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TRES

TAEHYUNG

Conocer a Jungkook fue los más maravilloso e inexplicable que sucedió en mi vida. Era extraño que una persona como yo se sintiera tan bien con otra persona y no tratara de apartarla, como lo hago con mi padre o algún otro ser humano que se compadezca de mi ceguera.

Odio que me tengan lástima; pero Jungkook nunca se comportó de esa manera conmigo, se preocupaba por mi bienestar; pero no lo hacía por pena y eso me gustaba de él.

Realmente odio que me traten como un ser frágil solo porque no veo.

Yo: veo el mundo con mis manos, mis oídos y mi nariz.

No voy a negar que quisiera que mis ojos también fueran testigos de las maravillas de este mundo, tal como Jungkook me las describe; pero la naturaleza no me otorgó el don de la visión. Aún así, no he perdido la esperanza, no desde que mi padre, sin mi consentimiento y moviendo hilos, me inscribió en una lista de espera por si aparecía algún donante de córnea. Las probabilidades eran escasas, así que lo dejé hacer y por lo menos, ya no me fastidia como antes.

—Listo —escuché la voz de Jungkook al entrar a mi habitación y cerrar la puerta—, ya puedo acostarme.

—¿Apagaste todo y verificaste que puertas y ventanas estuviesen cerradas? —pregunté, mientras lo sentía subirse a la cama.

—Claro que sí amor —respondió, acercándose a mí—. Además, si notas que algo se pierde, de seguro el ladrón habré sido yo —dijo, abrazándome.  

Solté una risilla, instante en que él se movió y de un momento a otro sentí sus labios sobre los míos. No me quejé, llevábamos unos días sin hacerlo y la verdad es que lo necesitaba. Necesitaba sentirlo. Las sensaciones que Jungkook provocaba en mi cuerpo eran exquisitas. Amaba su tacto sobre mi piel y como cada roce era siempre más intenso. Amaba cuando su magnífico cuerpo se acercaba al mío dándome más calor y su aliento se estrellaba en mi cara. Amaba cuando me susurraba en los labios y mi boca se abría para dar cabida a su lengua.

Nuestras respiraciones jadeantes, nuestros aromas mezclándose, nuestros cuerpos llenos de gozo cuando él entraba y salía de mí suavemente me fascinaba. Y mi mente divagaba en los momentos en que la punta de su lengua conectaba con la punta de la mía y un calambre me recorría el cuerpo, lo que él aprovechaba para aumentar el ritmo de sus movimientos, momento en que mis jadeos se descontrolaban y él llegaba a ese punto dentro de mí que nos conducía al más maravilloso clímax.

Amaba su forma de hacerme el amor.

Y luego del placer nos quedábamos dormidos. Desnudos. Abrazados. Todo era perfecto. Pero justo cuando pensé que esta noche sería igual como muchas otras, un mensaje me llegó al celular.

—Perdona amor, debo contestar —le dije.

—No te disculpes, puede que sea importante si te escriben a estas horas.

Estiré la mano hacia la izquierda y tomé el celular del gavetero que se encontraba de ese lado. Abrí el aparato y apreté un botón para escuchar el mensaje. La sorpresa fue grande cuando del hospital me anunciaban de que había aparecido un donante. El teléfono se me cayó de la mano y Jungkook me felicitó, dándome un beso en la mejilla derecha.

—Jungkook, ¿eso quiere decir que podré ver el mundo lleno de colores, que podré verte? —sonreí y palpé su cuerpo para abrazarlo, lo cual hice.

—Me alegra muchísimo mi amor. Estoy muy feliz por ti.

Fue una noche estupenda sin duda y a la mañana siguiente me presenté en el hospital junto con Jungkook. Me atendió una doctora y me explicó los detalles de la cirugía. Aunque no pude saber quién sería mi donante, estaba muy agradecido con esa persona.

La cirugía fue programada para fecha y hora y mientras esperaba Jungkook me decía que cuando yo pudiera verle me compraría un hermoso anillo y me pediría matrimonio. Y aunque al principio me había resignado a que quedaría ciego de por vida, realmente estaba contento por la noticia.

Pero días después de la cirugía las cosas no marcharon del nada bien. El día marcado, Jungkook me acompañó hasta que sentí su mano alejarse de la mía y el sonar de unas puertas cerrarse; pero cuando desperté y pregunté por él, nadie supo decirme. Mi padre fue el único que me comentó que le había surgido algo urgente y que había salido.

Pero los días fueron pasando y no aparecía, incluso el día en que me quitaron la venda de los ojos y la claridad del día se hizo presente para mí… incluso ese maravilloso día, él no estuvo a mi lado para celebrarlo conmigo. Y lo días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Le escribía mensajes, le llamaba por teléfono, pero nunca contestaba.

Me sentía dolido. Jungkook había aparecido en mi vida cuando sentía que no necesitaba a nadie; pero justo cuando necesité de alguien, él simplemente desapareció. 

Miraba la pantalla del teléfono sin ganas, miraba los cientos de mensajes que le escribí y una rabia comenzaba a apoderarse de todo mi ser, una rabia que me consumió.

Pasaron un par de días más y ya su contacto no estaba en mi teléfono. Incluso me mudé de casa tal como él se mudó de la suya.

Borré a Jungkook de mi vida.

—Hijo, tu teléfono está sonando —anunció mi padre, sentándose en el balcón de su casa, donde nos encontrábamos charlando.

Después de mi operación, nos reconciliamos.

—Gracias, no lo había escuchado.

Me levanté de la silla y me dirigí a la sala, donde estaba mi teléfono, sobre una mesita de formica. Me acerqué a él y lo tomé, viendo que se trataba de un número desconocido. Atendí la llamaba.

Taehyung, gracias a Dios que contestaste la llamada —su voz me golpeó los recuerdos como si una ráfaga de viento azotara una ventana de cristal. Me quedé paralizado—. No cuelgues, por favor. Necesito hablar contigo. Necesito que nos encontremos. —Me quedé callado, escuchando mi propia respiración y los latidos acelerados de mi corazón. Una punzada en el pecho se hizo presente—. ¿Tae? Por favor dime algo, sé que estás ahí, necesito que nos encontremos, necesito aclarar lo que sucedió, el porqué desaparecí de tu vida, no quiero que malinterpretes nada. Incluso yo… he comprado el anillo, ¿lo recuerdas? Te propondría matrimonio una vez hubieses recuperado tu visión.

Mis lágrimas amenazaron con salir, pero me armé de coraje y decidí hablar: —No me interesa, de hecho, yo ya te borré de mi vida, no quiero saber nada de ti. Aun así, aun después de lo que hiciste, te agradezco por todo el apoyo que me diste hasta ese día. Hasta ese momento, no me arrepiento de todo lo que vivimos juntos, pero eso se acabó. —La voz se me quebró—. Desapareciste de mi vida sin dar ninguna explicación, ahora no vengas después de tanto tiempo a querer explicar no se qué. No quiero escuchar lo que tengas que decirme. Así que, gracias por todo Jungkook, pero ya no te necesito para ver los colores de este mundo.

Fin de la llamada. Bloqueé el número y apagué el teléfono.

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