Capítulo 2
29 de Julio, 2017
Eleanor
Un día como hoy, hace 10 años, fui arrancada de los brazos de mi hermano para ser traída hasta aquí.
Han sido 10 largos años sin él, pero tampoco lloraría toda la vida por Tyler; me tardó unos 6 años asumirlo.
Ahora vivo aquí, en una de las calles menos transitadas de la ciudad, junto a mi madrastra (a la cuál en persona le digo "madre") mi padrastro y Astrid, la hija de mis padres adoptivos.
Desde que llegué aquí, me trató mal me ha tirado malas miradas, le echaba sal a mi cereal, arruinaba mi ropa etc...
Aún no sé la razón.
Igual, ella nunca me desagradó, digo, tampoco es que me la pase feliz a su lado pero... he conocido peores personas que ella.
Hoy era otro día tan simple como cualquier otro para mí, mas no para mis padres. Ellos hacían una fiesta con pastel, regalos y música. Es como si fuera mi cumpleaños para ellos. Los primeros años lo consideré tierno, ahora me parece un tanto ridículo.
No me malinterpreten, agradezco que me hayan rescatado de aquel orfanato, pero aún así una parte de mi siempre les guardo un poco de rencor ya que no adoptaron a mi hermano. En otras palabras: nos S E P A R A R O N y eso de una u otra manera me afectó.
De todas formas, vivo una vida tranquila, sin muchos cambios.
Cómo el día de hoy.
Es otro día de clases, otro día largo pero que tengo que disfrutar al máximo.
Estoy lista para irme a la escuela, pero al salir de casa, veo que mi hermanastra (la cual me lleva a la escuela) aún no está afuera, debe estar en su habitación poniéndose maquillaje de forma exagerada como suele hacer.
Subí las escaleras de dos en dos para llegar lo antes posible: no quería llegar tarde a clases.
Cuando llegué a su habitación intenté abrirla pero estaba bloqueada, no me queda de otra que tocar.
—¡Astrid! —grito mientras toco la puerta fuertemente—. ¡No quiero llegar tarde a clases, te puedes dar prisa, por favor!
No responde. La mayor parte del tiempo Astrid me ignora; sólo me habla cuando realmente me necesita (casi nunca) y además de eso, me puso un apodo desagradable: la huérfana.
Después de unos minutos salió vestida como siempre lo hace.
Una falda demasiado corta para mi gusto, apenas tapa lo que Dios le dió. Una blusa bastante simple y sin tirantes, que deja ver parte de sus senos y unos tacones altos de color negro. En realidad todo lo que lleva es negro.
—Llevo esperando un buen rato —mencioné para luego soltar un suspiro—. Creí que te habías dormido.
—No seas estúpida —espetó mirándome con desdén—. Igual es lo que eres, no se puede esperar más de ti.
Ese comentario no me ofendió, pero nunca me he quedado callada ante un insulto de Astrid.
Así que decidí responderle.
—Al menos no parezco una prostit...
Ni siquiera pude terminar la palabra, ya que Astrid me dió una fuerte cachetada con su mano abierta. Para luego insultarme.
—Asquerosa huérfana.
Realmente no quería pelear, por lo que no le devolví la cachetada.
Si es que lo hubiese hecho, se habría desatado una pelea física entre ambas. Ya muchas veces había pasado y siempre terminaba ganando ella.
Aunque ella también recibía sus buenos golpes. Era inútil.
Salimos de la casa para poder entrar en su auto.
~~~
Es una tortura ir en el mismo coche que ella, pero era eso o recorrer una larga caminata bajo el ardiente sol. Claramente no quería morir de una insolación.
No cruzamos palabra, lo único que se escuchaba eran nuestras respiraciones y los escándalos que hacían los demás vehículos de la calle. Me hubiese encantado ir escuchando alguna canción, pero Astrid es diferente a mí en ese aspecto. En muchos aspectos.
El camino de casa a mi escuela eran unos 20 minutos y a la universidad de Astrid, media hora.
Cuando por fin llegamos a la escuela me preparé para bajar, tomé mi bolso blanco y lo suficientemente grande para guardar mis cosas escolares. Me arreglé mi cabello negro. Espere unos segundos a que Astrid de detuviera pero no lo hizo, sólo bajó un poco la velocidad, de manera que me veía obligada a saltar del coche. Supongo que es su venganza.
