0.2
—Minjae, no creo que llegue hoy, uno de los residentes tuvo una emergencia así que necesitan que haga su turno. Nos vemos mañana, adiós.
Abro la boca para responder pero la llamada ya está finalizada.
—Suerte, Kook —musito, mientras alejo el aparato de mi oído resignada.
Al dejar el celular al lado de mi computador es como si el tiempo se detuviera.
Me sentía extraña, como si mi cuerpo no fuera el mío, sentía que con cada mínimo movimiento mis músculos se desgarraran y mi estructura ósea no fuera capaz de manter mi cuerpo de pie; quizás simplemente es el cansancio de tantas noches sin dormir haciéndose notar. Pero sabía que no, no era sólo el cansancio, sino también la fuerza interna mía tratando de tomar el control de nuevo, de ser yo misma y no el zombi que he sido estos últimos días. Tenía los ojos pesados además de una mueca de incomodidad constante y dolor en mi espalda junto mis muñecas, y es que a estas horas de la noche, la pesadez en mi interior me arrastraba hasta lo más hondo de esta, donde la pesadilla se convertía en realidad.
Otro suspiro se arranca de mis labios ya sentidos de tanto que los he mordido al pensar en este desastre de mi vida.
—Min-miin~, adivina quién viene a alegrar tu vida —canturrea una voz levemente aguda pero a la vez notoriamente masculina. Levanto mi cabeza del escritorio exaltada y con rapidez me trato de arreglar el nido que tengo de pelo.
La puerta principal suena al cerrarse y la primera idea de que sea un ladrón o alguien extraño se disipa al percatarme del apodo cariñoso, el tintineo de unas llaves al dejarlas sobre el arrimo de la entrada y, obviamente, porque un ladrón no daría a conocer su invasión. Ahora bien, los únicos que tenían la llave de mi departamento eran mi novio, algunos amigos y mi mamá.
— Eeeh... —balbuceo, a la vez que guardo todos los papeles dispersos encima. Maldición, ¿cuándo acumule tantos proyectos e informes?— ¿Jimin-ah?
La persona invasora de mi hogar suelta un jadeo teñido de indignación ante mi adivinanza. Pero con eso ya el juego de adivinar quién es el invitado sorpresa termina porque solo uno de los chicos aparte de Jimin puede hacer ese ruido de indignación pura. Sonrío y ya dando por finalizado el orden de mi oficina salgo de la habitación hacia la sala de estar para darle la bienvenida como se debe al chico.
—¡Ah, ya sé! ¿Seokjin Oppa? —Mi voz sale juguetona y al asomar mi cabeza en el campo visual del rubio este alza una ceja para después sonreír ladeado.
—Yah, ¿cómo puedes confundirme con la copia barata enana esa? Aish, esta juventud hoy en día.
—Jiminnie no es una copia ni tampoco barata, Seokjin-ah.
—Primero... —dice, antes de darme un zape al acercarme que me pilla por sorpresa. Me quejo pero no logro nada—. ¿Cómo que "Seokjin-ah"? Soy cuatro años mayor que tú, respétame. Y segundo, no creas que no me percaté que no negaste lo de enano.
Se cruza de brazos mirándome con una ceja alzada. Noto como trata de mantener su rostro serio pero su expresión pícara no pasaba desapercibida; con sus labios grueso sobresaliendo por lo rosado que se encontraban, sus ojos rasgados formando una línea al tenerlos entrecerrados hacia mí y sus cejas perfectamente perfiladas fruncidas. Claro está que toda esa apariencia prolija desaparecía si bajabas la vista a su calzado; un pie con zapatilla y el otro mostrando un calcetín con estampado de Mario Bross.
Muerdo mi labio ahogando la risa que amenaza en salir.
— Seokjin, una cosa es defender a tu amigo y otra es negar lo innegable.
Sus labios son los primeros en reaccionar al entreabrirse para soltar la peculiar risa del dueño.
Al tranquilizarse un poco pero aun manteniendo su sonrisa plasmada sigue con su trabajo de sacarse el zapato que le faltaba sin afirmarse de la pared a su lado. Entorno los ojos divertida por la extrovertida personalidad y por la graciosa pose del mayor, mientras entablamos una conversación banal me encamino a la cocina para preparar el té, hasta que mi vista choca con el reloj digital del horno, dejándome a media frase y borrando completamente mi sonrisa.
—¿¡EEEH?! —Mis ojos se abren en sorpresa. Corro de vuelta a la entrada pero termino chocando con la anchura del rubio sin ni siquiera cruzar el umbral— ¡Yah, oppa, ¿por qué vienes a esta hora sin avisar, eh?! Hubiera preparado algo para comer, aigoo, ¿qué haré? Estaba tan ocupada trabajando que me olvidé completamente de la cena. Dios, si Jungkook hubiera llegado... Joder, ¿cómo se me olvida la maldita cena?..
Mi boca se abre buscando desesperada un poco de aire. Mi memoria me juega una mala pasada olvidando por completo la llamada de Jungkook haciéndome creer que en cualquier momento la entrada se iría a abrir, dejando entrar a un cansado y por lo tanto cabreado Jeon, el cuál al ver a su hyung se molestaría más porque no le avisé que me vendrían a ver y ahí se sumaría el no haber hecho la cena y...
Mis ojos se humedecen, llevo una mano a mi pecho estrujando la camisa de pijama. A pesar de la nebulosa entendía perfectamente que esto solo era el inicio de una de las tantas crisis nerviosas que han estado arrebatando a mi cuerpo estas últimas semanas pero el hecho de que por primera vez fuera frente a alguien me desesperaba de sobremanera, y mucho más si consideraba que ese alguien era Kim Seokjin. No pude evitarlo, mis piernas habían comenzado a temblar a penas fui consciente de la hora y ya no tenía la fuerza suficiente para mantenerme de pie. Caigo sentada, el dolor que agita mi lumbar no se compara al que cruza en los ojos de Jin al ver como la reacción involuntaria de mi cuerpo es hacerme bolita antes de que su mano logre posicionarse en mi espalda.
—Lo lamento, oppa-nim —musito aún con mi cabeza escondida entre mis piernas, arrugo el mentón, parpadeando varios veces para dejar de llorar tanto, pero la angustia no cesaba. Sollozo—: No sé qué esta mal conmigo... Lo lamento tanto, estoy arruinando tu tarde.
—Oye, deja de disculparte tanto. No estoy molesto. —Su voz, unos intervalos mas baja de lo normal, interrumpe mis lamentos. Escucho como maldice en voz baja antes de colocar con éxito su mano en mi espalda, dándome leves caricias—. Minjae... pequeña, ¿qué pasa? Háblame, por favor. —No fui capaz de responderle, estaba ahogada entre sollozos, con ese nudo horrible en la garganta y el cuerpo tembloroso bajo su tacto— Entiendo...Estoy a tu lado no importe qué, ¿si? Ahora respira conmigo —murmuró, tomando asiento cerca de mí mientras inhalaba de forma notoria guiando sus acciones con su mano libre.
Por unos minutos solo estuvo ahí, dándome apoyo con solo su presencia y la mano que nunca abandonó los pequeños mimos. Hasta que de a poco mi cuerpo fue soltándose al familiarizarse con el tacto del mayor, entonces con precaución el cuerpo de el rubio se apegó mas a mi, envolviéndome con su calor corporal. Me abrazó tan fuerte que terminé llorando más.
Lloré demasiado. No sabría decir cuanto tiempo pero al percatarme que los pocos rayos anaranjados que iluminaban la sala de estar ya habían desaparecido pude deducir que fue durante horas, a pesar de que a veces me detenía quedando lacia entre los brazos que me reconfortaban volvía a hacerlo tras unos segundos de silencio donde solo se escuchaba mi respiración irregular y los "shh" o "ya, ya, tranquila" de Seokjin.
—Todo estará bien, Minjae —dijo en algún momento.
Pero sus palabras hicieron lo contrario de su propósito.
» Promesas «
"Lo siento, Jae. No sé que me pasó, te prometo que no volverá a pasar"
»Promesas y más promesas «
"¡Maldición! Jae... cariño, no llores, yo... vamos a superar esto, ¿sí? Te prometo que todo volverá a la normalidad"
—No, Jin... Nada estará bien.
ººº
Sé que me demoré mil años, pero nunca creí que contextualizar un daño psicológico iba a tardar tanto. Por eso les pido tengan paciencia con Minjae, la versión que narra es una distorsionada de la real y por lo tanto una muy inestable y de lágrima fácil.
Eso sería, espero que estén bien. Cuídense.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro