Capítulo 11
Aunque pase el tiempo, nunca se vuelve sencillo lidiar con los espantosos recuerdos del pasado, sobre todo si estos te visitan todas las noches en forma de horribles pesadillas, solo para recordarte que sin importar cuanto crezcas, cuanto te alejes, o cuan inocente seas, te perseguirán por siempre.
Sientes la fría nieve golpear tu piel atreves de la ventana que olvidaste cerrar, y te sientes como aquel entonces.
Se siente como el día que perdí todo.
Debo morder la funda de la almohada para callar los gritos desesperados, aun si esto lastima mis dientes, debo dejar que las saladas gotas de agua escapen para poder salir de este horrible episodio.
Él está aquí conmigo, susurrando que todo fue mi culpa, y tiene razón.
Fue mi culpa que se haya ido, fue mi culpa que muriese, si nunca hubiese dicho nada el seguiría aquí conmigo.
Si no lo hubiera estado molestando con mis tontos comportamientos de niña, no habrías chocado contra ese camión.
El no habría muerto.
Suelto la almohada dejando que mi estruendoso llanto se escuche por toda la casa.
Los gritos de mi madre diciendo que me calle no tardan en llegar, junto con Harold que viene preocupado a ver que me pasa.
Me abraza por más que no lo quiera, me abraza protectoramente como siempre debió de hacerlo, acariciando mi cabello diciendo que todo está bien, que el está conmigo.
Tiemplo bajo su tacto.
No, nada está bien, mis moretones frescos me lo dicen, el vacío de cosas en mi cuarto me lo dice, el espejo roto sin arreglar me lo dice, y también me dicen que lo merezco.
Merezco ser lastimada, merezco vivir en un constante miedo, merezco todo esto porque yo maté a mi padre.
[...]
Carajo, la nieve está empeorando.
Aun no puedo entrar a clases, faltan como unos como unos cinco días para que pueda volver, cinco días en los que he hablado poco con Jennie.
Mi madre no me castigó como tal tras la suspensión, sino que en cambio se encargó de mantenerme todo el tiempo ocupada, llevándome con ella para ayudarla en el trabajo, limpiando la casa, ayudando a mi tía con mi prima pequeña.
Tan solo puedo verla a la hora de entrada y salida de la escuela, solamente porque mi madre me da el chance de llevarla.
Molestando siempre con que soy súper tierna por hacer eso.
De todas formas, la vida ha sido un paraíso tras nuestro beso.
Ciertamente fue un infierno volver a casa luego de dejarla en la suya, tener que llegar con mi preocupada madre me rompió el corazón, si hay algo que odio más que ver sufrir a Jennie, es ver a mi madre devastada.
Fuera de eso toda ha estado bien, he tratado de controlar mi consumo de alcohol tal y como Jennie lo pidió, no he bebido nada en lo que va de estas dos semanas, y a cambio he recibido besitos suyos cada que la veo, además de eso hemos hablado por mensaje, ya me explicó que carece de un teléfono por culpa de Harold, pero eso no impide que hablemos por Instagram.
Dejando olvidado a Prince Limario.
Ya no he tenido la necesidad de usar mi cuenta secundaria, ahora puedo decirle todo lo que quiero sin ocultarme bajo un falso nombre, algún se lo diré, tal vez.
Quito toda la nieve que cubre a mi motocicleta con las manos desnudas, odio usar guantes.
Me despido de mi madre viéndola desde la ventana de la cocina lista para partir por las heladas calles de Vancouver, desearía estar durmiendo cálidamente en mi camita, pero no hay de otra, la señora es primero.
De rato llego a la casa de Jennie, encontrándome con Sana y Tzuyu afuera.
—¡Lis! —Grita Sana saludándome efusivamente, Tzuyu solo mueve su mano. — ¿Ya vienes por Jen?
Asiento.
