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1. Cazando jabalíes y chicos rubios


Era un día tranquilo, apacible y normal en una aldea de las tierras de Grinblu, donde la hierba es muy verde y el cielo es azul. Todo era hermoso y perfecto, en armonía natural.

Y ahí iba Mora Bravegoat, en quien nos vamos a centrar ahora. ¿Quién es ella? ¿La hija del jefe? ¿Una dama del pueblo, o acaso la prometida del héroe? Ella, que antes de que le salieran los dientes ya estaba en el bosque, siguiendo rastros, escuchando rumores y oliendo a musgo. Ella que en sus cortos años de vida, pues aún es una chica joven, ha tenido siempre una plenitud especial que se contagia a todo el mundo. No es la prometida de ningún héroe, ni hija del jefe, ni nada de eso.

Es simplemente Mora, yendo de caza al bosque. Caminando alegremente y seguida por su perro, silbando al son de los pájaros, y siguiendo un camino inexistente entre los árboles, tal que si fuera un animal salvaje.

Cada mínimo chasquido, rumor o susurro, le resultaba familiar. Rorro, su fiel perro, localizó el rastro de una presunta presa, y ambos se metieron tras los matorrales. Allí escondidos, esperaron algo que muy pronto apareció: el jabalí. De todas las formas de las que podía cazar, la favorita de Mora era el arco. Ni siquiera los puñetazos podían superarlo. Cogió su preciado arco de tejo que llevaba a todas partes, puso una flecha en su sitio, tensó la cuerda lentamente, llevando la mano con la que sujetaba la punta emplumada de la saeta al lado derecho de su cara, cerrando un ojo y haciendo puntería. En menos de un parpadeo la flecha salió disparada con toda la tensión y precisión del tiro, clavándose de lleno en el cuello del pobre animal, que cayó dando un chillido. A una señal de su ama, Rorro, que había estado quieto, se lanzó hacia la presa.

Mora llegó sonriente junto al jabalí, que expiraba su último aliento con el perro encima.

—Gracias por dar tu vida para mí —le dijo la chica al jabalí. Y rápidamente dio fin a su sufrimiento con el cuchillo.

Cazaban animales para comer, y siempre lo agradecían, manteniendo aquel equilibro: uno moría por el otro.

Siempre de buen humor, la chica cogió de las patas al jabalí y se lo colgó a la espalda medio arrastrando. Era un buen ejemplar y pesaba lo suyo. Y mientras Rorro se adelantaba dando saltos y moviendo el rabo, se puso a cantar distraída:

Nanaranani, hoy he cazado un jabalí.
Nanaranani, yo canto y canto así.
Paseo por el bosque, nanaranani,
¿Qué es eso que hay ahí?
Un zorzal o un gorrión, lo mismo me da a mí.
¡Hahaha! Si el zorro puede yo también.
Turú, turá, caminando por el bosque voy,
Deslizándome por las ramas.
Turú, turá, y ni aquí ni allá
Hay rastro de problemas.

Y se echó a reír sin motivos, tras su canción improvisada.

—¡Rorro, ven aquí! Si sigues más rastros, terminaré llevando cuatro jabalíes, cinco conejos y liebres, y algún que otro caminante distraído. ¡Y no puedo cenarme todo eso! Ni aunque invitemos a Diano y Zaha. Y hablando de Diano... ¡Mira! Es ese que va por ahí. Chst, tengo una idea.

Y corrió a esconderse tras un árbol. El perro la miró, ladeando la cabeza de una forma graciosa, tratando de adivinar qué pretendía su chica. ¿Acaso era un nuevo juego? Claramente la siguió, con su energía y buen ánimo habituales y sacando su larga lengua, a ver qué quería.

Por allí, desde el camino de la aldea, llegaba un joven que podría tener la misma edad que Mora. Era delgado y tenía el pelo color pajizo, como la cebada. Silbaba por lo bajo una tonadilla y caminaba distraído. Desde su escondite en el árbol, Mora sonreía mientras volvía a tensar su arco. Una saeta volvió a partir, rápida y certera, aterrizando a dos pasos de donde estaba el joven de cabellos pajizos.

El sobresalto fue tal, que dio un brinco y se quedó mirando todo a su alrededor. Pero adivinar donde estaba el enemigo era casi imposible; Mora se había ocultado bien. Recuperado del primer sobresalto fue a coger la flecha, cuando una segunda pasó silbando junto a su oreja.

Arrugó la nariz de una forma particular, con una especie de sonrisa socarrona, a la vez que cogía su honda. Y una piedra partió directa hacia los matorrales, de los cuales habían salido las flechas. En su escondite, Mora se tapaba la boca con una mano, ahogando la risa. Apuntó de nuevo con el arco, mientras otras dos piedras caían a dos pasos suyos. La tercera flecha casi roza los cabellos del chico.

—¡Mora, maldita zorra! —gritó él.

Y entonces se escucharon las ruidosas carcajadas tras el árbol. Cuando Diano llegó corriendo hacia su agresora, la encontró tirada en el suelo junto al arco y sus flechas, el jabalí muerto y un Rorro a la expectativa. Estaba riéndose hasta más no poder.

Al principio él venía a hacerse el enfadado, pero al verla así no aguantó más y se echó a reír.

—¡Idiota, siempre igual!

—¡Tendrías que haber visto tu cara! —dijo entre risas y lágrimas la chica—. ¡Ay!

El can se había unido a la alegría, dedicándose a saltar sobre la chica y el chico repartiendo lametones.

Al final se recuperaron, y Mora volvió a coger a su jabalí.

—¿Quiere que la ayude, gentil y delicada dama? —ofreció con falsa galantería el chico, de una forma totalmente sarcástica. Ella volvió reír a grandes carcajadas.

—¡Estúpido!

Y negando divertida con la cabeza, se dio la vuelta.

—¿A dónde vas?

—¡A recuperar mis flechas! —Y cuando ya las había cogido, se volvió para gritar—: ¡Te espero a las ocho! ¡Si no vienes pensaré que por fin te has caído a un pozo!

Y así se separaron; la gentil y delicada dama arrastrando al jabalí muerto y seguida de su fiel perro medio lobo, dirección al pueblo. Y el otro internándose en el bosque, seguramente en busca de setas, pues era la mejor época.


༄ ༄ ༄

BADUM TSS, AQUÍ UNA ZORRA DE BOSQUEEEEEE.

Sí, he esperado mucho, pero cierta perra me ha obligado a publicar esta historia. Yo estaba muy bien escribiendo en las sombras...

Así que, dedicado especialmente a mi perra personal Ly, por... en fin, por todo. Y como parte de regalo de cumpleaños atrasado ;). Lov iu, bitch. Y ya no te quejes, que te doy más que a un rey (mi reina).

Y como estoy escuchando Måneskin, y I HAVE NO FEAR FOR NOBODY, AND THIS IS MY RECOVERY, Y IO VENGO DALLA LUNA, YO PUEDO CON TODO.

Bien, esta es una historia... ¿Normal? ¿Rara? ¿O simplemente especial? O mejor dicho: mía. Punto. :D. Porque bro, qué pereza ponerme a hablar de toda la mierda que va a haber.


Babe, you're drivin' me crazy, crazyyyyyyy

(momento drogas, no puedo escribir nada coherente en una nota, nmms). 


GRACIAS POR LEER MIS AMOREEES, NOS VEMOS EN MIL QUINIENTOS AÑOOOOOSS

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