timidez me parece en exceso a adorable, y estoy más que dispuesta a enseñarle lo poco que sé sobre relaciones amorosas.
Aunque aún sigo dudosa sobre lo que somos.
Termino el beso volviéndome a recostar en su pecho, Lisa continúa con las tiernas caricias.
—Murió en un accidente automovilístico, íbamos en camino visitar a unos parientes cuando un tráiler se estrelló contra nosotros. Por suerte papá logró desviarse a tiempo para salvarlos a mi madre y a mí... —Explico sintiendo mi voz quebrarse con cada palabra, mis ojos pican amenazantes de llorar, de nuevo. — Pero nadie pudo salvarlo a él.
Lisa toma asiento inesperadamente en la cama cuando empiezo a llorar en silencio, sentándome en su regazo y apoyando mi cabeza en su pecho, sus brazos me sujetan firmemente.
Aquí estoy, nunca me iré.
Es lo que trata de decirme con ese abrazo, la tailandesa en susurros me dice que llore todo lo que necesite, y le hago caso.
—¿Y qué fue lo que hice? —Pregunta Lisa de rato dudosa de estar arruinando el momento.
—¿Por lo de hace rato?
—Yep.
—¿Por qué le contaste a Rosé lo que ocurrió en la mañana?
Nuevamente la siento tensarse, saco la cabeza de su pecho mirándola fijamente.
—Porque me preocupas, solo le dije que aparentemente algo malo te había pasado y quería que te cuidara por mí.
Oh... Ahora me siento muy mal.
—No tienes ni la más mínima idea de lo horrible que han sido estos días fuera de la escuela. Debo llenarle el buzón de mensajes a las chicas preguntando por ti para poder estar tranquila, odié estar aquí descansando mientras tu estas vulnerable haya. —Lisa se lleva el cabello para atrás exasperada. Sus ojos se cristalizan.
—Lo siento. —Ahora soy yo quien atrae su cabeza a mi pecho, me dejo caer de espaldas a la cama, ella está arriba mío pero siento como pone fuerza en los brazos, no quiere aplastarme. — Entiendo que te preocupes, pero por favor mantén estas cosas solo entre nosotras. Me incomoda que todos sepan sobre lo que me ocurre. Y también perdóname por hablarte así.
—No hay problema te entiendo.
Nos quedamos en un para nada incómodo silencio que uso para seguir llorando.
Lo sé, soy una bebé que llora por cualquier cosa, lo que me ocurre no es gran cosa comparado a todo el daño que yo he causado.
Hago mi mejor esfuerzo por llorar en silencio para no llamar la atención de la madre de Lisa, así estoy un buen rato recibiendo dulces palabras de su parte y uno que otro beso en la cabeza hasta que veo la puerta ser abierta. Lisa se sienta rápidamente atrayéndome a ella, para hacerme sentar a su lado.
Una pequeña bola de pelos entra corriendo seguida de otras hasta la cama.
—Lisa, tu mamá me dijo que te los trajera. —Los ojos de la esa niña se asoman por la puerta, sin atreverse a entrar por completo.
Los felinos pasan de mi buscando la atención de su dueña al restregársele encima, son tres diferentes, son Leo, Louis y Lego si no mal recuerdo.
Lisa ya me había hablado de ellos, pero realmente es la primera vez que los veo, me parecen familiares, como si ya lo hubiera visto antes
—Gracias Nina. —Exclama la castaña sonriente.
Así que se llama Nina, lindo nombre, se nota que son parientes, ambas tienen esos rasgos extranjeros y ojos bastante claros.
Obvio nadie le gana a los de mi Lis.
—¿Ya podemos jugar? —Suplica Nina entrando finalmente a la habitación. Discretamente me limpio las lágrimas, no me gustaría que nadie más me vea llorar.
—Nina, aún estoy ocupada, ve un rato más con Chitthip
—Ella está desocupada. —Interrumpo a Lisa, moviéndome hacia la pequeña, los gatos huyen rápidamente cuando los toco sin querer. — Bajará a jugar contigo en unos minutos, espérala abajo.
Le sonrío a Nina, ella olvida su timidez para brincar emocionada y salir rápidamente, escucho sus ruidosas pisadas junto varios gritos emocionados.
¿Habrá sido igual Lisa en su niñez?
Nunca he visto alguna foto suya de joven, ahora que estoy aquí sería buen momento para que su madre quisiera mostrarme un vergonzoso álbum de fotos antiguas, pero supongo que eso solo pasa en las películas.
—¿No me la vas a presentar? —Pregunto ladeando la cabeza.
—¿Por qué le dijiste eso? No quiero ir, quiero quedarme más tiempo contigo.
No dejo de mirarla, insistiendo en que responda mi pregunta. Lisa resopla antes de hablar.
—Ella es Nina, es mi sobrina, esta semana que no he ido a clase paso por ella a la escuela. —Explica.
Asiento contenta con su respuesta.
—Pues como tu sobrina quiere pasar tiempo contigo, le dije eso. No es tu responsabilidad quedarte con tu chillona novia. —Digo tristemente jugando con los dedos de su mano, hasta que me doy cuenta de lo que dije.
Novia.
La he llamado novia.
—Lo siento, no quise decir eso, perdóname. —Mis angustiadas palabras son interrumpidas por sus suaves labios sobre los míos.
—Deja de decir que eres una responsabilidad, fácilmente podría dejarte sola cuando me plazca, pero no quiero hacerlo. Y hoy tampoco haré eso. —Exclama Lisa mirándome determinada. — Si voy para allá, será contigo.
—¿Que? No, Lisa, No. —Niego. — No quiero molestarlas.
—Por favor Jennie.
Lisa chilla apretando un poco mis manos entre las suyas, los gatos se acercan tras el chillido de su dueña, uno de ellos que supongo es Leo, comienza a restregarse contra mi pierna de una forma tierna.
Bueno creo que le agrado a los hijastros.
Suspiro desviando la mirada.
—¿Estás segura?
—Muy segura.
Con un último beso bajamos con una gran incertidumbre de mi parte, seguí a Lisa tomada de su mano hasta la sala, donde Nina yacía en el suelo acomodando diferentes peluches en los sillones, en medio de la sala en una modesta mesa de madera reposaban instrumentos de cocina de juguete.
Desde la cocina observo como la madre de Lisa está cocinando algo, siempre pendiente de la pequeña niña, la saludo tímidamente cuando llegamos a la sala.
—Hola Jennie, es un gusto conocerte finalmente. —Secándose las manos con un trapo, la madre de Lisa sale de la cocina hasta llegar a nosotras.
—Mucho gusto, señora. Gracias por recibirme. —Sonrío genuinamente.
La mujer es algo bajita, un poco menos que yo, algo llenita con lindos cabellos castaños que llegan a sus hombros. Piel algo morena rebosante de juventud, debe tener más de 40 años pero luce más viva que yo.
—¿Saliste temprano de la escuela? —Pregunta tomando asiento en un sofá individual.
—Uhm... Sí, algunos profesores faltaron. —Nerviosamente sigo a Lisa a sentarnos en el suelo junto su sobrina. Que sigue arreglando los peluches como si estos fueran el público esperando a ver un show.
—Qué lindo que hayas querido venir a visitar a Lisa, me dice que gracias a ti ha salido más.
—¡Mamá! —Grita Lisa poniendo su dedo índice frente sus labios, señal de que se calle.
—¿Acaso Lisa no sale? —Veo de reojo a Lisa insistirle a su madre con esta seña, mas sin embargo su madre la ignora.
—Claro que sí, pero muy poco, varias veces les cancelaba a sus amigos las salidas. Ya sabes que es algo reservada. —Ante las palabras de su madre, la tailandesa se cubre el rostro, avergonzada.
—Si es reservada pero creí que se juntaba mucho con sus amigos.
—Claro que lo hace, no va ningún lado si no es con ellos, solo que últimamente no lo hace.
—Mamá — Esta vez las palabras de Lisa son escuchadas, causando que la señora Manoban se disculpe por hablar demasiado.
— ¡Lisa, Lisa! ¡Juguemos a la cocina! —Nina llega a jalar el brazo de Lisa, para darle un plato de juguete.
Vuelve a la mesa rápidamente tomando otros dos junto unos vasos, sus pequeñas manos apenas pueden con los objetos, se apresura a darle un conjunto de vaso y plato a la señora Chitthip, le da un vaso a Lisa, y viene conmigo, sonrojada sin atreverse a mirarme extendiéndome las cosas.
Dudosa miro a Lisa que asiente para que lo tome.
—Gracias. —Le sonrío genuinamente, aumentando el sonrojo de Nina.
Es tan tierna, me recuerda mucho a Rima, la extraño.
Me hubiera gustado ir a casa solo por el hecho de que Rima inmediatamente me abrazaría y me llenaría la cara de besitos.
Escuchando como me dice: "Esta bien Jennie, yo te cuido. ¡Soy la superhéroe Rima, mejor protectora de hermanas!"
Nina tiene reflejada la misma sonrisa que ella.
Me pregunto qué tan cercana será con Lisa.
El resto de la mañana la pasé jugando junto la pequeña Nina, que nos traía cazuelas y jarras vacías fingiendo que nos servía comida, Lisa de vez en cuando ignoraba el juego queriendo conversar conmigo, pero cuando Nina lo notaba inmediatamente la acusaba con su madre.
—¿Te la estás pasando bien? —Pregunta Lisa luego de que me haya reído de como Nina regaña a Chitthip por no comerse su comida invisible.
—Por supuesto. —Me acerco más a ella hasta que nuestros hombros chocan. — Estoy acostumbrada a tratar con niños, especialmente me gusta hacerlo.
—Puedo notarlo, tienes un toque especial con ellos. A veces no puedo soportarlos.
—Se nota. —Río golpeando su hombro juguetona.
—Oye no es mi culpa, yo no nací con ese instinto maternal.
—Yo tampoco, a decir verdad, odié mucho a Rima cuándo nació.
— ¿Enserio? —Exclama sorprendida. — Pero si la tratas como una hija.
—Sigue siendo mi hermana. —Suspiro viendo Chitthip fingiendo disfrutar de la pasta de aire. — Así que como cualquier hija única consentida, me sentí terriblemente atacada.
—Uhm... No es que quiera ofenderte o algo, pero me parece imposible que hayas sido la consentida de tus padres. —Explica Lisa nerviosa rascándose la nuca.
Ouch. Eso realmente fue un golpe duro, razonable pero duro.
—Fui la consentida de mi padre desde siempre, me compraba todo lo que quería, jugaba conmigo sin importar que tan cansado estuviera, me preparaba ricas comidas. De hecho creo que me cuidó mejor que mi madre. —Sonrío de lado decaída. Trago pesadamente el nudo que está en mi garganta. — Incluso cuando el murió y mi madre decidió casarse con Harold, el me mimaba mucho a pesar de las protestas de mi madre. Hasta que Rima llegó...
Chitthip se levanta apresurada tomando la mano de Nina, que da brinquitos tocándose la entrepierna.
—Nina, el baño está en el fondo, ¿Vas sola o que acompaño?
—Acompáñame, tu casa miedo. —Ruega la castaña jalando de la mano de la mayor.
Chitthip voltea a vernos.
—Deja acompaño a la niña, ahorita vengo. —Nos informa mirándonos a las dos.
Ambas asentimos de acuerdo.
Cuando hemos comprobado que la madre de Lisa se ha alejado, la tailandesa rápidamente me roba un beso en la mejilla, tomo su mano, anhelando su cariño desde hace rato.
—¿Quieres seguir contándome? —Murmura contra mi mejilla, dejando otros pequeños besos antes de despegarse. Asiento nuevamente apretando un poco su mano.
—Cuando Rima llegó, fue que todo cambió. Harold empezó a ser muy sobreprotector con ambas cuando ella nació, me prohibió ponerme faldas o vestidos encima de las rodillas, no podía juntarme con niños, y me regañaba por cualquier mínima cosa. Pero a Rima nunca le prohibieron nada de eso, ahora mismo lo agradezco, pero en ese entonces la odiaba por ello. ¿No soy una pésima hermana por eso, o sí?
—Claro que no. —Lisa niega efusivamente. — Mas bien me sorprendería que no te hayas sentido así en el pasado.
Contenta por su respuesta recargo la cabeza en su hombro cerrando los ojos.
—¿Cuando fue que empezaste a quererla entonces?
—Un día Harold había llegado extremadamente molesto del trabajo, lo acababan de despedir, y fue directo a golpearme. Incluso le dio una cachetada a mi mamá esa vez... Pero cuando vi que le levantaba la mano a Rima, no pude permitirlo. Recibí más golpes de los normales ese día por protegerla.
Siento el cuerpo entero de Lisa tensarse con cada palabra que digo, rodea mi cintura con su mano derecha, limitándose solo a eso, sé que si estuviéramos a solas ya me tendría en su regazo para consolarme tal y como me gusta.
—Por eso la adoro, ella es todo lo que me hubiera gustado para mí, linda familia, linda casa, linda vida escolar. —Vuelvo a tragar el nudo de mi garganta, antes de revisar si todavía no viene la señora Manoban.
—Y por eso ella te adora, enserio no entiendo a todos esos imbéciles que te juzgan, si eres alguien maravillosa. —Los ojos de Lisa brillan al hablar.
Tomo su rostro entre mis manos, acercándonos a pocos centímetros una de la otra.
—Con que tu creas que lo soy, tengo suficiente.
Rozo sus labios con cuidado, tomando un poco del labio inferior entre mis dientes.
—No lo creo, es que lo eres.
Sonrío por última vez para continuar besándonos un rato antes de que Chitthip vuelva.
No me gustaría que me vea haciendo esto con su hija.
[...]
Acabando de guardar la nota en el sobre, se apresuró a ir a tocar puerta de la morada de los Kim, sabiendo que nadie se opondría a su llegada.
La puerta fue rápidamente abierta por Chaewon Kim, quien sonrió agradablemente como pocas veces en su vida.
—Oh vaya, ¿A que debo tu visita? —Pregunta haciéndose a un lado, para dejar entrar a aquella persona.
—Nada importante, solo quiero dejarle algo a Jennie.
—Adelante, su recámara es la primera al subir las escaleras, entra con toda libertad.
Siguiendo las indicaciones de Chaewon, subió las escaleras directamente a la habitación de la mencionada, un potente olor a suavizante inundó su sistema respiratorio.
Caminó lentamente por alrededor de la habitación tocando e inspeccionando todo lo que quisiera, hasta llegar al marco de la ventana, donde dejó cuidadosamente colocado el sobre.
Sonrío macabramente yendo a tomar algo de un cajón, el cajón de la ropa interior de Jennie.
Llevó la prenda a su nariz, inhalando profundamente su fragancia.
Sin lugar a dudas, Jennie Kim sería suya.
•
•
•
Ahora empecemos con las preguntas, ¿Quien será esta persona que entra a la casa de Jennie?
Para descubrir les sugiero que voten y comenten mucho, las historias con más apoyo son dónde tardo menos en actualizar.
Bye🐺🐻
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro