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20. No te irás ¿Verdad, come libros?

20.

Enero 17.

—Creo que quiero trabajar.

—¡¿Umm?!—. Soltó todo el grupo justo en mi sala, al tiempo que me perforaban con la mirada.

Jayce estaba a mi lado derecho. De hecho él trabajaba los fines de semana, y sólo a partir de la tarde, pero como había faltado la mayoría de ellos su jefe le había pedido cubrir a su compañero, al menos eso me dijo ayer. En lo que iba, a mi izquierda estaba Claris y junto a ella Nora, Alan sobre el suelo llorando por la película "Un gran dinosaurio" ya sabrán que parte.

La verdad yo no logré concentrárteme mucho en nada... Había algo está pensando mucho. Las personas cercanas a mí se sabían valer por mi mismas, y con estos me refiero "Mis amigos estaba trabajando, mientras yo no".

Incluso al pensarlo por un minuto. Jayce trabaja en esa tienda de instrumentos, Alan en ese Café, al igual que Nora lo hacía en su ciudad natal hasta hace unos días, incluso la pequeña Claris es dueña de un Starbucks.

—¡¿Eh?!—. Jayce sonrió pensando que bromeaba. —¿Para que quieres hacer eso?

—Trabajar es un asco, solecito—. Alan se limpiaba las lágrimas con un pañuelo que Nora le había ofrecido.

—¡Es divertido! Pero creo que estás bien así cuñada—. Sonreí cuando Claris me abrazó.

—Vender tu alma por un par de billetes ¿Eso quieres?—. Nora tenía los ojos rojos, y era la única que había tomado en serio lo que dije.

—Eso quiero—. Asentí un par de veces.

—Llamare a un amigo... Seguro que te consigue uno... Ahora déjame llorar en paz—. Gruño al des pausar la película.

—Trabaja conmigo... Justo hay un puesto libre—. Alan se levantó de su lugar.

—Pues...

—¿Por qué no trabajas en mi cine?—. Soltó Jayce entre cerrando un ojo en dirección a Alan, y hablando nervioso.

—Umm me gustaría... Pero no sé

—¡Mejor en mi café!—. Se sobresalto Claris.

—No estoy segura de eso...

—¡Vamos cuñada, será mejor intentarlo en un lugar con personas cercanas! ¡Además si aceptas Nora también podría acompañarte!

—¡¿Ehhh?! ¿Y yo por qué?—. Vaya que Claris sabía cómo negociar.

—Acepto.

—¿Y yo qué?—. Nora frunció el ceño. —Recién terminó mi castigo y ya quieren que vuelva a trabajar—.

Alan le dio un par de golpes suaves en el hombro para consolarla.

—En mi cine te pagaría mejor—. Murmuró Jayce cruzando los brazos como un niño pequeño.

—Lo sé, lo sé—. Me levanté un poco de mi lugar y lo rodeé con mis brazos. Vaya que a veces era un bebé consentido.

—Igual iré a molestarte ¿Sabes?—. Me tomó de la cintura y me topé con los ojos azules que últimamente me estaban poniendo muy nerviosa.

—Soy consciente de ello—. Levanté una ceja sonriendo.

(...)

—A penas logré deshacerme de todos—. Mencione limpiando la gota de sudor e mi frente.

—Últimamente tu casa es muy concurrida Miller—. Nora apagaba el televisor al fin. Incitando al silencio, interrumpido únicamente por su voz y la mía.

—Lo sé—. Sonreí.

—¿Eres feliz?—. Sabía que ella estaba preocupada.

Después de todo, Nora sabe cada detalle de mi vida, por minúsculo e insignificante que fuera ella lo sabe todo. Y siempre me ha visto como una hermana menor a quien debe proteger, con tanto que ha pasado mientras ella no estaba seguro piensa que ha sido demasiado para mi.

—Tanto como puedo—. Corrí a sus brazos, y no porque mintiera con mi respuesta. —Soy tan feliz como un ser humano puede serlo.

Me levantó un poco al corresponder a mi abrazo y sólo contesto luego de un largo suspiro.

—Sigue así tonta.

—Te quiero Harris.

—También yo Miller—. Nos separamos viendo los ojos de la otra.

—Oye... ¿Qué pasó con el chico del que me hablaste?

—No...

—¡Dimeeee!

—Es tarde.

—¡Cobarde!—. Justo como ella me había llamado. Y también ¡Justo en tu orgullo loca!

—¡Me dijo que fuéramos amigos!—. Juro que jamás la había visto tan enojada, y eso que hace un segundo estaba a punto de llorar.

—¿Qué hiciste?—. Diablos ¿Me gusta la muerte como para haber preguntado eso?

—¿Yo? Yo no hice nada... Ese idiota dijo que era por mi edad.

—¡¿Qué?! ¡No puedo creerlo! ¡¿No se le ocurrió una excusa más estúpida?!—. Entendía su enojo.

—¡Eso dije yo!—. Suspiro al tiempo que se sentaba en el sofá y yo después de ella.

—Bueno ¿Cuántos años tiene?—. Esperé mis brazos y eche mi cabeza hacia atrás.

—¿Umm?

—¿Cuál es su edad Nora Harris?—. Entre cerré los ojos.

—No es tan grande... Tiene ....1

—¿Qué?

—Es tarde—. Dijo al levantarse, e ir lentamente hasta la puerta.

—No mientas—. Si lo era, pero ese no es el punto.

—Tiene 21—. Abrí un poco los ojos, no eran muchos años.

Pero si los suficientes para pensar que eso era una mala idea. O no al menos ahora.

—¿Lo dejaras cierto?—. Me apoye en la puerta después de levantarme y le hice ojitos.

—No lo sé.

(...)

Vaya que el día había sido largo. Incluso más de lo que esperaba, y eso no era malo. La verdad en compañía de todos ellos al menos era emocionante.

Al estar sola en mi habitación, viendo fijo el cielo siendo mis pensamientos lo único ruidoso en toda la casa, pensé en Alan, él no había vuelto a mencionar nada de su confesión hace ya unos meses, además luego del festival volvió a su casa. Lo sentía un poco más distante estos días, solo esperaba que por ahora nada se volviera complicado.

En cuanto al pelinegro que hacía latir de manera desenfrenada mi corazón, cada vez me hace sentir más nerviosa, el hecho de que lo inevitable está a punto de suceder. Después de todo los 2 meses son un infinito que está llegando a su fin.

¡Agh! Ignora todo y ve a dormir.

Al menos eso me dije por un buen rato. Hasta que mi mentira fue interrumpida por el sonido de la canción "Rewriter the stars" lo cual indicaba que alguien me estaba llamando.

—¿Hola?—. No me moleste en ver el nombre, estaba algo somnolienta por intentar dormir.

—Enot...— un lloriqueo al otro lado me hizo preocupar.

—¿Qué pasa?—. Aparte las sábanas y empecé a buscar mis zapatos.

—T-termine el lib-bro—. Por fin había recuperado un poco la cordura y pude identificar la voz de Jayce. Solté un suspiro y trate de no reír.

—Hey... Hey... Cálmate...

—¡No puedo! Él... Él murió—. Pude escuchar de nuevo un leve llanto al otro lado de la línea que me partió en dos. No sé si de diversión, o de tristeza por recordar de nuevo a Luke.

—Comenzaré a llorar si sigues así... Trata de calmarte—. No era buena consolando a la gente.

—¡No puedo!—. Lloriqueo un poco antes de seguir hablando. —... Él no tuvo un final feliz, aún cuando amo con todas sus fuerzas. Aún cuando lo merecía.

—¡Lo sé! ¡Pero ella también está sufriendo! ¡Ella encontrará la felicidad algún día así que cálmate!—. Me volví a recostar.

—¡No puedo!... Es tan triste...

—¡Esta bien! ¡Esta bien! Ven al departamento hoy puedes dormir conmigo.

Allí es cuando me di cuenta, ese día a las exactamente 2:05 de la madrugada que hacer que Jayce Adams leyera Boulevard no fue una buena idea.

También que podríamos lamentarnos juntos el próximo 5 de diciembre.

—¿Enserio?—. Hasta aquí logré escuchar como sonó su nariz.

—Si lo preguntas de nuevo diré que no.

—Voy para allá.

(...)

—¿Por qué no puedes tocar la puerta como una persona normal?—. Abrí la ventana cediendo el paso a un Jayce con el cabello alborotado y los ojos rojos.

—Eres cruel—. Dejo la escalera y cruzó al otro lado de la habitación. Aún me pregunto de donde la saca.

Lo mire un segundo. Él apartaba la mirada, era la primera vez que había visto a Jayce llorar, y eso que ni siquiera le regalé "La milla verde" o "Un beso bajo la lluvia''.

Di un paso a él, haciendo que por fin me mirara, pero sin darle fin al silencio resultado de recién haber terminado Boulevard. Di otro paso y no me detuve hasta llegar a su sudadera y rodearlo con mis brazos. Últimamente abrazaba a Jayce muy seguido, incluso más que a cualquiera.

—Lo siento.

—No te preocupes... ¡Fue increíble!

—Igual eres un llorón—. Sonrió, y era injusto que aún después de haber llorado por un libro se pudiera ver tan lindo.

Tomó con suavidad mis brazos y los apartó de su cuerpo, yo fruncí un ceño recordando algo que le decía a mi papá cada que no quería comprarme un libro "Es que ya no me amas". Pero eso era imposible, Jayce solo hizo eso para lanzarse sobre la cama.

—No te vas a ir nunca ¿Verdad come libros?—. Caí a su lado.

—¿Si me voy significa que vas a dejar de brillar para mí?

—Eso creo.

—Entonces no me iré.

—¿Promesa de come libros a pesado?—. Extendió su meñique, vaya que eso era inmaduro.

—Promesa—. Juntes nuestros meñiques y él dejó su beso en el dorso de mi mano.

Luego de eso nos invadió el silencio. Mientras yo le miraba y él a mí. Mientras sus ojos y los míos brillaban. Mientras él me sonreía. En ese momento solo pensé "Me gusta que me mires y luego sonrías sin ninguna explicación".

Porque me dan ganas de decirte lo que anhelo contigo. Y, quiero ser la jodida excepción que desarme todas tus reglas.

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