Tampoco es tanta la altura, es un carro pequeño y rosado, muy bonito. Pero sigue estando en movimiento.
Salté del auto con un poco de miedo y vergüenza por todas las personas que me verían caer. El verde y suave césped de la escuela amortiguó mi caída, pero siempre dolió. "Maldita perra".
Al levantarme busqué las miradas asesinas de los demás y en efectivamente, ahí estaban.
Como siempre pasa, algunos chicos me observaron con expresiones de odio, como si yo fuese un extraterrestre. Me gustaría decir que estoy acostumbrada a ese tipo de cosas, pero no sería cierto.
Después de que los chicos dejarán de mirarme, intenté limpiar mi delicada falda celeste de la asquerosa tierra del jardín, de igual forma limpie mi camisa de botones y del mismo tono celeste. Tuve suerte de no dañar mis queridas prendas.
Miré el reloj y me dí cuenta que quedaban unos cuantos minutos para que empezará mi primera clase.
De camino al aula, pasó por los largos pasillos de mi instituto. Mis tacones blancos resuenan por el blanco suelo del lugar, atrayendo algunas miradas curiosas de los estudiantes que sacaban libros de sus casilleros.
No me gusta ser el centro de atención, pero tampoco pasar desapercibida. Soy un punto intermedio.
Cuando llegué al lugar donde pasaría la siguiente hora de mi vida, busqué con la mirada a mí mejor amiga Tiffany, fue fácil encontrarla ya que apenas habían 8 personas además de ella en el salón. El día de hoy se hizo trenzas que resaltaban su bonito cabello rubio y sus ojos verdes que siempre tienen ese brillo mágico e inocente.
Me acerqué a ella con pasos lentos, pero seguros.
—Me encantan —tenía que abrir la conversación con esa frase.
—Gracias, creí que se verían un poco infantiles —respondió mientras se miraba en su espejo—. Dante vino a buscarte hace un par de minutos, dijo que tenía que hablar contigo.
Dante era el chico más popular de la escuela y mi novio. Era un año mayor que yo, pero íbamos en el mismo año escolar porque repitió algún curso, aunque no sé cuál.
—Me alegra no haber estado aquí —apenas y se escuchó lo que dije, pero estoy segura que Tiffany lo captó—. Realmente no sé de qué quiere hablar, por el momento todo va bien.
—Estoy casi segura de que ya quiere la prueba de amor.
Ambas reímos como morsas por ese comentario.
Dante me había dicho hace ya tiempo que quería tener sexo conmigo. Obviamente yo me negué, lo que me sorprendió fue que el no se enfadó.
—Sabes que quiero perderla con alguien a quién realmente ame.
Así es, soy una virgen de casi 18 años.
Dante era un buen chico, pero yo no estaba enamorada de él, sólo salía con él para no ser molestada por los demás.
¿Quién va a meterse con la novia del chico más popular de la escuela?
Sí, sí, ya sé que es un poco cruel utilizar a las personas así, pero Dante era feliz conmigo; ambos teníamos lo que queríamos. Tal vez en algún otro momento surgiría una emoción más profunda entre nosotros, aunque las posibilidades eran pocas.
—Por eso eres mi mejor amiga, compartimos esa idea.
Mi amiga y yo, las mojigatas del salón.
El profesor llegó unos segundos después, acabando con nuestra divertida conversación.
~~~
Cuando tuve la oportunidad de ir a la cafetería, la aproveché.
Mi escuela no era tan grande, tenía una cafetería que servía comida deliciosa los miércoles y viernes, por que los demás días había una comida horrible. Estaban los laboratorios de ciencia, uno de mis lugares favoritos de la escuela. El gimnasio, el jardín dónde caí una hora antes. Y todo lo demás eran cosas que todas las escuelas tenían.
La cafetería estaba llena, después de todo, hoy era miércoles; uno de los días en que servían comida exquisita. Después de comprar mi comida, busqué alguna mesa alejada del centro y que estuviese sola. Fue díficil encontrar una.
Me dirigí a ella mientras pocas personas desviaban su vista hacia mí.
A pesar de ser la novia de Dante, yo no era popular.
Cuando me senté dispuesta a comer mi almuerzo, alguien me tapo los ojos, me asusté un poco pero nada más.
—Ehhh... ¡Dante! —adiviné con falsa emoción.
—¿Cómo es qué siempre adivinas? —preguntó, haciendo un puchero.
—Fácil, nadie más en esta escuela me hace eso.
Dante siempre era atento conmigo. La mayor parte del tiempo que pasaba con él, me sentía mal por usarlo.
—Buen punto —se encogió de hombros al responder—. Quiero hablar de algo contigo, es importante.
Se sentó a mi lado, llevaba su chaqueta favorita; roja y blanco.
Intenté pensar algunos de los posibles temas de conversación que tienen las parejas adolescentes.
Oh Dios, espero que no sea sexo, aún no estoy lista para dar ese paso.
—Dime —tragué saliva antes de hablar.
—Siento que cada vez pasamos menos tiempo juntos —dijo con un poco de tristeza—. Me gustaría que saliéramos más seguido, ya sabes como una pareja de verdad.
En ese momento me sentí bastante mal por haber creído que sería sexo.
Definitivamente Dante se merece una oportunidad.
—Lo siento, he estado un poco ocupada en estos días —respondí con una gran mentira—. Podríamos salir mañana en la noche. No tengo planes.
Una gran sonrisa se formó en sus labios.
—¡Me encanta la idea! —realmente estaba emocionado.
Después de hablar un poco más sobre el lugar al que iríamos y la hora, quedamos en que al cine a les 7.
Intentaría formar una bonita relación con Dante, ya que lo que teníamos desde hace un mes nunca fue algo formal.
Él se despidió de mí con un beso (en la boca) al cual yo respondí con gusto.
Dante era bastante atractivo, su cabello castaño combinaba bien con el marrón de sus ojos. La nariz era pequeña y sus labios suaves como la lana.
El olor característico de Dante Vial era un perfume a coco que muchos consideraban femenino, pero nadie se atrevía a decirlo en sus narices.
Cuando terminé de pensar en el físico de mi novio, me dediqué a comer. Utilizaba tenedores para cortar cosas que no lo necesitaban, pero mi madrastra, Sofía Lombard, me enseñó a hacerlo.
Muchas personas en el colegio creían que yo era una niña adinerada y no me molestaba en desmentir aquellos rumores.
En el momento en que terminé de comer el último pedazo de pastel con sabor a fresa que tanto me gustaba, guardé mis cosas fuí al salón a recibir las últimas clases.
Las siguientes clases (para mi fortuna) se sintieron cortas.
Al salir del aula, me dispuse a contarle todo lo sucedido con Dante a Tiffany. La cual estuvo descuerdo en darle una oportunidad.
Dispuesta a salir de la escuela, me dirigí a la salida. Como era costumbre, todos los chicos hacían un desorden a la hora de finalizar el día.
Atravesé la multitud de estudiantes, que emanaban un hedor a sudor y axilas sin desodorante.
De milagro, logré salir de esa estampida de cerdos sudorosos.
Al llegar a la calle donde suele esperarme Astrid, busqué el rosa tan llamativo de su auto.
Logré encontrarlo un poco lejos de la escuela y si mis ojos no me engañaban, tenía la luz encendida. Bastante inusual.
Corrí hacia el auto, ya que no quería irme caminando a casa.
En varias ocasiones Astrid no me llevaba, pero no por razones aceptables, sino por su odio hacía mí.
Cuando llegué al carro, me dispuse a subir.
Me llevé una gran sorpresa al ver que Astrid estaba acompañada por un chico.
Aparentaba tener 24. De cabello café oscuro, sus ojos del mismo color no lucían mal, pero sus grandes ojeras sí. Llevaba una camisa negra que resaltaba su piel blanca. No pude distinguir el color de sus pantalones ya que estaba sentado en el asiento de adelante.
—Por fin llegaste —dijo Astrid, sin ocultar su molestia— Este es Josué.
En ese momento nuestras miradas se cruzaron y sentí escalofríos por todo mi cuerpo.
Ese chico me recordaba algo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro