Capítulo 76
- Claro, Vivianne fue, es y será siempre la es la mejor actriz que existió y existirá hasta el final de los tiempos gracias a su forma de usar a cada una de las personas a su alrededor. Vivianne es eso y mucho más ya que para ella nada ni nadie es merecedor de su verdadero aprecio. Ella jamás en su larga existencia a llegado a sentir el verdadero amor en su ser, no ha sentido remordimiento o titubeado a la hora de matar. Mato siendo humana y matará hasta el último día de existencia, porque ella no le gusta, sino que le fascina, adora, apasiona, idólatra, venera la sangre humana
- ¿Qué quieres decir con que mato siendo humana? - Quiso saber Rosalie
Marissa se giró para ver a la Hale, le sonrió con altanería.
- ¿No les dijo? - Rosalie y los Cullen negaron con confusión- Su amada y atesorada Vivianne, mato a sangre fría a su propia hermana de tan solo 9 años junto a mi hijo mayor, James.
- ¿James? ¿El que me cazo? - Le pregunto Bella, mirando a Vivianne
- Ese mismo. Ambos mataron a mi hija menor ¿Cómo lo sé? Pues tengo un don, el don del pasado. Con el puedo ver todo el pasado de una persona, así corrobore todo lo que mi hija ha hecho hasta este día. Como ayudaba energéticamente a Victoria con los neófitos en Seattle, como le compartía información de ustedes a ella, como manipulo y uso a todos para desviarse de muchas pistas, como ayudo a James a fingir su muerte gracias a su don, como ayudo a Laurent a hacerlo mismo con los lobos, como ayudo en la transformación y borrón de memoria en su integrante Alice, mis hijos cazaron a Alice cuando era humana, pero ellos dejaron que vagara unas décadas para después darles una caza más entretenida.
- Oh madre, que buen trabajo haz hecho - Vivianne le sonrió sombríamente- Mi lema siempre ha sido "Lo normal es aburrido y lo correcto está sobrevalorado". Así que empecé con matar a tu inútil y estorbosa hija, Lizbeth. James y yo descubrimos cuando amamos matar a diestra y siniestra gracias a ella.
Marissa le gruño furiosa para lanzarse hacia ella, pero antes que llegara, aunque sea un centímetro el cuerpo un hombre fibrado sin llegar a ser musculoso la intercepto, las grandes manos del hombre la empujaron con fuerza alejándola unos metros.
- Hola, madre. Es de mala educación no saludar a tus hijos ¿Sabias? - James le sonrió ampliamente
- James - Masculló Bella, aterrada al volverlo a ver
- Oh, Isabella - Saboreo el nombre de la neófita- ¿Gustas de otra caza?
- Concentrarte, hermano - Vivianne lo reprendió sutilmente al verlo interesado en su pareja- Tenemos mejor presa, nuestra querida madre.
- El don de Vivianne no solo la hace invisible, sino que su aroma desaparece con ella. Pero eso es fácil de explicar - Aro tomo la palabra- Vivianne posee el don de la Deformación de la Realidad, también llamada alteración de la realidad o manipulación de la realidad. Eso la ayudo para mantener sus hazañas con mayor control.
- Hazañas bien planeadas - Siseo saboreando el placer que le creaba todo- Perdonen por lo que escucharan, pero mi madre no se equivocó en una sola palabra. Mate a mi hermana junto a James cuando éramos unos niños, cace y coopere con lo sucedido con Alice, informe y ayude a Victoria con su plan, manipule a todos ustedes con ayuda del lazo para que le fuera fácil su tarea de entrenarme. Sin embargo, acepto que el lazo es real, que los amos con mi vida, pero amo más el espectáculo y la sangre.
- Vamos, hermana. Acabemos con esta mierda - Estiro su cuello aliviando la tención de este mismo sin dejar de ver a su madre
Marissa estaba aterrada mirando a sus dos hijos, los tres Davies se agazaparon en sus lugares en cuestión de una fracción de segundo, se gruñeron al unisón. Los dos hermanos sedientos por una buena caza y Marissa intentando no ser presa fácil.
- Ve, querida. Después pasas a mostrarme todo.
Vivianne y James se lanzaron hacia su madre eufóricos, Marissa no dudo en salir corriendo sintiendo los pasos de sus hijos pisando sus talones. Aro miro fascinado como los tres Davies salieron disparados, no había durado ni unos segundos cuando ya tenían a Marissa entre los dos pasándosela como si de una pelota se tratara.
Era como ver como los leones jugaban con su única presa, los Cullen y sus testigos estaban petrificados en sus lugares, ver aquella escena era en extremo escalofriante. Los chirridos y golpes en seco llenaban el vacío del gran lugar nevado.
Vivianne había desaparecido de la vista de todos al igual que James, pero Marissa no había dejado de ser lanzada de un lugar a otro al igual que el sonido de los pasos y gruñidos satisfactorios de Vivianne y James.
Los tres desaparecieron por completo de la zona llevando todo lejos de la situación de los Cullen y los Vulturis. Edward había escuchado como Aro festejaba dentro de él, como había tumbado el pilar más grande de su aquelarre, todo había sido planeado y Vivianne no lo sabía hasta cierto punto.
Habían usado su lado más alejo a ellos para obtener una oportunidad más para atacarlos sin ser detenidos por alguien que realmente podría acabar con todos ellos en un abrir y cerrar de ojos. Reinó un silencio sepulcral en la zona hasta que Edward tomo la palabra cegado por el enojo.
- ¡La usaste! ¡Usaste tus tendencias contra nosotros! - Gruño Edward- ¡Exhibiste sus actos del pasado para alejarla de nosotros y tenerla contigo!
- Su madre lo hizo, querido amigo - Corrigió Aro- Su madre exhibió sus actos antiguos, su madre llevo todo acabo. Y ella misma se castigo sin saber que podía llegar a hacer su propia hija.
Edward rugió furioso.
- De regreso con el asunto central. No se ha quebrantado ley alguna - Dijo Aro con tono conciliador- No se ha quebrantado ley alguna - Repitió- Ahora bien ¿Podemos deducir de eso la ausencia de peligro? No - Sacudió la cabeza con suavidad- Son asuntos diferentes.
Aro anduvo con ademanes pensativos. Parecía levitar sobre la nieve más que pisarla. Cada paso le acercaba más y más a su guardia.
- Resulta irónico que cuanto mayores son los logros técnicos del ser humano y más afianzan su dominio del planeta, más lejos estamos de ser descubiertos. Nos hemos convertido en criaturas más desinhibidas gracias a su incredulidad ante lo sobrenatural, pero la tecnología ha reforzado a los hombres hasta el punto de que serían capaces de amenazarnos y destruir a algunos de nosotros en caso de proponérselo.
» El secreto ha sido durante miles y miles de años una cuestión de conveniencia y comodidad más que de verdadera seguridad. Este último siglo tan belicoso ha alumbrado armas de tal potencia que ponen en peligro incluso a los inmortales. Ahora, nuestra condición de simples mitos nos protege de verdad de las criaturas que cazamos.
» Intuimos el potencial de esta criatura tan... sorprendente - Alzó la mano para luego bajar la palma como si la apoyara sobre el hombro de Renesmee, aunque él se hallaba casi en el centro de la formación Vulturis- Ella sabe con absoluta certeza que siempre va a poder permanecer oculta tras el velo de oscuridad que nos protege, pero nosotros nada sabemos sobre qué clase de criatura va a ser ella en su edad adulta. Hasta sus propios padres están llenos de dudas. No hay forma de conocer cuál será su naturaleza al crecer - Hizo una pausa para mirar primero a los testigos de los Cullen y luego prosiguió- Únicamente lo conocido es seguro y aceptable. Lo desconocido es... vulnerabilidad.
- Ahora estás mostrando tu juego, Aro - Dijo Carlisle con voz sombría- No se ha quebrantado ninguna ley.
Antes que Aro tomara nuevamente la palabra, Edward se adelantó.
- ¿Por qué no te unes a nosotros, Alice? - Pidió Edward en voz alta
- Alice - Susurró Esme, asombrada
- ¡Alice! - Exhaló el líder de los Vulturis
Entonces, los escucharon atravesar el bosque a la carrera. Acortaban la distancia en silencio y lo más deprisa posible. Ambos bandos permanecieron inmóviles y expectantes. Los testigos de los Vulturis torcieron el gesto y se mostraron confusos.
Alice apareció en el claro desde el sureste con esos elegantes movimientos suyos de bailarina. El éxtasis de ver su rostro de nuevo estuvo a punto de derribarme. Jasper, cuyos ojos destellaban con fiereza, le pisaba los talones. Junto a ellos corrían tres desconocidos.
El primero era una mujer de cabellos negros, alta y musculosa. Obviamente, se trataba de Kachiri.
Tenía esas extremidades largas tan características de las amazonas, más pronunciadas incluso. La siguiente era una vampira de tez olivácea con una larga coleta de pelo negro agitándose sin cesar a su espalda. Sus ojos de intenso color borgoña iban de un lado para otro, recorriendo con un pestañeo nervioso los preparativos bélicos.
El último era un joven de piel morena y brillante. Sus movimientos al correr no eran tan rápidos ni tan elegantes como los de sus acompañantes. Examinó el gentío congregado con unos ojos de color muy semejante a la madera de teca. Tenía el pelo negro y lo llevaba recogido en una coleta, al igual que la mujer, pero no tan larga. Era muy guapo.
Las ondas sonoras de un nuevo eco se extendieron entre los miembros de la expectante multitud, era el sonido de otro corazón palpitando más deprisa a causa del ejercicio.
Alice esquivó de un brinco los zarcillos de la neblina, que ya estaba disipándose, y se ladeó para atravesar el escudo de Bella y culebrear hasta detenerse al lado de Edward, Jasper y los demás la siguieron a través del escudo.
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