Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

30. Algo eterno

30.

Aún me preguntó porque sigo confiando ciegamente en él. ¿Será acaso porque nunca me decepcionó del resultado?

—Y ahora ¿Qué se supone que hacemos?—. Medite mucho antes de ser capaz de hacer esa pregunta.

—No sé, ser felices supongo—. Golpeé su hombro caminando a su lado.

A cada segundo desapareciendo el tonto impulso de tomar su mano, queriendo susurrarle "Haría todo por tí, incluso si eso amerita ir contra mis instintos, o todo lo que he creado". Porque justo ahora, siento que mi mundo no estaría completo sino estás en el.

—Estoy hablando enserio—. Miré alrededor algo confundida. —¿Donde estamos?

—¿Eso importa?—. Si pasan de las 11 de la noche, supongo que sí, importa. Al menos eso es lo que me estoy repitiendo en mi cabeza, lástima que mi corazón tiene sus propias respuestas.

—No realmente... Donde sea siempre y cuando sea contigo—. Creo que he visto sonrojado a Jayce Adams una vez más.

Es lindo...

—Basicamente vamos a ver las estrellas—. Me gusta, pero no me convence este tema de conversación.

—¿Y por qué vamos hacia la preparatoria Winter Light?—. Vaya, creí que no vería ese lugar sino hasta pasado mañana.

Y si soy sincera la idea de volver este año me agrada un poco más que los anteriores, tengo más amigos, tengo a alguien que seguro que seguirá a todos lados. Además aún tengo a mi papá.

—Yo siempre las veo desde allí, es la mejor vista de toda la cuidad ¿Tu no pequeña ladrona de libros?—. Por dios, lo golpeare.

—¡Te he dicho que nunca me he quedado con una solo!—. Me queje cuando llegamos a la entrada.

—Shhh baja la voz o nos atrapan—. Tape mi boca con ambas manos, Jayce solo soltó una risita.

La secundaria era grande. Constaba de 3 pisos, una entrada de por lo menos unos 4 metros de largos y unos 2,5 de alto, y una vez pasando esto te encontrabas con un pasillo extenso. Está también fue fundada luego de la biblioteca, creo que la mayoría de estudiantes de Ephymeral asisten a este lugar, ya que además de clases particulares, ser una institución pública, tenía también bastantes actividades extracurriculares, como el club de lectura, el de fotografía, artes visuales, también el de escritura, pintura, y demás.

Seguro este año me uniría a alguno.

—Esta cerrado señor inteligente—. Me burle, estos días ni los profesores asomaban su rostro.

—Umm eso ya lo sabía—. Rodeó por completo la entrada. —Tu solo sígueme.

—No es como que tenga otra opción.

Casi terminamos por dar una vuelta entera alrededor del lugar, caminado entre el pasto recién cortado, llegando así hasta el campo de fútbol, bueno, por fuera de este. Y si, exactamente en el que animamos a los chicos no hace mucho tiempo.

—¿Vas a volar?—. El tono irónico me salía mejor antes, lo admito.

—No creo que pueda hacer eso... —. Ese idiota subió sobre la cerca, diablos. —Pero esto si.

—Estas realmente loco—. Casi iba a la mitad cuando volteó a mi y extendió su mano.

—Talvez si, las mejores personas lo están—. Creo que supe que estaba arruinada cuando le mire de esa forma.

De la misma forma que sueles ver algo tan importante, algo tan jodidamente preciado que solo tú puedes saber del todo el valor de ello. La misma forma con la que entregas a la persona más importante para ti, todos tus sueños y esperanzas. De la misma forma en la que ves a alguien que no necesitas perder para saber cuando significa en tu vida.

—Si nos atrapan te culpare de todo—. Advertí sujetando su mano por fin y siendo ayudada para cruzar hasta el extenso campo a través de la cerca primero.

—La asumiré por completo come libros—. Soltó una risita. —Por ahora solo corre conmigo.

—Solo contigo—. Sujeté su mano, lo que dio como resultado que termináramos en los pasillos de la preparatoria, sin aliento pero felices.

Tan ausente, sometida a una oscuridad profunda, el único cambió de todo eso luego de nuestra llegada solo fue el sentimiento de vacío absoluto. Pasos, risas, conversaciones sin sentido invadieron los pasillos por completo.

No tenía idea de adónde iba, pero sí que estaba tan perdida por él que lo último que haría era soltar su mano. Querido Jayce Adams, he perdido nuestro acuerdo desde hace un tiempo.

Me he enamorado de ti.

Y la idea no me molesta, es mas, creo que no pude escoger una mejor persona.

—¡Vamos!

—Voy—. A donde sea.

¿Cuándo correr entre pasillo y casilleros vacíos fue tan divertido? ¿Por qué inconsciente sonrió cuando el está cerca? Andar por las escaleras, en mi casa, o las vías vacías de un tren, te aseguro que la mayoría de cosas que he hecho en estos dos meses ni siquiera se me pasaba por la mente lo divertidas que podían ser antes de conocerte.

Antes de que te cruzaras en mi camino mi vida parecía ir en línea recta. Sin vueltas, ni cambios, o rocas para tropezarse. Sin errores lo suficiente grandes, o sin instantes realmente intensos. Tomaste mi mano e hiciste que saliera del camino, dando la vida que no había estado viviendo, pero una que me enseñó lo que realmente significativa e increíble que puede ser la existente.

—Segundo piso—. Igual de solitario.

—Aquí| recibí algunas de mis clases el año pasado—. Mencioné avanzando con en dirección al pasillo.

—Lo sé... Teníamos algunas juntas señorita Miller—. Jayce es algo borroso en mis recuerdos, eso es una lástima.

—Me hubiera gustado pasar más tiempo contigo... Contigo las cosas se tornan más intensas... Me haces sentir que puedo subirle el volumen a la vida y que voy a estar bien—. Acomodé mi cabello, ya que un poco de este cubría mi rostro por la brisa nocturna.

Desde mitad del pasillo miré atrás. Hacía él, Talvez a 2 o 3 metros de distancia. Su cabello que ya necesitaba un corte volaba también,  cubriendo por partes su rostro, tenía la postura de alguien que en cualquier momento empezaría a ir en mi dirección, y sus ojos, sus malditos ojos azules me miraban a mi.

Solo a mi.

No me mires así Adams, no me mires como si fuera lo único que siempre has querido, no me mires con miedo a una pérdida, conozco esa sensación y no quiero desearte algo tan estúpido como eso. No me entregues tu corazón porque es algo demasiado hermoso para que alguien tan imprudente como yo se encargue de el.

Pero... Si es que ya lo has hecho y no estas dispuesto a dar marcha atrás. Tampoco lo haré, te entrego mi corazón, y no te preocupes por las heridas que aún no se curan, por las grietas por doquier o la sangre que cae de vez en cuando. Las personas algunas veces son fanáticas de hacer daño e irse sin ocuparse del desorden. Por favor; no temas al dolor que desprende de las paredes, juro que no te hará daño, olvida el miedo y avanza hasta lo límites que marqué, creo que tú ya los has logrado pasar sin problemas.

Se que si se trata de ti, no harás más que tratar de organizar todo de nuevo.

—Me gustas—. Parpadeé lentamente al escucharlo decir eso. Un hormigueo erizo todo mi cuerpo, las mariposas invadieron mi estómago.

También me gustas.

—Realmente me gustas Enot Miller—. No lo dudó.

—Yo...

—No es una confesión, solo una realidad... así que no necesita una respuesta aún—. Pero quiero responder. —Ven aquí.

Caminé, hasta el mismo lugar donde él no había movido músculo alguno y me recosté en su pecho antes de tomar camino nuevamente.

(...)

Los escalones que quedaban hasta terminar en el último piso hacía arriba no eran tantos, y no era necesario detenerse en el tercero como en los dos recientes, por lo que en casi nada estábamos frente a la puerta de la azotea. Yo detrás de él, como una niña pequeña detrás de su padre mientras esté abre el armario asegurando que no hay monstruos.

—¿Esta abierta?—. Pregunté, la verdad se me hacía extraño. Lo único diferente entre esa niña y yo, era el hecho de que yo no tenía miedo.

Yo tenía a Jayce Adams.

—Lo está... Marcus me ha ayudado a abrirlo está tarde—. ¿Por qué no lo imaginé?

—Mejor ya no hago preguntas—. Reí ocultando mi rostro entre mis manos.

Y él tenía razón. Está, seguro era la mejor vista, incluso superaba por mucho el edificio que visitamos el 31 de diciembre.

Un fondo azul, violeta y negro en tonalidades que se mezclaban entre sí. Miles de puntos brillantes, incontables, infinitos, iluminaban el cielo. La ciudad entera parecía guardar silencio, incluso la luna parecía más hermosa que el resto de las veces que la miraba desde la ventana frente a las escaleras de mi departamento.

—Ven aquí come libros—. Extendió su mano, y el pecho me dolió.

Pero no de una mala manera, me dolió por el hecho de que él estuviera esperando por mi, que sus emociones son más reales que las de cualquiera. A veces creo que somos como dos estrellas perdidas en el inmenso firmamento, y que por alguna razón se encontraron. Justo ahora no me importa la razón, solo que ambas estén juntas.

Avancé confundida, como estuviera en una cuerda floja, tan solo con la idea de que alguien me esperaba al otro lado, ignorando que podría caer al vacío si me detenía a pensarlo. Y teniendo más en cuenta a la persona al otro lado, en espera.

—¿Has traído a alguien más aquí?—. La idea me molestaba un poco.

Quería preguntar porque había una manta sobre el suelo, pero solo me dediqué a recostarme al lado de Jayce.

—Vine con los chicos... Usualmente me quedaba solo queriendo darles su espacio—. Eso me alivia un poco.

—¿Te gustan las estrellas Adams?—. ¿Más que yo?

—Si no me gustaran no tendría a la más brillantes de ellas a mi lado—. En sus ojos azules se reflejaban estás.

Y era como ver todo un inédito paisaje, la vida desde un perspectiva diferente. Una posibilidad nueva y única.

Gire mi cuerpo para prestarle toda mi atención. Su cabello yacía inmóvil entre su rostro y la manta, brillante como la noche, su piel blanca estaba un poco enrojecida en la parte de las mejillas, en sus labios una leve sonrisa que parecía nunca desaparecer se marcaba.

—¿Por qué te gusto Jayce? ¿Por qué alguien como yo? Pudiste tener a quien quisieras, pudiste simplemente escoger a alguien menos complicada que yo—. Ganas de llorar, ese sentimiento se envolvió luego de expulsar esas palabras.

Un suspiro de su parte me bloqueó por completo, al menos hasta que empezó a hablar.

—Solo hay alguien que me importa. Alguien que estuvo para mí, que con solo existir hizo mejor mi mundo, me quiso cuando ni siquiera yo supe hacerlo, porque cuando apagaron mis ganas de vivir seco mis lágrimas... Porque siempre voy a querer a la persona que me trajo el sol cuando mi cielo oscureció.

—Te voy a hacer daño...— a este punto el nudo en mi garganta era inminente, porque ¿Y si mis palabras eran escuchadas? ¿Y si Jayce se va?

—No lo harás, estoy consciente de que estás llena de grietas, de miles de errores señorita Miller, pero ninguna grieta es tan grande como para no ser curada, y ningún ser humano lo suficiente perfecto como para no equivocarse—. Se dio la vuelta olvidando el cielo y viendo mi rostro.

Podía sentir húmeda mi mirada por las lágrimas, roja mi nariz, y una expresión deplorable. Este chico es demasiado bueno para mí.

—No me harás daño.

—¿Y si lo hago? No quiero ser igual que mi madre... No quiero hacerte pedazos Jayce.

—No eres como ella Miller—. Ni siquiera sabes cómo fue, como destrozó a mi papá. 

Y en un silencio de parte de ambos, con una mirada que cayó en la desesperación antes de ser incapaz de verlo a los ojos, dude un poco antes de enterrarme en su pecho. Antes no era así, ¿Es porqué quiero a Jayce? Creo que he llorado más estás últimas semanas que en toda mi vida.

—Hey come libros mira—. Abandoné su pecho.

Ese lugar que últimamente era lo más seguro que conocía. Vaya, si papá me escuchará se echaría una estruendosa carcajada, además de un "Te lo dije" y para colmo un "Dijiste que papá era el único".

—¿Qué veo?—. Murmuré en voz quebrada.

—Una estrella fugaz—. Espera ¿Qué? Alcé mi mirada y en efecto, una roca de calor enorme, de esas que se mueven muy rápido y desaparecen enseguida asomaba en el cielo.

—Anda pesado, pide algo que sea eterno—. Mi papá me dijo "Si alguna vez quieres que algo permanezca para siempre en tu vida, pídelo a una estrella" aunque siempre pensé que si querías algo para siempre, debías dejar que decidiera quedarse.

Porque ¿Y si lo pides, pero el decide que no quiere quedarse? Nunca deberías interponer tu voluntad a la de alguien más.

—Nosotros—. Espera ¿Qué?

—¿Eh?

—Algo que sea eterno come libros... Nosotros—. Mis ojos brillaron ante sus palabras.

Palabras que él era capaz de soltar con tanta tranquilidad. Aquellas que hacían latir mi corazón provocando un sentimiento que para mí era desconocido.

Antes de conocerte creí que estaba bien, tenía a mi padre y tenía dos amigos, para mí eso era suficiente. Pero me has vuelto ambiciosa, cada vez quiero más, más tiempo con las personas que me hacen sonreír, más experiencias nuevas, más veces en las que ría a carcajadas.

Te quiero también a ti, solo para mí.

—Jayce...

—¿Si come libros?—. Ambos nos incorporamos. Primero yo, y él hizo lo mismo.

Quedando hombro a hombro, con esta vez más vista de la ciudad y parte de la azotea de la preparatoria que del cielo estrellado.

—¿Dijiste que en el festival tú me besaste de nuevo cierto?—. Giré para verlo a los ojos. ¿De dónde he sacado el valor para pregunta eso? No sé.

—A-así es—. Esto es tan tierno.

—Devuélveme mi beso—. Pedí, avanzado un poco.

—¿Qué?—. Frunció el ceño.

—Quiero ese beso de nuevo.

—¿Cómo haré eso? Además creo que...

—Bésame de nuevo.

—¿Eh?—. Avancé aún más. Dejando mi cuerpo frente al suyo.

Jayce captó lo que trataba de decir unos segundos luego. Me miró resignado y llevó su mano hasta mi rostro, yo por mi lado cerré los ojos.

Dejo de respirar porque siento su cálido tacto poner cada cabello de mi piel de punta, me está besando de nuevo, con tanta delicadeza que cada emoción que puede sentir un cuerpo al mismo tiempo, ya me ha invadido.

Deslizó mi mano por su cuello, dejo una en su rostro y yo soy la que profundizó el beso.

Y para mis adentros yo ya he dicho "Me gustas" eres la primera persona que hace eso, y nada me hace más feliz.

Me has regalado una de las mejores noche de mi vida Adams.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro