12. Una velada aplastante
A la caída de la noche, cuando la luz del día daba paso a las sombras, una gran hoguera llameaba flameante en el centro del pueblo, rodeada de mesas para todo el mundo, en un círculo de árboles bajo el cielo que se iba llenando de estrellas.
Todo era una maravilla. El fuego, de rojas y vivas llamas, danzaba furiosamente, como una criatura viva con insaciable hambre de madera, que se hacía cada vez mayor, más roja y más caliente. Todo estaba preparado para un gran banquete. Había jabalíes y carneros, que ensartados en largos palos daban vueltas al calor del fuego, lentamente, cocinándose poco a poco y en perfecto asado. Litros y litros de cerveza y de vino corrían de los barriles a las jarras de madera y los cuernos, de los que todos bebían.
Trajinaban de aquí para allá, hombres y mujeres en unas cosas y otras, niños jugando por doquier, entre ruido y alegría. Algunos comenzaban a cantar canciones.
Mora estaba apoyada en un árbol tranquilamente, con Rorro sentado a su lado, mirándolo todo con una gran sonrisa y los ojos brillantes. Reid, el muchacho pelirrojo que la había ayudado, se había puesto de pie empezando a tocar una canción, y mientras otros compañeros le acompañaban con otros instrumentos él cantaba con voz clara. Era una canción que hablaba de un guerrero, que cabalgó y cabalgó por tristes llanuras, que luchó en grandes guerras, que pasó noches al frío, pero que al final, lo único que importaba era la mujer que amaba; olvidaba toda la gloria y el oro, porque las manos de una mujer son más cálidas que las manos de oro.
Y entonces apareció entre la gente alguien que se llevó la atención de la chica, que miraba encantada el cuadro de la música; Arran, con su aire de caballero y a la vez de montaraz, el cuello de la camisa abierto y las mangas arremangadas, el pelo a los lados de la cara, con aire despreocupado. Echó una mirada alrededor, los ojos claros brillando al fulgor del fuego y un asomo de sonrisa. Entonces sus ojos se toparon con Mora, que lo miraba. Los dos sonrieron. Mora hizo amago de acercarse hacia él.
—Embobada —dijo una voz en su oído, de alguien que había aparecido de repente por detrás.
—¡Joder, Diano! No me pegues esos sustos.
El chico de pelo color cebada echó la cabeza hacia atrás, riendo abiertamente.
—¡Oh, venga ya! ¿Te vas a pasar la noche ahí embobá...?
Antes de que terminara la frase Diano recibió un golpe en toda la cabeza.
—Vete a la mierda —le soltó Mora, y echó a correr, siendo perseguida por Diano, ambos riendo. Terminaron sentándose en la mesa a recuperar el aliento; agarraron sendas jarras de cerveza y les dieron dos largos y buenos tragos.
—¿Y el asado pa' cuando? —gritó Diano, de forma que algunos rieron y lo corearon, reclamando comida.
Mora se limpió la boca con la manga y echó un vistazo a su alrededor. Localizó a Arran, el cual estaba con una chica que hacía todo lo posible por captar su atención. Al final se acercó Hifenor, y Arran fue directo a hablar con él, con visible agrado para ambos y decepción para la chica. Mora sonrió ligeramente.
Pronto los jabalíes y carneros estuvieron listos, y todos se lanzaron a comer con avidez. Mora y Diano cogían trozo tras trozo de carne, y devoraban y pelaban los huesos como si fuese una competición de perros hambrientos. Por su parte, Rorro sí que hacía de perro y se encargaba de los huesos que le tiraban.
Reían, hablaban, había música, corría la cerveza, el vino y la carne en abundancia, y todos disfrutaban. Los forasteros estaban como en casa, y ninguno se preocupaba de nada.
—Una velada aplastante —sentenció Diano cuando dio fin al atracón, cosa que parecía que no iba a ocurrir nunca.
—¡Colosal! —confirmó Mora, más que alegre, apurando su jarra de cerveza.
—¡A bailar! —gritó alguien.
Y mientras algunos hacían de músicos, atacando una alegre canción con sus instrumentos y cantos, muchos se levantaron y se pusieron a bailar entre las mesas y el fuego. Mora se puso de pie en la mesa, con la jarra de cerveza aún en la mano, y comenzó a moverse alegremente con un baile improvisado, levantando las piernas consecutivamente entre las palmadas de la gente. Luego subió Diano con ella, y se enlazaron los brazos y dieron vueltas sin parar de reír, hasta que tropezaron, se hicieron un lío y cayeron de la mesa. Hubo más gritos, risas y aplausos, mientras los dos jóvenes se ponían en pie riendo a más no poder, con las manos en las costillas.
Hombres y mujeres danzaban al ritmo de la música y a la luz de las llamas, entre risas y jolgorio. Mora se unió a todos ellos, con Diano, Zaha, y otro grupo de muchachos y muchachas de la aldea.
Después de un interminable rato de bailes, música y alegría, Mora fue a sentarse en un banco de madera, tras haberlo dado todo de sí con inagotable energía, para recuperar el aliento. Tenía las mejillas rojas, la piel brillante de sudor, el pelo escapándose en mechones rebeldes que se le pegaban a la frente y al cuello y una sonrisa en los labios, mientras miraba a la gente. Alguien se sentó a su lado, pero ella no reparó en quien era hasta que habló.
—Me gusta esto —dijo Arran.
Mora se volvió a mirarlo, al darse cuenta de su presencia, y se encontró con su mirada de vuelta.
—¿Sí? —sonrió—. A mí también. Es agradable.
—Habéis sido muy amables al darnos la bienvenida así.
—Era lo que había que hacer —respondió ella, y así era.
Hubo un momento de silencio, en el que miraban el agradable ambiente; la gente, la fiesta, la alegría, el fuego.
—¿Crees...? —empezó Mora, sin saber muy bien qué decir—. ¿Que habrá que hacer algo con los oikos?
—Seguramente.
No supo decir porqué, pero esa certeza no la atemorizó. Estaba más que tranquila. Seguramente, como había dicho Arran, podían ocurrir cosas; incluso podía significar una guerra. Algo que ni los más ancianos recordaban, pues llevaban innumerables años de paz entre todos.
Mora sonrió, mientras Arran la miraba y el fuego le iluminaba la cara. ¿Qué más daba lo que pasara? Que venga lo que tenga que venir, y entonces veremos.
༄ ༄ ༄
¡Heeeyy, mis criaturillas del bosque!
Tamos de vuelta, sorry por andar medio muerta... publicando al menos un capítulo al mes. Pero anyways solo me leen dos pendejos con suerte así que tampoco importa(?
Diría que intentaré publicar más a menudo, ahora que puedo centrarme en esta historia, pero luego igual se me olvida. /inserte sticker mimiendo.
¿Quién más quiere un banquete estilo aldea gala? Porque yo sí. Quiero parrandas veraniegas de esas.
Venga esos comentarios, impresiones, teorías, lo que queráis.
Nos vemos pronto... espero.
¡Axé! <3
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