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#43 - ¿Estás segura de que te quiero?

— ¿Por qué tenía que llover hoy? ¿Por qué hoy? Es marzo, falta mucho para tiempo de lluvia — Mina murmuraba preguntas, su vista triste yendo hacia la ventana por donde la lluvia caía de un modo tranquilo.

Su madre a su lado, palpó su hombro para que se animara un poco. Hikaru a su otro lado estaba comiendo felizmente el huevo kinder que Momo le había regalado a Mina. Bueno, la mitad que Mina le dejó tener.

— Solo es una pequeña llovizna, Mina — Chihiro intentó animarla con palabras, notando al hecho que esa lluvia parecía solo unas gotas leves, no es como si fuera torrencial o algo parecido.

— Hoy era importante, iba a salir con Dahyun — Mina tenía ese mohin en labios, esa cara triste y desanimada.

Dahyun debería estar bañándose en su habitación, pero sus planes se complicaban un poco por la lluvia repentina, no eran fechas para que lloviera.

— Estás siendo un poco dramática, mi pequeña, en unos minutos esa llovizna parará y podrán irse.

— ¿Es realmente muy importante salir? Pueden estar acá en algo improvisado — Hikaru comentó, moviéndose alegremente por alrededor sin mucho qué hacer, solo comía lentamente el chocolate para imaginar que era mayor cantidad.

— ... Hoy quería llevarla a un lugar y contarle... ya saben, mi pasado — Mina les confesó, sintiéndose tímida de repente por las miradas incrédulas de su familia.

Chihiro e Hikaru sabían que Dahyun era especial, pero no tenían conciente que era un sentimiento realmente más fuerte del pensado, tanto que hacía a Mina estar más segura de sí misma.

— ¿En serio? — Chihiro la tomó por los hombros, viéndola fijamente. Mina solo atinó a asentir mientras se sonrojaba.

Hikaru en un segundo ya se había lanzado sobre su espalda para abrazarla con toda su fuerza, mientras su madre la encaró y tomó sus mejillas para otorgarle repetidos besos por su rostro sonrojado.

— ¡Eso es fantástico, Mina! ¡Ella te hace muy bien! — Hikaru dijo. Mina estuvo muy de acuerdo, Dahyun le hacía muy bien a toda su vida, le gustaba muchísimo.

— ¡Ya! ¡Mamá! — pero aún cuando le alegraban las palabras de su hermana, no podía evitar quejarse de las muestras de amor de su madre, más porque le hacían cosquillas, no porque no le gustaran.

— Mi pequeña, es que has crecido tanto — Chihiro tuvo ese semblante nostálgico, no haciéndole caso a su hija menor, seguía dándole besos — Mañana cumples tus diecinueve — comentó impresionada, cayendo en cuenta de lo mayor que era su hija más pequeña.

La pequeña Mina.

— Todavía no acepto que yo voy a cumplir veintitrés — Hikaru se quejó, ya que tenía casi cuatro años más que Mina, e hizo sumas.

— Y ni haz estudiado la universidad — Mina le sacó la lengua infantilmente, pues Hikaru ya tenía casi cinco años sin estudiar verdaderamente.

O sea, estudió en la preparatoria para encontrarla, pero fue solo semanas y ni siquiera prestaba atención a las clases que se le otorgaban, así que eso no contaba.

— ¿Quién te ha preguntado? Nadie, ¡nadie! — Hikaru peleó, siendo interrumpida por su madre atrayendola a un abrazo junto a Mina, un muy apretado abrazo pero que ninguna de las dos pudo negarse.

— Son mis dos bebés, todavía puedo recordar a Hikaru de doce años enseñandote toda la casa cuando solo tenías ocho años — Chihiro le dijo a Mina, estando un poco cohibida porque Mina en ese tiempo tampoco estaba muy bien mentalmente que digamos.

— Hikaru me era realmente fastidiosa en ese tiempo — Mina aprovechó para confesar, mientras que Hikaru tuvo esa cara tremendamente ofendida e indignada.

— ¡Eres una mal agradecida! ¡Yo estaba emocionada por tener una hermanita! — Hikaru se iba a separar del abrazo, pero Mina la rodeó por los hombros para aferrarse a ella un momento.

— Yo estaba aterrada, pero ahora te quiero mucho — se animó a darle un pequeño beso en la mejilla, calmando el mal humor de Hikaru. Mina sabía que un besito en la mejilla, y ella ya tenía lo que quería, pero ahora lo hizo por gusto.

— Aw, yo también te quiero.

Chihiro casi les tomaba una foto, enternecida, pero en la puerta sonaron leves toques y las tres sabían que era la cita de Mina.

— ¡Yo abro! — Hikaru dijo, pero Mina la empujó a la cama y se acercó apresurada a la puerta, discretamente arreglándose la ropa y el cabello para verse mejor.

— ¿Me veo bien? — preguntó apresurada y nerviosa hacia su madre y hermana, recibiendo que ambas asintieran rápido.

Abriendo la puerta, no pudo ver a nadie pero luego mirando hacia abajo estaba alguien de cabellera rubia juntando, lo que parecía ser, un pequeño peluche. Dahyun, al verse atrapada, se levantó colocando el peluche detrás de su espalda.

— ¿Estás bien? — Mina solo pudo atinar a decir, pues estaba un poquito nerviosa que ni puso mucha atención a lo que Dahyun había juntado.

— Aaa... Sí, ¿por qué? — Dahyun se notaba realmente nerviosa. A Mina le pasó por su mente que Dahyun estaba nerviosa porque su familia las podía estar viendo a sus espaldas, así que salió al pasillo, cerrando la puerta y escuchando las prontas quejas de Hikaru.

— Nada más — Mina se encogió de hombros, juntando sus manos delante de ella para hacer un poco discreto su nerviosismo.

— Oh, bueno — ambas quedaron en un pequeño silencio, casi incómodo pero es que Mina no sabía qué decir y Dahyun no sabía cómo empezar — Antier, pasamos por varias tiendas, ¿verdad? — pero se animó cuando pudo ver a Mina juguetear tímidamente con sus dedos.

— Aaa, sí — Mina asintió, ladeado su cabeza un tanto confundida.

Dahyun suspiró, solo era darle su pequeño regalo y ya. Antes le ha dado otro regalo, un suéter naranja, no sabía bien el por qué ahora estaba tan nerviosa. Observó a Mina un momento y dio un paso al frente.

— Pues... te compré un pequeño peluche — Dahyun mostró sus manos, en donde un pingüino de peluche estaba tiernamente posado. Mina solo pudo entreabrir sus labios, impresionada — Te lo iba a dar mañana en tu cumpleaños, pero pues decidí dártelo ahora para iniciar nuestra otra salida — lo extendió más cerca y Mina se quedó viéndolo.

La pelinegro tragó saliva, intercalando su vista entre el peluche y Dahyun, hasta que su temblorosa mano tomó el peluche para verlo muy atentamente, como si este fuera a escapar si le quitaba el ojo de encima.

— ... ¿Te gusta?

Mina reaccionó cuando escuchó la pregunta, observó a Dahyun, quien estaba esperando una respuesta.

No pudo evitar que sus ojos se cristalicen y que su cuerpo se haya movido solo para abrazar a Dahyun, aferrándose a su torso. La menor de inmediato correspondió, sonriendo al verla incluir al peluche en el abrazo.

— Lo tomaré como afirmativo — Dahyun razonó, moviendo su mano para acariciar un poco de la espalda de la japonesa que, estando conmovida, solo pudo dar un diminuto paso hacia atrás y verla fijamente.

— Me gusta mucho... Realmente, me gusta — Mina apenas pudo balbucear, teniendo ese pequeño mohin en los labios, ese gesto que Dahyun se atrevió a besar de manera rápida, pero aún así dejando el sonrojo inundando la clara piel de la pelinegro avergonzada — ... Eso también me gusta — agachó la mirada, pero sus palabras habían sido suficientes para Dahyun, entonces fue que la rubia se volvió a inclinar para besarle de nuevo, un poco más duradero pero aún así alejándose tal vez a los cinco segundos.

— ¿Ya vamos? — Dahyun extendió su mano, recibiendo que Mina entrelazara sus dedos como un gesto afirmativo.

Pero de pronto fue que recordó sus anteriores quejas.

— Está lloviendo — comentó, deteniendo la caminata que ambas habían llevado hasta el ascensor.

— Lo sé. ¿No te gustaría mojarte un poco? — propuso, jalando un poco la mano de Mina para alentar. Un pequeño silencio y fue suficiente para que Dahyun pensara en sus propias palabras — En la lluvia — aclaró al segundo, recibiendo una mirada confundida de Mina, hasta que ésta pensó un momento.

— ¡No había pensado nada malo, Dahyun! — dio un saltito, ya sabiendo el por qué la aclaración.

— ¡El doble sentido no es malo, es vergonzoso! — Dahyun defendió al instante, una pelea inofensiva y tonta.

— ¡No había pensado nada vergonzoso! — Mina decidió corregirse, mientras sus mejillas estaban más rojas que antes.

— ¡Pues yo sí! — Dahyun dijo y las hizo entrar al elevador para poder ya irse del piso donde estaban, dejando pasar la situación para envolverse en el silencio habitual — ¿A dónde es que iríamos? No me molestaría ir de nuevo a donde mismo.

— Tenía pensado otro lugar menos tranquilo, pero ahí también es bueno — Mina pensó un momento.

Había planeado ir a un museo, así luego ir a un departamento grande propiedad de Mina, allí le contaría todo. Pero si Dahyun deseaba ir a otro lugar, la cosa para Mina se tornaba diferente.

— ¿Quieres ir ahí? — Dahyun le asintió enseguida, pues le había gustado estar rodeada de los animales. No podía mentir, había visto una y otra vez los vídeos tomados por el trabajador, eran algo preciado. En cada ángulo podía ver la sonrisa perfecta de Ezaki Mina, eso era preciado.

Mina alzó su mano, poniendo su dedo en su labio, pensando seriamente en toda opción necesaria. Solo reaccionó cuando sintió las gotas frías en su piel, porque sí, Dahyun la llevó entre la lluvia hasta el auto.

— Entonces... ¿a dónde mismo? — la rubia preguntó ya estando dentro del auto, sacudiendo un poco su cabello para quitar lo húmedo superficial.

— Te enseñaré un museo que Sana me recomendó, me he dado cuenta de lo poco que has visto de Japón — y es que solo han ido a una casa y al hotel... oh, y al centro comercial. Dahyun no ha podido ver mucho — Luego iremos a aquella casa, y haré que comas lodo — sonrió resplandeciente y Dahyun también lo iba a hacer, hasta que procesó bien.

— Tú eres la que volverá a comer lodo — prometió, acusando con su dedo.

Dahyun, como siempre en los autos, se pasó viendo por la ventana abierta. La lluvia había parado, solo dejando algunas gotas ocasionales chocando contra la cuidad, pero no las suficientes para empapar a alguien.

— ¿Y eso qué es? — Dahyun preguntó al ver un inmenso terreno de pasto verde, algunas personas estando en toallas extendidas.

— El parque, Dahyun — Mina obvió, riendo un poco por la carita de sorpresa que estuvo en la rubia.

— Oh — sonrió hacia Mina, aún cuando la respuesta no haya costado nada — Se ve lindo.

— Al final, podemos pasar por ahí — Mina se apresuró a proponer, atraída por los ojos brillantes que Dahyun tenía con cada cosa del paisaje.

— Si tenemos tiempo, me gustaría ir — Dahyun se giró para observarla, notando que todo ese tiempo Mina ha estado mirándola directamente. La japonesa rápidamente se sonrojó, girando su cabeza para querer disimular, pero claro, haciendo todo brusco no era disimulado.

Dahyun solo sonrió, se aseguró de que el conductor esté concentrado en la carretera, y plantó un pequeño beso en la mejilla rosada de la pelinegro.

#♡>☆

— Darle un significado propio a obras no es lo mío, pero fue divertido — Mina soltó una risa, viendo la vista que tenían por estar en la cima de la colina. Era la típica colina de pasto verde con un árbol en la cima. En ese tronco ancho, Dahyun y Mina estaban recargadas, con una cabra recostada en las piernas de Dahyun.

— Estoy segura que te divertiste mucho burlándote de mí — Dahyun alzó una ceja, fingiendo molestia.

El paseo por el museo fue impresionante. Ambas riendo por los audios de gritos alterados que Chaeyoung le mandaba a Dahyun (Dahyun le mandó fotos y estaba emocionada). Ambas intentaban darle un significado propio a cada obra, pero ninguna acertó realmente, y al último Dahyun casi se iba de cara contra el concreto al bajar unas leves escaleras que no había notado.

Si no fuera porque una transeúnte la atrapó torpemente a último segundo, hubiera terminado con un gran golpe. Fue vergonzoso, se disculparon y agradecieron, pero después de eso Mina no pudo evitar burlarse por todo el camino.

Dahyun había tenido la cara caliente por todo el trayecto.

— Kai también se burlaría de ti si lo hubiera visto — Mina acarició un poco a la cabra, nombrada Kai, riendo y observando cómo Dahyun casi se indigna de nuevo.

— ¡Y te sigues burlando! — la acusó, pero claro, no logró mucho en Mina, la pelinegro se seguía riendo de una manera burlesca — ¿Ya has estado aquí antes, no? — Dahyun cambió de tema, notando como Kai se levantaba y empezaba a irse colina abajo hacia los corrales, tal vez a comer.

— Descansaba aquí, este árbol es mi amigo — Mina se semi acostó en el árbol, palpandolo y sonriendo con esa tranquilidad que pareció rodearla todo el día. Dahyun la imitó, pero recargando su mejilla en el hombro de la japonesa, sintiendo como sus manos se buscan y entrelazan con más naturalidad e confianza.

— Mina — Dahyun la llamó, viendo hacia el cielo nublado e iluminado. Estar en mucho silencio le era reconfortante pero también la hacía pensar.

— ¿Mh? — Mina rápidamente la miró.

— ¿Estás segura de que te quiero? — Dahyun preguntó, devolviendole la mirada directa.

— ¿Ah? — Mina no pudo evitar sorprenderse, pensando en esas palabras sin saber qué significaban exactamente.

— Te he querido demostrar que te quiero y te aprecio mucho, pero, ¿estás conciente de eso? — Dahyun esta vez le aclaró, apretando su mano enguantada.

La japonesa no contestó de inmediato, ni siquiera segundos después, pues tardó minutos pensando en sus palabras, como si en el fondo no las creyera del todo.

— ... ¿Lo haces? — y esa pregunta fue demostración para Dahyun, una demostración de que Mina necesitaba que se lo digan hasta que se le quede bien claro.

— Sí, realmente mucho — la rubia jaló su mano, dejándola en su regazo para tomarla con ambas manos y sonreír dulcemente hacia Mina.

— ... Yo también a ti — esta vez fue Mina quien se recargó en su hombro, acomodando su mejilla y suspirando al encontrarse cómoda.

Dahyun acarició con sus pulgares la piel expuesta de la mano, deseando poder ver aquella cicatriz y besarla tal y como le gusta hacer con las de la mejilla derecha. Ahora que Mina no tenía su piercing en la ceja, Dahyun había podido ver más claramente una pequeña cicatriz en esa zona, aparte de también notar hace mucho las de la nariz. Esta última también la besaba a veces. Pero las pequeñas y casi superficiales de la mejilla eran las que más habían tocado sus labios, también las que habían sido más notables de su rostro realmente.

Observando casi como intrusa un poco más allá de los dedos (alzando y estirando un poco el guante), recordó lo que Mina voluntariamente le iba a contar hoy.

— Oh. ¿No me ibas a contar hoy? — Dahyun preguntó, mirando como la japonesa se separaba de su hombro y se sentaba con las piernas cruzadas.

— Sí. No es una bonita historia, Dahyun — Mina de nuevo quiso advertirle, casi buscando que Dahyun le dijera que entonces no se la contara, pero la bonita chica simplemente sonrió tan dulce que le fue inevitable sonreír también.

— Es tu historia, entonces está bien contarla.

— ¿Me prometes que-... ? — Mina de pronto detuvo su pregunta, negando con la cabeza y luego sonriendo — Nada — eso no servía, pues Dahyun ya estaba curiosa.

— Dime — la rubia le insistió, separándose del árbol para sentarse delante de ella, cruzando sus piernas para estar en la misma posición de Mina.

— ¿Me prometes que no llorarás? — Mina hizo la pregunta, alzando su puño con el meñique alzado, pero Dahyun solo tomó esa mano y la acarició.

No iba a prometer algo de lo que no estaba segura que cumplirá.

— No puedo prometer eso, pero puedo asegurar que haré mi esfuerzo — Dahyun asintió, sonriendo y alentando a que Mina empiece. La japonesa suspiró y pensó por dónde empezar, entonces se decidió por hacerlo todo de manera cronológicamente, desde que era una niña hasta ahora.

— Mi sufrimiento empieza en Estados Unidos, a mis cinco años. Fue un accidente que yo provoqué — Mina empezó a recordar, estaba casi segura que sus primeros cinco años fueron los únicos más felices de su vida.

— ... No te aseguro nada, ya quiero llorar — Dahyun hasta ya tenía sus ojos cristalinos, tal vez dramatizando un poco, pero Mina no pudo evitar reírse.

Y tuvo que reírse ahora, porque está segura que en minutos romperá en un llanto descontrolado.

. . . . .

Agárrense que de aquí en adelante está el pasado de Mina, y son más de diez partes.

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