10. Casi me muero
Capítulo 10.
Día 38, Enero 9
Alan Harrison
Soy de las personas que huyen y rodean el problema a como de lugar. Mientras evite las consecuencias o evite totalmente ser dañado, para mí está bien. Pero en este mundo, justo en el mío donde solo una persona es el punto de inicio y final de mis vueltas sin sentido es la excepción.
Ese punto de partida, y esa persona lleva el nombre de Enot Miller. Mi solecito, y la única chica que me ha gustado por tantos años que en realidad perdí la cuenta hace mucho.
Metí las manos a mis bolsillos y avancé un poco más, observando antes que el semáforo cambiará su rutilante luz roja a una verde brillante. Sentí con suavidad el viento entre frío y caliente de ese día, y como si el universo desde temprano me odiara mi celular vibró una vez más. Suspire, antes de pasar del bolsillo de mi pantalón a el de mi sudadera, pase mi mano por mi rostro con frustración y descolgué la llamada.
—¡Oye mocoso! ¡¿Qué esperas para aparecer!?—. Y ahí la dulce voz de la amiga de mi mamá.
Caty es la dueña de un pequeño café no muy lejos de la entrada de la ciudad, al que cada año sin falta estoy obligado a ayudar al menos 3 semanas de enero. Usualmente me guardo eso, ya que no quería que Enot supiera nada. Y creí enserio que este año si me había librado de trabajar en ese lugar, pero al parecer no estaba ni cerca.
—Estoy allí en 5 minutos ¿Okey?
—Más te vale... Sino hablaré con tu mamá.
Sini hibliri quin ti mimi.
—¡Voy llegando!—. Colgué antes de darle la oportunidad de gritarme de nuevo.
Y me eche a correr el resto de las cuadras que aún me faltaban. Con los mismos recuerdos de ayer en mi cabeza, con las mismas inquietudes de esta mañana. ¿Qué hacen Jayce y Enot mientras yo no estoy? ¿Cómo es que se volvieron tan cercanos? ¿A ella le gusta Jayce? En el caso de Adams es más que notoria que está jodido por ella, lo sé porque estoy igual. Después de todo nadie puede evitar enamorarse, por más que uno lo quiera.
Talvez insiste en negarlo, pero es posible que la amistad sea la forma mas frecuente de amor. Esa fue la mía, y si que ha sido una tortura.
—¡Agh!—. Solté un quejido cuando Caty me golpeó con la puerta de vidrio, a penas llegue a la entrada del café.
—¡Es tarde Harrison!—. Marcó ese molestó reloj en su muñeca.
—Pero vine—. Sonreí con inocencia alzando las manos.
—Solo ponte el uniforme y acompaña a Melanie—. Asentí antes de entrar al café y cruzar directamente a la parte de atrás.
Melanie estaba guardando sus cosas en el casillero al lado del mío. Ella era una chica dulce, de cabello rizado color café, ojos café oscuro y de altura casi como mi solecito. Aunque su vibra era más tierna, como la típica chica que no rompería ni un plato.
—Hola Alan—. Saluda con su dulce y suave tono de voz antes de salir para darme un poco de espacio.
—¡Buenos día Mel!—. Alzó la voz para que me escuche aún cuando ya ha cruzado el pasillo.
Me retiro la sudadera y empiezo a ponerme la camisa blanca semiformal con el logo del pequeño café "Before Dawn" un nombre poco común lo admito, acomodo la camisa y guardo mis cosas. Jayce y Enot llegando a casa con una sonrisa de complicidad llega a mi cabeza, me golpeó con suavidad el rostro tratando de olvidar eso, aunque no parece ser posible.
(...)
Desde tan temprano solo una o dos personas llegaban a tomar café o algún desayuno antes de ir al trabajo, por lo que el trabajo de Melanie y mío sólo consistía en limpiar las mesas, preparar café, y verificar si todo estaba bien por si a alguien se le ocurrió alguna de las cosas complicadas del menú. Lo habitual de todos los años, y a pesar de eso aún me parecía una rutina sumamente aburrida.
—¡Como te vea sentado Harrison!—. Y ahí Caty apareciendo con sigilo y una escoba.
Lo segundo es un arma mortal en sus manos.
—Solo verificaba si el lugar era cómodo para el cliente—. Melanie soltó una risita detrás de la barra.
—No puedo con ustedes dos... Enserio los obligaré a trabajar horas extras—. Le saque la lengua cuando se giró.
Rin rin. Era el sonido de la puerta a mi espalda.
Al fin algo se ponía al menos un poco emocionante. Me levanté de un brinco de mi lugar y trate de arreglar mi ropa lo más que pude, escuchando los ruidoso pasos de lo que parecía ser más de uno o dos estudiantes. Melanie llegó a mi lado junto con una pequeña libreta, al menos uno de nosotros estaba preparado, yo en realidad tenía fruncido el ceño y miraba desconfiado al grupo que recién tomó asiento en nuestro café.
—¿Voy yo o tú?—. Estaba tan concentrado que la voz de Melanie fue fácil de ignorar.
—¿Umm?
—Iré yo—. Yo asiento sin dejar de ver a ese grupo.
Es extraño. Ya que hay 2 chicos y 3 chicas. Parece normal, pero podría jurar que los he visto en alguna parte. Ese chico de cabello castaño parece ser de algún club, la morena junto a él por otro lado no estoy seguro, la pelirroja y pelinegra se me hacen familiares, por último ese tipo robusto parece ser del equipo de fútbol.
A pasos torpes fui hasta detrás del mostrador, esperando pacientemente que Melanie terminará de tomar las órdenes, después de todo talvez solo era yo y mi estúpido mal presentimiento. Aunque no podía evitar ver a los chicos, talvez eran ¿Mayores que yo? La verdad parecían ser uno o dos años más grandes, ¿Talvez eran de último año? Quién sabe.
Observe con el ceño fruncido a Melanie quién parecía inquieta al caminar de nuevo hacia donde yo estaba, lo note por la forma en la que sus manos se balanceaban y mis sospechas volvieron a revivir en cuanto note que la mayoría de aquel grupo me miraba directamente a mi, sin tratar de disimular.
—Quieren ser atendidos por ti—. Dijo Melanie llegando a mi lado.
—¿Por mi?—. Pregunte confundido.
—Es lo que dijeron—. Alzó los hombros restándole importancia y rápidamente poniendo la libreta en mis manos.
Pase mi mano libre por mi cabello, y salte la barra haciendo que la tierna Melanie soltara otra pequeña risa. Seguí caminando hasta llegar al grupo quienes me miraban con ilusión, mientras yo solo fruncía cada vez más el ceño.
—¿Qué quieren ordenar?—. Calme mi rostro, y sólo les di una sonrisa fingida que merecía un Óscar.
—¿Podrías sentarte?—. El chico castaño y piel clara habló.
—Eso no se me permite—. La verdad no confío ni un gramo en ustedes.
—Siéntate niño—. La morena justo ahora parecía muy amenazante como para solo ignorar su orden.
En efecto pareció más una orden que una sugerencia.
—Lo haré... Pero no porque des miedo.
Arrastre una silla de la mesa de las lado, y tome asiento guardado la pequeña libreta en el bolsillo de mi camisa blanca, algo me decía que ese grupo no buscaba ordenar pronto.
—¿Qué quieren?
—¡Vaya! El niño salió muy directo—. Vi que el chico castaño apretó el hombro de la morena para que guardará silenció.
—Pido perdón por ella... Yo soy Liam y la chica a mi lado es Rya. Los demás son Erika, Mikel y Carla—. Señaló al resto del grupo.
—Yo soy Alan—. Entre cerré los ojos tratando de armar alguna frase. —¿Qué asuntos tienen conmigo?
—Debes estar confundido... Te explicaré un poco.
—Adelante...—. me respalde en la silla y esperaba que no quisieran matar a alguien. Yo solo mataría por una persona en este mundo. Así es mi pato Carlo Ancelotti, es broma, solo lo haría por Enot.
N siquiera tengo un pato.
—Nosotros somos los graduados del año pasado... Y como sabrás los organizadores del festival de música de mañana—. Asentí, ahora sabía porque creí reconocerlos, seguro los vi en la preparatoria.
—Entiendo... Pero ¿Eso qué tiene ver conmigo?—. Me crucé de brazos y volví a fruncir el ceño.
—Esperábamos conseguir tu ayuda...Ya que necesitamos que Enot Miller participe como pareja de muestra.
—¿Enot?—. ¿Por qué quieren que ella participe? ¿A caso saben cómo es ella?
—¡Así es! La señorita Miller fue solicitado por un gran número de estudiantes... Pero sus compañeros nos han dicho que conseguir que participe sería difícil—. Por fin alguien más del grupo había hablado, y esa era Erika, la pelinegra.
—Ellos tiene razón, Sole... Digo Enot no acostumbra a ser parte de esas cosas. Será difícil que lo consigan.
—Por eso estamos aquí niño. Para que tú hagas que ella participe—. Rya tomó el cuello de mi camisa y sentí que mi alma estaba en peligro. —¡Tu puedes! ¡¿Cierto?!
—No lo creo—. Me solté, aunque pensé que moriría.
—¿Quieres algo, cierto? Podemos conseguirlo si nos ayudas—. Mikel parecía un mejor negociador.
—Compren algo del café, y les diré que quiero—. Me levanté de la mesa.
—¡Lo haremos!
—A toda costa cumplirán lo que les pido—. Les dirigí una mirada antes de desaparecer.
Y solté un suspiro de "Casi me muero" en la espalda de Melanie detrás de la barra.
Nota de autora: bueno, este fue de Alan, pero el siguiente será de nuestra come libros y el pesado.
El festival de música me salió más largo de lo que creía por lo que serán 2 capítulos el siguiente viernes.
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