#63 - Lo que causa la humillación.
La humillación.
Ese sentimiento que estaba permaneciendo en su pecho como una condena. Momo realmente nunca se sintió completamente cómoda, siempre había algo que le disgustaba y que la hacía querer desaparecer del lugar, pero lo enfrentaba y bromeaba con ello.
Ahora no puede bromear con esto.
Había sido expuesta. Su cuerpo desnudo estaba ahí, mientras un hombre (en el que confió lo suficiente para convertirlo en cliente frecuente) la follaba y al final le daba unos míseros billetes que Momo aprovechaba para hacer feliz a los de su alrededor. Como esa vez que le compró un libro en coreano a Mina para que practicara el idioma, lo había comprado con el dinero que ganaba prostituyéndose. O cuando regaló dulces de almendras a Hikaru, cuando regaló unos chocolates a Chihiro, o sorprendió a Daniel con otro pez mascota.
Su dinero fue ganado de personas satisfaciendose con su cuerpo. Ella solo intentaba cerrar los ojos, y esforzarse por que fuera satisfactorio para ella, pero mayormente nunca lo era. Tal vez con el que pudo sentirse cómoda para disfrutar del acto fue con Felix, porque eran amigos también y sabía que Felix no la veía como una puta, sino como alguien lastimada con necesidades económicas.
Muchas veces Momo se pregunta cómo se habría sentido su abuelo, si estuviera presente, al saber que vendía su cuerpo por dinero. Tal vez le darían buen golpe, reclámandole de que eso solo lo hacen las personas más débiles y desesperadas, gritándole que debe a luchar por algo más que ser una zorra, que debería tener un futuro decente y que para eso le enseñó a luchar.
Que no solo le enseñó a pelear físicamente, sino también por su futuro.
Pero Momo era tan perezosa que nunca prestó atención a sus palabras, las había tomado como habladurías aburridas de un anciano, aunque desearía haber escuchado aquella vez.
Tal vez su anciano abuelo también le habría dado un consejo sobre amor, uno que le sirviera para saber qué hacer después de haber sido avergonzada frente a la persona de la que se había enamorado.
Cuando conoció a Jeongyeon, pensó que no podía haber chica más hermosa que esa fanática del terror. Jeongyeon era una mezcla entre inocencia y crueldad. Bueno, Jeongyeon no era cruel, pero le encantaba ver películas o series donde los protagonistas lo sean. Era alguien peculiar, con un rostro bello y sonrisa contagiosa.
Momo comprende bien el por qué se enamoró de ella, aunque no comprende cómo los demás no se enamoraron de ella, si Jeongyeon era perfecta en cualquier sentido.
Aunque en el fondo de sus inseguridades y vergüenza, Momo piensa que Jeongyeon merece algo mejor que una chica rota y vulgar, alguien que sea más que una chica usada como puta. Jeongyeon merece alguien que sea igual de perfecta que ella, no una Momo derrumbada.
Porque así estaba Momo ahora. Estaba derrumbada en el suelo de un apartamento solitario, sintiéndose tan viva y tan muerta a la vez.
Su primer impulso al huir fue llamar a Felix. Su buen amigo le dijo que se podía quedar en un apartamento ya comprado por él. Después de todo, Felix era de Corea, pero se aferra a Japón porque ahí murió su pareja. Momo le agradece el gesto considerado, porque nadie sabría cómo encontrarla, y Felix no revelaría su ubicación ni aunque lo amenazaran.
Felix incluso dijo que viajaría lo más pronto posible para acompañarla esos días, y Momo sinceramente no pudo negarle su ofrecimiento. Necesitaba alguien rodeandola en confort, abrazandola hasta hacerla sentir mejor, porque simplemente su cuerpo hormigueaba y se estremecía del dolor emocional, tanto que llegaba al punto de perderse en la nada por horas.
Porque claro que fueron horas, si no ¿cómo un cuerpo la abrazó por detrás y resultó ser Felix?
Momo soltó un jadeo del susto, pero pronto se recompuso y se abalanzó para abrazarlo, su frente chocó contra el pecho del hombre, y éste pasó una mano por su espalda en una suave caricia.
No había llorado. No encontraba el por qué llorar, porque se sentiría más solitaria si soltaba sus emociones a solas. Ahora no estaba sola, así que soltó cada emoción. Primero soltó una risa de alegría al verlo, que pronto se volvieron sollozos cada vez más fuertes y ahogados.
— Estoy jodida — Momo solo quería volver a intentarlo, pero en otra vida. Quería tener la nueva oportunidad de vivir de nuevo en un nuevo contexto, uno mejor y feliz, uno que no la hubiera llevado hasta ese momento — Totalmente jodida — soltó tambaleándose, y fue cuando Felix la alzó como si fuera una bebé, para echarla sobre la cama y acostarse junto a ella, abrazandola.
— Todo estará mejor. Me lo has dicho antes. Por más mal que se vea, todo estará mejor, pero ahora puedes estar tan mal como te sientas.
Momo sabe esas palabras, ella misma las dijo alguna vez. Cuando Felix se sentía mal, ella dijo que todo mejoraría alguna vez. Puede pasar mucho, pero todo mejorará, pero que estaba bien sentirse mal de vez en cuando. Tal vez Momo pensó alguna vez que eran suficiente consuelo para alguien, pero ahora protagonizando a la persona herida, siente que solo son palabras vacías.
Se aferra aún más al hombre, acurrucándose solo para querer quedarse dormida, porque solo inconsciente podrá estar relajada, por fin un poco de paz.
Pero pasó una hora, y parece que el único que durmió es Felix. Momo se hizo la dormida por largos minutos, hasta que sintió que él durmió. Seguramente fue un vuelo largo, así que no lo despertaría.
Momo se sentó en la orilla de la cama, apartando suavemente su cuerpo del contacto de Felix, poniendo una almohada en su lugar para que el hombre durara más tiempo sin darse cuenta de su ausencia.
Y es que Momo tenía una idea.
Todo el mundo sabía que fue prostituta, todo el mundo seguramente la juzgaba, y todo el mundo se daría cuenta de lo vergonzosamente humillante que fue para ella el que la expusieran. Lo demostraría de una manera tal vez impulsiva, pero ya no lo soportaba más.
Sus pies sigilosos se dirigen hacia la puerta, baja escaleras y cruza un pasillo, hasta llegar a la cocina. Sus manos toman un objeto y lo mira por un largo momento, viendo que con la luz también se refleja su imagen. Momo está ojerosa, desaliñada y cansada.
Su reflejo en el cuchillo es suficiente para ver que su imagen desastrosa es igual de horrible que sus emociones alteradas.
Momo trata de razonar.
Chihiro se encargará de que Amane entre a la cárcel, lo hundirá y su padre no podrá hacer nada por él, pero Momo no quiere un final pacífico para el chico. Momo siempre confirmó lo obsesionado que estaba con Mina, su acoso y su desprecio. Incluso el chico solo iba a clases por Mina, eso era asegurado por el hecho de que se ausentó los años que Mina no asistió a clases por su secuestro y luego recuperación. Por todo eso, Momo no iba a soportar que el chico viviera de lo mejor en una cárcel por favores de su padre.
Momo dejó el gran cuchillo donde debería estar, pero tomó otro más pequeño. Se colocó un suéter que estaba en el sofá, el que aparentemente Felix se había quitado al entrar, y en uno de los bolsillos colocó el cuchillo.
Tal vez le tomó horas encontrar a Amane por su cuenta. El muy maldito se había escondido, pero muy pronto Momo pudo encontrarlo cerca del centro comercial, aparentemente estaba comprando algunas cosas porque llevaba bolsas consigo.
La calle no estaba demasiado transitada, ni por personas ni por transportes, así que a Momo no le fue extremadamente difícil el que no captarán cuando se apresuró a meter a Amane a un callejón.
Rápidamente colocó el cuchillo en su cuello, haciendo que cualquier queja del chico sea silenciada ante verse vulnerable frente a un posible asaltante. Fue sorprendente que no sea un asaltante, sino a Hirai Momo con un semblante vacío que nunca antes había visto.
— M-Momo, ¿qué estás haciendo? — los nervios se pudieron filtrar en su voz y Momo presionó el filoso objeto contra el cuello ajeno.
— ¿Qué te parece que hago, Yoshi? — Momo sonrió sin gracia, y acorraló al chico para no dejarlo escapar de su control — Me cansaste — su habla entre dientes y la presión en la piel ajena, hizo a Amane temblar y encogerse.
— V-Voy a gritar, eh — él trató de amenazar, pero a Momo no podía importarle menos.
— Inténtalo — Amane estaba lo demasiado asustado con la amenaza como para quedarse callado. Antes éramos golpes, algo que dolía pero de lo que se podía recuperar, y ahora Hirai no parecía querer golpearlo, parecía querer matarlo.
Él gritó, pero no por mucho.
Intentó escapar corriendo impulsivamente, pero Momo lo echó al suelo. Amane sintió el inmenso dolor rodeando su boca, el entumecimiento primer y luego el ardor insoportable. En un segundo, Hirai se había encargado de meter el cuchillo en su boca y rebanar su lengua.
Tal vez Momo estaba siendo impulsiva, o llevando la situación a algo demasiado elevado, más allá de los límites. Pero no importaba, ya no lo soportaba, y se encargaría de que ya no afectara a más gente.
— Esto es lo que hiciste, Amane — el mencionado quiso gritar entre el dolor, arrastrarse, pero Momo le dio un golpe en la sien que lo dejó mareado — Tú ocasionaste todo, lo buscaste y lo obtuviste, ¿no? — su voz era fría, con toques de burla, pero más que nada tétrica.
Momo pensó un momento.
¿Qué pensaría su abuelo al verla? O más bien, ¿qué pensarían todos aquellos que la estiman, al verla como una enferma asesinando al chico que se retorcía en el suelo? Momo quiere llorar, pero no se da la libertad.
Deja ir sus emociones a como se le enseñó. Sus golpes furiosos van hacia el cuerpo de Amane, descargando cada una de sus emociones contenidas en él, porque estaba totalmente segura de que era lo mínimo que podía hacer. Se le enseñó a sacar su enojo golpeando, defendiéndose y peleando, así que era lo que estaba haciendo ahora.
Amane Yoshi no salía vivo de su ataque.
Pero eso prefería Momo, se aseguró de matarlo a golpes y con una apuñalada certera en su cuello, era suficiente para desangrarlo y molerlo en violencia.
Si no lo hacía ella, alguien más lo haría, y prefería asumir las consecuencias ella, que alguien que sí tiene un buen futuro.
— ¡Policía! ¡Levante las manos donde pueda verlas! — esas palabras detrás, junto a una linterna apuntándole y armas sonando en una carga, hacen a Momo saber que había terminado con su propósito.
Seguramente alguien sí notó su hazaña y llamó a las autoridades, pero no importaba.
— Está muerto — claro que no importaba. El oficial había informado eso mientras veía el cuerpo del chico casi desfigurado, y Momo soltó una risa baja y aliviada.
Todo estará mejor, Momo, se repitió ella misma.
Asintió tranquila, siendo llevada hacia una patrulla. La gente miraba sus manos sangrantes al igual que su ropa sucia, y su uniforme escolar decía que solo era una estudiante, pero Momo tenía los ojos cerrados y una expresión relajada. Tal vez era que se había salido de su cordura, tal vez por eso no sentía remordimientos de quitar una vida, tal vez era porque su odio era suficiente para estar aliviada de matar a alguien. Momo asiente de nuevo.
Todo estará mejor.
. . . . .
Q fuere wey, pero yo dije que habría muerte 😈
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro