Hoy es un día especial

Hubiera deseado pasarlo contigo a todo color, pero no es, ni será así.

Las manecillas del reloj giran tan torturosamente rápido, apenas y ha podido pasar a la florería a recoger el hermoso ramo de rosas y margaritas que tenía bajo pedido.

Sube el elevador saludando enfermeras y a algunos conocidos que ya identificaba debido a sus recurrentes visitas a ese piso, sale a pasos largos y con prisa y en la recepción le sonríe una amistosa enfermera.

Sigue su camino hasta toparse con una puerta de madera, cerrada, intacta...esperando por él.

Acomoda su cabello hacia atrás con una de sus manos y prepara las flores para que se vean lindas, acomoda su traje gris y el cuello de su camisa marrón para estar presentable.

Hoy es un día especial.

Abre mientras pone la mejor de sus sonrisas, habla con una voz tan animada que, definitivamente,  sorprendería a la persona que estuviera dentro del cuarto.

Si es que estuviera despierta.

Pasa y acomoda las flores entre los brazos con cables mientras le cuenta su día, se acerca a darle besos en la frente y mejillas. Acaricia aquellos cachetes que se le repegaban cuál chicle hace algunos meses; sin duda alguna amaba con locura ese rostro y esas manos tan suaves.

— Cariño...felices dos años...

Una manchita tras otra va cayendo en las telas celestes que cubren aquel cuerpo hasta el torso, sus lágrimas comienzan a bañar el ambiente en gotas amargas y su voz tiembla como si tuviese mucho frío.

Hoy es un día especial.