6.Bajo la sombra de los naranjos
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Así pasó una semana y para el lunes de la segunda, la rutina se le hizo un poco más llevadera.
Por las mañanas iba a ayudarle con el cuidado de los animales del establo y luego con los cultivos de papas y tomates. Tuvo que cuidar las tomateras, revisar que no estuvieran secas las hojas ni que les cayera alguna plaga, remover si empezaba a salir maleza y regar los cultivos.
Ese miércoles al mediodía, Kihyun y Hyunwoo se sentaron en el pasto a la sombra de un naranjo con muchos blancos capullos a punto de florecer. A temprana hora habían ido a repartir a algunas tiendas las cajas con papas que habían recolectado todo el día anterior y estaban agotados. Les drenó toda la energía y deseaban descansar un poco antes de seguir laborando.
Una ligera brisa de verano se colaba entre los árboles frutales haciendo bailar sus ramas, y el sol se alzaba poderoso entre las nubes aglomeradas en el cielo. Era un día calmo y brillante, y Kihyun hacía mucho que no disfrutaba de un momento así. Le agradaba ese aire de cotidianidad al que se había envuelto al trabajar en el campo.
Por lo regular los dos labraban en silencio en los sembradíos, o con la radio en el invernadero, concentrados en sus tareas, pero eso no evitaba que Kihyun de vez en cuando lo buscara con la mirada sin que aquél se percatara de ello (o eso creía él). Esa espalda ancha y fornida era su obsesión.
A veces sus ojos seguían el recorrido de su columna vertebral, bajando poco a poco hasta llegar a la zona de la espalda baja y se tenía que forzar a desviar su mirada para no seguir viendo el bien formado trasero de Hyunwoo. Le era muy atractivo, eso le había quedado claro desde la primera vez que lo vio. Cómo no quedarse viéndolo con esa gran estatura, cuerpo moldeado cual lienzo perfecto, bíceps que invitaban a cobijarse bajo sus brazos, y esa bella piel glaseada, besada por el sol.
Dejando de lado lo físico, lo que más admiraba de él era la dedicación que le daba a todo lo relacionado con la agricultura, a sus terrenos. Le gustaba verlo mientras agarraba el pico y se ponía a labrar el pedazo de tierra para sacar las papas, cuando manejaba el tractor con destreza y concentración para hacer surcos en el terreno donde planeaba plantar coles, y quizás zanahorias, para ese año; cuando era delicado a la hora de tratar las plantas de su invernadero, pero un poco torpe a la hora de comer o socializar, cuando cortaba leña para el horno que utilizaban de vez en cuando en la cocina, cuando le hablaba a Aura con cariño...
—¿Todavía no es temporada de naranjas y mandarinas? —preguntó Kihyun por decir algo.
—No. Empieza a finales de octubre, pero reviso todos los días los árboles para que no le caigan plagas.
—Ya veo... —dijo Kihyun y después de eso estuvieron callados durante varios minutos.
Dobló sus piernas y las abrazó con sus brazos, recargando su barbilla sobre sus rodillas y sin mirar nada en particular.
—No andas muy platicador conmigo —rompió el silencio Kihyun.
Para él, Hyunwoo era un individuo bastante peculiar. Había veces en que podía decir el comentario más sarcástico o directo, como la vez en que le contó sin tapujos la forma en la que se usaba el estiércol de vaca como fertilizante orgánico en las tierras de cultivo (con su propia cara de consternación en respuesta al escucharlo explicar esto con lujo de detalles), pero en otras ocasiones se mostraba muy reservado y callado cuando se encontraban a solas, y no sabía a ciencia cierta si se debía a su timidez innata o por la incomodidad de estar con un desconocido que había llegado a irrumpir en su vida de forma imprevista. Aunque después de convivir por varios días, ya no eran completos desconocidos, ¿verdad?
En esos momentos había estado más callado de lo normal y aunque él pensaba que había más confianza entre los dos, grande era la incertidumbre de no saber si su presencia seguía incomodando a Hyunwoo o si le era molesto, lo cual le causaba desazón porque, por algún extraño motivo que no se atrevía a analizar, o temía decir en voz alta, quería ser cercano a él, conocerlo a profundidad.
—En realidad no lo soy —dijo Hyunwoo con una sonrisa tímida, poniendo su mano sobre su nuca—. Me cuesta mantener conversaciones largas, pero intento no encerrarme mucho en mí mismo. Soy un poco más expresivo con mis familiares, pero además... —titubeó por unos segundos— hay otra cosa sobre ti...
Kihyun no podría adivinar que era precisamente él quien provocaba ese comportamiento errático en Hyunwoo. Lo descolocaba como no lo había hecho persona alguna, no sabía a veces cómo actuar y ocultar esa atracción que lo estaba manteniendo en una espiral de sentimientos a punto de florecer y estallar en su pecho. Se sentía torpe a su alrededor y prefería mantenerse serio para no hacer una tontería. Cada vez que se deseaba acercar para iniciar una conversación casual que no involucrara alguna cuestión del trabajo, acababa fracasando y se maldecía por ello. Sus habilidades para coquetear no habían mejorado en todos esos años. Pero esto obviamente Kihyun no lo podía ni siquiera sospechar.
—¿Qué es? —alzó la cabeza y por inercia giró su cabeza a la izquierda, donde estaba sentado Hyunwoo.
—Haces que me cohíba... en tu presencia —dijo evitando mantener contacto visual con él y rascándose ligeramente la nuca—. Me pongo un poco nervioso estando a tu lado constantemente.
Kihyun notó en sus labios un atisbo de temblor al soltar esa confesión.
—¿De verdad? —expresó con incredulidad porque no se había percatado de que provocaba esa reacción en él, no cuando Hyunwoo se mostraba más bien serio, con una cara de póker impenetrable que sólo cambiaba cuando sonreía para él o le decía algo gracioso. "Pero el que se cohíbe en tu presencia soy yo", pensó.
—Sí. En estos días me he percatado de que eres alguien interesante de tratar, de carácter, decidido, sin temor a decir lo que piensa, y siento que yo te podría parecer aburrido —su sinceridad hizo que Kihyun se sorprendiera y lo mirara fijamente.
—No eres aburrido, Hyunwoo —le dijo con sinceridad—. Creo que tienes tus encantos. Y sobre cómo me describiste... hace mucho que no causo esa impresión en las personas.
—¿Y cuál es la impresión habitual que causas según tú? —Hyunwoo lo miró a los ojos con gesto interrogante, tratando de descifrar qué podrían decir las demás personas sobre él.
—Me ven como un hombre solitario, burdo, déspota incluso —enumeró con desgano, procurando ocultar su incomodidad por ese tipo de descripción hacia su propia persona—. Los de mi trabajo me tienen temor, creo yo.
—¿Estás seguro de eso?
—Créeme, no podría estar más seguro al respecto. Me lo hacen saber de formas nada sutiles —y le costaba admitir que le dolía escuchar los rumores sobre él.
—Tal vez es la imagen que deseas proyectar por el tipo de puesto que tienes, pero en verdad no eres así.
—No puedo negarlo, sí soy un poco así, hay días en que me pongo insoportable —se encogió de hombros para restarle importancia.
—Pero no totalmente, no todo el tiempo, y no quiere decir que esté mal. Somos seres complejos cuya personalidad y sentimientos no deben ser encasillados con tanta ligereza, ¿no crees? Ni blanco ni negro, una escala de grises. Además, no hay que dejarse llevar por la primera impresión. Yo estoy aprendiendo mi lección al irte conociendo.
Le sonrió y Kihyun sintió cómo sus orejas se calentaban y seguramente estaban rojísimas como siempre le pasaba en situaciones inusitadas. Por lo regular se jactaba del control que tenía sobre sus reacciones y emociones, pero ese hombre alborotaba sus hormonas y le hacía dudar sobre sus propios sentimientos.
La reacción de su cuerpo a todo lo que le decía Hyunwoo era nueva porque sentía su genuino interés por él. Era un hombre sin maldad en su alma, con una vida honrada dedicada a lo que le gustaba.
Precisamente ese hombre lo estaba conociendo mejor que nadie en esos pocos días que llevaban juntos. Incluso entre su pequeño círculo de amistades era reservado, pero con él se sentía... como si lo conociera de años, y eso era un sentimiento abrumadoramente reconfortante, tan real y cálido.
—¿Desde cuándo vives solo? —preguntó para cambiar de tema y dejar de sentir esos latidos acelerados de su corazón y la sudoración en sus manos la trataba de disimular metiéndoselas en los bolsillos de su pantalón holgado.
—Desde hace dos años. Heredé esta casa y los terrenos de mi abuelo Taec, así que soy responsable de su mantenimiento, y mi madre y Wheein viven juntas cerca... por allí —señaló con su dedo índice en la lejanía un techo de adobe.
—¿Y no extrañas la compañía de otras personas? Ha de ser difícil llevar por ti mismo el mantenimiento de tus terrenos.
—Eeeeh... bueno, no siempre trabajo solo... —eso era algo que Kihyun no sabía—. Tengo de vecinos a varios primos y tíos, y contrato a personas para que vengan a ayudarme en época de recolección o cuando lo requiero... regularmente viene mi primo Changkyun, pero... —titubeó por unos segundos —ha estado ocupado con el tema de sus estudios. Pronto entrará a la universidad...
—Entiendo, y... —le comía la boca por preguntar, así que lo hizo—. ¿No piensas casarte? —inmediatamente se arrepintió de su pregunta indiscreta—. Disculpa, creo que me pasé de la raya con mi pre...
—No es urgente para mí tener una esposa —contestó sin notarse afectado por la pregunta.
—¿Y tu familia no te da la lata con ese tema? ¿Lo de tener descendencia, hijos que mantengan el apellido paterno?
—A mí no. Mi padre falleció hace algunos años, así que la responsabilidad de su herencia recayó mayoritariamente en mi hermano mayor. Él tiene siete hijos, una linda esposa, todo lo que se espera del primogénito y él es feliz así. En cuanto a mis demás familiares... la verdad a ellos les da igual mientras se siga manteniendo los cultivos en buen estado y la producción no baje porque muchos de ellos son mis socios. Además, no tomo mucho en cuenta sus opiniones en cuanto a mi vida privada. Mi madre dice que ya soy lo suficientemente mayor para tomar mis propias decisiones y en general me apoya en lo que haga con mis cuestiones personales.
—Qué afortunado eres al tener el apoyo de tu madre —recordó su propia relación frágil con sus progenitores.
—Confía en mí, supongo. Por ahora me las apaño bien con los quehaceres de la casa y de la granja, aunque eso no quiere decir que no desee compañía, que esté esperando por mi persona indicada —dijo con honestidad y Kihyun vio cómo sus orejas habían adquirido una tonalidad rojiza y carraspeó antes de continuar—. Tal vez suene fantasioso y muchos no creen en el destino, pero sé que hay alguien especial para mí en este caótico mundo. Mi abuelo Taec me decía que encontraría a mi "media naranja", que todos tenemos derecho a tenerla y amarla con devoción.
Kihyun se le revolvió el estómago y sabía que no era a causa de la comida del desayuno. Qué afortunada será la persona que se convierta en su pareja.
—No pareces alguien que piense de ese modo, tan... idílico y romántico —soltó con voz suave.
—Ya ves, caras vemos, corazones no sabemos —dijo con diversión y de repente dejó de hablar porque vio a alguien que se iba aproximando a ellos.
Kihyun volteó a ver en esa dirección y notó a un joven pelinegro vestido con pantalones de mezclilla y playera gris, y una gorra negra encasquetada en la cabeza, quien después de unas cuantas zancadas estuvo frente a ellos.
—Hablando del rey de Roma —siseó Hyunwoo.
—Hola, Hyunwoo hyung —expresó con voz grave—. Veo que tienes compañía —y sin esperar invitación, se sentó frente a ellos, sonriendo de oreja a oreja.
Aquél resopló y se resignó a tenerlo allí porque sabía qué tan curioso, por no decir chismoso, era su pariente. No se libraría de él ese día.
—Éste es mi primo menor Im Changkyun.
—¿Im?
—Sí, su madre y mi madre son hermanas, nuestro primer apellido es diferente. Kyun, él es Yoo Kihyun. Me está ayudando con el cuidado de los cultivos.
—Entonces era cierto lo que me dijo Wheein que le dijo Jooheon hyung. Eres el famoso fotógrafo de la revista. Todos en el pueblo hablan de ti —expresó con entusiasmo.
—No soy tan famoso como para generar tanta conmoción...
—Créeme que sí. Eres lo más cercano a una celebridad que hemos visto en este año —puso los ojos en blanco y a Kihyun le hizo gracia su actitud desenfadada, juvenil.
—Supongo que me debería sentir halagado, así que... ¿gracias? —dijo con sonsonete monótono.
—Hablando de tu profesión, ¿te interesaría cubrir un evento en el pueblo? El domingo se casa el hermano de uno de mis mejores amigos y están vueltos locos porque el fotógrafo que contrataron de la ciudad les canceló a último minuto.
—La verdad no me gusta ir a bodas y nunca he tomado fotos de ese tipo.
—Piénsalo. No será tan complicado si yo te ayudo con la impresión de las fotos. La boda tradicional será cerca de aquí y podrías ganar un dinero extra. Creo que mi primo podrá darte el día libre para ir, ¡será domingo!, ¿no es así, Hyunwoo hyung? Hasta creo que tú estabas invitado.
—No pienso ir...
—Aburrido. Debes salir un poco más.
—...pero —continuó sin hacerle caso a su primo— tú puedes hacerlo, Kihyun, no es mala idea lo de tomar fotos en ese festejo.
—¿Lo crees? —le preguntó Kihyun aún sin estar seguro.
—Sí, lo creo —le contestó infundiéndole ánimos.
Changkyun entrecerró los ojos al notar cómo su primo miraba al fotógrafo.
Allí había gato encerrado.
Pasaba algo raro y él era muy bueno observando. La forma en que Hyunwoo se dirigía a Kihyun era inusual, muy ¿dulce? como si... los miró otra vez y tikitaka~, se tapó la boca para ahogar un grito.
Todo cobraba sentido. Con razón me dijo que no necesitaría mi ayuda en estos días ni la de los demás trabajadores. Quería estar sólo con él.
No era común ver a su primo interesarse en alguien de esa forma y no iba a desaprovechar la oportunidad de molestarlo.
—Y hablando de otras cosas, cuéntame más sobre ti, Kihyun. ¿Tienes novia o... novio? —enarcó su ceja derecha y se inclinó un poco más para percibir cómo reaccionaban los dos.
—No... —le contestó el otro alargando la vocal porque no esperaba esa pregunta de sopetón.
—¿Y cuál es tu tipo ideal? ¿De casualidad te gustan las personas con una obsesión grande por la comida, que comen cantidades exorbitantes de hamburguesas, roncan cuando duermen y cantan canciones trot a todo pulmón?
Hyunwoo se tensó y quiso matar a Changkyun con la mirada. Ese pequeño demonio...
Vio la incomodidad de Kihyun ante el súbito interrogatorio y su cara arrebolándose sin saber cómo actuar, algo no muy común en él y que últimamente le estaba pasando seguro. Hyunwoo decidió que era suficiente.
—Bueno, basta de cháchara. Ya pasó la hora del descanso.
—Eres un aguafiestas, hyung. Estoy interesado en sus respuestas, ¿tú no? —enarcó su ceja con malicia y Hyunwoo tragó saliva—. Déjanos platicar un poco más.
—Será en el siguiente descanso —se aclaró la garganta—. Ahora a trabajar.
—Pero yo ya me voy —se apresuró a decir para zafarse del quehacer en el terreno.
—Ni lo creas, jovencito. Sé que tienes clases hasta la tarde. Te quedas. Vamos al nuevo sembradío de coles.
—¡Hyung! —respingó Changkyun pero sabía que no le quedaba de otra cuando Hyunwoo le decía "jovencito" de esa forma tan irritante.
Vale, que fuera más grande que él no le daba el derecho de hablarle así. Se levantó, enfurruñado, y empezó a caminar metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.
Kihyun empezó a ponerse los guantes que le había dado Hyunwoo y ahora usaba regularmente. Hyunwoo se levantó y sacudió de su pantalón los trozos de pasto.
—Vamos, Kihyun —dijo y estiró su brazo para que pudiera sostenerse de su mano y levantarse con mayor facilidad.
Esta vez aquél no rechazó su ayuda y le sonrió por el gesto. Cuando los dos estuvieron parados, muy a su pesar, tuvieron que romper el breve contacto.
¦B&N*06/09/20¦
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