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XVIII

MINERVA  LA MEJOR MAGA BLANCA

En casa de Apolo todo parecía pasar a un segundo plano cuando se trataba de la salud de Juno. Baco la tomo en sus brazos cuando se desmayo en el patio y la llevo corriendo hasta la sala donde la coloco en uno de sus amplios muebles. No parecía estar enferma, sus signos vitales se lo decían. Pero entonces ¿Qué era lo que tenía?

Una fiebre se elevo por encima de sus valores normales y parecía murmurar cosas sin sentidos. Nadie podía enfermar así de rápido sin antes presentar síntomas pequeños. Malestar al menos, y ella... Ella nunca se quejo de nada, y allí estaban viendo como en cuestión de segundos todo en su sistema colapsaba.

Corrió donde permanecía dormido Apolo, no quería despertarlo para que descansará y se mejorará pero aquello era una emergencia y si a esa chica le ocurría algo sabía que no podría con la furia de su hermano, sin dejar a un lado a Júpiter. Si, ese era su mayor miedo. Había escuchado tantas cosas horribles de él y cada una de ellas las creyó como todos en el Olimpo.

-Apolo... ¡Apolo! –Intento en varias ocasiones logrando que el moreno solo se moviera un poco, exhalo todo el aire que pudo, buscando en ese oxigeno algo de calma- ¡Apolo! Juno está mal.

Y como si de una gran trompeta se tratara el muchacho abrió sus ojos para mirarlo y corroborar que no mentía. El sudor en su frente fue lo único que necesito para saber que no era falsa sus palabras. Se sentó como pudo en la cama y Baco le ayudo a ponerse de pies. Juntos bajaron hasta la sala donde se encontraron con los muebles vacio.

-¿Dónde está? –Pregunto Apolo.

-Yo-Yo... La deje allí –Señalo el mueble y dio varias vuelta, corrió a la cocina, al baño... Reviso mientras Apolo observaba todo con algo de malestar. No se sentía tan bien- ¡Por los dioses! Júpiter nos matara.

-¿Júpiter? Ese es el menor de tus problemas Baco –Le grito perdiendo la paciencia el muchacho- ¿Dónde está Juno?

Los ojos azules de ambos golpearon con fuerza los del otro. Ambos en silencio retándose con ese solo gesto. Apolo con su cara distorsionada del dolor y la desesperación, Baco por la vergüenza.

-Yo te juro que... -Un ruido en el exterior les atrajo.

Corrieron hacia afuera de la cabaña consiguiéndose con una vista nada favorable. Juno estaba en el techo de la casa caminando sin rumbo con sus manos extendidas. El viento jugando con su cabello mientras ella parecía estar en algún trance.

-Ju... -Apolo quiso gritarle pero Baco le tapo su boca. De un salto subió hasta donde ella se encontraba y se percato de que la fiebre había bajado y ella caminaba dormida. Miro con rareza a su hermano y este entendió lo que sucedía- ¿Está dormida?

Ningún dios hacia aquello. Los dioses tenían dominio de sus sueños, e incluso de sus cuerpos mientras duermen. Como pudo el rubio la tomo en sus manos y bajo con ella mostrándole su rostro inmaculado al menor.

-Apolo esto no es bueno. Pienso que Júpiter la hechizo –Apolo suspiro ante aquel comentario y entro con él hasta el interior.

-Ella... No es de aquí Baco –El muchacho que acababa de acostar a la rubia le miro confundido- ¿Qué? No me tomes por loco. Ella... Creo que es una humana.

-¿Humanos en el Olimpo? ¿Desde hace cuanto has oído ese cuento Apolo? –El moreno alzo los hombros en señal de incertidumbre- Ella no es una humana. Yo siento una energía pura dentro de ella.

-¿Cuándo has visto una energía pura en los dioses? –Pregunto Apolo.

-Nunca.

-Debes de admitir de que ella no es una diosa. Podrá haber olvidado su pasado, pero su naturaleza siempre la hará ser quien es. Y ella no es del Olimpo –Las palabras de Apolo estaba llenas de seguridad.

El mayor de los hermanos camino por la habitación con sus manos en la espalda, observando de reojo a la muchacha.

-¿Le has dicho a Minerva? –El solo mencionar su nombre erizo los cabellos del menor.

-No –Baco le entrego una mirada discriminatoria- No creí que debería reportar esto Baco, si lo hago ella seria juzgada. La harían sufrir hasta la muerte.

Y aquello era cierto. Lo que no encajaba en su sociedad era erradicado como sucedió años atrás con la familia de Júpiter. Baco se sentó pensativo y luego de un rato medito.

-Ella era muy amiga de Saturno, no creo que la reporte. Al contrario de eso nos podría ayudar –Sus palabras parecían ser alentadoras pero el miedo era más grande que la solución.

-Baco ¿Serias capas de entregar a Diana sí un día escapa de su tribu? –El hombre miro al suelo- No. No lo harías porque tú serias el primero en ayudarla a huir. Tú la amas y por eso la protegerías.

-¿Estás diciendo que la amas?

-Estoy diciendo que desde que la vi me siento muy unido a ella y moriría solo por ella –Aquellas palabras golpearon el pecho del rubio.

Él moriría por ella. Eso ya lo sabía.

Pero...

¿Y Júpiter?

¿De qué lado quedaría en esa ecuación?

Al amanecer Baco se coloco su uniforme respectivo y le prometió a Apolo ser lo más discreto posible. Ella había dormido toda la noche pero no despertó a la mañana y eso solo significaba que seguía en otro lugar paralelo al cual estaban.

Esos viajes astrales eran comunes en los dioses. Más que todos si estos estaban ligados a la magia oscura y libre como Júpiter. No existía un control en sus acciones y menos un grado de enseñanza sobre ellos, así que era normal que perdieran de vez en cuando su mente en algún vacio mental, pero... Ella no parecía estar allí. Era distinto su caso.

Al llegar al instituto presento un caso a Mercurios el cual se encargaría de explicar la ausencia de la chica ese día. Luego busco a Minerva. Una de las diosas más antiguas de su generación. Ambos se saludaron cordialmente y cuando estuvieron solos en su oficina comenzó la plática.

-Tenía mucho sin verte Baco ¿A qué se debe el honor? –La mujer le sonrió demostrándole la calidez que necesitaba para tomar confianza.

-¿Qué serias capaz de hacer por un viejo amigo?

-Bueno eso depende lo que mi viejo amigo necesite –No se veía pensativa de hecho le estaba motivando a proseguir- ¿Estas en problemas?

-No. Yo no necesito ayuda. Bueno si, pero realmente de quien me refiero es de Saturno –El rostro de ella cambio radicalmente. Se levanto de su silla y se acerco al rostro del muchacho, eso no se lo esperaba y él mismo lo sabia- Entonces... ¿Qué serias capaz?

-Él está muerto Baco. Ya no hay nada que él pueda necesitar de mi –Le susurro para luego aclarar su garganta- Pero si en dado caso necesitara de mí ayuda, yo sería fiel a su petición.

Y con eso le aclaro todo, ella estaba interesada y solo por su memoria le ayudaría.

-¿Es sobre Júpiter? ¿Le ha sucedido algo? –Se veía ansiosa, nunca olvidaría el día de la muerte de aquellos grandes dioses. Ella consoló al pequeño niño que ahora era un hombre.

-Sí. Él ha conseguido algo –Ella le miro interesada y Baco prosiguió- Algo que parece tener un alma.

Minerva silencio sus labios con sus dedos. Observo todo el lugar y se levanto acomodando su vestido. Dio varias vuelta por la oficina tomando unos que otros libros, los fue depositando en una pequeña canasta al igual que algunas pociones. Se las extendió para que él las tomara y juntos salieron de aquel cuarto.

Caminaron por los pasillos de aquella gran escuela y guardaron silencio. Aquel no era un tema para tratar allí. Cuando Mercurio se topo con ellos le fue encomendado el control del lugar, y el muchacho como buen asistente reconoció su responsabilidad.

-Regreso cuanto antes. Apolo ha desmejorado un poco y su hermano necesita algo de mis conocimientos –La escusa perfecta para que nadie preguntara nada.

Para todo el reino no era un secreto lo que le había sucedido al muchacho. Incluso los hermanos ambiciosos de la tribu roja; Venus y Vulcano creyeron la cuartada.

Excepto Mercurio. Él reconocía las capacidades de Baco y dudo de aquellas palabras. Recordó la escusa sobre la ausencia de la chica y comenzó a sentir ansiedad por ella.

¿Estaría bien?

Eso no lo sabía, pero tampoco podía dejar sin autoridad el centro de estudio. Sería un caos y el odiaba esos tipos de eventos. Acepto aquella gran responsabilidad solo por ella, pensando en lo que podía haberle ocurrido. De ser así, solo Minerva podía ayudarla.

-Espero que Apolo mejore con su presencia señora Minerva. Nos vemos luego Baco. Nos le hare perder más tiempo –Camino por el gran pasillo en busca de algunas carpetas en la dirección.

Minerva observo a Baco y el muchacho le entrego su mano para continuar con su camino a la cabaña. Mientras iban caminando la mujer pensaba en las posibilidades que habían de que Mercurio supiera algo que ella no.

-Baco ¿Mercurio conoce a esa persona? –Él rubio asintió y ella se detuvo- Él lo sabe.

Casi corría de regreso, no podía arriesgar así la condición de Baco, Apolo y Júpiter, pero él le detuvo y le regalo una radiante sonrisa.

-Son amigos. Y te aseguro que él mismo se ha dado cuenta lo especial que es ella.

-¿Ella?

-Sí. Juno de la tribu esmeralda –La mujer se mostro seria ante el nombre- La supuesta familiar de Juliet.

-¡Por los dioses! ¿Existe alguien que no esté involucrado en esta locura?

-Sí –Pareció pensarlo mejor y luego agrego- Bueno existía. Esa eras tú.

Minerva suspiro y continúo su camino, dejando que Baco se riera todo lo que quisiera de ella. Reconocía que era una de las cazadoras mas reconocidas en aquella ciudad. Si ella no conseguía los desperfectos en ese reino era poco probable que alguien más lo hiciera. Y allí estaba ella, caminando hacia un lugar para encontrarse con esa persona la cual había tenido en frente en más de una ocasión

-Espero que Júpiter me dé una buena explicación sobre esto –Murmuro molestapor la burla, más no dispuesta a traicionarlos, eso nunca.    




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