33.La llegada del chubasco
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Que conste en el acta que estoy haciendo esto solamente por las fresas —le soltó Minhyuk a Kihyun sin dejar de cortar las frutillas y meterlas en su canasta de mimbre colgando de su mano.
Kihyun se secó el sudor de la frente con su toallita y soltó un gran suspiro de cansancio. Se habían pasado la última hora recogiendo fresas en el invernadero, agachados a la altura de las plantas, y ya tenían varias en las canastas, las suficientes para llevar a cabo su plan.
Había convencido a su primo para que le enseñara a realizar un pastel con relleno de fresas (Minhyuk era muy bueno haciendo postres), aprovechando que Hyunwoo se encontraba ausente al haberse ido a la capital a sellar el negocio con la empresa de jugos envasados.
A esa hora el cielo parecía una manta celeste cobijando con su calidez el inmenso paisaje que se extendía bajo su protección. Era un día aireado, con el refrescante viento colándose por las ventanas y puertas, y meciendo las ramas de los árboles en un suave vaivén.
Quería celebrar con Hyunwoo el éxito del contrato, por eso un pastel hecho por mí sería lo más adecuado, pensó unos días antes. Cuando Hyunwoo regrese hoy por la tarde, ya lo tendré listo.
Pasaron a la cocina y Minhyuk le iba diciendo las cantidades de los ingredientes y cómo debía mezclarlos, la temperatura que debía tener el horno y demás indicaciones del proceso. Kihyun tomaba nota de todo para volver a hacer otro pastel cuando hubiera otra ocasión especial.
—¿En serio Hyunwoo tiene el contrato asegurado con esa compañía de jugos? —le preguntó Minhyuk mientras Kihyun sacaba el pan del horno.
—Sí, desde hace semanas que vienen planeando todo.
—Increíble. ¿Se fue con el tío Hyunjoo?
—Sí, dejaron a Byung a cargo de la cosecha de hoy y ellos se fueron muy temprano en el coche. Iban muy animados.
—Se sacaron la lotería. Esa empresa es famosísima.
—Me siento muy orgulloso de ellos.
Más tarde Jooheon pasó por la casa con su jeep para llevarse a su pareja y Kihyun permaneció otros minutos dándole los últimos retoques a la decoración del pastel.
Tenía todo preparado sobre la mesa, incluidos los platos y un poco de confeti que había comprado, y Hyunwoo llegó en el momento indicado.
Kihyun gritó "¡Sorpresa!" y le sonrió con entusiasmo, pero se sintió incómodo al notar que Hyunwoo se había quedado en el marco de la puerta mirándolo con la mandíbula tensa y el semblante serio.
—No debiste hacer este pastel —su voz sonaba apagada.
—¿Cómo de que no? Hay que celebrar la buena nueva.
—No hay nada qué celebrar, Kiki. Lo que hiciste es un desperdicio de tiempo y dinero.
Kihyun palideció y se quedó con el confeti en las manos, pero en vez de molestarse, se preocupó. Conocía muy bien a su pareja y sabía que algo malo había pasado para que actuara de esa forma. Dejó el confeti otra vez en la bolsa.
—¿Qué pasó? Dime, Hyunwo.
—Quiero estar a solas un rato. Hablemos más tarde. Iré al cuarto.
—No. Hablemos ahora —lo tomó del brazo e hizo que lo mirara—. No dejaré que esto nos perjudique. Tú no eres así. Dime, ¿algo salió mal con el contrato?
Hyunwoo soltó un gran resoplido. Entró en la estancia y dejó caer su gorra sobre la superficie de la mesa.
Confesó lo que había pasado en la capital.
—Resulta que la empresa ya no quiso seguir con el contrato. Buscaron otros proveedores y nada más nos citaron para darnos el aviso. Qué considerados, ¿no? —dijo con la voz cargada de tristeza—. Les dijimos que teníamos ya un acuerdo, pero ellos alegaron que no nos habían asegurando nada y no había nada firmado.
—Malditos —masculló Kihyun—. Al final serán ellos quienes perderán por elegir algo barato por encima de la calidad del producto —relajó su semblante y le brindó una mirada de confort—. Habrá más oportunidades, amor, no te estreses.
—Pero Kihyun, era una gran oportunidad de mandar nuestras naranjas a la capital en grandes cantidades...
—¿Quién necesita a esa empresa? Con o sin ellos, sigues siendo uno de los mejores exportadores de naranjas de la región.
Hyunwoo pareció meditarlo.
—Tienes razón…
—¿Ya ves? Ven, mejor vamos al sofá.
Dejó el pastel en la mesa y lo guió hacia el amplio mueble que estaba en medio de la sala. Kihyun se sentó sobre la superficie de terciopelo y le indicó a Hyunwoo dónde se debía acomodar.
—Siéntate sobre la alfombra. Te ayudaré a quitarte el estrés.
Hyunwoo se acomodó abajo, de espaldas a Kihyun, entre sus estilizadas piernas, y se recargó ligeramente sobre la parte inferior del sofá. Sintió las manos de su pareja recorrer la amplitud de sus hombros con sus manos y suspiró de alivio y gusto ante el masaje.
—¿Te gusta así?
—Oh… sí… sigue… más fuerte. Más… más… a la derecha, tengo tensos esos músculos.
—Tus deseos son órdenes.
—Más tarde te hago a ti tu masaje en los pies.
—Maravillosa idea —se inclinó para rodearlo con sus brazos y darle un beso en la oreja.
—Disculpa por hablarte de ese modo —expresó Hyunwoo con voz arrepentida—. Nunca debo cargar mi frustración contra ti.
—Si no te conociera tan bien ya hubiera montado en cólera por haber rechazado mi pastel.
—Tu pastel se ve apetitoso. Lo comeremos más tarde. Ahora sólo quiero que me sigas abrazando.
— Con gusto, amor.
En ese lapso de tiempo se percataron de que afuera soplaba un viento fuerte y esas ráfagas de aire se hicieron más fuertes, provocando que las ventanas empezaran a sonar como cascabeles por el constante ajetreo.
Supieron lo que significaba.
Lluvia.
Un lluvia que probablemente no duraría más de tres horas.
No tardaron en sonar los relámpagos con su estruendoso aviso de un chubasco. Las gotas empezaron a caer sobre el tejado y, como solía suceder durante los aguaceros, se fue la luz en la casa, dejándolos en penumbras a pesar de que faltaba una hora para que anocheciera completamente.
Hyunki salió corriendo hacia el cuarto, seguramente para resguardarse bajo la cama y así los dos se quedaron solos en la sala.
Hyunwoo se levantó del suelo para sentarse al lado de Kihyun. Juntó su palma con la de Kihyun y notó una vez más su diferencia de tamaño y entrelazó sus dedos en un apretón cariñoso. Le gustaba la forma en que la mano de Kihyun, de dedos delgados y pálidos, encajaba en la suya, más amplia y gruesa. Kihyun volteó en su dirección y le sonrió con la mirada, sus ojos brillando encandilados y en sus labios impresa una media sonrisa.
Se inclinó ligeramente para besar el dorso de la mano pequeña de Kihyun y no sólo se quedó en ese gesto, sino que siguió con el camino de besos por toda la extensión del brazo.
Llegó a la altura del hombro izquierdo y alzó la mirada para ver la reacción de Kihyun, quien parecía haberse derretido por el detalle y sus ojos rasgados relumbraban de expectación. No tardó en bajar su cabeza y alcanzar el rostro de Hyunwoo para unirlos en un beso, de esos que le robaban el aliento. Se fueron acomodando sutilmente, encajando sus labios para profundizar su conexión.
Se estremeció al sentir las grandes manos de Hyunwoo recorrer su espalda, deslizándose tan despacio y delicadamente, como le gustaba, complaciéndolo con su toque, lo que le hizo pensar en lo tierno y considerado que era al tratarlo así.
Embriagado de sus besos, de sus caricias, iba siendo desarmado hasta lograr recostarse sobre el blando sofá y dejar que Hyunwoo extendiera sus manos por toda su anatomía.
Las pulsaciones en su cuerpo se hicieron más erráticas, el corazón se aceleró en latidos que hacían a su pecho saltar en olas incontenibles de éxtasis.
Con la mente nublada por las placenteras sensaciones, una cosa llevó a la otra en cuestión de segundos y sus siluetas fueron pronto una sombra moviéndose al unísono en el sofá, a la par que las gotas de lluvia seguían repiqueteando en el tejado como los latidos de su corazones que repiqueteaban en sus pechos.
Allá afuera el cielo se pintaba de noche y entre caricias y sonrisas fueron perdiendo la noción del tiempo.
Kihyun amaba esos momentos íntimos.
Era no sólo entregarse de forma física, sino entregar el alma, confiar en el otro, dejarse llevar al compás de sus deseos y compenetrarse como uno solo. Sentir la presión del firme y musculoso cuerpo de Hyunwoo sobre el suyo, la calidez desprendida en el acto, la proximidad de sus labios enredándose entre sí en una maraña de ecos, de jadeos y suspiros prolongados por toda la sala.
Sin temores, libres y entregados a la vez.
Era amar a su modo, de una forma plena.
Hyunwoo sintió los rayos del sol cayendo directamente sobre su cara y al mismo tiempo una viscosa lengua lamiendo su mejilla con entusiasmo.
Al acostumbrarse a la claridad que entraba por la ventana, pudo notar que Hyunki estaba a su lado intentando despertarlo, seguramente esperando a que lo alimentaran. Tenía el pelaje manchado de algo rosa, pero no se detuvo a pensar mucho en ello.
Trató de incorporarse del sofá donde estaba, pero sintió un peso extra y recordó lo que había pasado la noche anterior. Kihyun se había quedado dormido con medio cuerpo encima de él, piernas enredadas, rostro sobre su pecho y un brazo cubriendo sus caderas. Sus manos estaban todavía entrelazadas.
—Kihyun… bebé… —susurró mientras se soltaba de su agarre.
Le acarició el cabello, que todavía desprendía el olor inconfundible del champú favorito de Kihyun, y éste abrió los ojos con pereza.
—Debo ir con el tío Hyunjoo a revisar el terreno para ver si la lluvia no estropeó el cultivo de coles recién plantado.
—Quédate otro rato más. Le dije a Minhyuk que hoy sólo iremos a limpiar el estudio a profundidad. Ándale, voy a estar dos días fuera y quiero aprovechar hoy para pasarla juntos.
—No puedo, sabes que debo ir porque estuve ausente ayer. Trataré de no tardarme.
—Está bieeeeen. Entonces aprovecharé para ir a recolectar duraznos en el terreno del Sr. Taeho.
Se levantaron del sofá e iban directo al baño, pero Kihyun cambió de rumbo cuando notó que Hyunki tenía todo su hocico embarrado de betún.
Presintiendo lo que había pasado, al entrar a la cocina ahogó un grito.
El suelo estaba embadurnado con restos del pastel y había también pedazos de fresas desparramados.
Todo un desastre.
Hyunwoo había regresado para ver lo que pasaba y comprendió por qué el aliento de Hyunki olía a fresas cuando lo lamió minutos antes en la sala.
—¡El pastel! ¡Hyunki, cómo pudiste! —exclamó Kihyun dándole una mirada severa al perro, que se mantenía moviendo su cola despreocupadamente.
—Déjalo. Tenía hambre.
—Lo sé. También fue mi culpa por no guardar el pastel y no dejarle suficientes croquetas en su plato —se resignó con un suspiro—. Sólo espero que no le haga daño.
Dejando de lado ese percance, se pasaron el resto de la hora limpiando la cocina y luego arreglándose para salir.
La luz todavía no había llegado y el servicio telefónico tampoco funcionaba, por lo que decidieron mejor comer fuera por su cuenta.
Afuera la tierra desprendía ese olor característico luego de ser mojada por la lluvia y de las copas de los árboles todavía escurrían gotitas.
Hyunwoo se dirigió al establo para sacar a su caballo Tornado.
Cuando Kihyun lo vio partir, quiso ignorar la mala sensación que inundó su pecho y mentalmente se repitió que ése era un día normal, como cualquier otro. No le gustaba tener malos presentimientos.
Kihyun decidió irse en bicicleta.
Tomó rumbo a la plantación de duraznos y se encontró con la familia y trabajadores del tío Im. Todos lo saludaron con familiaridad.
—No tenías por qué venir, hijo, sé que debes atender tu propio negocio.
—Me gusta venir a ayudar a recolectar duraznos. No es ninguna molestia. La verdad… —le dijo con aire confidencial— lo hago por los duraznos que usted me regala al finalizar la cosecha.
El Sr. Im empezó a carcajearse y sus bigotitos danzaron al ritmo de su risa y sus mejillas se tornaron rosáceas.
—Qué granuja. Por eso me agradas —le palmeó el hombro con cariño—. Podrás llevarte los que quieras. ¿Cómo van las cosas en la granja?
—Todo bien. Hyunwoo hace poco compró un caballo en la feria agrícola —hizo una mueca extraña que el Sr. Taeho notó.
—Supe sobre ello. ¿No te pareció que lo haya hecho?
—Para ser sincero… no estoy muy convencido con lo del caballo. Me causa cierta ansiedad.
Recordó cómo el caballo aparecía en sus más recientes pesadillas, pero no había querido decirle nada a Hyunwoo para no alarmarlo.
—No te preocupes. Hyunwoo es un buen jinete. Su abuelo le enseñó a montar desde temprana edad —le aseguró—. ¿Estás listo?
Aquél asintió y se acercó a los árboles para empezar a cortar los duraznos.
Antes de terminar la jornada, estaba a punto de despedirse del Sr. Taeho para irse al estudio fotográfico, pero no logró hacerlo porque en eso Changmin, uno de los muchachos del pueblo, llegó pedaleando en su bicicleta a toda velocidad.
—Señor Kihyun, tengo un mensaje urgente del señor Jooheon —el niño apenas y logró decir en cuanto recuperó el aliento.
—¿Qué es lo que pasa? Dime —quiso saber y en su voz fue claro el tono de ansiedad y temor que sentía.
El Sr. Taeho también se había acercado al notar al niño agitado. No eran buenas noticias las que llevaba.
—El señor Hyunwoo tuvo un accidente —el niño meneó las manos y abrió desmesuradamente los ojos al contar lo sucedido—. Se cayó del caballo en el terreno y lo tuvieron que trasladar de urgencia al hospital que está en Seogwipo. Yo vi cuando lo subieron al carro del señor Hyunjoo.
Nada más escuchar eso, Kihyun sintió que su mundo se derrumbaba.
Su mayor pesadilla había cobrando vida.
¦B&N* 07/01/21¦
Hola de nuevo!
Vengo con la noticia de que, con todo el dolor de mi corazón, he decidido cerrar el ciclo de este fic.
Faltan máximo dos capítulos para el final, por lo cual se ha convertirá en el showki más largo que he escrito hasta ahora. Creo que he podido agregar todo lo que he querido y no deseo alargarlo más de lo necesario.
Bye!
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