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ᥴhᥲρtᥱr 002 - ιᥒtrodᥙᥴtιoᥒ of dᥱᥲth

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Puedo presentarme como es debido, pero de cierto modo, no va a ser necesario.

Porque pronto me conocerás a la perfección, todo esto depende de una compleja combinación de variables.

Por ahora, bastara con decirte que tarde o temprano, apareceré ante ti con la mayor cordialidad, y será inevitable. Tomaré tu alma entre mis manos y te llevaré conmigo con suma delicadeza.

Cuando llegue el momento te encontraré tumbado (pocas veces encuentro a la gente de pie) y tendrás el cuerpo rígido. Después, sólo oiré mi propia respiración, y el olor, y mis pasos.

Sin embargo, no es difícil y todo me llena de intriga, me veo arrastrada hacia los supervivientes, que siempre se llevan la peor parte.

Como el grupo de Rick Grimes, por ejemplo.

Los observo atentamente mientras se tropiezan en la nueva situación, la desesperación y la sorpresa los atromenta. Sus corazones están heridos, sus pulmones dañados.

Así que me lleva al tema del que estoy hablándote esta noche, o esta tarde, a la hora que sea.

Es la historia de uno de esos perpetuos supervivientes, una niña  menuda que sabía muy bien qué significa la palabra abandono.

Meiling Rockwell.

















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Los rayos brillantes que desprendían del sol chocaban con mi rostro, haciendo entrecerrar mis ojos, mientras observaba a mi alrededor.

— Dios mío, tu ropa me da náuseas.

Abrí la boca con sorpresa, ofendida. Me daba muy bien ser una energúmena en estos momentos. ¡Daryl acaba de insultar mi ropa!

— Es mi estilo habitual — me defendí encogiéndome de hombros, antes de soltar un bufido, mientras dirigía mi vista hacía abajo, completando el vestido rosado con flores que traía puesto, parecía incontrolablemente tierno, que tan solo verlo te ponías a vomitar arcoiris. — Además, ¿como esperas que me vista? Tengo diez años, no tengo un chaleco de diez días con olor a... — dejé de hablar cuando sentí la mirada asesina de Daryl sobre mí, pues justo ahora, él traía un puesto un chaleco que ya perdí la cuenta de cuántos días lo tenía sin lavar — ¿Podrido...?

— Más te vale callar ahora — advirtió el arquero mientras extraía la gasolina de los autos junto a T-Dog.

Oh, me daba risa decirle T-Perro.

Pasaron unos días desde que la explosión del CDC ocurrió, por lo que el grupo emprendió su viaje a Fort Benning.

El viaje sería muy largo, cosas que no sabrían que nos esperaban durante todo el trayecto, más de lo que se imaginaba.

Rodeé los ojos claramente molesta, justo en ese momento escuché la voz de mi amigo, abandonando de pronto mi semblante serio.

— ¡Mei! ¡Mei!

El niño corría hacia mi persona, con una notable emoción presentada en el rostro, pude divisar un objeto negro asegurado en su mano. No hice nada más que mirarlo con una sonrisa de oreja a oreja, mientras llegaba hacia mi y se colocaba enfrente mío.

De repente, me sentí muy pequeña comparando nuestras alturas disimuladamente.

— Sé que tus lentes se rompieron, y por eso estabas triste — abrí los ojos como platos al entender a qué se refería — así que, encontré esto.

Tenía los mismos lentes negros de sol, el mismo modelo, aunque sucio, pero estaba en buen estado.

Algunos carros, algunos volcados, intactos, llenando completamente la carretera. Los demás, como Carl y Sophia, Billy y Ben junto a sus madres, revisaban los carros, para encontrar algo, al parecer algo de comida y agua, o alguna arma de defensa, Dale y Rick vigilaban, Glenn intentaba arreglar el vehículo.

La capota de la caravana de Dale se desprendía un extraño humo blanco, deduje que se había malogrado otra vez, era ya la tercera vez en todo este tiempo, la caravana estaba tan viejo como Dale, evidentemente.

— Gracias, Carl — agradecí, con un timbre cálido y feliz de voz, a la vez que le daba un abrazo fuerte.

— Lo encontré en un auto, habían dos cadáveres pero no me importó.

Lo miré sorprendida, pero a la vez, muy orgullosa.

— ¡Ven aquí, loco! — reí, antes despeinar su cabello con brusquedad, en broma.

Escuché la ligera risa de Carl, antes de marcharse otro lado, no sin antes de anunciar que iría a buscar otras cosas.

— Hey — habló Daryl, dirigiéndose a mi — tráeme esas galoneras que estaban vacías, junto a la caravana. — señaló el arquero, giré el cuello para verlo y fui tras ellos, con paso veloz.

Dixon, con una de sus flechas en la boca, recibió las galoneras, poniéndolos en el suelo, lo veía expectante, como si quisiera aprender lo que hacía.

— ¿De verdad crees que el niño fue por unos lentes sobre dos cadáveres? — preguntó el hombre con una sonrisa burlona, mientras T-Perro ponía la manguera en la entrada de la gasolina junto a él— Se cagaria en los pantalones.

— ¿A ti que te importa? — respondí casi de inmediato, con brusquedad — No me hagas enfadar, esto es solo entre mi amigo y yo. — refute, siguiéndolo mientras se iba a otros carros.

— ¿Sabes? Con ese vestido pareces sacada de un maldito cuento de princesas, pero en realidad eres un pequeño demonio, ruidoso y molesto.

Me hirvió la sangre al instante, sin darme cuenta que me había puesto rojita por la furia.

— ¡No soy un demonio! ¡Tú eres el mismísimo-

— Shh, cállate — ordenó el arquero, mientras posaba un dedo sobre sus labios, viendo a ambos lados.

— ¡Tú no me callas...!

Cuando iba a gritar de más, Daryl rápidamente tapó mi boca, poniendo su mano sobre ella

Tuve que proferir algunas quejas y gritos ahogados, porque toda esa mezcla de tierra y suciedad arrasaba sobre mis labios resecos, ¡No sé imaginan cuán feo olía!

— ¡Te dije que te callaras! — susurró, mientras lentamente bajaba su mano de mi boca, al instante me limpié la boca con mis manos, haciendo expresiones de asco — ni que oliera tan mal.

— Ay si, si claro. Huele a perfume de lavanda — hablé con sarcasmo, mientras fijaba mi mirada a través de las ventanas de los autos.

Una horda enorme de caminantes estaban caminando sobre la carretera.

— Oh por Dios. ¿Vinieron por mis gritos? — pregunté, sintiéndome culpable.

— Obvio que no, gritas como un ratón chillón — lo golpeé fuertemente en el brazo, frunciendo el entrecejo.

— Ven, quédate cerca mío — ordenó el hombre, mientras se acercaba a unas puertas oxidadas y volcadas de los autos, escondiéndose allí sigilosamente con mi persona atrás suyo.

Empecé a escuchar los gruñidos débiles de los caminantes, junto a sus pisadas arrastradas que pasaban cerca nuestro. De inmediato, empecé a temblar, sintiendo el miedo y terror apoderándose de mis sentidos, sorbi mi nariz débilmente.

Hasta que moví un poco la cabeza, topandome con un imagen.

T-Dog con el brazo desangrandose a montones, mientras un caminante caminaba hacía él.

— ¡Daryl, haz algo! — pedí en un susurro. Viendo lo mismo que el arquero.

— Quédate aquí, no hagas nada — dijo, antes de poner su ballesta en la capota de un auto, y sacar su cuchillo para incrustarlo en el cuello del caminante, dejándolo remuerto en el suelo.

Salí de mi escondite, viendo a T-Dog tirado en el suelo. Traté de correr hacía él para ayudarlo pero solo recibí a cambio que mi vestido se manchara de sangre de T-Dog y de caminante, incluso ya estaba totalmente sucio.

— ¡Dios mío! ¿T-Dog, estás bien? — solo recibí quejidos de dolor como respuesta.

Daryl siseo suavemente, mientras arrastraba al moreno para luego poner un cadáver encima de él.

— Si, está bien, hay sangre saliendo de su brazo, obvio que está de maravilla. Vamos, recuestate.

Con algo de asco, y por supuesto, desesperación, obedecí sin saber exactamente, a la vez que sentía el olor estupefacto del cadáver sobre mi cuerpo, viendo a Daryl hacer exactamente lo mismo con él.

Los caminantes pasaron cerca nuestro, demasiado como para ser cierto, los vi con atención, poniendo todo mi esfuerzo por no soltar algún sollozo, me limité a cerrar los ojos con fuerza, preparándome mentalmente si es que moría.

Me quedé un buen rato con los ojos cerrados, hasta que sentí el peso muerto sobre mi cuerpo desprenderse de inmediato, viendo a Daryl ya de pie, igualmente levantando el cadáver encima de T-Dog

Proferi algunos quejidos de cansancio, abrumada también por el sol, pero justo en ese mismo instante, escuché los gritos de Sophia.

Al parecer, la rubia había asomado su cabeza fuera del auto, Billy, Ben y Carl también estaban abajo de autos, pero mala idea, un caminante la vió e intentó ir hacia ella, la niña se fue al otro lado, doble mala idea, otro estaba también ahí.

Cuando mis piernas reaccionaron, empecé a correr hacia ella, sacando mis dos navajas del cinturón, hubiera podido matarlos de no ser por Daryl. Sentí sus brazos tomarme del torso con brusquedad, levantándome del suelo impiendome moverme.

— ¡Sophia, no! ¡Dixon, sueltame, sueltame, ahora! — empecé a quejarme enfada, mientras me revolcaba y golpeaba violentamente sus brazos, pero este hizo caso omiso. — ¡Sophia!

— Rick ya fue tras ella — avisó el arquero, mientras me dejaba en el suelo. Empecé a sollozar, poniendo mis manos en el rostro — Vamos niña, ella va a estar bien, y tú...

— Cállate — lo interrumpí con frialdad, bajando mis manos del rostro y luego, comencé a caminar lejos de él.

(...)

— ¿Por qué no buscamos todos? — escuché la voz preocupada de Carol, detrás de mi, y de Dale, quien lo acompañaba a dirigir los carros — ¿Por qué movemos los autos?

— Es que tenemos que hacer espacio suficiente para que la caravana de Dale se pueda mover cuando funcione — respondí, cruzada de brazos, con el rostro sucio, ya parecía Daryl — Ya que han extraído gasolina de los autos, así regresaremos a una carretera que Glenn marcó en el mapa — asentí con la cabeza.

Al parecer, Dale me miró algo sorprendido, pero acompañada de una pequeña sonrisa.

— Regresar va a ser más fácil que tratar de salir de este lío — dijo Shane, acercándose.

— No iremos a ningún lado hasta que vuelva mi hija — anunció Carol.

— Hey, Carol — susurré, logrando que la nombrada de mirara — no nos iremos, no lo dudes.

— Tiene razón — dijo Donna, con sus dos hijos a su lado — no nos iremos sin Sophia.

— Queremos que Sophi vuelva — dijeron Billy y Ben.

Les dediqué una pequeña sonrisa, mientras giraba la cabeza.

— Rick y Daryl la encontrarán — dijo Shane, con un toque de esperanza en su habla — ¿Okay? Es cuestión de tiempo.

— Espero que sea rápido — habló Andrea, con cansancio, mientras le pasaba una botella de agua a Glenn — Aún sigo asustada de la manada que pasó recién, o como quieran llamarle.

— Si, ¿que fue eso? Todo marchando así — dijo Glenn, con confusión.

— Los caminantes deben estar juntándose en grupos — avisó Allen.

De la nada, una imagen mental se me vino a la mente, de centenares de caminantes marchando como en un desfile, todos tan sucios y ropa desgastada al estilo Daryl Dixon.

— Una manada, sí, suena correcto. Ya lo hemos visto, como la noche que atacaron el campamento, un grupo a la deriva— hablaba Shane

— Solo que más chico — habló Tyresse.

— Así es. Bueno, vamos gente, aún hay mucho por hacer. Sigamos

Todos se alejaron del círculo de personas, lentamente.

— ¿Sabes hablar bien las cosas, eh Meiling? — escuché la voz de Dale, a un lado mío, con un sonrisa. Simplemente me encogí de hombros con un ligero rubor en las mejillas — Me alegro mucho, al parecer te estás abriendo más con el grupo — dijo, recordando como había venido al campamento, conmocionada y sumisa — Ten, es para ti.

Bajé la mirada al instante, y noté un chocolate envuelto M&M que tenía en la mano.

Lo miré con dulzura, antes de tomar lentamente el chocolate, sin palabras exactas para agradecerle. Mientras sentía como me revolvía el cabello, haciéndome reír.








Carl y Meiling: Friends to lovers :p

El siguiente capítulo se viene cositas (escenas del cómic).

En fin, los quiero :)

xoxo

12. 1. 24

Pd: la foto de arriba es la estética de Meiling del capítulo 2 al  3 nada más jsjsj

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