Los meses  pasaron y los asesinatos continúaron, ambos ocultaban los cadáveres en lugares lejanos y con  poca accesibilidad para que no fueran encontrados  rápidamente por  la policía. La personas de la ciudad de Frost comenzaron a temer por sus vidas, habían muchas desapariciones de hombre y mujeres. Por causa de esto algunos  tomaron la iniciaban de mudarse de ciudad y otras de no salir a altas horas de la noche.

El nerviosismo era constante y el terror  de un asesino serial estaba invadiendo a la ciudad. El Detective Cardona junto a sus oficiales hacían todo lo posible por encontrar al asesino, pero el único dato que conocía era su manera de asesinar que prácticamente se basaba en la extracción de un hueso, aparte de eso  no tenían  nada más.

La policía hacia todo lo posible por encontrar al asesino aunque había llegado a la conclusión que este podría tener un cómplice ya que las desapareciones junto a la fechas de los encuentros de los cadáveres eran muy cortas. Sabían que el asesino no tenía planes de parar hasta coleccionar los huesos que quería, ellos no sabían cual era su propósito del asesino para hacer todo esto, pero esperaban que muy pronto pudieran atraparlo. No obstante, necesitaban ayuda  de más oficiales ya que el gobierno los estaban presionando para capturar al/los asesinos  lo más  pronto posible. El oficial Cardona llamó a varios oficiales y detective de los pueblos cercanos para que colaboraron en la investigación.

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Mientras  tanto en Santa  Elena, los rumores del coleccionista de huesos hacían eco en la población. El oficial Fernández, al finalizar la llamada con el detective Cardona se preparó para viajar a la ciudad de Frost. Él tenía un presentimiento que tenía que comprobar.