prólogo
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prólogo
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Ohio, 1995
El maravilloso mundo de los sueños expulsa a Regina Labonair de su fantástica utopía con barcos de colores chillantes navegando océanos de tequila y unicornios voladores de malvaviscos, su cabeza apoyada al escritorio de madera, da un salto enderezándose con todo y una hoja de papel adherida a su mejilla izquierda. La despega con cuidado y le echa un vistazo a su contenido rememorando que mientras buscaba una pista del paradero o identidad de su madre, cayó rendida en los brazos de Morfeo.
Irónico que perdurara buscando cualquier dato de su progenitora por más mínimo que fuese, inclusive sabiendo que la abandonó en la gélida madrugada de su nacimiento en 1922, dejándola al cuidado de su padre con nada más que su apellido.
En su periodo en la milicia, elaboró una corta lista de lo único que tenía de su madre; El apellido Labonair que adoptó oficialmente para mentir en su solicitud al ejercito a los diecisiete años, una especie sobrenatural a la que renunció y una jugosa herencia que arribó veinte años tarde después de una precaria infancia.
Su padre era un hombre muy ocupado que labraba jornadas extenuantes de trabajo para ganar un sustancioso salario que despilfarraba en mujeres y vicios descuidando a su única hija, Regina tuvo que trabajar desde niña, cocinaba galletas o dulces que vendía a escondidas en el recreo de su escuela, hacía la tarea de sus compañeros o cuidaba a los hijos de su maestra por las tardes, todo con tal de conseguir su propio dinero.
También se vio forzada a aprender a sobrevivir en las calles donde en carne propia vivió el riesgo que conllevaba ser una mujer, a corta edad aprendió con ayuda de su progenitor a manejar un arma y poner en práctica su congénita puntería impecable, el hombre que la engendró no quería vivir al pendiente de su vida, así que en un acto de "bondad", le impartió los conocimientos necesarios para defenderse.
Su padre no objetó cuando Regina solicitó usar el apellido de su madre en lugar del suyo y le facilitó el camino para cambiarlo, posteriormente se enlistó en el ejercito mintiendo sobre su edad donde tuvo pelear con uñas y dientes por ganarse un lugar. Era una mujer que nadie tomaba enserio, pero no se inmutó y mucho menos se desanimó por los incontables comentarios machistas que recibió, en una ocasión, le desvió el tabique de un puñetazo a un recluta que intentó propasarse con ella.
Y la mañana siguiente ingresó a la cafetería con el mentón altivo sin dedicarles una sola mirada, no negaría que la abrumaban, pero jamás tuvo intenciones de agacharles la cabeza y darse por vencida. Llegó al ejercito para servir a su país y aportar tan siquiera un granito de arena ayudando de una manera a lo mejor pequeña, pero que era mejor a quedarse de brazos cruzados sin hacer nada, un grupo de ineptos no iba a derrotarla.
Una noche de verano en 1942 , pudo regresar a New York unos días para reunirse con sus amigos y recibir la famosa herencia de su madre, caminaba íngrima por la calle cuando vio a la muerte y la maldad pasar frente de sus ojos al ser interceptada por un grupo de borrachos con intenciones cero amigables. No quería entrar en detalles de lo que pasó después, sino del instante que dibujó el punto final de su vida humana.
La muerte y la maldad encarnadas fueron su salvación adoptando la forma corpórea de una majestuosa mujer y un imponente hombre; Los híbridos originales, los peores engendros de la humanidad acogieron el papel de sus salvadores.
Nunca supo con seguridad que vio Krista Mikaelson en ella para convertirla en una vampiresa perteneciente a su linaje y en una de sus pupilas favoritas, pero su decisión le otorgó poder y lo acompasó con sus conocimientos militares forjándose así misma en una entrenada y habilidosa mercenaria cuyo trabajo era un éxito asegurado así fuese una tarea benévola como sus trabajos para S.H.I.E.L.D o corrupta como las que ejecutaba para el crimen organizado.
El vampirismo distorsionó su brújula moral, sin embargo, conservaba firmes ideales y códigos de justicia que le impedían aceptar cierto tipo de trabajos que ni con billones de dolares accedería a realizar, pero que encantada frustraría gratis.
Su eficacia la convertía en extremo solicitada y como prueba física esta el teléfono convencional que no para de sonar. Regina bosteza debatiéndose entre dejar pasar la llamada y volver a sumergirse en su mundo ideal o contestar dispuesta a escuchar una nueva oferta de trabajo. El dinero le sobra a montones, pero tenía que cuidarlo y generar más para mantener su preciado nivel de vida, esto último termina motivándola a escoger la segunda opción-¿Bueno?
-Buenas tardes, Regina-saluda Elijah Mikaelson a su amiga tan refinado como solo él sabe serlo-Agradezco que contestes.
-Siempre contesto cuando el deber llama-responde la morena con voz juguetona sin sentirse intimidada por un original, no era una criatura que viviera del miedo. Además, mantiene una estrecha amistad con la élite sobrenatural, beneficios que se obtienen al ser apreciada por Krista y Niklaus-¿Qué necesitas de la Teniente Silenciosa?
-Tu cooperación en la central de S.H.I.E.L.D-procede a explicar brevemente el honorable con voz ligeramente agitada-Estoy en Los Ángeles ocupado con Coulson y Fury, no puedo moverme, irás en mi lugar. Te estoy contratando.
-Así se inicia una buena conversación-sonríe Regina para sí misma acomodando la pila de documentos en su escritorio-¿Detalles de la misión?
-Detectamos a dos integrantes de la habitación roja en Ohio, tienen a dos niñas con ellos bajo la fachada de una familia normal estadounidense-La sangre de la vampiresa se calienta fúrica hasta hervir en cólera, no toleraba que usaran a niñas inocentes como títeres para sus bajezas, la ley del fuerte aprovechándose de quien cree débil. Trabajo número uno que declinaría sin dudar para más tarde idear una brillante estratega que lo derrumbe-Tendrás más información al llegar ¿Aceptas?
-Cuenta conmigo-dictamina Regina con decisión colocándose de pie enrutada a preparar su mejor artillería, esto era más un asunto personal con sus creencias que por dinero, la motivaban sus ideales no su avaricia.
Protegería a quienes todavía no desarrollaban su fuerza para protegerse.
Y era tan excelente en su trabajo que ella misma era su propia enemiga, podía deshacer sus propios planes en cuestión de segundos.
-Te esperarán en la central para ponerte el corriente, es cierto que eres una excelente soldado, pero sobretodo, eres una grandiosa mujer, teniente Labonair, confío en ti-Las palabras indubitables del original retumban en la mente de Regina ensordeciéndola con el eco, ella aprieta los puños y alza el mentón con esa valentía que le representa-¡Fury, la niña Blockbuster se está escapando!
Regina frunce el ceño olvidando el breve instante emocional-¿Qué carajos está pasando en Los Ángeles?
-Estamos lidiando con una niña que dice ser de otro planeta y comienzo a pensar que es un severo caso de drogadicción.
-Eres un vampiro original y estás hablando con otra vampiro ex licántropa, nuestra existencia podría ser la punta del iceberg en un vasto universo donde lo imposible empieza a ser posible, no hay que ser tan arrogantes.
Regina no perdió ni un segundo al arribar a la central, en cuanto atravesó las puertas de la Agencia de Inteligencia y Espionaje empezó a comandar la misión según las tácticas estrategas que su cerebro iba orquestando a medida que era bombardeada con información vital. No tenían tiempo que perder, no cuando sus objetivos podrían estar escapando.
-Robaron datos importantes de North Institute, un centro de investigación-informa un agente en tanto preparaba su cinturón de armas en tiempo récord-E incendiaron las instalaciones.
-¿Ambos?
-Únicamente fue interceptado un individuo como responsable del incendio, responde al nombre de Alexei Shostakov, alias...
-El Guardián Rojo-completa Regina apretando con fuerza los dientes-Muy bien, caballeros, es momento de ponernos a trabajar, la policía local resguardará el área, serán colocados retenes alrededor del estado y los aeropuertos ya fueron alertados. Los quiero distribuidos apropiadamente tal como se les fue indicado, el orden es crucial para capturar a esos delincuentes y proteger a las niñas.
