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Capítulo 1

5 de Mayo, 2006

Eran aproximadamente las 12 de la noche, el ruido de la puerta sonaba en la casa de los Miller, alguien estaba intentando abrirla.

El señor Miller salió de su habitación con mucha precaución y le dijo a su esposa que se quedará ahí, podía ser peligroso.

Bajó las escaleras de la forma más sutil que pudo. Poco a poco se fue acercando a la entrada. Al llegar a la puerta miró por un pequeño agujero (que ellos mismos hicieron años atrás) a dos hombres altos y encapuchados. Discutían algo, mientras golpeaban la puerta.

Se asustó por unos segundos, segundos que bastaron para que los ladrones entrarán y golpearan al señor Miller.

Empezaron a saquear la casa, buscando los mayores tesoros y todo el dinero que pudieran encontrar.

La señora Miller bajó sólo para encontrar a los ladrones metiendo en una bolsa el preciado reloj familiar que su madre le había entregado.

Ella se acercó a ambos sujetos y les rogó que no lo robaron, que podían llevarse todo menos eso. Eso molestó a uno de los ladrones.
Se enfadó tanto que la golpeó con toda su fuerza. Después de recibir ese golpe, comenzó a salirle sangre de la nariz.

Muerta de miedo, ella comenzó a gritar por ayuda, lo que fue un grave error.
El mismo hombre que la golpeó, ahora se encontraba encima de ella, apretando su cuello con con todo el odio que guardaba en su interior. En menos de tres minutos, ella sucumbió ante la muerte.

Ambos ladrones estaban listos para irse, cuando el señor Miller despertó, de la misma manera que su esposa; empezó a gritar desesperadamente. Una bala atravesó su cabeza en menos de 2 segundos. Dejaron la casa hecha un desastre y una verdadera escena del crímen.

Después de unas horas, la policía llegó gracias a un vecino. Sin embargo nada sabían del paradero de los ladrones.

Eleanor y Tyler Miller, que se encontraban en un campamento en ese momento, quedaron totalmente huérfanos.
Nadie sabía de su existencia y nadie sabía lo mal que la iban a pasar los próximos años de sus vidas.

~~~

10 de mayo, 2006

Tyler y Eleanor Miller, dos niños de 8 y 7 años respectivamente. Se encontraban caminando solos por la calle, a altas horas de la noche.

La razón.

Minutos antes, disfrutaban de un divertido y emocionante campamento, pero cuando este terminó; fueron desalojados del lugar "seguro" donde estaban para esperar a sus padres.

Los cuales nunca llegaron.

Preocupados, salieron del lugar en su búsqueda.

La noche se sentía cada vez más fría para los Miller, que hasta ese momento continuaban buscando sin parar a sus queridos padres. Ellos seguían avanzado mientras eran azotados con crueles ráfagas de viento.
En la infinita oscuridad del lugar, se podían oír cristales sonando; como dos copas de vino al chocar. El cielo emanaba peligro, no había ni rastro de la bella luna ni de alguna estrella luminosa que pudiera hacerle compañía a los osados y aventureros niños.

Para su buena suerte, las calles se encontraban totalmente vacías. Estaban a salvo de muchos asesinos, violadores, secuestradores y un sin fin de personas que se dedican a dañar a los demás.
Sin embargo, ellos no miraban eso, sólo veían una calle desierta, tenebrosa y desconocida por la cual tenían que pasar.

Era mucha el hambre y aún más el miedo que ambos tenían, pero eso no los detuvo, siguieron caminando sin un destino fijo; después de todo no tenían a donde ir y ellos no sabían qué hacer al respecto.

Fueron largas las horas para los pequeños y valientes niños, hasta que en un momento determinado sintieron que ya no podían más y se pararon a dormir en un bonito jardín lleno de flores. Que tenía un enorme arcoiris (apenas visible por la obscuridad del lugar) como decoración.

A la mañana siguiente, despertaron en una cama que definitivamente no era la suya, esta era más dura y pequeña.
Al instante se enteraron que lo del día anterior no había sido una pesadilla, sino una realidad trágica y desesperante.

Reconocieron el lugar como un orfanato, habían muchas camas alrededor. La mayoría estaban ocupadas por pequeños niños que dormían tranquilamente esperando ser despertados. La habitación era tan escueta como un cielo sin sol, o un profesor sin pizarra. Además, se podía decir que era pequeña como para albergar a tantos niños.
Las paredes de aquel lugar eran muy coloridas (para hacer contraste con el resto del cuarto) amarillas como las bananas, otras verdes como los árboles y una cuantas rosadas como el algodón de azúcar.

El lugar era pequeño, tanto en espacio como en altura.
El ambiente no era cómodo, se sentía peligroso, no tanto como la calle pero definitivamente tenías que estar alerta.

Había un hedor permanente a orina, seguramente de los niños que mojaban la cama.

El sonido de un timbre inundó la gran sala llena de "vida". Todos los niños que se encontraban anteriormente acostados se levantaron casi al instante.

Todos ellos sabían lo que tenían que hacer; formaron una fila para poder salir de la apestosa habitación donde se encontraban. Tyler y Eleanor siguieron a los pocos niños, ya que no tenían ni la más mínima idea de qué hacer.

Siguieron a la fila hasta llegar a un lugar similar a un comedor, era similar ya que este se encontraba en muy mal estado.
Sillas rotas, unas pequeñas mesas que no resistirían mucho más peso que el de 3 niños parados sobre ellas y un aroma a jabón bastante sutil.

Para la sorpresa de Eleanor y Tyler, todos los niños tuvieron un lugar donde sentarse; incluyendolos.
Al parecer, era la hora de desayunar. Como era de esperarse (menos para nuestros protagonistas) no era una comida extraordinaria igual a la que preparaba la señora Miller.
Se trataba de pan, un poco de leche y nada más.

Sin embargo, los niños del orfanato disfrutaban de aquellos simples alimentos. Sabían que no podían desperdiciar la comida.
Los hermanos se sentaron en una mesa distante a las demás para poder comer.

La vida en ese lugar hacía de la palabra hogar: una dicotomía deprimente. Pero era mucho mejor que estar en las calles, donde estaban a la merced de la diosa fortuna.

Los días pasaron y ellos no hicieron ningún amigo, sólo se unieron más. No habían muchas oportunidades para poder salir de ese lugar. Sin embargo nunca perdieron la esperanza de poder regresar a sus antiguas vidas.

"Ya no quiero estar más tiempo aquí"

"Tengo miedo"

"¿Vamos a ver a papá y mamá?"

Eran cosas que solían decirse entre ellos. El otro siempre respondía positivamente para no asustar a su hermano.
Su amor crecía cada día más.

Pasaron algunos meses, ningún día era diferente para ellos, sólo miraban como algunos niños se iban y otros llegaban. Aún no entendían muy bien cómo funcionaba ese sistema.

Después de un largo año, algo diferente estaba por pasarle a los unidos y luchadores hermanos Miller.

Como siempre ellos miraban a varios personas llegar al lugar, recorrían todo el orfanato, hablaban con varios niños (fueron pocas las veces que una de esas personas les habló) y luego entraban a una habitación desconocida para ellos. Después de eso, se llevaban a uno, dos y a veces tres niños con ellos. Otras veces no se llevaban a ninguno.

En ese día, una señora se quedó mirando un largo rato a Eleanor, la niña no estaba asustada, ya la habían visto muchas personas.

Al cabo de unos minutos, la señora se acercó para hablarle.
Le preguntó su nombre, qué le gustaba, cuántos años tenía y otras cosas que a Eleanor no le interesaban.

La mujer que aparentaba unos 30 años, se alejó con una gran sonrisa en su boca.
Eleanor se preguntaba a qué venían todas esas preguntas, no le dió importancia y fue a contárselo a su hermano.

~~~

En la oficina de la directora, la señora Lombard hablaba sobre Eleanor.

—Es una niña maravillosa —dijo con una sonrisa de oreja a oreja —.Mi esposo y yo estaríamos felices de tener a alguien así en nuestras vidas.

—No se imagina lo mucho que me alegra oír eso —aseguró la rigurosa directora—. Eleanor ha estado aquí durante un año. Llegó aquí junto a su hermano Tyler —Le explicó sin mostrar algún sentimiento en su voz.

—¿Tiene un hermano?

La directora asintió.

—Esto complica las cosas
—dijo con preocupación—.Ya tenemos una hija, sólo queremos una más.
Vera, estaríamos encantados de adoptarlos a ambos pero no podríamos, nuestra situación económica nos permite mantener sólo a uno de ellos.

—Eso sí es un problema, ellos son muy unidos.

—¿Podemos hacer algo al respecto? —Preguntó con bastante interés la señora.

—Veo dos opciones.
No adoptarla y que se quede aquí junto a su hermano, o ser adoptada por usted y su esposo, pero también se separaría de Tyler.

—Es una decisión díficil.
Su futuro puede depender de esta decisión. —Su rostro ya no tenía la misma sonrisa, ahora tenía una mueca melancólica.

—Creo que lo mejor es que sea adoptada.

—¿No hay otra solución?

—No, su futuro es importante y aquí no tiene uno. Aunque es triste, debemos separarlos.

Ambas señores estuvieron de acuerdo con esa solución.
En unos días ambos hermanos serían separados.

Los señores Lombard hicieron todo el trámite para adoptar a Eleanor, a la cuál no le cambiaron el nombre.

En unos de los próximos días, la señora Lombard llegó al orfanato dispuesta a llevarse consigo a la pequeña Eleanor.
No estaba feliz de separar a los hermanos, pero tenía que hacerlo para poder darle un buen futuro a la niña.

Como era de esperarse, Eleanor y Tyler no se querían separar, ambos gritaban fuertemente y se sujetaban con sus pequeñas manos. Tal escena conmovió a más de uno de los empleados en el lugar.
Con mucha tristeza, uno de ellos los separó.
Eso sólo incrementó el llanto de ambos niños.

Tyler siguió con la mirada a Eleanor, hasta que desapareció de su vista.

Ahora la pequeña Eleanor no se encontraba en el orfanato, sino rumbo a su nueva vida.
Mientras que el pequeño Tyler se quedaba ahí sufriendo como nunca antes lo había hecho.

Una semana había pasado desde aquel día, Tyler no comía bien, no dormía lo suficiente, no era feliz. Le faltaba algo: su hermana.
Todos en el orfanato notaban eso e intentaban ayudarlo de todas las formas en las que podían.

Intentaban darle una comida diferente a la de siempre. Sin éxito.

Le contaban un cuento para dormir. No funcionaba.

Intentaban calmarlo con palabras y demostraciones de afecto. Inservibles.

Tal era la situación que llegaron al extremo de recomendarlo a cada pareja que llegaba. Fueron demasiadas las veces que sus berrinches arruinaban su oportunidad de ser adoptado. Pero no todo fue desgracia para Tyler, ya que después de muchos intentos, un señor se interesó en él.
Por fin alguien lo llevaría a un hogar. Desde ese momento Tyler sería un miembro de la familia Girardon.

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