Ethan citó a su nueva cómplice a un lugar céntrico en la ciudad, allí encontrarían a su próxima víctima. Ambos se sentaron en una de las bancas del Parque Azcona. Ethan miraba a su alrededor debía elegir a una persona para su objetivo.
Poco después visualizó a un chico entre diecinueve  y veinte años de edad quien se encontraba en otra banca revisando su celular.

—Ya encontré a tu presa—mencionó Ethan  tratándola de tu y señalándole al chico con la mirada.

Ella sonrió al verlo, se puso de pie y se acercó al chico. Ella entabló una conversación con él, este estaba tan cautivado con la chica que no sospechoso de sus más siniestras intenciones.
Ella lo convenció de ir a un lugar más privado a lo que él aceptó de inmediato. Ella lo tomó de la mano mientras caminaban, poco después  llegaron a una zona con poca gente, luego ingresaron a una fábrica abandonada donde los únicos huéspedes eran las ratas e insectos.

—¿Qué hacemos aquí? Pensé que  iríamos a otro lugar—mencionó el chico cuyo nombre era Efraín.

Ella lo acorralado y lo besó intensamente, con el único propósito de distraerlo. Él se sorprendió por su acción pero no dudó en corresponderle, ella  le bajó los pantalones para arrodillárse levemente  para masturbarlo con la boca, por la excitación del momento Efraín no pudo darse cuenta cuando ella extrajo una navaja que estaba localizada detrás de su espalda oculta en  su pantalón.
Ella lo atacó rápidamente en su miembro masculino, los gritos de Efraín era de un dolor extremo, ella sin perder el tiempo se puso de pie y lo apuñalo en el abdomen en repetidas ocasiones  mientras el chico agonizaba del dolor. Él no pudo hacer nada para defenderse, sus gritos se perdieron juntos al  eco de la fábrica abandonada. Cuando el cuerpo  de Efraín estaba en el piso sucio y cubierto por un charco de su propia sangre, Ethan  quien miraba todo desde las sombras se acercó y sonrió ante la rapidez y frialdad de la chica.

—Ahora extraerle el hueso que necesito —le órden Ethan.

Ella asintió con la cabeza, recordando el hueso que él quería para terminar de coleccionar las extremidades inferiores: La Tibia.

Tomó unos guantes de látex que tenía en uno de los bolsillos de su pantalón y se los puso. Luego le quitó por completo el pantalon al difunto, para luego tomar la  navaja, acarició su pierna hasta llegar más abajo de la rodilla donde estaba localizado la Tibia, hizo  un corte profundo tratando de no lastimar el hueso. Poco a poco las capas de piel y tejido blando fueron visiblemente expuesto, dejando en su camino más sangre. Ella como si se tratará de un animal, extrajo la Tibia sin delicadeza. Luego  tomó la camisa del chico y limpió el hueso levemente para quitarle la sangre.

—Aqui está lo que me pediste—pronunció ella entregandole el hueso para su colección.

Ethan sonrió tomando lo que más amaba.

—Bien hecho—la felicitó—. Oficialmente has pasado mis pruebas  y ahora tú y yo haremos historia en este maldito país —agregó Ethan con una sonrisa malvada.

El corazón de ella latió rápidamente provocado por la alegría que sentía. Uno de sus sueños se estaba haciendo realidad. Pero lo que más anhelaba era tener el corazón de Ethan. Salieron del edificio no sin antes provocar un incendio, no querían que quedarán huella ni nada que los comprometieran. Se fueron en el auto de Ethan el cual estaba estacionado cerca del lugar. Durante el camino, ella se preguntaba cuales serían los siguientes pasos de Ethan.

—¿Me dirás cuales son tus siguientes planes?—le preguntó ella con curiosidad.

—Nos turnaremos para asesinar y seguir coleccionando los huesos, así no levantaremos sospechas ante las autoridades. Debemos ser precavido y tratar de no llamar mucho la atención—respondió Ethan mirando la carretera.

Ella solamente asintió con la cabeza dispuesta a todo por él.