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Capítulo 1

Un sonido extremadamente molesto y agudo perforó mis oídos incesantemente, quería fingir no haberlo escuchado, apagar la alarma, y seguir durmiendo, pero las consecuencias por hacerlo me eran desconocidas.

A veces podía reaccionar tranquilo e incluso juguetón, otras solo añadía un moretón nuevo a mi estropeado cuerpo.

-¡Jen!

Finalmente logro despertarme cuando un pequeño cuerpo salta directamente sobre mi estómago, sofocándome.

-¡Carajo, Rima! -Suelto furiosa, a la vez que, como podía, me levantaba.

Pero toda mi furia se disipa al ver la sonrisa de mi querida hermanita, sonriéndome con alegría. Muy inusual para alguien que acaba de despertar, pero bueno, mi hermana siempre ha sido así.

Como una estrella llena de energía positiva.

-Papá me mandó a levantarte, dice que es muy tarde. -Dijo.

-Dile que en un momento bajo, tú ve a prepararte. -La empujo delicadamente para poder pararme e ir al baño.

-Okay, pero apúrate, papá nos llevará hoy. -Y se fue.

Realmente me dolía ver la emoción y alegría con la que se refería a su papá, aún conservaba esa inocencia que no le permitía ver la maldad en el, rezaba cada día por que nunca la descubriera, y así seguir protegiéndola.

Hoy me sentía particularmente cansada, la noche anterior me la había pasado acomodando mi recámara, y curando algunas heridas viejas, sería terrible si alguna se me llegara a infectar.

Más problemas, no gracias.

Supongo que también puedo atribuir eso a mi cansancio, el cuerpo humano no está diseñado para aguantar tanto y seguir como si nada, aunque el mío podía hacerlo sin problemas, cosa de acostumbrarse.

Debía escoger ropa sumamente holgada, de lo contrario no me dejaban salir, era tan frustrante. Se supone que ya soy una adolescente, debería tener la ibertad de vestir lo que yo quisiera.

Suspiré.

Bueno mínimo que sea algo que me guste, solo tomé unos jeans sueltos y una sudadera azul bastante grande, usualmente no me maquillaba, pero probaría suerte el día de hoy, con algo ligero.

Bajé satisfecha con mi apariencia a la cocina, ahí mi madre cocinaba y escuchaba sonriente a mi hermanita, hablando el asombroso sueño que tuvo hoy, mientras está comía de su plato de cereal.

-Buenos días. -Dije tomando asiento a lado de Rima.

Rima iba a contestarme, pero se vio interrumpida por mi madre.

-Mira a qué hora bajas, ¿crees que esto es un restaurante o que? -Expresó molesta.

Miro el reloj de la cocina solo para comprobar que mi madre, como siempre, estaba siendo una dramática.

Tan solo dos minutos tarde de mi hora de despertar usual.

-Lo lamento, se me fue el tiempo. -Dije entre dientes. Prefiero no empezar una discusión tan temprano.

-Ya mujer, no te enojes con la niña. -Harold, mi padrastro, entraba sonriente con un periódico en mano, llega a mi lado, despeinando mi cabello en un gesto cariñoso.

Mi estómago se revuelve de inmediato al sentir su tacto contra mí.

-La defiendes demasiado, por eso es tan malcriada.

-No digas eso, es una buena chica, no por nada es mi princesa. -Dijo depositando un beso en mi frente.

De acuerdo, definitivamente necesito irme de aquí.

-Debo irme ya, saldré por mi cuenta. -Anuncio levantándome de la mesa y tomando mi mochila, dirigiéndome a la salida.

-¿No quieres que te lleve?

Grité un último "No" antes de salir, volviendo a suspirar aliviada.

Tan temprano y me empezaba a sentir enferma.

Caminé con tranquilidad por la vereda, tratando de enfocarme en el camino y no en las personas que se me quedaban mirando. Era increíble como mi mala reputación escolar llegaba hasta mi vecindario, la desventaja de tener compañeros con madres sumamente chismosa.

Sumándole que todo el vecindario escuchaba mis sollozos cuando mi padrasto me golpeaba.

No me preocupaba caminar muy despacio, me había levantado temprano, aunque la exagerada de mi mamá dijera lo contrario, y faltaba bastante tiempo para entrar. Usualmente mi amiga Nayeon suele recogerme y traerme al instituto, pero despertarse temprano no es su fuerte, por su culpa siempre entrábamos después del timbre.

Al llegar a la escuela, tal y como me imaginé habían muy pocos alumnos. La mayoría son muy impuntuales aparentemente, bueno yo también, pero no porque sea algo que yo quiera.

Aquí tampoco dejaban de observarme, no era novedad que fuera el foco de atención, soy atrayente para todos, y no en el buen sentido de la palabra.

A pesar de la poco cantidad de alumnos, los murmullos aparecieron, algunos los entendía, otros no. Pero sabía lo que decían, siempre era lo mismo.

Cuando ya estaba en mi casillero guardando mis cosas, el número de personas aumentó, y con ello los murmullos. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, todos estaban mirándome, sin embargo eso no fue extraño, estaba acostumbrada a sentir sus miradas.

Me volteé para encontrarme con la mirada de todos, no se molestaron en disimularlo, parece que verme directamente los motivó más, incluso noté a algunos reírse, no los culpo, lo que comentan sobre mi suele ser muy ridículo, suficiente para convertirme en una burla.

-¡Jennie!

No me molesté en voltear a ver a la persona que me llamaba, sabía de quien se trataba, y solo dejé que se abalanzara sobre mi, me recordaba tanto a mi hermanita.

-Te extrañé mucho. -Dijo Nayeon restregando su mejilla contra la mía.

-No exageres, solo fue un fin de semana. -Reí, recibiendo gustosa su muestra de afecto.

-Para mi fue mucho, además. -Me toma del cuello enterrando nuestras cabezas dentro de mi casillero. - Tengo algo muy importante que contarte.

-Pudiste contármelo por mensaje.

-No sería lo mismo. -Me suelta dejándome salir del casillero. - Se pierde el espíritu del chisme

Comenzamos a caminar a nuestra clase, por suerte compartíamos la mayoría de ellas, y así no me quedaba sola a merced de mis compañeros.

Nayeon siempre me defendía, ella llegaba a ponerse muy agresiva si a alguien se le ocurría siquiera hablarme, y lo agradecía en sobre manera. Solo por ella podía seguir viniendo a la escuela tranquilamente.

-Recuerdas a Jeongyeon, ¿cierto? -Me pregunta Nayeon emocionada.

-¿Tu crush de toda la vida, que te ignora y quien nunca te a hablado? -Digo en tono pensativo. - Sí, la recuerdo

Reí al ver su expresión molesta.

-Muy graciosa. -Resopla, para luego inflar su pecho, orgullosa. - Pero para que lo sepas, ayer nos encontramos en la salida

Exclamé sorprendida.

-¿Y qué tal? ¿Conseguiste una cita?

-Por supuesto que... No. -Suspira frustrada en cuanto llegamos al salón. - Sus amigas llegaron y solo quedamos en hablar después.

-Pero nada concreto.

-Nada concreto.

Íbamos en camino a sentarnos en nuestros lugares habituales, que generalmente eran los últimos al fondo de la clase, antes de hacerlo vimos que esta zona estaba ocupada.

Eso no sería problemas, sino fuera porque quienes estaban ocupándolo, eran Woojin junto sus amigos.

-Jennie por fin llegas, estuve reservando este lugar para ti. -Dijo Woojin en cuanto se percató de mi presencia. - Adelante, siéntate, sé que estarás cómoda.

Kim Woojin no era otro más que el hijo del director, además de ser el capitán del equipo de futbol americano, y un mujeriego de primera. Podríamos poner todos los clichés del chico idiota en un barril, mezclarlos con un intelecto de simio, y de eso saldría Woojin.

Woojin palmeada su regazo invitándome a sentarme sobre el, lo miré con asco y lo ignoré, sentándome en el primer lugar libre que encontré.

Ah sí, también era el mayor idiota del mundo, y el primero que empezó con todo el acoso hacía mi persona. Solo porque le rechacé una cita.

-¿No me escuchaste? ¡Ven para que podamos divertirnos! -Escucho su risa seguida de unos pasos acercándose a mi, me negaba a voltear y verlo.

-Déjala en paz idiota. -Exclama Nayeon yendo hacia a el.

Me giré rápidamente para intentar detenerla, pero Woojin fue más rápido tomándola de los hombros y empujándola a los pupitres.

-¡Nayeon! -No pude ni acercarme a ella cuando Woojin me tomó de la cintura.

-Tu me debes algo zorra.

Sin esfuerzo alguno, Woojin pudo levantarme de la silla, y en un rápido movimiento sentarse en ella, poniéndome a mi sobre su regazo. Intentaba empujarlo, pero era mucho más fuerte que yo.

-¿De que te quejas? Si esto es lo que te gusta, maldita zorra. -Susurra lascivamente contra mi oído.

-¡Suéltame! -Gritaba empujándolo.

Todos nos miraban expectantes, algunos divertidos, otros indignados, no importaba en realidad como se sintieran, igual no harían nada al respecto.

Continuarían siendo unos simples espectadores de este retorcido espectáculo.

-Woojin, déjala.

Woojin paró de forcejear conmigo en cuanto una voz apareció, permitiéndome soltarme y refugiarme rápidamente, detrás de esa persona. Era un chica alta y delgada, con cabello rubio.

-Metete en tus propios asuntos, Rosé. -Gruñe molesto hacia la chica.

Ella sonríe sarcástica.

-Me meteré en todo lo que me dé la gana, no te creas gran cosa. Así que largo.

Woojin solo gruñe molesto, retirándose a su lugar.

Me alejo rápidamente de la chica para ir a atender a Nayeon, quien trataba de levantarse del suelo, quitando algunos pupitres que habían caído sobre ella.

-¿Estas bien? -Le pregunto angustiada ayudándola.

-Solo algunos pequeños raspones, no te preocupes. -Me sonríe para tratar de tranquilizarme.

Este tipo de situaciones me llenaban de una gran impotencia, pues no era la primera vez.

Las veces en que los chicos me atacaban de esta forma, Nayeon siempre estaba ahí para defenderme, sin importarle salir herida cada vez que lo hacía. Esta no era su lucha, ni su obligación, ya la había regañado varías veces con anterioridad, pero nunca me escuchaba, seguía estando para mi en el momento indicado.

Siendo mi leal escudera.

-Idiota. -Murmuro tratando de retener mis lágrimas, no quería hacer un espectáculo en medio de todos.

La abracé contra mi pecho, ya más tranquila porque ella estaba bien.

-Lo sé, lo sé.

Me separo de golpe cuando recuerdo que esta vez, no fuimos las únicas involucradas.

Busqué con la mirada a la chica que me había defendido, encontrando solo un vacío en el lugar donde ella debería estar.

Me decepcionó un poco, hubiera querido agradecerle adecuadamente, son relativamente pocas las personas que se molestan en ayudarme, y la mayoría de ellas no se quedan más de lo necesario, temiendo que entre mayor tiempo pasen conmigo, puedan convertirse también en victimas.

-¿La conoces? -Le pregunté a Nayeon cuando salimos del salón, refiriéndome a la chica que me defendió.

Usualmente escapábamos al baño después de este tipo de situaciones, solo tardábamos un poco para poder tranquilizarnos, y tener que actuar como si nada al regreso.

Eso a petición mía, prefería no crear un escandalo, de cualquier manera informales a los profesores o a mis padres era inútil.

