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✾•Personalidad [02]•

POV Seokjin.

Había pasado qué ¿Tres semanas? ¿El mes quizás? El tiempo que sea que llevará en este lugar no lo tenía tan en cuenta, si no fuera por los apuntes en el control del expediente de mi paciente, estaría perdido en el tiempo.

El tiempo que llevaba aquí no había notado una anomalía o un cambio en su personalidad, se supone que el chiquillo tenía 7 personalidades, y la única que conocía era en la que él se hacía llamar solamente Tae, un chico juguetón, curioso y reservado en ciertos puntos.

«Clic»

Mi pulgar presionaba y presionaba el bolígrafo, estar encerrado en cuatro paredes frente a un escritorio el mayor tiempo del día, me estaba estresando.

«Clic, clic, clic»

Doctor Kim. —¿Quién se atrevía a molestarme cuándo mi humor estaba de los perros?

¿Qué quiere? —La chica ... ¿Cómo diablos era que se llamaba? Dio un salto en su lugar por mi respuesta tan pesada.

—El director, lo está buscando.

—¿Y? —Apreto el tablero que llevaba en sus brazos para desviar la mirada, pude notar cómo su frente comenzó a sudar.

N-ne-necesita que... Vaya ahora ¿Por favor?

—¿Me estás preguntando? —Ella negó rápidamente con su cabeza. —Niña... ¿Cómo era que te llamabas?

—Sana, doctor.

«Clic»

Ese mero, Sana, Sana... Bien ¿Has considerado usar gafete?

—Lo tengo doctor. —Aparto el tablero de su pecho levantando la cita que colgaba en su cuello, dejando ver el plástico con su fotografía y nombre.

Ponlo en la frente, y. —Al quedar frente a ella, levanté su mentón con mi mano. —Cuándo me hables, mirame, que estoy aquí. —Me señale. —No allá o en el suelo.

—Si... Doctor.

—Bien, ahora ve por ahí y pierdete de mi vista. —Di una palmada en su cabeza para después poder pasar, dejándola atrás.

—¿Y bien? ¿Para que me mando a llamar?

—Doctor Kim, tomé asiento por favor. —Con pesadez me dejé caer en la silla, cruzando mis brazos por encima de mi pecho.

¿Y?

—¿Cómo va con el paciente «7 caras»?

—Se llama Kim Taehyung, gracias. —Pero que mala maña tenían en todos los estúpidos hospitales por llamar a los pacientes con los absurdos nombres de sus casos.

¿Tanto les costaba decir el maldito nombre del paciente?

Bien, el señor Taehyung. —Recosto su espalda en su silla, comenzando a moverse de un lado a otro.

Lo que lee en mi informé, ahí esta todo sobre él, el como va avanzando su caso.

—Doctor Kim por favor, nadie lee eso. —Deslizo un folder en mi dirección, más bien, el cuál en donde yo metía mis hojas de informe.

—¿Así? Pues si quiere saber su progreso, tendrá que leer esas putas hojas, espero que no se vaya agotar con eso, porque veo que el hacer ejercicio le fatiga con el hecho de sólo pensarlo.

Me levanté empujando aquel folder de vuelta, una mirada de fastidio me gane pero eso que importaba, que hiciera su maldito trabajo y yo el mío.

Permiso.

Doctor Kim, doctor Kim. —Escuche como torpemente salió corriendo detrás de mí, gritando desde la puerta de su oficina.

No dije nada, tampoco me detuve, tranquilamente metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón moviendo mi cuello ganando que esté tronara.

Cuándo llegué al cuarto piso, pude ver la sala de descanso, pase mi mirada por todos lados, algunos estaban viendo por la ventana nada más, otros jugaban con muñecos de acción, otros Jenga, supongo que eran los más cuerdos.

Y en la última mesa de la esquina estaba él, se veía tan entretenido en lo que hacía, su expresión era relajada pero su mirada estaba concentrada, aunque noté algo diferente, en todo el tiempo que estuve en el hospital su flequillo siempre cubría su frente, pero hoy...

—Veo que hoy peinaste tu cabello, te queda bien.

Levantó la mirada de ¿Una hoja? Me vio con  el ceño fruncido ¿Ahora qué mosco le picó? ¿Se enojaría porque ayer no fui a verlo?

—¿Qué? ¿Estás enojado conmigo?

No recibí respuesta, más que sólo un bufido. Regreso nuevamente la mirada a su hoja, tomó el crayón color verde e hizo unas cuantas rayas encima del color amarillo.

¿Me vas a ignorar?

Y nuevamente me ignoró, saqué el lapicero de mi bolsillo para comenzar a jugar con él, me estaba comenzando a molestar su actitud tan infantil.

«Clic, clic»

Deje eso.

—¿Dijiste algo? —Levanto nuevamente la mirada mostrando un poco sus dientes debido a que estaba tensando su mandíbula.

¿No escuchó? Dije, que deje eso. —Sus mejillas enrojecieron y señalo mi lapicero con su índice derecho.

¿Mi lapicero? —El asintió. —¿Y si no quiero?

«Clic, clic, clic»

Se lo voy a clavar en la garganta, así que pare de hacer eso.

Su dedo pulgar presionaba con furia el pobre crayón verde, las venas de sus manos se marcaron, sus hombros se encogieron y su labio era gravemente maltratado por sus dientes.

¿Sabes que si haces eso, sería un crímen?

—Eso no me importa, nosotros ya lo hemos hecho y lo único que se logró fue estar encerrado en este maldito lugar.

—¿Nosotros?

Abrió sus ojos soltando tan repentinamente el crayón agrietado, desvío la mirada a su hoja, supongo que en su mente tenía forma porque lo único que yo veía eran rayas encima de otras rayas.

—Ya lo hice, usted escuchó mal.

«Clic, clic»

Tratando de ignorarme de nuevo tomando el crayón amarillo comenzando a rayar con más insistencia, con enojó, dando trazos fuerte.

Estoy seguro lo que escuché.

—Ya esta viejo, escucha mal. —Golpeo la punta del crayón contra la mesa, quebrando la punta.

¿Viejo yo? Tan sólo tengo 36 años, estoy en mi mejor etapa.

—No le pregunté su edad, doctor de pacotilla.

¡Ya estuvo bueno Tae! —Golpee la mesa con mi mano exaltando a más de uno en aquel lugar.

No soy Tae.

—¿Entonces? ¿Taehyung?

—¡No me llamó así! —Si las miradas mataran, ambos estaríamos en el suelo ahora.

¿Por qué tenía que ser tan testarudo y tan difícil esté niño? Fruncí mi ceño recostandome un poco en la mesa, él hizo lo mismo así que nuestros rostros estaban un poco cerca.

¿Entonces cómo fregados te digo? ¿Taehyung?

—Es un... Si me vuelve a llamar de esa forma, esté crayón va a estar en su ojo. —Apunto el crayón amarillo a mi ojo izquierdo.

Sujeté su mano tomándolo por sorpresa, soltó el crayón negando con su cabeza levemente, sus mejillas estaban un poco sonrojadas y su mirada intentaba ver a otro lado que no fuera yo.

¿Qué pasa, Tae? ¿Estás nervioso? —Insistia en negar cuándo era más que evidente. —¿No?

—No. —Solto su muñeca de un jalón y regreso su trabajo con los crayones ¿Habíamos retrocedido? Solté un suspiro apoyando mi barbilla en mi mano.

Bien, cómo digas. Dime ¿Qué tanto pintas?

—Mis emociones. —Por un segundo pude ver su sonrisa, pero en cuánto notó que yo lo observaba regreso a fruncir el ceño.

—¿Puedo ver? Desde mi punto de vista no puedo encontrarle forma a esa cosa.

Taehyung tomó la hoja entré sus manos para levantarla y pegarla en mi cara golpeando mi nariz con su mano.

¡Oye!

—¡Mire, mire! ¿A caso no está bonito? Lo hice yo. —Tome la hoja de mala gana fulminandolo con la mirada por su agresivo movimiento, dió pequeños saltitos aún sentado dándome una gran sonrisa.

Era algo extraño, hace unos minutos me había amenazado con clavarme los crayones en mi garganta.

A ver, qué tenemos aquí.

Levanté la mirada de la hoja viéndolo un poco confundido, esperando que con mi ceja alzada y extendiendo la hoja de vuelta él me explicará qué significaban aquellas rayas.

¿Tus emociones son estás?

—Ash ¿Qué no lo ve? ¿A caso está tan idiota doctor?

«Clic, clic»

En menos de 10 segundos ya me encontraba nuevamente jugando con el lapicero de mi bolsillo de la camisa. Taehyung se encogió en su lugar desviando la mirada, llevó su mano a sus labios para comenzar a pellizcar sus labios hasta lastimarse.

¿Por qué haces eso Tae?

—No soy Tae... Sólo es una fea maña que tengo... A veces lo hago sin darme cuenta.

—Entiendo ¿Desde cuándo?

—¿Eh? —Detuvo su mirada con la mía pero no duró más de 15 segundos antes de desviarla.

¿Si contaba el tiempo que duraba? Si lo estaba haciendo, y en lo que llevábamos hablando había desviado su mirada 6 veces, 2 a los 10 segundos, 1 a los 5, 1 a los 7, y las últimas 2 a los 15 segundos.

—¿Desde cuándo tienes esa maña?

—Mh... Desde los ¿17 años? —Llevo su mirada al techo cuando soltó aquella respuesta que fue más cómo una pregunta. —Si, a los 17.

—¿Y por qué? ¿Alguna razón? ¿Ansiedad? ¿Nervios? ¿Desesperación? ¿Miedo? ¿A qué le tienes miedo Tae?

—No soy Tae. —Solté un suspiro al recibir nuevamente esa respuesta, ni siquiera me decía otro nombre.

Si le decía Tae sólo lo negaba tranquilamente aunque con voz gruesa, pero si lo llamaba Taehyung reaccionaba igualmente de agresivo cómo cuándo me dijo que lo llamará solo Tae.

Pero me dijiste qué así te llamará o ¿Prefieres Taehy...

—No se atreva a decirlo.

—¿Y cómo quieres que te llamé?

—Eso no importa. —Cruzó los brazos encima de la mesa para apoyar su mentón en ellos, su mirada siempre era la misma.

Reflejaba tristeza, miedo, angustia, en ocasiones pareciera que quisiera llorar, pero la única vez que lloró fue cuándo lo conocí, desde ese día sus ojos sólo se llenaban de agua, pero nunca salían las lágrimas. Su mirada pareciera que quisiera decir todo lo que le atormentaba, pero luego, simplemente parecía estar vacía.

Cómo si alguien hubiera matado de la peor manera su alma.

«Clic»

—Doctor Kim.

—¿Mh? ¿Y usted es... —Un chico, hombre, persona, lo que sea... Tenía una gran sonrisa, podía jurar que formaba cómo un corazón.

Jung Hoseok, soy practicante.

Ah, felicidades por usted. —Dije sin más para continuar con mi camino.

Gracias, me han hablado mucho de usted, que es un doctor muy peculiar, muchos piensan que su manera de evaluar a sus pacientes es un poco mh ¿Ruda?

El chiquillo continuaba hablando aún cuándo claramente intentaba ignorarlo, habíamos cruzado ya tres pasillos y él seguía pegado a mi lado cómo si fuera un chicle en la suela de mi zapato.

Pero yo creo todo lo contrario, creo que los pacientes deben ser tratados como personas normales y no cómo si fueran niños de 5 años, a caso ¿Eso no los hace sentir menospreciados?

Y seguía, y seguía con su absurda charla ¿En qué momento le había dicho que lo hiciera? No me interesaba en lo absoluto sus razones o qué opinión tenía sobre mí.

Cómo practicante tuve un paciente, el chico tenía qué ¿22 años? Bueno la cosa es qué el siempre pide que le lleven un gato a su habitación, cuándo se lo llevan él pasa horas y horas sentado en su cama con una manta amarilla cubriéndolo. Porque si, el chico se pone histérico si no ve su manta amarilla...

Rodeé mis ojos al llegar al ascensor y presionar el botón de subida, esperando que las puertas se abrieran y tal vez así deshacerme de él.

Pero luego llegó otro doctor, claro mucho mayor que yo, él parece ser alguien muy serio pero la verdad es que es muy amable, y bueno debido a que no pude seguir con ese chico, él doctor fue asignado a él. Me siento un poco triste porque siento que falle con mi primer paciente, pero me enviaron aquí dándome otra oportunidad, aunque mi hermanito Jungkook no está muy feliz porque es lejos de casa pero realmente necesitamos el dinero...

«Clic, clic, clic»

Presionaba con desesperó, enojo aquel botón del lapicero, el ascensor estaba lento y no había modo que subiera, saque ese objeto de mi camisa para controlar mis ganas de querer estrangular a ese chico y hacerlo callar de una vez por todas.

Era desesperante en verdad.

«Clic, clic, clic»

—Luego de eso, mi cabello casi se quema, pero el doctor quién me supervisaba se molesto tanto conmigo sólo porque le grite a ese niño de 10 años, pero es que aghh mi cabello.

Me rendía, las puertas del estúpido aparato parecía que no querían abrirse así que me di media vuelta para buscar las escaleras y comenzar a subirlas aún presionando el lapicero con mi pulgar.

Soy muy paciente pero cuándo me enojan, realmente me enojan, me sacan mi furia y me siento como hulk pero más bonito obviamente, mucho más diría... Bla, bla, bla, bla...

Tense mi mandíbula sintiendo la irritación en todo mi cuerpo, dejé de escucharlo desde que pasamos el tercer nivel. Mis pasos cada vez eran mas pesados, la suela del zapato golpeaba fuerte contra el cerámico, sólo un poco más y llegaría a mi destino.

¿Y usted? ¿Por qué fue enviado aquí?

Subí el último escalón girando a ver tanto a la izquierda como a la derecha, el pasillo estaba semi vacío. Continúe unos cuantos pasos hasta que sentí un golpeteo insistente en mi hombro.

¿Doctor Kim? No me ha respondido.

—¿Qué cosa?

—Mi pregunta, del por qué está aquí. —Acomode mi corbata y me di la vuelta viéndolo por encima de mí.

Mira cabeza de remolacha, no me interesa responder a tú pregunta, ni siquiera me interesa tu historia de cómo llegaste aquí, no me interesa que hayas fracasado en tu primer caso, no quiero saber tu vida, no quiero saber lo que comes, lo que cagas o lo que hagas ¿Entendido? Tengo cosas mucho más importantes que hacer así que ahora vete de mi vista, no vine aquí para hacer amigos, eso es una idiotez, nací solo, he vivido solo y voy a morir solo, así que no me interesa hacer amistad contigo ni con nadie, estoy aquí para trabajar, deberías hacer lo mismo.

Peine mi cabello hacía atrás dejando nuevamente mi frente descubierta, guarde mi lapicero en el bolsillo y acomodé el cuello de mi bata.

Pude ver cómo el chico sus ojos parecieran que romperían en llanto en cualquier momento, me valía una hectaria de verga si lo había herido o no, pero necesitaba sacármelo de encima, más su reacción y respuesta fue todo lo contrario que esperé.

Doctor Kim... Eso es tan triste ¿Cómo puede decir eso? Ahhh ahora lo admiró más. —Cubrió sus ojos con la manga de su bata sorbiendo su nariz que ya contaba con moco tendido.

¿Ah?

—No se preocupe doctor, qué yo seré su amigo ¡Si! Lo invitaré a tomar café y nos vamos a sentar a ver el atardecer y cómo las olas de la pasión por el arduo trabajo crecen. —Alzo su puño a la altura de su rostro mientras fruncía sus labios y seguía soltando lágrimas como magdalena.

Pero yo no dije eso, mira ni...

—¡No se diga más! Desde hoy seré su amigo. —Alzo su pulgar casi cerca de mi rostro mientras llevaba su otra mano a su cintura, un sonido interrumpió su ridículo discurso. —¡Oh! El deber me llama, nos vemos doctor Kim.

—Espero que no.

—Nos vemos luego, vaya con cuidado. —Se dio la vuelta comenzando a correr estirando sus brazos hacía atrás ¿Y este tipo qué?

En lugar de practicante parecía un paciente con tornillos faltantes en su cabeza, y creó que eran muchos. Me di media vuelta para ir aquella puerta que me interesaba.

Toqué tres veces antes de abrir la puerta y encontrarme con el chico sentado en su cama con las piernas pegadas en su pecho, la ventana estaba abierta pero claramente todas las ventanas tenían barrotes.

Las cortinas ondeaban de acuerdo al ritmo que el viento viajaba, la habitación se sentía fresca, Tae no había dicho nada desde que entre, habían transcurrido ya 15 minutos y ni una palabra.

Tae.

—¿No se cansa?

—¿De qué?

—De llamarme así, le he dicho más de una vez que no me diga así, y menos el otro nombre. —Giro su cabeza a mi dirección viéndome serenamente esta vez.

No había odio, no había despreció como en la mañana, sus ojos estaban tristes, y nuevamente las lágrimas recorrían sus mejillas, sus ojos hinchados y rojos ¿Desde cuándo estaba llorando?

Caminé a paso lento hasta quedar frente a él y llevar mi mano a su cabeza, aunque dude por unos segundos, él se encogió un poco en su lugar soltando un chillido.

¿No me va agredir verdad?

—¿Por qué preguntas eso Tae? —Solto un gruñido pero ya no dijo nada por la forma que lo había llamado.

—Estoy cansado de que lo hagan, sus intenciones nunca fueron buenas.

—¿Quien?

Jale la silla de la esquina para sentarme en ella y sacar mi lapicero tomando el tablero de la pequeña mesa y comenzar con mi trabajo, jamás le decía cuándo empezábamos con su análisis, porque cuándo lo hacía los primeros días él simplemente se negaba.

«Clic»

Ahí iba la primera reacción, nuevamente sus hombros se tensaron y sus dedos comenzaron a golpear su rodilla izquierda.

«Clic»

Sigo esperando tu respuesta.

—Èl, bueno mejor bien dicho «ellos». —Escupió aquellas palabras con tanto asco.

«Clic»

¿Puedo saber quiénes son «ellos»? —Negó con su cabeza para regresar la mirada nuevamente a la ventana.

¿No siente qué la sociedad nos limita mucho? ¿No siente que las personas creen que nosotros les pertenecemos? ¿Qué tienen el derecho sobre nosotros? Es cómo... Si quisieran cortar nuestras alas y obligarnos a estar en una jaula... Cómo ahora.

Señaló los barrotes para apoyar su mejilla en su rodilla, me atreví a ver y el estar encerrado en ese lugar durante mucho tiempo ¿A quién no volverían loco? Tal vez el encierro era el culpable y no la persona, tal vez las limitaciones, las críticas, las burlas eran las que nos volvían locos.

«Clic, clic»

¿Te sientes así? —Asintió levemente con su cabecita, su cabello castaño se movía de vez en cuando por el aire.

Mis alas... Fueron cortadas desde los 12, nunca pude volver a sentir lo que era volar.

—¿Qué sucedió?

«Clic, clic»

Dejo caer pesadamente su espalda contra la cabecera de la camilla, comenzando a jugar con su cabello, acomodando su cabello ya que el viento lo había despeinado haciendo que su frente se cubriera nuevamente.

¿Te gusta peinarte?

—Si, mamá me decía que veía apuesto con mi frente descubierta.

—¿Vivías con ella?

—No. —Detuvo sus movimientos para abrazarse así mismo. —Si hubiera vivido con ella, yo no estaría aquí.

—¿Vivías con tú padre?

—Mi padre... —Hizo una pequeña mueca con sus labios, soltando una sonrisa pesada, con un poco de burla. —Supongo qué eso es.

«Clic, clic»

—¿No lo quieres?

—Quería, pero creó que no lo merecía.

—¿Por qué? —Su mirada se cruzó con la mía, pero la desvío tan rápido cómo separó sus labios, tratando de decir algo, queriendo decir algo pero sólo guardo silencio.

¿Cómo se llama ese síndrome dónde te enamoras de tu progenitor y odias al sexo opuesto?

Y nuevamente su mirada se cruzó con la mía, esta vez no la quitó, al contrario me veía con gran curiosidad e intensidad, a la vez que había culpa y remordimiento en ella.

No es síndrome, pero es el Complejo de Edipo negativo.Asintió con una sonrisa triste. —¿Pasaste eso?

—Si, mamá me llevó a muchos psicólogos pero dejó de intentarlo. Simplemente un día se fue de casa y no volvió.

«Clic»

¿Estabas enamorado de tú papá?

—Lo amaba, más que mamá... Se lo intenté demostrar pero él únicamente me rechazaba hasta ese día.

«Clic, clic»

—¿Qué día? —Se levantó de su lugar para quedar frente mía, enrollando la orilla de su playera. —¿Sucede algo?

—¿Puedo... Puedo sentarme en usted? No haré nada, sólo... Quiero qué alguien me de un poco de mimos.

«Clic»

Sus mejillas estaban sonrojadas, sus ojos brillaban junto a sus pestañas por las recientes lágrimas, pero eso no era lo correcto.

—No.

—¿Por favor? Doctor, sólo esta vez... —Sus pies se acercaban poco a poco más a mí hasta poner sus manos en mis hombros.

Regresa a tu cama.

—Sólo unos minutos... Doctor Kim.

—He dicho, N O. —Quité sus manos de mi cuerpo para levantarme y regresarlo a la cama, obligando a que se sentará. —Ahora, dime ¿Qué paso con tu padre?

—Nada... Sólo olvidé lo que dije, tal cómo él lo hizo.

—¿Tú padre? —Nego para recostarse en la cama y cerrar sus ojos. —Entonces ¿Quién?

«Clic»

El anterior doctor... Haga lo que él hizo, ignorarme.

—No puedo hacer eso, estoy aquí para ayudarte.

—Nuevamente esa mentira. —Tiro de la sabana escondiéndose en ella cómo un bollito.

Quizás el mintió, pero yo no.

—¿Cómo puedo confiar en usted? —Abrió lentamente sus ojos para verme.

—He venido a verte todos los días, y no me he ido.

—Tal vez se vaya pronto y me dejará, cómo todos.

«Clic»

Yo no era todos.

No lo haré. —Escribí unas cosas necesarias dentro de la hoja, remarcando con círculos algo en especial.

Jin... ¿Me podrás amar algún día?

—¿Perdón? —Coloque el último punto en la hoja y levanté mi mirada para encontrarme con esos ojos curiosos.

Tae siempre habla de ti, y estaba tan ansioso por conocerte.

—¿Conocerme? —Asintió mordiendo sus labios.

«Clic»

Si, y Tae no se equivocó en todo lo que me contó... Tenía razón, usted es apuesto.

—Pues olvida eso, porque sólo somos paciente y médico.

—No.

—¿No?

«Clic, clic»

Le enseñaré a que me amé, y cuándo yo dejaré de existir.

Fruncí mi ceño, ahora estaba completamente confundido. Dijo aquellas palabras tan seguro para regalarme una sonrisa después, era una sincera. Y eso fue lo qué más me desconcertó.

«Clic, clic»

Siempre que estaba con él en su habitación me sentía tan raro, siempre decía algo que me dejaba en que pensar. Se levantó aún con la colcha encima de él, cómo si de un pequeño iglú se tratase.

Abrió la gaveta de la pequeña mesa de noche y sacó una hoja con un pequeño cuadro de papel.

«Clic»

Tenga.

—¿Qué es? —Lo vi confundido al ver su dibujo, aquellas rayas de diferentes colores. —¿Por qué me das ésto?

«Clic»

—Le dije que eran mis emociones ¿Lo olvido?

—¿Y cómo sabré de tus emociones? —Cubrió su boca mientras reía cómo un niño quién acababa de cometer una travesura inocente.

Me lo dirá en su momento, lo sabrá cuándo sea el momento correcto.

—Eres muy raro ¿Lo sabías? —Nego una vez más para descubrirse la cabeza.

Sólo soy único, y lo seré para usted.

«Clic, clic»

—Estas muy confiado de eso Tae.

—Ya lo verá. —No dije más y tomé la otra cosa, levanté la mirada de nuevo ¿Qué era eso?

—¿Y está foto? —La giré para que él la viera, me regaló una sonrisa abierta juntando sus pies.

Soy yo.

«Clic, clic»

Rodeé mis ojos por aquella respuesta tan obvia, pero me resultó un poco graciosa y tierna que no pude evitar soltar una sonrisa.

¿Y qué haré con ella? ¿Para qué la querré tener?

—Para recordarme siempre.

«Clic»

¿Por qué sus palabras eran hirientes y preocupantes de alguna manera? Volví a ver la fotografía y vi el nombre de abajo, estaba escrito con marcador negro.

¿Vante?

—Ese soy yo, mucho gusto doctor Kim, soy Vante. Al fin nos conocemos.

«Clic»

«No creo qué él necesite estar aquí, tan sólo necesitaba que alguien lo intentará escuchar y comprender...

Sólo fue abandonado...»

Vante, mucho gusto, soy Kim Seokjin, tú nuevo doctor.

...

—¿Entonces?

—Yo no sabía el peso de aquellas palabras, de haber entendido en esos momentos, quizás él...

¿Él qué?

—Él...

...

«Todos necesitamos alimentar en nosotros alguna vena de loco para que la realidad se nos haga soportable.» A la sombra de las muchachas en flor (1919)

—Marcel Proust.

.
.
.
Dato:

Complejo de Edipo:
Emociones y sentimientos infantiles caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores.

Complejo de Edipo negativo:
Amor hacía el progenitor del mismo sexo, así cómo rivalidad y rechazo al progenitor del sexo opuesto.


Gracias a mi ex profesor de psicología
H. Melara ✌

Publicado:
21/10/2019

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