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BACO REGRESA A LA CABAÑA
Todo estaba sumergido bajo el fuego airoso que amenazaba con tragarse todo en un solo minuto, no había nada que un mago Esmeralda pudiera hacer sobre aquella frenética presencia, y por la gravedad de los daños Mercurio supo de inmediato que aquello fue ocasionado por alguien poderoso. Grito el nombre del dios por varios minutos a medida que sus pulmones eran llenados de aquel humo asfixiante, de seguir así él también seria consumido por aquel desbastador elemento.
Fuera del lugar Juliet estaba congelada, las lágrimas querían salir de sus ojos pero se negaban a hacerlo, aquello no podía ser un ataque, no podía ser un accidente, no podía ser simplemente, ese tipo de eventos era imposible en su reino, al menos que fuera provocado por uno de los suyos.
Júpiter llego como vendaval al lugar, el presentimiento le hizo correr en busca de socorrer al muchacho, incluso pudo oírlo susurrarle ayuda desde donde estaba, su vinculo así se lo decía. Al llegar Juliet no pudo responderle nada, en cambio Juno, ella fue lo suficientemente valiente como para tomarle la mano y jalarlo al consultorio.
-No te preocupes, todo estará bien. Yo iré, tu quédate... -Ella le interrumpió de inmediato, su determinación era tan gigante que incluso sintió fallecer su autoridad.
-No me quedare aquí, el prometió cuidarme y así lo ha hecho. Ni tu ni nadie evitara que yo intente ayudarlo. Mi vida no es nada sin Apolo –No quería que aquella sensación se apoderara de ella pero era tarde, el simple hecho de mirar su cobrizo cabello la hacían desfallecer y estaba molesta. Molesta de haber sido olvidada por tanto tiempo por aquel dios- Yo no soy nadie para este mundo.
-Eres mucho para este mundo –La miro con dulzura, el tenerla así de cerca y escucharla decir aquellas palabras le hacían olvidar su misión en aquel lugar y fue cuando observo a Mercurio salir con Apolo en sus manos. En ese instante toco tierra de nuevo- ¡Dioses! ¿Cómo están?
Mercurio tocia tanto que apenas y podía inhalar de nuevo y permanecer de pies, Juno corrió a su lado y observo el rostro lleno de ceniza del que suponía su héroe, al menos su segundo héroe, porque el primero seria por siempre Júpiter.
-No se ve muy bien –Dijo casi sollozando.
-No está nada bien –Respondió el dios como pudo mientras inhalaba aire nuevamente.
Mercurio lo dejo retirado de la casa y se encargo de curar levemente sus heridas, debía admitir que su magia no era tan exacta y potente como la de los magos de Luz.
El fuego fue controlado por Diana, una linda muchacha de cabello castaño lleno de mechas naturales más claras que los demás cabellos, sus ojos azules y llenos de amabilidad infundían de inmediato confianza, al contrario de lo que realmente eran los de su tribu. Vestía un vestido negro algo delicado con unas botas militares oscuras. Un atuendo curioso pero sin dejar al lado el rojo que los representaban.
Esta le explico que el incendio comenzó desde el interior, y que como todos lo suponían, solo alguien con magia podría realizarlo, ella miro con disimulo a Júpiter, él estaba sobre el suelo cuidando de su amigo, de hecho parecía muy concentrado en él que ni noto que lo demás le observaban, Juno estaba a su lado algo asustada, intentando comprender las frases suaves que decía mientras marcaba invisiblemente con sus dedos símbolos en su cuerpo, Mercurio se negó a creer en esa posibilidad pero noto cierta desconfianza en Juliet, al parecer ella sabia más que todos, o más que ellos, ya que observaba al dios con rencor e incluso cierto aire de inculpabilidad.
Prepararon la habitación de Apolo para que descansara, Baco su hermano mayor había llegado horas después de enterarse del supuesto accidente, con su magia intento curar sus heridas pero no tenia buenos diagnósticos para él, era como si su magia fuera consumida por algo más.
-¿Necesito hablar con la hechicera Escarlata? –Era exigente en sus necesidades y la chica se levanto algo contrariada.
-Si al menos dijeras por favor lo pensaría –Le dijo de forma retadora, ambos se conocían de niños pero luego de recibir sus signum su relación se vio forzada y lentamente fragmentada.
Al menos eso pensaba los demás.
-No prolongues tus diálogos, jamás le hablaría con respeto a uno de los tuyos –En su voz se podía palpar claramente la negativa confianza sobre ella, o era disgusto de no poder hacer nada por ella, para nadie era un secreto que los magos de luz y los magos esmeraldas no podían convivir en paz con los escarlatas, debido a su mala reputación, debido a los sucesos del pasado que conllevaron al reino a desconfiar de ellos, a crear la cuarta magia, a desterrar y masacrar a un linaje puro y tal vez inocente.
-Me temo informarte que nuestra conversación no se extenderán a nada. Yo me marcho –Dejo de mirar la cara enojada de Baco para concentrarse en Mercurio, el cual seguía analizando lo ocurrido- Salúdame a Apolo cuando despierte y dile que lamento lo ocurrido. Si recuerda algo háganmelo saber, si fue uno de los nuestros nos encargaremos de él o ellos.
Mercurio asintió volviendo su atención a Juno, la cual permanecía dormida en uno de los muebles, estaba tan asustada, tan preocupada que se había negado a admitir que estaba cansada y allí estaba el resultado de su terquedad. Juliet por su parte estaba al lado de la chimenea que se encontraba atrás de los muebles de la sala, conversaba muy disimuladamente con Júpiter, sabiendo que Mercurio podría escuchar claramente su conversación.
-Esto no ha sido un accidente. Alguien ha querido eliminar a Apolo –Júpiter observo de reojo a Baco, el dios se mostraba molesto y siguió de cerca a la bruja de sangre, apodo dado no por su dulzura, sabía que algo más ocurría entre ellos.
-Diana se ve muy asustada, algo me hace pensar que en su tribu se ha oído rumores sobre esto –Respondió el dios con toda la intención de que Mercurio observara por la ventana como la chica era detenida por Baco.
-También pensé en ello. Si ella vino hasta acá es porque desea redimir al causante de todo este daño. ¿Qué pasara con ella ahora? –Observo a la muchacha de cabello de sol.
-Tú la cuidaras. Yo no puedo permanecer aquí. Debo irme –Mercurio se levanto y se acerco a ellos.
-¿Me dirán quien es ella? Porque dudo que sea tu familiar –Miro como Juliet se movía incomodad.
-Ella cayó del cielo. Es lo único que sabemos –Respondió Júpiter con autentica seriedad.
-¿Del cielo dices? –Ambos asintieron- Así como si nada ¿de pronto el cielo se abrió y ella cayó del cómo lluvia de invierno convertida en capos de nieve?
Los dioses iniciaron una larga explicación de aquel hecho el cual aun no comprendían del todo, Mercurio pareció comprender y juro no decir nada al respecto, había tomado cierto aprecio por la muchacha y el solo verla le hacía saber que no era una mala persona.
En cambio Baco estaba tentando su suerte, si Diana sabía algo él debía descubrirlo, desde que la chica había adquirido la Signum Escarlata se había reprimido tras unos muros de misterio y ocultismo, si alguien odiaban a la extinta familia de los Flamel por separar esta tribu en dos ramas, ella era unos de ellos. Había perdido todo en ese incidente pero con suerte no mancho su cuerpo con una marca oscura, al contrario de ello ahora era la cabeza de su linaje.
-Te lo he dicho Baco, no es mi culpa lo que sucedió y no sé quien pudo iniciar este terrible acontecimiento –La muchacha ni siquiera le miraba a los ojos, toda su vida había sentido interés por él, pero sabía que jamás seria del agrado de su familia, jamás podría postular su lista de prometidas.
-Diana solo te pido que si sabes algo me ayudes, intentaron matar a mi hermano –Observo por la ventana aun sospechando de Júpiter- Dime solo si fue un mago oscuro.
-No –Ella también observo al interior de la cabaña, Júpiter estaba al lado de la chimenea con sus brazos cruzados, se veía exhausto e incluso enfermo, tantos años en la desolación le había conferido un aire de perdida que nadie imaginaria pudiera superar, Juliet estaba a su lado, como siempre apoyándolo, enamorada sin límites de él pero no correspondida- No ha sido un mago oscuro –Mercurio giro su rostro para encontrarse con su azul mirada, él la había oído y ella lo sabía, en ese instante rompió contacto visual con él para enfocarse en Baco- La energía es más roja que negra. Deja de culpar a Júpiter, el mismo ha tenido su propia dosis de injusticia.
Los ojos de Baco se posaron en ella y tras respirar con pausa se dio la vuelta.
-Tenía mucho sin verte. Desde que te fuiste no dejo de pensar en ti –Le dijo con algo de culpa.
-No ha sido tu culpa, éramos jóvenes y ya cada uno ha descubierto parte de su futuro.
-Diana si no fuera por mi estarías disfrutando de algo mejor, no tendrías que cumplir el régimen Escarlata –Le dijo de forma pausada.
-Nadie puede alterar el futuro de los demás, las moiras saben lo que hacen –La sonrisa de ella fue eliminada por los nervios que le causaba la cercanía de aquel dios.
-Aun no te olvido –Le confesó mientras se volteaba a verla, nada le importaba, de hecho si Mercurio lo escuchaba y lo decía, él seguía amándola y no quería seguir con aquella distancia entre los dos.
-Pensé que me odiabas –Ella le recordó.
-Si dije eso una vez fue por rabia. Tú no deberías estar en aquel lugar. Marchar tu ser con sangre... –Ella observo el suelo- No eres así.
-No es tan malo luego que te acostumbras –Los ojos azules de Baco se abrieron con enorme sorpresa.
-¿No es tan malo? Pero que cosas dices –No podía creer que aquel tema se estaba extendiendo a eso.
-Sigue con tu teatro, estás perdiendo la actuación –Sintió como tomaba su mano y no pudo evitar observar esa pequeña unión, ambos habían prometido mantenerse alejados para evitar el daño, frente a todos debían ser indiferentes, su amor se basaba de eso, un engaño letal y mortífero lo cual implicaría la muerte de ambos si llegase a ser descubierto- No podemos hacer nada, no puedo postularme para ti.
-Pero sigues siendo la dueña de mis pensamientos y deseo que permanezcas allí –Los ojos azul vidriosos de ella se posaron en los de él, ambos luchaban por reprimir aquel doloroso momento, la cercanía lo era aun mas, si lejos sufrían así de cerca era peor.
El error que carcomía aquella sociedad era más que una simple jerarquía o marca, el error estaba infundado bajo aquellas imágenes de supremacía que ejercían cada tribu a sus contrario, tan egoístas, tan ególatras, tan discriminativos.
El error estaba en su sistema obsoleto de poder.
Ellos no podían sostener el futuro en sus manos sin culpa a aquellos que lograban comprenderlo. Simplemente o te unías al error o morías por el error.
Todos lo sabían, estaban claros en ese asunto, solo que no se esperaban la llegada de alguien que no pertenecía a ese orden absurdo.
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ARRIBA LES DEJO ANEXO A QUIEN ME IMAGINO COMO BACO.
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