-Sí, de hecho creo que es del círculo de Jeongyeon. -Confirmó.

Cuando entramos al baño tuvimos la suerte de solo estar nosotras dos, y no era raro, faltaban cerca de dos minutos para la primera clase.

Nos recargamos encima del lavabo mientras yo trataba de limpiar un poco el rasguño que tenía Nayeon en su codo.

Ella me preguntaba reiteradas veces como me encontraba yo, solo le respondía que estaba bien, aunque fuera una vil mentira.

Woojin era el único que se atrevía a llegar tan lejos, los demás eran solo insultos, empujones, uno que otro golpe por parte de algunas chicas, pero el era el único que se atrevía a intentar tocarme.

-No pasa nada, estoy algo incomoda pero no te preocupes, ya pasará. -Dije resignada, tendría que pasar luego, no podía seguir así todo el día.

Nayeon no lucía muy convencida, pero decidió dejar el tema, supongo que siendo considerada con mi comodidad.

-Ah cierto, como te decía es amiga suya, después podrías agradecerle.

-Sí, tal vez lo haga.

El timbre sonó, alertándonos.

Ya más tranquilas y curadas salimos para el salón, listas para empezar un pésimo día, que solo era bueno gracias a la compañía de la otra.

Tuvimos que disculparnos con el profesor de matemáticas por llegar tarde, y resignarnos a sentarnos lejos de la otra. Tomé el pupitre en el que anteriormente me había sentado, llevándome una grata sorpresa al ver a mi salvadora sentada a mi lado.

Debieron de haberla cambiando de otra clase, porque nunca antes la había visto aquí.

Grité internamente por la emoción.

Podría agradecerle, y no sé, tal vez ser amigas, las posibilidades para esa opción eran mínimas, pero a la mierda, tengo derecho a fantasear.

Pasé toda la clase dándole miradas de reojo, y mentalizándome sobre qué le diría, para mi suerte el tiempo pasó rápido, dándonos nuestro intermedio para cambiar de clase.

-Oye. -La llamé cuando esta se disponía a marcharse, giró a verme, sorprendida.

-¿Me hablas a mi? -Dijo auto señalándose.

-Sí, quería agradecerte por lo de la mañana, fue muy amable de tu parte. -Dije tímida sin despegar la mirada del suelo.

-¿Por que me agradeces? -Pregunta en un tono molesto.

Levanto la mirada asustada por haberla hecho enojar, aunque en realidad se veía mas extrañada que enfadada.

-Es que... No es normal que lo hayas hecho, podrían empezar a molestarte a ti también.

-Es normal que lo haya hecho, ese chico te estaba toqueteando. -Dijo con obviedad. - Y no preguntes, nadie se atrevería a molestarme.

-De igual manera, gracias. -Hice una pequeña reverencia.

-Sí, sí, como digas, debo irme, adiós.

Se despidió rápidamente dirigiéndose a la puerta, donde una chica alta con flequillo miraba fijamente al interior del salón.

Mi cuerpo se estremeció al momento de conectar mis ojos con los suyos, unos almendras tan brillantes y profundos, que no sabía si me ponían incómoda o ansiosa.

Ambas intercambiaron unas cuantas palabras y se fueron.

-Que lindo par, ¿no te parece? -Dijo pícaramente Nayeon, posándose a mi lado.

-Sí... Lo son.

-Tenemos suerte, ambas son amigas de Jeongyeon, podremos seguir deleitándonos la pupila. -Río.

No pude concentrarme en lo que decía mi amiga, gracias a que mi mente seguía vagando en el mar intenso de aquellos ojos.

Unos ojos tan parecidos a esos que me visitaban sin falta, cada noche, en mis pesadillas.



Hundiéndome ha pasado por mucho, primero la borré porque no me gustó la primera versión, luego la borré por mi huevos

Y después me borran la cuenta y tengo que resubirla, yo y está historia somos los mejores guerreros de dios

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