—Aunque hoy no me dijo si quería que viniera, todos los días me avisa antes de que venga. —Digo sacando mi teléfono viejo para revisar nuevamente los mensajes, nada todavía.
Miro a Sana y esta tiene una mueca de indecisión.
Tzuyu le da palmadita en el hombro murmurándole un: "Adelante, amor."
¿Ahora que se traen estas locas?
—Lisa... Algo pasó hace rato en la casa de Jennie. —Exclama finalmente la japonesa mirando el suelo temerosa.
Abro los ojos de golpe corriendo inmediatamente para la casa, pero Tzuyu me retiene.
—¿Que mierda, Tzuyu? ¡Suéltame, debo ir a verla!
—Alto ahí pollo, deja que Sana te explique primero. —Tzuyu me sostiene de los hombros, haciendo un ademán hacia su novia en señal de que hable.
—Bueno... En la mañana la escuché gritando, era claramente ella, lo extraño fue que no escuché ningún grito de sus padres.
Antes de que pueda cuestionarle más cosas al respecto, la puerta de la morada de los Kim se abre, dejando ver a Jennie acompañada de... Harold.
—Cálmate. —Me dice Tzuyu al sentir mi cuerpo tensarse.
Qué fácil es decirlo, no cuando sabes que lastima a la persona que más quieres.
Nuestras miradas se cruzan, Jennie removiéndose incómoda bajo el tacto de Harold sobre su hombro.
Respira Lisa, respira, no es momento para tus tonterías.
Jennie viene corriendo hacia mi fingiendo una sonrisa tensa, el abrazo que nos damos se siente extraño a comparación de otros, no busca mi cariño, busca la seguridad que puedo proporcionarle.
No me molesto en ocultar el enojo que estoy sintiendo por Harold en estos momentos, parece confundido al tener mis pesados ojos sobre él, aun así eso no es suficiente para que se aleje de Jennie.
—Jennie no despertó muy bien hoy, ¿puedo encargártela? —Me pregunta Harold acariciando la espalda de la castaña.
Aleja tus sucias manos de ella.
—Por supuesto.
—Amor... —Llama a Jennie dulcemente, ella lo mira de reojo sin separarse de mi. — Cuídate, cualquier cosa que necesites puedes llamar para que vaya por ti.
Jennie asiente.
—Cuida bien de ella, Lisa. —Me dice serio despidiéndose de Sana y Tzuyu detrás de nosotras moviendo la mano.
Debo dar todo de mi para detenerme de golpearle la cara, concentro la ira hirviente que siento para convertirla en lo que ella necesita. Cariño.
Sigue escondida en la curvatura entre mi cabeza y hombro, mojándome el cuello a causa de pequeños restos de lágrimas, trato de separarla de mi para que pueda explicarme que es lo que le sucede, pero se aferra agresivamente a mi camisa negando.
Suspiro con pena, dándole caricias en la espalda.
Miro de reojo para atrás recordando que aún estamos acompañadas, lo mejor será llevarla a algún lugar con mayor privacidad.
—Nini, mírame cariño, ¿Qué es lo que ocurre? —Le acaricio la mejilla incitándola a salir, levanta la cabeza tímidamente.
—¿P-Podemos ir-nos? —Pregunta con dificultad gracias a las lágrimas, las limpio con ayuda de mi pulgar.
—No, primero dime que ocurrió.
—Por favor... Solo quiero irme. —Suplica amenazando con romper en llanto nuevamente.
La imagen es tan dolorosa que me niego a verla, la abrazo fuertemente para besarla en la coronilla.
—Está bien, haremos lo que tú quieras.
Supongo que, sin excepciones, habrá ocasiones en la que no pueda protegerla, no siempre podré estar a su lado, no puedo encerrarla dentro de una caja de cristal para cuidarla de todos los males del mundo.
Tan solo espero poder salvarla de los mismos demonios que me lastimaron.
[...]
Aun con el tenso ambiente rodeándonos, saludé a Jennie con una enorme sonrisa como siempre. Obviamente respondió con una simple "Hola" sin emociones y la sonrisa más falsa del mundo, no me quejaba, lo que busco en estos momentos es, como Lisa, brindarle un poco de apoyo para lo que sea que necesite.
Lo digo mucho: "Una sonrisa puede cambiar completamente la vida de alguien."
Para mayor comodidad Tzuyu les ofrece que las llevemos a la escuela, Lisa acepta por ambas, de todas formas, Jennie no opone resistencia tan solo aferrándose al costado de Lisa.
Durante el camino Tzuyu me sorprende gratamente al tratar de conversar con ellas, diciéndoles los peores chistes que haya escuchado, mi bebé logra conseguir una diminuta sonrisa de Jennie cuando me golpea en el brazo, quejándose porque no me reí.
—Listo, llegamos. —Dice Tzuyu frenando frente la preparatoria.
—Gracias, bro. Nos vemos luego chicas. —Dijo Lisa saliendo de los asientos traseros junto a Jennie, está se despide dando un cabezazo.
Vaya Lisa se lo pegó.
—¿Quieren salir en la tarde? —Sugiero tomando la mano de Tzuyu sobre la palanca.
—Otro día será, hoy quiero quedarme con Jennie. —La tailandesa rodea le rodea la cintura.
—Entiendo, diviértanse.
Tzuyu enciende el auto de golpe para empezar a alejarnos.
—¡Las quiero! —Grito por último asomándome por la ventana, Tzuyu me jala de la blusa dentro del auto.
—No hagas eso.
—Lo siento, amor. —Digo sentándome para además colocarme el cinturón de seguridad, no lo traía puesto antes más que nada para molestar a mi taiwanesa.
—¿Crees que este bien?
—Por supuesto que lo estará, Jennie ha sobrevivido mucho tiempo sola, ahora que tiene a Lisa, todo será mucho más fácil. Ya lo verás. —Es bastante tierno como Tzuyu trata de ocultar sus sentimientos todo el tiempo, ganándose una imagen desconsiderada. Nada más alejado de la realidad, se preocupada hasta por los mosquitos que mata en la noche.
Tzuyu reduce la velocidad al ver una señal de alto.
Hay un perro orinando en esa señal.
—No hablo de Jennie.
Ladeo la cabeza confusa, mi novia tuerce los ojos girando el volante con una sola mano, viéndose tan increíblemente sexy.
Mi líbido ha subido drásticamente.
—Me refiero a Lisa.
Exclamó una largo: "Ah."
Aquel tema aleja cualquier rastro de excitación de mí, trayendo malos recuerdos.
He conocido a Lisa por el mismo lapso de tiempo que mi novia, nos volvimos amigas en la primaria cuando los supuestos amigos de Lisa la estaban molestando, llamándola gorda, bola de cebo y otras cosas peores que disfrazaban como bromas.
Éramos de grados diferentes, nunca antes nos habíamos visto, hasta que la encontramos comiendo sola junto a un pequeño cachorro, cachorro que no era nadie más que Kuma. Antes de que lo adoptara.
Fue imposible no enamorarnos de esa pequeña niña rechoncha, que era molestada por sus compañeros. Tras eso nos encargamos de protegerla cuánto pudimos, lastimosamente al ser nuestras familias bien acomodadas, nos cambiaron de escuela haciendo que la dejáramos sola por algún tiempo, tiempo suficiente para que la corrompieran por completo.
—No lo sé.... Me preocupa que deje de cuidarse. —Hago una mueca jugando con mis manos.
Antes he experimentado ver a Lisa en su peor estado, muchas veces bromeo con que es nuestra hija y cosas así, pero así lo siento realmente. Ella es una hermana pequeña para mí, no quiero volver a verla tan destruida.
—Ha estado bien estos días, realmente Jennie ha mejorado su vida. —Tzuyu sonríe.
Imito su acción inconscientemente.
Es ciertos, desde que conoció a Jennie, ha intentado mejorar.
Y por ello le estoy eternamente agradecida.
—Sí pero.... Lo que me preocupa es que deje de pensar en si misma, ya lo hecho antes y sabemos cómo terminó eso.
—Lo sé, y por ello es nuestro deber estar ahí para no dejar que eso pase. —Tzuyu frena el vehículo frente mi exclusiva preparatoria privada, como dice ella.
Que exagerada.
No es mi culpa que ella haya querido meterse a una universidad pública para poder estudiar junto a sus amigas en el futuro, es bastante tierno ahora que lo pienso
—Gracias, amor. —Digo aferrándome al hombro de Tzuyu, para darle un beso.
—¿Por qué?
—Por todo, por cuidarnos a las dos. —Tzuyu me devuelve el beso sonriendo.
—Debo hacerlo, soy el papá de la bastarda al fin y al cabo.
Reímos disfrutando de un tercer beso.
Bajo del auto con mi mochila de Hello Kitty, despidiéndome moviendo la mano efusivamente al frente de las puertas de la escuela, Tzuyu sonríe acelerando para irse, no se va hasta que cruzo las puertas.
[...]
—¿Vas a decirme que tienes?
Ignoro la pregunta de Lisa apretándola en un abrazo, me aferro con fuerza a su sudadera escondida en mi lugar preferido.
Desde que desperté he querido esconderme en algún lugar alejada de todos, sin ninguna sola alma que se atreva a hablarme.
No me siento merecedora de que alguien siquiera me dirija la mirada.
—Debo irme... —Murmuro rompiendo el abrazo.
Harold me dijo que podía quedarme en casa si me sentía mal, pero no quería quedarme a qué me consolara, odio este tonto juego del buen padre.
Aunque hubiera estado bien quedarme a disfrutar de los abrazos de Rima, me sentí inmensamente culpable de haberla ignorado en la mañana, ella solo trataba de ayudarme.
Soy una pésima hermana.
—No, no, no, no tienes que ir a clase si no quieres. —Lisa acaricia mi mejilla, sujetando mis manos con cariño. — Podemos ir a mi casa si así lo deseas.
¿Otra vez molestando a Lisa con tus patéticos problemas?
No te conformas con nada Jennie.
—Está bien, quiero ir.
Lisa hace una mueca preocupada.
—¿Segura? Dime, ¿Te hizo algo Harold?
—No. —Cabizbaja rompo el contacto de nuestras manos, dándome la vuelta.
Los alumnos avanzan a nuestro lado, viéndonos curiosos, esta vez no me importa, merezco que me juzguen.
Debo ser juzgada y castiga por lo he hecho.
—Jennie, por favor, habla conmigo.
—No estoy de humor, Lisa. Nos vemos luego. —No espero su respuesta y entro a la escuela.
No puedo retenerla más conmigo, suficientes problemas le he causado.
Desvio el camino de mi casillero dónde está Nayeon esperándome, a la oficina oculta de la enfermera, con el ánimo que tengo no creo tener la habilidad de mentir ahora, y no quiero verme envuelta por sus preguntas.
Veo a la actual enfermera, Park Jihyo, salir de esta escribiendo algo en unos papeles, espero que se pierda por el pasillo para poder entrar.
Apenas voy a abrir la puerta cuando una figura alta choca contra mí.
Ambos caemos al suelo, escucho un quejido masculino acompañando mi chillido.
—¡Lo lamento! —Exclama el chico apurándose a levantarse para venir a ayudarme.
Es realmente pálido, sus ojos son rasgados parecidos a los de un gato, igual a los míos, delgado y con lindo cabello color menta.
Me ofrece su mano, acepto sin pensarlo mucho.
—Enserio discúlpame, no veía por dónde iba. —El chico acaricia su nuca avergonzado.
—No hay problema. —Murmuro cortante. — Con permiso.
Trato de hacerlo a un lado pero el maldito poste se aferra a mantenerse parado ahí sonriendo.
—Me llamo Yoongi. —Se presenta ofreciéndome su mano de nuevo, ruedo los ojos correspondiendo.
—Jennie, debo irme, permiso. —Vuelvo a decir, y el continua ahí.
—¿Estás buscando a la enfermera? Acaba de salir.
—La esperaré.
—¿Quieres que te acompañe?
Debo suspirar para no soltarle mil insultos, el maldito me sonríe tan cálidamente que me parece estúpido, ahora no quiero la compañía de nadie.
Vuelve a aparecer cuando me estén golpeando contra los casilleros.
—No, gracias. —Finalmente cede cuando lo quito del camino, pero no entro a la enfermería al ver a Jihyo volver.
Me arruinó todo.
¿Cómo tengo la suerte de que cuando no me interesa estar con nadie todo el mundo se interesa por mi? Pero cuando realmente necesito su ayuda parecen esfumarse de la faz de la tierra.
Supongo que el mundo simplemente no está a mi favor.
—¿Buscaban al-
No dejo terminar de hablar a la enfermera caminando lejos de ahí, no queda de otra, debo de ir a clases a soportar el extenso interrogatorio de Nayeon.
Solo que no conté con que un idiota me seguiría.
—¿Por qué estás triste?
—No estoy triste.
—¿Te hicieron algo?
—No me hicieron nada.
—¿Necesitas ayuda?
—¡No, no necesito tu jodida ayuda ni la de nadie, deja de joder! —Exploto frenando para darme la vuelta y encararlo, me ha estado siguiendo todo el camino al salón.
—Ejem.
Una tos conocida congela todo mi cuerpo, doy media vuelta topándome con nadie más y nadie menos que el profesor. Las miradas burlonas de mis compañeros me acechan, debí fijarme si la puerta estaba abierta o no.
Yoongi frente a mi rompe a carcajadas burlándose de mí regaño, no mido mis acciones y le suelto un golpe en la nuca para que se calle.
Me tapo la boca sorprendida y a la vez temerosa por lo que hecho.
Mierda, ¿Qué es lo que me hará?
Tiemblo inconscientemente.
—Que grosera, Kim. —Me dice sobándose la zona afectada, formando un puchero.
Río disimuladamente, aliviada de que no se haya enojado conmigo, a la vez que pido perdón al profesor para que me deje entrar.
Yoongi se despide de mi afuera del salón contento, sufriendo nuevamente por la puerta estampada en su cara, cortesía del profesor.
Supongo que él no es tan malo.
Tomo mi asiento habitual, ignorando a Nayeon y Rosé que me saludan, están confundidas por mi actitud.
Puedo explicarles después, tal vez mañana.
Ahora solo quiero dormir un rato, para poder cambiar mis pesadillas por bellos recuerdos en dónde mi vida era feliz mientras estaba en Nueva Zelanda.
Siento una lágrima caer en mi mejilla a la vez que el cansancio hace mis parpados caer, me recuesto en la butaca, dejando todo lo bueno venir, en forma de un sueño imposiblemente maravilloso.
Una vida en Nueva Zelanda con mi padre, Rima, Nayeon y Lisa.
Un sueño que nunca tendré.
•
•
•
No sé quién está más jodida de su mentecita, si la Jennie o la Lisa, bueno si lo sé pero no sé los diré.
¿Les cae bien el Yoongi?
Aparecerá mucho en futuros capítulos así que vayan acostumbrándose a su presencia.
He comenzado a creer que debería poner cierta meta de votos para actualizar, porque hay muchas vistas en comparación con los votos, pero igual me siento mal por hacer eso:c
Lo consideraré para la próxima, voten, comenten y síganme.
Bye🐺
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro