#48 - La historia de Sharon Mina. Parte 5.
LA HISTORIA DE SHARON MINA. Parte 5.
(Oportunidad para la felicidad.)
— ¡Mina! ¡Mina! ¡Mira lo que traje para ti! — la voz emocionada de Hikaru atrajo la atención de la pequeña que se escondía en sus sabanas. Como siempre, estaba como un ovillo en la cama para esperar que pase le día y dormir en la noche. Tan aburrido, tan monótono, tan habitual de ella.
— Mh — murmuró casi con desdén, sin moverse para esperar que así no la moleste más. La anterior vez fue tan tedioso que le dolió la cabeza, no quería repetirlo.
— Pero míralo. Te gustará. Saca tu trasero de la cama — Hikaru jaló la sabana, no lo suficiente fuerte para quitarla pero sí para fastidiar a Mina.
— Hikaru — Chihiro regañó a su hija por la última frase, sabiendo que Mina podría tomarlo literal y solo sacar su pequeño trasero de las sabanas para luego ignorarlas.
— Saca tu cara de la cama — Hikaru cambió, tomando las sábanas para ahora sí apartarla.
Mina, enojada y con ojitos tan tiernamente juzgando, saltó para empezar a tener una posición defensiva. Su semblante desapareció cuando vio las hojas de pegatinas que Hikaru tenía en las manos.
— ¡Pingüinos! — todo ella se derritió, tornándose en una bolita llena de voces agudas y tiernas mientras intentaba tomar las hojas llenas de caricaturescos animalitos.
— ¡Exacto! ¡Pingüinos! ¡Pegatinas de pingüinos! Son tuyas — Hikaru sonrió orgullosa al verla feliz. Mina pocas veces expresó estar feliz con ellas. De hecho, sus gestos solo hacían ver que estaba desinteresada o simplemente desganada de que ellas la visitaran.
— ¿Mías? — Mina preguntó, impresionada por el regalo, ya que en los días que Ezaki venían no le habían regalado algo más que algunos dulces. Las pegatinas eran mejores.
— Es una compensación por asustarte el otro día, seremos más cuidadosas, ¿sí? — Hikaru se sentó en la cama, siendo lo suficiente ruda como para que Mina salga de su trance emocionado.
— Es mejor que no vengan — volvió a tener su expresión desinteresada, moviéndose para sentarse en esquina. A Hikaru no le cambió el rostro, pues Mina ya les había insistido tanto en que no vinieran.
— ¿No te gusta que vengamos? — Hikaru preguntó, casi divertida por las respuestas siempre repetitivas.
— Me quieren adoptar. Todos los que me adoptan mueren... ¿No les da miedo? — Mina casi sospecha que la gente no le cree nunca. Sabía que la encargada tiene toda su historia y se las dijo a la familia Ezaki cuando estuvieron interesados, ¿entonces por qué no lo creen?
— Yo creo que tienes muy mala suerte, pero no te preocupes, nos queda mucha vida por delante — Hikaru se acostó tan deliberadamente en la pequeña cama, que Mina encogió sus pies para no tocarla.
— Si me adoptan, eso no será verdad — contradijo, mirando cómo Chihiro la veía con una sonrisa. Le encargada siempre parecía solo mantenerse distante, escuchando y sin interrumpir la situación.
— No puedes asegurarlo. Yo perdí a una amiga en un accidente — Hikaru confesó con una mueca triste, cosa que llamó la atención de Mina — Mama dice que las personas a veces se van, pero que mientras tú los recuerdes ellos estarán bien y acompañándote — sonrió y Mina pensó un momento.
— ¿Mi familia está acompañándome? — ilusionada, bajó la mirada mientras pensaba en eso.
— ¡Claro! Ellos en este momento deben estar viéndote y cuidándote — Hikaru afirmó. Eso dijo su madre, así que ella le creía.
— Pero yo no puedo verlos — Mina comentó, frunciendo el ceño. Desde que se fueron, ni siquiera tenía una foto para volver a verlos, simplemente intentaba no perder el recuerdo de sus rostros.
— No podemos, pero recuérdalos — Hikaru dijo, sonando lo bastante confiable como para que Mina aceptara eso.
— No quiero recordar cómo se fueron — pero no aceptaba el recuerdo terrorífico de su familia muerta, la hacía estremecer y querer vomitar el recordar vividamente todo aquello. Las pesadillas por las noches la dejaban muy mal todavía.
— Entonces recuerda los momentos felices con ellos, lo que te enseñaron y cómo te criaron.
— Asahi no me enseñó nada, yo le enseñaba a caminar — Mina dijo frunciendo el ceño. La mencion de Myoui Asahi atrajo la atención de la encargada, pues Mina nunca nombraba a su familia, simplemente parecía cerrarse a todo lo relacionado sobre sus difuntos seres queridos.
— Te enseño a... tomar responsabilidad, como una hermana mayor tomabas responsabilidad por él y lo ayudabas a desarrollar su caminar — a Hikaru se le ocurrió, sonriendo por cómo sonó. Había sonado bastante madura para su edad, en su opinión.
— Oh... ¿Eso se puede? — Mina se preguntó a sí misma, pero Hikaru le respondió.
— Claro — asintió, aprovechando sus minutos de confianza: — ¿Tuviste hermanos mayores?
— Sakura, la extraño mucho — Mina bajó la mirada, recordando a su hermana mayor en todo momento. Por lo menos cuando perdió a Myoui, tenía cinco años, no entendía muy bien la magnitud o el cómo iba a empezar a vivir. Pero a sus siete años, ya entendía mejor, haciéndolo aún más doloroso. Mientras más crecía, más iba a entenderlo, y Mina suponía que mayor iba a doler.
— Le enseñaste también a tomar responsabilidad, porque como hermana mayor tomaba responsabilidad en ti y te cuidaba, ¿o no?
— Creo que sí — Mina asintió, pensando un momento y asintiendo de nuevo.
— ¿Cuál pegatina le darías a Sakura? — Hikaru preguntó, llevando su dedo para apuntar a la hoja. Mina llevó su vista también ahí, hojeando hasta encontrar alguna que le recordara mejor a su hermana mayor.
— ... Esta — encontró una perfecta; había dos pingüinos tomados de ambas manos, sonreían tiernamente hacia el otro y a su alrededor se dibujaba un gran corazón que los encerraba en una burbuja bonita — Ella estaba enamorada — recuerda a Chaewon, preguntándose qué estará haciendo ahora la chica.
— Enamorarse es bonito — Hikaru sonrió, mirando la pegatina. Después se dio cuenta de su comentario — ¡Yo no me he enamorado! — aclaró hacia su madre, quien ya estaba seriamente viéndola.
— No sé por qué debo elegir cuál darle, si no podré dársela — los ojos de Mina se aguaron, haciéndola casi lagrimear pero se aguantaba. Sabía que si lloraba ahora, no podría parar por muchos minutos, y no quería mostrarse como una niña llorona frente a más personas. Suficiente era con que muchos niños la escuchen en las noches de pesadillas.
— ¿Quieres llorar? — Hikaru le preguntó, suavemente para que no piense que sea una burla. Mina no respondió, no iba a confesar — ¿Por qué no lo haces? — aún sin recibir respuesta, Hikaru supuso el por qué; Mina realmente quería llorar.
— Ya lloré mucho — la pequeña desvió su mirada, sintiendo que una lágrima se escapaba y se restregó la cara para quitarla.
— No es malo llorar. Después de llorar, te podrás sentir mejor. Mamá dice que así puedes expresar tus emociones y liberarlas — Chihiro casi sonrió orgullosa por el comentario de su hija.
— ¿Liberarlas? — el rostro de Mina se transformó en confusión, mirando de manera intercalada entre madre e hija.
— Aah... Bueno, mamá dice que las emociones están en tu pecho, estas pueden dar reacciones diferentes en tu cuerpo — Hikaru tentó suavemente el pecho de Mina, haciendo que ésta baje la mirada para verlo y también llevara sus manos para tocarlo.
— ¿Cómo cuáles? — curiosa, preguntó mientras veía su pecho como si fuera lo más interesante del mundo.
— Eee — Hikaru no sabía cómo explicarle mucho, pero copió las frases de su madre cuando ella le explicó hace mucho — Cuando lloras mucho, a veces te duele la cabeza. Cuando estás feliz, a veces sientes cosquillas en el estómago. Cuando estás enojado, a veces aprietas el puño. Las emociones en tu pecho, hacen reacciones en todo tu cuerpo.
— Aaa — Mina soltó un ruido de entendimiento — ¿Por qué? — preguntó tosca. ¿Por qué debían haber esas reacciones de dolor cuando lloraba? No las quería.
— Mamá dice que así se expresan las emociones — Chihiro dijo, acercando para arrodillarse frente a la cama.
— Tú eres mamá... — Mina la apuntó, confundida al escuchar a Chihiro decir la palabra 'mamá'. Chihiro abrió los ojos y sonrió divertida — No la mía, de Hikaru — rápidamente aclaró al darse cuenta.
— Está bien — Chihior no quiso presionarla o burlarse y que luego se cierre. Ahora Mina se estaba comunicando, y eso era bueno — Mira, es como un pellizco, tu piel arde y da un dolor, ¿no? Pues éste te da una reacción, que te hace entender que está mal, que tu cuerpo rechaza eso porque duele — Chihiro acercó su mano, dando un muy ligero pellizco en el brazo de Mina, ésta miró su brazo y sintió el pequeño ardor que se desvaneció en segundos.
— ¿Pero por qué? — Mina miró su propio brazo, considerándolo un enigma.
— Tu cuerpo siempre te dará reacciones a cómo debes actuar. ¿Ahora cómo te sientes?
— Confundida — Mina dijo, después de pensar mucho en cómo su cuerpo parecía sentirse. No estaba sintiendo una emoción fuerte, solo la pereza que tenía encima, quería acostarse y descansar más tiempo.
— ¿Entonces por qué no haces preguntas?
— Las he estado haciendo — Mina frunció el ceño, casi frustrada por no obtener una respuesta que calmara del todo su curiosidad.
Chihiro suspiró. Ella se consideraba un poco buena en ese tipo de cosas, considerando que su trabajo como profesora de primaria es como ser madre temporal de muchos niños curiosos por experimentar, aprender y jugar. Había recibido muchas preguntas, tantas que con el tiempo ya podía dominar el responder de la mejor manera todas las dudas.
Ahora, Mina solo preguntaba '¿Por qué?', con cada respuesta.
— Hay una persona que podría hacerte entender de una mejor manera todo esto — Chihiro comentó, aprovechando para ver si podía conseguir una ayuda para Mina.
— ¿Quién? — ¿alguien que resolviese todas sus dudas? Eso era lo que necesitaba ahora.
— ¿Has tenido antes a psicólogos, verdad? — Chihiro preguntó, recordando de la encargada que Mina había rechazado tantas veces a los profesionales pero los tuvo por cortos periodos de tiempo.
— Creo que sí — Mina no recordaba, pues ella rechazó a quien se le cruzaba por el frente.
— Hikaru también tiene una psicóloga, entonces pensé que tal vez te gustaría visitarla — la recién adolescente sonrió, ella tenía una desde muy pequeña, siempre tuvo apoyo emocional de su madre y profesional.
— No. ¿Por qué? — pero Mina negó tan rápido como pudo, preguntando casi enojada el por qué la suposición tan tonta.
— Las psicólogas te pueden ayudar a entenderte mejor a ti misma — Chihiro no mentía, Hikaru lo confirmaba a su lado, así que Mina pensó un momento.
— Pero... mi cuerpo me dice que está mal — tocó su estómago, sobando un poco para quitar el malestar casi permanente.
— ¿Por qué crees eso? — Chihiro ladeó la cabeza, pensando que tal vez a Mina tenía una personalidad tímida, que la hacía sentir mal al socializar.
— Porque me molesta en el pecho y el estómago, es... incómodo — Mina encontró la palabra de su malestar creciente. Incomodidad, eso la había estado molestando mucho.
— Es común sentirte incómoda al hablar de eso con una persona desconocida, pero también puedes conocerla, como ahora me estás conociendo a mí y a Hikaru.
Mina pensó por casi minutos. Se sentía muy incómoda y asustada cuando desconocía de Ezaki, y ahora se sentía solo un poco cohibida por sus presencias y gestos agradables. Tendría que soportar estar incómoda de nuevo, para luego conocer a la psicóloga, pero también podría resolver sus dudas. Soportar incomodidad al principio, y tener respuestas al final. ¿Estaba bien, no? Accedió a aquello.
— ¿Cuándo puedo conocerla? — preguntó curiosa. Mientras más rápido, mejor.
Las presentes se sorprendieron de lo no tan difícil que fue el convencerla, pues pensaron que recibirían otra negación inmediata de la pequeña. Al parecer, realmente la estaban ayudando poco a poco.
— Le tendría que preguntar, pero tal vez mañana sería buen momento — Mina no quería esperar tanto pero podía soportarlo, así que asintió. Chihior se levantó de su lugar junto a Hikaru — Tenemos que irnos, ¿quisieras ir con nosotras a comer? — Mina negó, tapándose con sus sábanas para dar a entender que descansaría más.
— Disfruta las pegatinas, Mina — Hikaru le dijo, sonriendo y yendo detrás de su madre para ir a comer.
Mina se quedó sola una vez la puerta se cerró y Ezaki hablaba con la encargada. Si se esforzaba, podría oír la charla, pero estaba lo bastante cansada como para estar interesada en ello.
Observó sus hojas llenas de pegatinas y se topó con la que le regalaría a Sakura si estuviera allí.
— Pingüino bonito — murmuró, dejando las hojas debajo de la almohada para mantenerlas a salvo.
#♡>☆
Al día siguiente, una de las cuidadoras estaba incrédula viendo a la pequeña Mina sosteniendo una hoja de pegatinas y iba a paso de pingüino hacia la salida.
— Mina, ¿podrías decirme de nuevo a dónde vas? — la mujer preguntó suavemente, queriendo escuchar de la propia niña, que iba muy relajada, hacia lo que se decía que era su lugar menos favorito.
— Nunca se lo dije. Voy con la psicóloga — Mina siguió su caminata hacia afuera, sorprendentemente no para escaparse, sino para subirse a un auto y esperar a charlar con la psicóloga.
Pero de todos modos, para ella eso no significaba que la vayan a adoptar. Estaba decidida a no acceder, se pegaría a sí misma a la cama del orfanato si era necesario. No sabía cómo haría tal cosa, pero lo intentaría.
Mina no contó con que la psicóloga amablemente la haría cambiar de opinión con el tiempo.
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— ¡Y esta es la sala!... ¡La cocina! ¡El baño! ¡El pasillo!... ¡La habitación!... ¡Mi habitación!... ¡Tu habitación!
Mina entraba temerosa hacia la gran casa, moviéndose cuidadosamente, tentando terreno y viendo cada cosa que la hacía juzgar seriamente. Quería irse ahora, pero legalmente ahora era parte de la familia Ezaki, le tocaba resignarse y llorar deseando que no ocurriera nada malo.
La psicóloga decía que se diera otra oportunidad de ser feliz, de tener una familia. Los accidentes o coincidencias pasaban, así que podía darse el lujo de permitirse una familia de nuevo. Querer, amar, y recibir también a cambio.
La psicóloga Kim era coreana, su apellido común en su país lo hacía más fácil de saber, tenía un cabello castaña claro y una amable sonrisa que la reconfortaba mucho. No fue difícil confiar en ella y conocerla para contarle mucho.
Le recordaba a Chaewon.
Chihiro tenía en cuenta que Mina tenía tan solo ocho años, y aún así sufría en silencio porque no le gustaba sentirse un estorbo, pero también sabía que la pequeña lo que necesitaba era amor, confianza y la oportunidad de una nueva vida, lejos de las tragedias que le ocurrieron. Chihiro estaba decidida a dedicarle todo eso, al igual que Hikaru.
Reo se mantenía un poco distante a la situación, Mina notó, pero Chihiro le aclaró que él trabajaba mucho, que no se centrara en él, así que accedió sin problema.
Hikaru emocionada le mostraba e indicaba cada zona de la gran casa que tenían. La empresa de construcción de su padre era reconocida, y por lo tanto, tenían una gran casa con alguno que otro lujo bonito para decorar.
Mina no podía negar que estaba abrumada, asustada, y tal vez un poco fastidiada de que Hikaru no le diera su tiempo para adaptarse al entorno.
Chihiro solo la dejaba ser, buscando que ambas pudieran llevarse mejor a su manera.
Habían esperado unos tres meses a la aceptación de la psicóloga para poder adoptarla, en ese tiempo Mina las había conocido y habían salido a veces para llevarse mejor, pero aún la pequeña estaba asustada. Mina estaba lista para ser adoptada, estaba en un estado mental mejor donde podría mejorar con la adopción y lo que los Ezaki tenían para ofrecerle, así que el orfanato rápidamente hizo papeles y la aceptación de profesionales lo hizo aún más rápido. Mina ahora era Ezaki Sharon Mina.
— Mina — Chihiro la llamó, colocándose detrás de la pequeña para tomarla por los hombros y hablarle suavemente — Animate a recorrer, no tengas miedo. Esta es una nueva oportunidad para que seas feliz, con una familia y una nueva vida, permítete esto una vez más — sus palabras hicieron a Mina bajar la mirada y tener una mueca triste.
— ¿Y si el resultado es el mismo? — preguntó la pequeña, moviéndose para quedar frente a frente con Chihiro.
— ¿Y si no? Seremos una familia, aquí estamos para apoyarte y ayudarte en cualquier cosa, ¿bien? — Chihiro acercó su mano hasta Mina, acariciando su suave mejilla hasta su mentón.
— Bien — Mina aceptó en un tembloroso suspiro.
— Ve con Hikaru, está emocionada — Mina con eso tembló más. Hikaru emocionada no significa emoción para sí misma también, significaba soportarla hasta que se canse y luego comer.
Cuando se acostó a dormir, Mina esa noche tuvo pesadillas, pero calló y lloró en el mejor silencio que pudo hacer, sin querer que llegaran y la vieran en su lamentable situación.
No estaba bien, no se encontraba del todo bien. Lo supo cuándo en sus manos hubo heridas de rasguños por sus propias uñas haciéndose daño a sí misma.
Colocándose un suéter en la mañana, nadie sospechó de ella.
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