-No entiendo porqué el Agente Mikaelson le confió una misión riesgosa y crucial a una mujer-comenta un hombre de manera hostil y despectiva reparando con desdén a la vampiresa-Esto no es trabajo para princesitas, llorará en cuanto se le rompa una uña.
-Me pusieron al frente de esta misión porque naturalmente soy la persona mejor calificada para la tarea que se me ha encargado, no por mi cara bonita-se defiende Regina con postura recta imponiendo seguridad y respeto de la mano de su voz severa, sus ojos de color verde intenso brillan con un impacto letal similar a dos dagas-Si a tu ego de machito tanto le hiere recibir ordenes de una mujer, te invito cordialmente a largarte de aquí y no estorbar el trabajo de los profesionales.
-Usted no me va a venir a dar ordenes.
-Por supuesto que lo haré, dele un vistazo a mi placa-espeta la morena apuntando su distintivo de teniente y atragantándose las ganas de romperle el cuello-Tú y yo no estamos al mismo nivel.
Años en el ejercito la prepararon con sangre y sudor para saber enfrentarse a personas, en especial a hombres como el agente que se retiraba de mala gana, sujetos con ánimos de relegarla a un papel secundario bajo la patética excusa de pertenecer al que ellos consideraban el sexo débil.
Regina conocía de memoria su valor y afiló su carácter para nunca dejarse pisotear por nada ni nadie.
-¿Alguien más quiere unirse a su compañero?-la pregunta de la teniente no consigue ninguna respuesta más que el silencio incomodo y sepulcral-Perfecto, manos a la obra.
-Como ordene, mi teniente.
Regina aborda el asiento del piloto de una camioneta blindada que conduce tan rápido como puede serpenteando en las áridas calles que sirven de atajos para los agentes de S.H.I.E.L.D. Su destino era un viejo depósito donde ella bien sabía que ciertos grupos delictivos ocultaban avionetas para un escape fugaz en caso de emergencia.
Y estaba cien por ciento segura que ambos agentes de la habitación roja no eran la excepción.
La confirmación llega en forma de un oleaje de balas que se estancan en la camioneta, Regina vira el timón del auto esquivándolas en movimientos zigzagueantes hábilmente, el grito de guerra fue recitado iniciando una contienda que la implacable vampiresa no figuraba perder.
La primera de dos camionetas es derribada por una bala que atraviesa el cristal otorgándole el primer trago amargo a la teniente silenciosa que farfulla por lo bajo y opta por desabrocharse el cinturón-¡Torres, toma el volante!-ordena a uno de sus soldados que no pierde el tiempo y suplanta el lugar de Regina quien sale disparada por la puerta dispuesta a enfrentarse cara a cara con el guardián rojo que corre de espaldas protegiendo la avioneta que intenta despegar.
La morena aterriza con ambas rodillas flexionadas presumiendo su pulcro traje, pantalones militares ajustados de color negro al igual que sus botas de combate y el chaleco de cuero con mangas largas y detalles en azul encima de su camiseta oscura.
Regina de un salto patea el pecho del ruso con ambas piernas que rápidamente redirecciona conectando otras dos patadas en el rostro del hombre no alcanza a bloquear, se defiende con un puñetazo en su abdomen y un intento fallido de barrida que erra cuando Regina brinca y gira su pierna para golpear su estómago. Alexei aprieta el gatillo y dispara al aire alertando los sentidos de la vampiresa que reconoce aquel acto misterioso como una señal, un silencioso grito de ayuda.
Una ráfaga de viento derriba a la teniente que cae de pie agudizando su audición buscando reconocer al atacante, es un vampiro dado que esa velocidad inhumana es propia de su especie. Alcanza a identificar un ruido aproximarse a su izquierda y atrapa en el aire la navaja arrojadiza que es desperdigada en su dirección proveniente de una figura alta masculina que emerge de las sombras en tanto la disputa con Alexei es manejada por los agentes.
Regina corre con velocidad vampírica hacía el, pero es interceptada por una mano que aprieta su cuello cortándole el aire y estampándola contra el suelo, un par de balas silban impactando en el cristal de la avioneta esta vez arrancando una serie de chillidos infantiles y desencadenando el aroma a sangre fresca, la teniente ruega que el disparo no haya impactado en ninguna de las niñas. Devuelve su concentración a la figura que ejerce presión en su tráquea, levanta sus piernas para golpear fuertemente el costado de su cabeza y ejecuta una llave haciendo que sea ella quien quede encima de su contrincante.
Sus uñas filosas se incrustan en el rostro del hombre al momento de retirarle una máscara negra que ocultaba su identidad, al dejarlo expuesto deja escapar una carcajada maligna-Kilian Warren-escupe el nombre del castaño-Creí que estabas en el infierno, hijo de perra.
-Yo soy el cazador del infierno-El apuesto británico enarca una ceja, le propina un puñetazo en la mandíbula a la vampiresa debilitándola para su siguiente acción representada por un puñal clavado en su estómago-No cuentas con tanta suerte para deshacerte de mí, inmunda-retuerce el arma blanca mutilando la piel de su eterna enemiga-Eres buena, pero un vampiro de siglos es más fuerte que uno con décadas.
Regina presiona la cabeza del recién llegado contra el suelo escarbando la tierra con ella y con su mano libre se retira la daga como si nada manchando sus manos de la sangre que brotaba de una herida que cicatrizaba tan rápido como el trayecto de las balas-No tengo ánimos de conversar-Vuelve a golpearlo contra el piso asegurándose que no intente distraerla en su siguiente movimiento-Tú y yo vamos a saldar cuentas en otra ocasión.
La teniente se enruta directamente hacia la avioneta ignorando monumentalmente a las camionetas vueltas chatarra en el suelo y a otra estrellarse a lo lejos, con su velocidad vampírica se cuelga de la otra ala mientras maldice mentalmente no haber atado su cabello que vuela salvajemente gracias a la brisa nocturna. Sus ojos atraviesan el vidrio cruzándose con dos niñas pequeñas diferentes entre sí, una rubia que no pasaba de los siete años y se encontraba hecha un ovillo en su asiento sollozando abrazada a un pony de peluche y otra de cabello corto teñido de azul con más edad que piloteaba la aeronave aún con sus manitas temblando.
A su lado yacía Melina Vostokoff desparramada con sus manos apretando la herida de bala en su abdomen, a Regina no le remordió ni una gota de empatía.
La niña peliteñida voltea en dirección a Regina que transforma su mirada gélida a una más cálida y amigable-¡Voy a sacarlas de aquí, pequeña, vengo a ayudarlas, no teman!-grita la morena lo más que sus pulmones le dan para ser escuchada y nota como la infante titubea tentándose a confiar en ella, podrá ser una desconocida, pero parecía ser capaz de ponerla a salvo de su peor pesadilla a la cual sus "padres" pretendían entregarla en bandeja de plata.
El corazón de Regina se apretuja al reconocer cierto atisbo de miedo, indudablemente la habitación roja era un vil semillero de asesinas forjadas a partir de niñas inocentes que secuestraban para explotar a beneficio de sus líderes, tráfico de humanos en su máxima expresión.
El puño de la castaña reduce el cristal de la ventanilla trasera en diminutos pedazos inservibles de cristal y se apresura a tomar gentilmente el brazo de la pequeña rubia.
No obstante, en un abrir y cerrar de ojos todo se vuelve oscuridad para Regina, su cuerpo inerte cae al vacío con una bala certera clavada en la frente, no era su final, no para una vampiresa inmortal, pero no viviría un maravilloso despertar una vez sus ojos esmeraldas recuperaran la vida.
Kilian le dedica un asentimiento al Guardián Rojo que se aleja aferrado al ala del avión opuesta a donde se hallaba la teniente anteriormente, baja su arma de largo alcance y suspira triunfante, nadie iba a dañar el proyecto que trazó durante siglos con arduo trabajo quemando las neuronas de su cerebro, no iba a permitir que le arrebataran de las manos a dos preciadas joyas de su corona, a dos magníficos trofeos de su estantería, a las mejores agentes que su organización vería crecer.
Natasha Romanoff y Yelena Belova.
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