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✶ Capitulo 1 ✶ La sentencia

Eva Vólkov

El viento suave, toca mi tersa piel blanca a pesar de tener un enterizo en Leder ajustado a mi perfecto cuerpo, al mismo tiempo que agita mi cabellera larga y oscura, mientras los rayos de la luz del sol impactan en mi delicado rostro. Humedezco mis labios, para luego proceder a darle una última calada al cigarro que sostengo con mis dedos, inhaló y cierro mis ojos, dejándome llevar por su delicioso efecto mientras se apodera de todo mi sistema. Expulsó por mis labios de manera suave los residuos del humo gris y abro mis ojos, para luego tirar al suelo el pequeño tabaco y aplastarlo con mis botas en material de cuero por largos segundos hasta que termine apagado.

Me concentro en mi fusil, es un AK-47, hace pocos minutos termine de armarlo, está cargado y le ajuste uno de los mejores silenciadores, está listo para lo que se viene. Paso mis dedos por su material de forma despacio, idolatrando su belleza, es una de mis armas favoritas y tiene un significado especial para mí. Fue un regalo de mi padre en mi fiesta de quince y solo la utilizo para ocasiones especiales, por ejemplo como ahora.

Acercó mi rostro hasta él, al mismo tiempo que separó mis piernas en una posición firme y llevo mi mano derecha cerca del gatillo, mientras que con la otra sostengo su parte baja. Posiciono mi ojo derecho justo en el lente de la mira y entrecierro el izquierdo para una mejor accesibilidad.

Lo veo.

Veo a ese maldito.

El mismo que abuso de mí cuando tenía solo doce años.

Aquel que me arrebato la inocencia, paz mental y cualquier sentimiento de felicidad que existió alguna vez en mí.

Me condenó a vivir perdida en el sufrimiento, al insomnio de no poder dormir con miedo de tener la misma pesadilla todas las noches, en donde aparecía él abusando de mí, mientras yo miraba la salamandra que dibuja en su cuello.

Gracias a ese tatuaje pude encontrarlo.

Ahora lo tengo a mi disposición, apuntándole justo en el centro de su cabeza con mi fusil, mientras él se mantiene usando su móvil como toda persona normal en una alcoba de veintitrés pisos de alto, sin tener la menor idea de que le quedan solo pocos segundos de vida. También veo un total de cinco hombres a su alrededor, son su anillo de seguridad y están inocentes, lo que menos se imaginan es que su jefe se muere hoy.

Quizás se merezca una muerte más letal, pero no puedo desaprovechar está oportunidad, tengo que liberarme de este sufrimiento hoy, ese maldito debe morir.

—Eva, ya llevas demasiado tiempo. —escucho las palabras de Igor, mi hombre de confianza, detrás del intercomunicador que tengo pegado a mi oído—. ¿Te has arrepentido?. Todavía estás a tiempo, solo recuerda las palabras de Eric.

Las palabras de Eric, mi hermano gemelo regresan a mis pensamientos:

—¡Aléjate de él!.

—¡Si haces una locura como esa, no podré protegerte!.

—¡Eva Vólkov, estás advertida!

Una solo lágrima se me escapa y se desliza por mi mejilla izquierda.

—¿Eva, me escuchas?. —escucho la voz de Igor de nuevo—. No lo hagas, recuerda la advertencia de tu gemelo y no lo hagas.

Limpio el residuo de la lágrima en mi mejilla y formo una sonrisa en mis labios.

¡A la mierda todo!

No me importa nada, tengo sed de sangre y necesito saciar estas ganas.

Regreso la mirada en el lente, posiciono mi dedo en el gatillo y ubico a mi presa, le apunto justo en el medio de los ojos, mientras me acorralan muchas sensaciones de dolor, imágenes de recuerdos en mi cabeza de aquella noche, como penetraba mi canal sin importarle mi niñez, mientras yo clamaba clemencia y deseaba que el momento no fuese real, que todo hubiera sido producto de una mentira.

Yo no merecía eso.

Un feto se formó en mi vientre producto de aquella noche, quedé embarazada de un violador a mis doce años de edad y lo más doloroso, fue el aborto prematuro que me indujo mi padre, sin darme tiempo a protestar oh reclamar, mi propio padre, quién debe estarse pudriendo en lo más profundo del infierno, me practicó un aborto clandestino.

Eso era demasiado para una niña de doce años.

Apenas me doy cuenta de que estoy llorando, están corriendo en mis mejillas lágrimas por montones, algo muy extraño, porque desde aquella noche se me había olvidado como llorar, no había vuelto a derramar una sola lágrima en tantos años.

Este sufrimiento termina hoy.

Sostengo el gatillo con mi dedo índice, mientras hago respiraciones profundas.

—Увидимся в аду. —pronuncio en ruso, al mismo tiempo que aprieto el gatillo y los sesos del hombre se esparcen por todo el lugar.

<<Nos vemos en el infierno>>

Veo como su alcoba se vuelve un caos con el equipo de seguridad y de mi parte, me siento liberada, llena de paz y emocionada porque a mis veintitrés años de edad pude cobrar mi venganza.

—¿Eva, lo hiciste?. —escucho la pregunta de Igor por medio del intercomunicador.

Me aparto de la mira y sonrió al mismo tiempo que limpio las lágrimas de mis mejillas con la parte trasera de mis manos.

—Lo hice. —cierro mis ojos y disfruto de la sensación que me brinda el viento que golpea mi piel.

—¡Eva, tienes que bajar del edificio, ahora!. —me grita y abro mis ojos con rapidez.

Me encuentro en la cima de un edificio abandonado, está justo al frente del hotel en que se hospedaba mi víctima.

Tengo que salir de aquí.

Sin perder más tiempo, tomo mi fusil, lo cuelgo en mi espalda y de manera rápida abandono la azotea.

Me dirijo por las escaleras de emergencia, encontrándome con un ambiente totalmente oscuro, el edificio no tiene energía eléctrica, está sucio, las paredes se encuentran deterioradas y se siente un olor desagradable a humedad.

Corro escaleras abajo a toda velocidad.

Los latidos de mi corazón están fuera de lo normal, pero muy en el fondo me siento feliz, ese maldito ya no respira el mismo oxígeno que yo, se lo merecía.

Llego al aparcamiento del edificio después de largos segundos, bastante agitada y sudada por bajar tantos escalones corriendo.

—¡Eva!. —exclama Igor al verme.

Se acerca hasta mí con emoción, toma mi rostro con entre sus manos y busca mi mirada con sus lindos ojos café.

—¿Estás bien?. —me pregunta.

Asiento.

—¿Estabas llorando?. —observa mis ojos grises con atención.

Acaricia mis mejillas con sus nudillos y el café de sus ojos se oscurece, al mismo tiempo que alza sus cejas. 

—¿Te importaría soltarme?. —no me gustan los afectos.

Veo como Igor separa sus labios para responder, pero el sonido del motor de un vehículo que se aproxima se lo impide.

—¡Son ellos!. —grito mientras me apartó de su agarre.

—¡Te dije que esto no era una buena idea!. —reclama al mismo tiempo que ambos corremos hacia nuestras motos.

El sonido del vehículo cada vez se escucha mucho más cerca.

—¡Igor, cierra la boca!.

Tomo el casco que había dejado sobre mi Kawasaki ninja, me subo sobre ella a la vez que pongo el objeto de seguridad sobre mi cabeza, la enciendo y salgo con la goma delantera levantada a toda velocidad.

Igor viene en otra moto detrás de mí y justo cuando estamos por salir del sitio, una camioneta Cadillac escalade se interpone en nuestro camino, como ágil que somos no perdemos tiempo y la esquivamos por la izquierda, obteniendo que el copiloto baje el cristal, saque su arma y nos empiece a disparar.

Aceleró y me inclino hacia delante para mejor facilidad, escucho altos disparo a mis espaldas los cuales esquivo como toda profesional. Igor se encuentra conduciendo a mi lado y también hace lo posible por esquivar los disparos.

Llevo la mirada hacia el espejo de mi moto y veo en el reflejo dos Cadillac escalade que vienen detrás de nosotros.

¿De dónde salió la otra?.

Tengo algo a mi favor y es que conozco está vía de memoria, giro hacia la izquierda con rapidez, desviándome debajo de un túnel que me lleva hacia la otra ciudad, veo por el espejo que mi compañero me sigue y siento un gran alivio cuando no veo las camionetas.

¡Bingo!.

Seguimos hacia delante sin reducir la velocidad, no podemos correr el riesgo de que nos encuentren.

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Llegamos a la otra ciudad después de una larga hora, nos detenemos en la carretera de una vía pública, en la cual se encuentran transitando vehículos y personas.

—Igor, debemos regresar a casa. —retiro el casco de mi cabeza y miro como él hace lo mismo.

—¿Segura?. Tu gemelo estará enojado por lo que hiciste.

—¡Me importa una mierda lo que...

Detengo mis palabras, gracias al sonido de la llegada de las camionetas a nuestras espaldas, acompañado por altos disparos.

Reaccionó rápido, pero ahora me toca arrancar sin el casco porque se me ha caído de las manos. Aceleró por la autopista, al igual que Igor, esquivando los vehículos, personas y lo más importante, los disparos.

Toda la gente por donde transitamos tienen cara de pavor y gritan como si estuvieran viendo una película de terror.

Una sonrisa aparece en mis labios mientras aceleró, amo la adrenalina, adoro la velocidad. Miro el millero digital de mi moto, está marcando... 160 km/h. Sin dudas lo mío son las motos, regreso la mirada al espejo y noto que de nuevo los hemos perdido, pero mi alegría se desvanece y la sonrisa se borra de mis labios de manera rápida, al ver de frente otra camioneta, Cadillac escalade de las mismas que venían detrás de nosotros.

Viene a toda velocidad, dispuesta a estrellarse conmigo, mientras yo acelero un poco más sin detenerme y justo cuando está por atropellarme, giro a la derecha, para mi mala suerte encontrando una calle sin salida, intento reaccionar rápido, pero soy detenida, en el momento que un disparo es impactado en el centro de mi espalda, obligándome a perder el control de la moto, caerme y rodar por el suelo de toda la calle.

Me quejo del fuerte dolor que estoy sintiendo por todo mi cuerpo, mis ojos viajan sobre Igor y veo como le dispara en la cabeza al conductor de la camioneta desde su motocicleta, mientras el copiloto, sale con su arma en mano dispuesto a dispararle a mi compañero, pero es sorprendido por este, quién le descarga toda el arma en el centro de su pecho.

—¡Eva!. —grita mi nombre a la misma vez que se baja de su moto y corre hacia mí.

Empiezo a toser y me remuevo en el suelo rústico.

—¿Estás bien?. —me pregunta una vez se encuentra a mi lado, abre la cerradura delantera de mi enterizo y se encuentra con el chaleco antibalas.

Sigo tosiendo, me siento sofocada y sin aire en los pulmones.

—Tenemos que irnos. —me ayuda a ponerme de pie.

—Eva, te dispararon.

—Solo fue el impacto, estoy bien. —camino hacia mi moto la cual quedo a corta distancia de mí, con algo de dificultad por el dolor que siento en el centro de mi columna.

—¡Eva!. —el grito de Igor detiene mis pasos—. ¡No puedes conducir esa moto!. ¡Vamos en la mía!.

¿Qué?. ¿Por qué?.

Muchas ideas abrumadoras abordan mis pensamientos, intento encontrar una respuesta, el porqué no puedo conducir mi propia moto.

No puede ser lo que estoy pensando.

Me acercó hasta mi Kawasaki ninja, fijo mis ojos en su parte baja y no me demoro mucho en encontrar el artefacto...

Es un rastreador.

La ira se apodera de mi sistema y la rabia está a punto de consumir mi paciencia. Saco el pequeño revolver de la cartuchera que se ajusta a mi cintura, le quitó el seguro y disparo el pequeño rastreador una, dos, tres veces hasta verlo destrozado, me giro hacia Igor y sin pensarlo le apunto con el arma obteniendo que alce ambas manos.

—¡¿Por qué mi moto tiene un rastreador?!.

La expresión de su rostro muestra el miedo que está sintiendo.

—Yo... Cálmate, Eva. —sus ojos están a punto de salirse.

No conozco la calma.

Acortó nuestro espacio y pego el arma del centro de su frente.

—¿Por qué mi moto tiene un rastreador?. —repito la pregunta.

No responde.

—Me tocará matarte, Igor.

Deslizó el arma con lentitud por su rostro y la posiciono sobre su boca, dispuesta a volar todos sus sesos.

—¡Espera!. —grita acorralado por el miedo—. ¡No me mates!.

—¡Empieza hablar!. —la paciencia se me agota.

—¡Tu hermano, Eva!. —confiesa, logrando que mi corazón de un vuelco al escucharlo—. ¡Él planeó todo para sacarte del medio!

¿Qué?.

—¡Mientes!. —me niego a creerle.

—Mírame a los ojos. —obedezco y nuestras miradas se unen—. Él me entrego aquel sobre la mañana de ayer, quería que asistieras a esa cafetería.

Aparto el arma de su boca, mientras niego con mi cabeza.

—Eva, él sabía que no te quedarías tranquila al encontrar el hombre que tanto has buscado. —continúa y mi pecho se contrae—. Tu hermano puso el rastreador en tu moto y a estas horas la mafia italiana debe estar buscándote.

—¿Mafia italiana?. —la pregunta sale sola de mi boca.

—Sí. —afirma—. El hombre que acabas de asesinar, es el líder de la mafia italiana.

No puede ser.

Reparo todo mi alrededor intentando encontrar una respuesta.

En definitiva, estoy en problemas.

—Lo siento, Eva. —se disculpa y como respuesta de mi parte, impacto el hierro de mi arma en su cabeza con fuerzas.

—¡Sabías todo desde un principio y no me dijiste nada!. —veo como sangra por la herida que le he causado—. ¡Igor, eras mi hombre de confianza!. ¡Me debías lealtad!.

—¡No podía decirte, me amenazaron!. —se lleva una mano hacia la herida, intentando detener el sangrado—. ¡Si tu hermano Eric se entera de que te dije la verdad, matará a mis padres!.

Quisiera creerle pero es difícil.

No logro entender por qué mi gemelo hace esto.

—¿Por qué?. —le pregunto—. Dame la razón por la cual Eric me traicionó.

—Para convertirse en el único líder de la mafia rusa. —responde y la mano que sostiene la herida se ha empapado de sangre.

Ahora lo entiendo todo.

El imbécil siempre quiso ser hijo único.

En la familia Vólkov después del fallecimiento del padre, el unigénito toma el lugar de su progenitor, se encarga de los negocios y se convierte en el líder de la mafia, pero en nuestra época hubo un pequeño error, porque nacimos dos.

Después de la muerte de nuestro padre nos convertimos en los líderes de la mafia rusa, pero mi hermano siempre fue un poco hostil y molesto en cuanto se trataba de mis responsabilidades en los negocios, siempre quiso ser el único líder.

—Eva, de verdad lo siento mucho. —las palabras de Igor logran apartarme de mis pensamientos.

Tengo que irme, antes de que los italianos me encuentren.

—Igor, dame las llaves de tu moto.

—¿A dónde irás?. —me pregunta.

—¡Dame las llaves de tu moto!. —le exijo, al mismo tiempo que le apunto con el revólver de nuevo.

Nuestras miradas se vuelven a encontrar y puedo notar la tristeza en sus ojos café.

—Eva, te amo. —confiesa en un tono suave, tomándome por sorpresa.

Una sonrisa se forma en mis labios y se me escapan algunas pequeñas risas de burla.

—¡Eva, te amo!. —grita con todas sus fuerzas.

La sonrisa desaparece de mi rostro.

—Te enamoraste de la persona equivocada. —bajo el arma y la guardo donde estaba—. ¿Me entregarás las malditas llaves oh no?.

—Si me dices a donde irás. —continúa con la mano cubriéndose la herida y está sangrando bastante.

—La mafia italiana quiere mi cabeza y mi gemelo me acaba de traicionar, buscaré refugio.

Sus ojos me observan con atención esperando una buena explicación.

—Viajaré a Corea.

—¡¿A Corea?!. —sus ojos se abren demás y sus cejas se levantan solas—. ¡¿Buscarás ayuda con la mafia coreana?!.

Me llevo ambas manos a la cabeza, masajeó mi cien con lentitud. Estoy a punto de enloquecer.

—¿Tienes una mejor idea?. —mi ritmo cardíaco está descontrolado—. ¡¿Quieres que me quedé esperando a que los italianos vengan por mí?!.

—¿Qué te asegura que los coreanos te ayudarán?. —acorta nuestro espacio y aparta la mano de la herida—. Recuerda que ellos asesinaron a tus padres.

Puedo ver como corren gotas de sangre por su rostro.

—Eso es una suposición. —humedezco mi labio inferior—. Mi padre tenía muchos enemigos, pudo matarlo cualquiera.

Una de sus manos viaja hasta mis mejillas y siento el calor de su contacto.

—Tengo miedo, Eva. —sus ojos me dedican una mirada profunda—. No quiero perderte.

—Debo irme. —me aparto de su agarre.

—Por lo menos déjame ayudarte. —toma una de mis manos—. No puedes utilizar unos de los jets privado, tu hermano se daría cuenta, tampoco puedes ir a tomar un vuelo comercial porque los italianos te encontrarían.

Tiene razón.

—Se me ocurre una idea. —puedo ver cómo se forma una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.

¿Debería confiar en Igor?.

—Puedes viajar con uno de los pasaportes falsos que diseñaste. —me dice emocionado.

Soy experta en la tecnología. Puedo crear cualquier tipo de identificación falsa con facilidad. He diseñado muchos pasaportes falsos para nuestros negocios y también hice algunos especiales para mí.

—Es una buena idea, pero sabes quién que no puedo regresar a casa. —aparto mi mano de su agarre.

—Yo puedo hacerlo por ti.

Su respuesta me alivia un poco.

No sé si deba confiar en Igor, pero en realidad necesito su ayuda para poder viajar a Corea antes de que los italianos me asesinen como yo hice con su líder.

—Los tengo en mi pequeña caja fuerte, detrás del espejo de mi tocador. —empiezo hablar y puedo notar el alivio en su rostro —. La clave es mi fecha de nacimiento. ¿En cuánto tiempo puedes buscarlo?.

Lleva su mano hacia el bolsillo trasero de su pantalón, extrae su móvil y centra su mirada en la pantalla.

—En una hora. —me muestra la pantalla y puedo ver que son las 10:00 AM.

—¿Cómo sería?. —aparto la mirada del móvil y la pongo sobre él—. No tengo a donde ir, no puedo quedarme una hora completa aquí.

Transcurren largos segundos sin responder, buscando la respuesta correcta.

—Se me ocurre algo. —responde al fin—. Yo voy por el pasaporte y tú te adelantas hacia el aeropuerto, cuando nos volvamos a encontrar solo tendrías que recibirlo y abordar el avión a Corea.

Suena bien.

—¿Cómo se supone que llegaría al aeropuerto si no puedo utilizar mi moto?.

Vuelve acortar nuestro espacio y sostiene mis manos otra vez, mientras nuestras miradas están unidas.

—Eres, Eva Vólkov, puedes hacerlo. —me sonríe mostrando su dentadura.

Lo intentaré.

—No perdamos más el tiempo. —me aparto de él—. Te esperaré en el aeropuerto en una hora.

—Te compraré el ticket de avión a Corea. —se encamina hacia su moto—. También te buscaré lo necesario para que puedas viajar.

Asiento.

Lo veo subirse en la moto, encenderla y marcharse a toda velocidad.

Necesito llegar a ese aeropuerto.

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Llevo caminando más de veinte minutos en la ciudad, asustada por los sonidos de los vehículos y los murmullos de la gente. Intento estar alerta de no encontrarme los italianos en el camino, no soy una persona de sentir miedo, pero temo de lo que puedan hacerme. Los mafiosos les propinan a sus víctimas muertes horribles, no tienen ningún tipo de piedad a la hora de matar.

De pronto, mi atención se la lleva un Tesla en color gris que acaba de estacionarse en la otra vía, la puerta del conductor no tarda en abrirse y me quedo perpleja con la figura que acaba de salir.

Es un hombre de piel blanca, vestido con un traje en color negro ceñido al cuerpo, sus zapatos son la combinación perfecta, el material lo conozco, es exclusivo para personas sofisticadas. Puedo ver cómo verifica el tránsito de vehículos y cuando encuentra la oportunidad, empieza a cruzar la carretera hacia este lado de la vía, tiene unas piernas firmes y ejercitas, las cuales se ajustan a su pantalón con facilidad.

Me encuentro inmóvil.

No puedo pestañear.

Estoy concentrada en la pasarela de semejante hombre. Por inercia, mira en mi dirección y es como si fuese un flechazo al corazón en el instante que nuestras miradas se unen. Tiene unos preciosos ojos verdes que jamás había visto, es divino por donde quiera que se le mire...

Nariz perfilada

Cejas gruesas

Mandíbula perfecta

Pecho y brazos musculosos

Y su cabellera rubia despeinada le dan el toque perfecto.

Rompe nuestro contacto visual en el momento que llega a este lado de la vía, pasa por mi lado golpeando mis fosas nasales con su exquisita fragancia, obligándome a girar para seguirlo con la mirada y lo veo atravesar el umbral de un restaurante.

¿Quién es él?.

Regreso la mirada sobre el auto de donde salió aquel hombre, el cual permanece encendido.

De repente, reaparece en mi memoria el problema en el que estoy metida, que mi cabeza corre peligro y necesito estar en el aeropuerto antes que Igor.

Eres, Eva Vólkov, puedes hacerlo. —aparece su voz en mis pensamientos.

Puedo hacerlo.

Cruzó hacia el otro lado de la vía con rapidez, abro la puerta del conductor, me adentro y piso el acelerador sin ni siquiera utilizar el cinturón de seguridad, huyendo hacia el aeropuerto en el Tesla del hombre más hermoso que he visto.

No lo estoy robando, es solo un préstamo.

Conduzco a toda velocidad por la carretera, con un solo objetivo en mi cabeza. Eric Vólkov pagará muy caro por su traición.

—Acabas de meterte en problemas. —una dulce voz me toma desprevenida, haciéndome perder el control por solo unos segundos.

Miro por el espejo del retrovisor, con el corazón a punto de salirse por mi boca, la veo. Es una niña pequeña, vestida en color rosa y tiene un pequeño oso de peluche envuelto con sus brazos.

Esto era lo único que me faltaba.

—Deberías sentir miedo. —su voz se escucha diminuta y tierna—. Él te encontrará.

Pongo de lado sus comentarios y me concentro en el camino, mientras piso el acelerador.

¡Tengo que llegar al aeropuerto!.

Largos minutos más tarde, me estacionó en la parte trasera del lugar, encontrando con mis ojos a Igor, quien espera por mí sentado sobre su motocicleta.

Me bajo del Tesla y mi amigo corre hacia mí al verme, veo que trae en sus manos una pequeña mochila negra y un pequeño parche cubriendo la herida que le cause con mi revolver.

—¡Te demoraste!. —se acerca y me envuelve con sus brazos—. Llevo más de diez minutos esperando por ti.

—Tenemos un problema. —me aparto de sus brazos.

—¿En serio?. —lleva sus ojos hacia el auto—. ¿Asesinaste al dueño?.

Abro una de las puertas traseras y le muestro mi nuevo problema.

Igor pone un gesto de desaprobación en su rostro y se lleva ambas manos a la cabeza, mientras mira a todos lados.

—¡¿Eva, secuestraste una niña?!.

—¡No!. —nunca haría algo así—. ¡Tome el auto prestado y me salió premiado!.

—¡No lo tomaste prestado, lo robaste!. —grita la niña desde el auto.

Igor hace varias respiraciones profundas mientras niega con su cabeza.

—¿Pequeña, quién es el dueño del auto?. —le pregunta.

—¡Eso no te importa!. —le responde de mala manera.

Hasta nos salió con mal genio.

Igor me mira por largos segundos con un gesto de preocupación y luego regresa la mirada sobre la pequeña.

—Si no me dices quién es el dueño, no podre regresarte a casa. —le habla mi amigo en un tono cortés.

—Es el ministro del servicio federal de la FSB. —dice la niña mientras sonríe—. Oh, oh. Están en problemas.

Cierro la puerta del auto con agresividad, cortando la conversación con la pequeña.

—Eva, en definitiva hoy no es tu día.

Igor tiene razón.

Como pude robar el auto del ministro federal con su hija dentro, porque de seguro esa niña es su hija.

Ahora tengo tres problemas, la mafia italiana detrás de mí, un hermano traicionero y secuestrada la hija del ministro federal.

—Eva. —escucho las palabras de Igor—. Tu vuelo sale en pocos minutos, debes irte.

Mis ojos viajan sobre el Tesla.

—Yo me encargaré de regresar el auto y la pequeña con bien. —me dice y regreso la mirada sobre él.

—¿Seguro?. —lo miro directo a los ojos—. Esa niña no tiene la culpa de nada.

—Vete tranquila, te prometo que ella estará bien. —me entrega la mochila en mis manos—. Dentro está la ropa que debes utilizar, el pasaporte y un pequeño teléfono para que me informes en cuanto estés bien.

—Gracias. —le obsequio una pequeña sonrisa.

—Esperaré tu llamada. —me envuelve en sus brazos y deposita un casto beso en mi mejilla.

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Después de un largo vuelo de más de doce horas, me encuentro en el centro de la sala de recepción de uno de los hoteles más grande de Corea, vestida como Linda Garcés, con ojos de contactos negros, sandalias en los pies, jeans desajustados, camisón en gris y una peluca bastante horrible que me consiguió Igor, sus puntas llegan hasta mis mejillas y es en color marrón.

Reparo todo mi alrededor, es un ambiente bastante acogedor, la decoración es en blanco, rojo y negro. ¿Quién diría que este gran hotel es una simple fachada?.

Mi corazón se descontrola y mis piernas están a punto de perder la estabilidad, en el instante que mis ojos ven llegar a Young soo.

Es el líder de la mafia coreana.

Me escanea con su fría mirada.

No está solo, viene acompañado por más de siete hombres, quienes caminan a un metro de distancia lejos de él.

Se detiene frente ami, sus ojos me recorren por completa en un gesto de desaprobación y desagrado.

—Soy Eva Vólkov. —le hablo en tono autoritario, para no demostrar el miedo que siento—. Necesito tu protección.

Hace sonidos con su lengua, alimentando mis nervios.

—내가 당신을 위해 기다리고 있었다. —habla es su idioma natal.

<<Estaba esperando por ti>>

Entiendo lo que me dice, aprendí hablar coreano a mis dieciocho años.

—¿Cómo sabías que vendría?.

Sonríe y sus risas son desalentadoras.

—Creíste las palabras de Igor. —me dice en español, pero sin perder su tono esencial.

¡No!.

¡No puedo creer que Igor me traicionó!.

Qué tan grande hice en esta vida para que todos me traicionen.

Recuerdo las palabras de Igor: —Eva, te amo.

Fueron palabras falsas, solo jugaba con mis instintos. Ahora por ser tan ingenua, estoy en manos de la mafia coreana.

—Young soo, haré lo que me pidas si prometes protegerme. —trago grueso.

Niega.

—Es tarde para eso. —cruza los brazos encima de su pecho—. Hice un trato con tu hermano Eric, deberás pagar con sangre las deudas que tu padre me debe y a cambio, negociaremos la nueva droga.

¿Deuda?.

Mi respiración está agitada.

Lo sabía, la mafia coreana no asesino a mi padre.

—Mátame de una vez. —hablo con el mentón en alto.

No voy a suplicar piedad.

—Iremos despacio. —recibe una tableta que le entrega uno de sus hombres y me muestra su pantalla encendida—. Secuestraste la hija del ministro federal en Rusia.

Mis ojos observan la pantalla, es una información que se encuentra colgada en internet. Se aprecia mi imagen captada por las cámaras de seguridad, en el momento que aborde el Tesla gris.

El coreano desliza uno de sus dedos sobre la pantalla, cambiando la noticia por la siguiente y mi pecho se contrae cuando empiezo a leerla. Los nervios se apoderan de todo mi razonamiento, tanto que mis manos, los labios de mi boca y piernas tiemblan.

Descuartizan la hija del ministro en pequeños pedazos y es depositada en la puerta de su apartamento.

¡No puede ser!.

—Yo no la mate. —hablo en un hilo de voz, mientras niego.

Maldito Igor.

El coreano aparta la tableta de mi rostro y se la regresa a uno de sus hombres.

—Yo... Yo no lo hice. —mis sentimientos están quebrados.

—Eva, la mafia italiana quiere tu cabeza por asesinar a su líder. —su voz es rígida—. Tu hermanito te traicionó y lo seguirá haciendo las veces que sean necesarias.

Una lágrima se desliza por mi mejilla.

—Ahora tienes la FSB buscándote por mar y tierra. —acorta nuestro espacio—. Te prometo que te trataremos bien aquí en Corea.

Se aparta y lo veo encaminarse hacia la salida.

—내 새로운 먹이를 가져와. —le ordena a sus hombres en coreano.

<<Tráiganme a mi presa>>

Todos obedecen de manera rápida y sin darme tiempo a poner resistencia, me sujetan por los brazos y piernas, mientras grito con todas mis fuerzas pidiendo clamor y remuevo todo mi cuerpo en un intento de soltarme.

—Клянусь, они собираются повториться. —les grito en ruso.

<<Les juro que van a rrepentirse>>

De manera inesperada, siento punzón de aguja en uno de mis brazos y poco a poco empiezo a perder la fuerza en mi cuerpo...

Me debilitó

Siento sueño

Todo se empieza a poner oscuro y...

Nota de la autora

Hola mis adorados lectores. ¿Qué les ha parecido mi nueva historia?.

Huida Imparable tiene un lugar muy especial en mi corazón, llevo meses trabajándola y he puesto todo mi esfuerzo en ella, espero que sea de su agrado, conquiste sus corazones y se enamoren de cada personaje así como lo he hecho yo.

¿Qué sucederá con Eva Vólkov?. Agrega la historia a tu lista y espera el próximo capítulo.

No olviden votar y dejar lindos comentarios. ¡No seas un lector fantasma!.

DCLEBRON.

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