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30.A donde el mar descansa

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· •. ꕀ . •   ·

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Al convivir como una pareja establecida en Hannamri, Kihyun y Hyunwoo tomaron la costumbre de celebrar sus cumpleaños de dos formas. La primera era ir con sus amigos a desgañitarse cantando en el único norebang del pueblo. Se la pasaban horas divirtiéndose escuchando a Minhyuk cantar con mucho ahínco y a Jooheon haciéndole coros y poniendo en práctica unos extraños pasos de baile que su pareja imitaba, y se ponían a hacer apuestas para quien resultara tener mayor puntuación en la máquina (cuyo primer lugar siempre resultaba reñido porque todos cantaban muy bien). 

Invitaban a los trabajadores del taller de Jooheon (Hyeri y Jongup), a Wheein (que regularmente iba a visitarlos en esas fechas especiales), y también Changkyun junto a algunos amigos (cuando no tenían exámenes de promedio y eran sus días libres en la escuela). Allí mismo pedían unas bebidas, algo para comer y en general se la pasaban en un ambiente relajado con personas que rondaban su edad.

La segunda forma era tomarse unos días de descanso fuera del pueblo, ya sea una salida al jardín botánico Yeomiji y al Camilla Hill, o a las cascadas en Jeongbang. Había tantos lugares que visitar y Kihyun incluso tenía una lista ya hecha por adelantado. Ese año habían decidido ir a la playa Iho Taewoo para celebrar el cumpleaños número treinta de Hyunwoo. Kihyun estaba muy emocionado con la idea de pasar unos días solos con la brisa marina acariciando sus rostros; hacía años que no iba a la playa.

Él se encargó de manejar por toda la franja costera, con la hermosa vista del mar acompañándolos durante el trayecto, escuchando música en el reproductor del carro, cuyo repertorio variaba entre canciones trot, rock, pop, hasta canciones en inglés que Kihyun cantaba a todo pulmón.

Al llegar a la población, que afortunadamente en esas fechas no estaba abarrotada de turistas, bajaron sus maletas y se hospedaron en uno de los hoteles cerca de la playa, en una habitación que tenía una magnífica vista al mar y habían reservado precisamente por ello. Aunque serían sólo dos días, querían aprovechar al máximo su estadía allí, por lo que se quitaron la ropa que llevaban puesta y se pusieron sus shorts, camisetas, sombreros de paja y sus gafas negras, y lo primero que hicieron fue ir directamente a bañarse al mar.

Hyunwoo acomodó en la suave arena un gran parasol multicolor que llevaron para que no les diera directamente el sol. Kihyun sacó de su bolsa toallas y bloqueador solar, el cual esparció por toda la ancha espalda de su pareja, quien se había quitado la playera y estaba mostrando su escultural torso moreno, causándole un suave sonrojo porque amaba ver, y sobre todo tocar, esa parte de su cuerpo (bueno, en realidad le gustaba todo su cuerpo, para qué mentir, pero sentía predilección por su fuerte espalda).

Naturalmente Hyun también le ayudó a ponerse la crema en sus brazos cara con cuidado y Kihyun se moría de la vergüenza porque había gente alrededor, unas dos familias con niños y una que otra pareja. "No nos conocen, no los conocemos, qué importa que se nos queden viendo", había dicho Hyunwoo al notar su inseguridad. Le dio un beso fugaz en los labios y lo tomó de la mano para acercarse al agua. 

Las olas se deslizaban por toda la superficie marina y terminaban estallando en la orilla con un rugido tronador, dejando su estela de espuma y volviendo a su vaivén perpetuo. Kihyun movió sus pies entre la arena, causándole cosquillas agradables, y alzó la mirada hacia horizonte, en donde se podía ver la silueta de un barco que iba pasando en esos momentos.

Sintió en su rostro las ráfagas de viento cálido, y pudo aspirar el característico olor salino que no había olido en mucho tiempo. Sólo pretendía remojar un poco sus piernas y regresar a sentarse bajo la sombrilla, pero Hyunwoo tenía otros planes: lo alzó y lo sostuvo entre sus brazos para adentrarse más en el mar. 

"No temas, yo te sostengo", lo tranquilizó en tono reconfortante y Kihyun pudo relajarse y bañarse en la zona donde el agua le llegaba hasta los hombros. En otras circunstancias no lo hubiera hecho, pero estaba con su pareja y eso le daba mucha seguridad porque Hyunwoo había demostrado ser un excelente nadador y le había enseñado a flotar en el río, por lo que estar en el mar resultó mucho más fácil.

Salieron del agua cuando ya la piel de sus dedos estaba rugosa y sentían en su paladar la salmarina. Decidieron guardar las cosas e ir a comer a un restaurant cercano (Kihyun evitó los mariscos, pero Hyunwoo devoró una cantidad exorbitante de ellos), y luego caminaron de regreso al hotel para dejar sus pertenencias, quitarse el agua de mar y cambiarse para ir a pasear alrededor del pueblo.

Caminaron por el puerto unos cuantos minutos hasta llegar a la zona de los dos largos muelles con grandes rocas fungiendo de soporte. En el extremo de cada muelle se podía apreciar un monumental faro en forma de caballo, uno rojo y otro blanco. Eso era precisamente lo que deseaba ver Kihyun y la razón de escoger esa playa. 

Se acercaron al faro-caballo rojo y aprovecharon ese lapso para tomarse fotos que irían a parar a su álbum de recuerdos. A esa hora la tarde iba cayendo con su manto de colores cálidos cubriendo el cielo y estaban nada más ellos dos por esa zona, por lo que aprovecharon para recargarse en el faro y mirar cómo se ocultaba el sol en el horizonte.

—¿Te había dicho antes que me gustan mucho tus ojos? —le susurró Hyunwoo a Kihyun, inclinándose a decírselo cerca de la oreja. 

—No que yo recuerde... —le contestó ingeniosamente, batiendo sus pestañas al mirarlo, amando la atención que le prodigaba con sus palabras—. Refréscame la memoria, ¿qué más te gusta de mi rostro? ¿Ojos, nariz y boca?

—Claro, además de tus lindas mejillas, tus cejas, tus orejas —iba recorriendo con el índice las partes que mencionaba—, tus pestañas, y tus preciosos lunares, sobre todo éste de aquí —depositó un tierno beso en el lunar debajo de su ojo derecho, haciendo enrojecer a Kihyun—, éste otro —cerca la comisura de su boca­—, éste por igual —inclinó su cabeza para besar un lunar en la parte de su cuello, causándole un ligero estremecimiento—, y éste —tomó su mano derecha para finalmente besar un pequeño lunar peculiar en uno de sus dedos.

—Vaya que sí estás obsesionado conmigo —le comentó riéndose suavemente.

—Porque se trata de ti, Kiki, y sobre tu personalidad —continuó—, me gusta tu carácter firme y tu habilidad para sorprenderme con tu inteligencia, podría besar tu cerebro si pudiera.

—No digas esas cosas, suena raro —rio por las ocurrencias de Hyunwoo, pero no dejó de ser halagador que lo mencionara—. A mí me gusta todo de ti.

—¿De la cabeza a los pies?

—Por dentro y por fuera —siguió diciendo Kihyun a la par de sentir un revoloteo placentero en su estómago. 

Se alzó de puntillas para acercarse a besar los labios de Hyunwoo, sintiendo cómo lo recibía ansioso y lo apretaba contra su cuerpo para profundizar el acto mismo de fundir sus bocas.

—¿Crees que si nos encuentra aquí la policía nos lleve por alteración del orden, sólo por ser dos hombres besándose en un lugar público? —preguntó Kihyun espontáneamente cuando se separaron para respirar y no sofocarse.

Sonaba ridículo y exagerado que pudiera pasar algo así, pero desafortunadamente por esos lares eso sería posible. Hyunwoo sintió una punzada de desazón al ver la mirada de Kihyun.

—No hay moros en la costa, así que perdamos cuidado.

Lo que hizo fue volver a besarlo con más ganas, a lo que el otro correspondió con vehemencia. Le sonrió para quitarle esos malos pensamientos y Kihyun le sonrió de vuelta, sabiendo que no tenía que arruinar ese bello momento con ese tipo de preocupaciones.

Estuvieron allí otros minutos más, cuando el cielo ya estaba teñido de negro y se había prendido la iluminación del muelle, con varias luces de colores alrededor del faro-caballo y a lo largo del camino. Regresaron a su habitación totalmente agotados por todas las actividades que habían hecho en el día. Antes de irse a dormir, pidieron servicio a la habitación y cenaron, saciando así su apetito.

Hyunwoo se despertó horas después y se percató que Kihyun no se encontraba a su lado. Se levantó de la cama para buscarlo por la estancia. Lo vio a través del gran ventanal del balcón. Estaba sentado en una de las dos poltronas de mimbre que daban la vista al mar. Hyunwoo salió y lo encontró mirando la vasta superficie marina todavía en penumbras. Estaba esperando el amanecer.

Después de darle un beso en la frente, se sentó en la segunda poltrona y se recargó cómodamente contra el respaldo. Desde allí se podía escuchar el flujo constante de las olas chocando contra la orilla o las piedras.

—Te quise despertar, pero estabas durmiendo profundamente —le comentó Kihyun mientras se arrebujaba en su suéter de lana porque soplaba una ligera brisa fría.

—Lo bueno es que lo podremos ver juntos. ¿Qué tanto andabas pensando? Tenías la mirada perdida hacia la playa.

—Cosas random... Estaba pensando en la cantidad de misterios que encierra el mar —dijo en un tono bajo mientras doblaba sus piernas en la silla y recargaba la cabeza sobre sus rodillas flexionadas—, en aquellos animales de los cuales desconocemos su existencia...

—Como esos extraños peces abisales... —recordó Hyunwoo las imágenes que había visto de ellos—. ¿Cuál es tu animal marino favorito? Nunca antes te lo había preguntado.

—Definitivamente los tiburones, aunque no tengan la buena fama de las ballenas, las favoritas de Min, los delfines o incluso las tortugas. ¿Y el tuyo?

—Me llaman la atención los caballitos de mar. Son fascinantes.

—¿No son la especie cuyos machos se encargan de incubar los huevos?

—Sí, la hembra deposita sus huevos en una bolsa especial que tiene el macho en la parte delantera de su cuerpo, y se encarga de fecundarlos e incubarlos hasta que salen de allí miles de crías, aunque desafortunadamente pocas llegan a la madurez —explicó como todo un experto y su pareja lo escuchó embelesado—. Una de las cosas que me llaman la atención es que la pareja se reúne en el día para hacer una danza especial de apareamiento, ¿puedes creerlo? Es hasta cierta forma ¿romántico?

—Deberíamos seguir el ejemplo de los caballitos —concluyó Kihyun después de escucharlo hablar tan entusiastamente sobre esos enigmáticos peces—, bailar todas las mañanas para reforzar nuestra relación —le guiñó un ojo y aunque lo dijo más en broma, sin más intención que hacer sonreír a Hyunwoo, éste se lo tomó muy en serio.

—Buena idea. ¿Qué te parece si comenzamos ahora? —se paró inmediatamente de su asiento y le ofreció una mano a Kihyun para invitarlo a bailar.

—Sólo a nosotros se nos ocurre algo así de la nada —rio con entusiasmo y aceptó la mano de su pareja.

Fue de este modo como en ese reducido espacio empezaron a danzar al ritmo de la canción que Kihyun puso a reproducir en su celular: Where the sea sleeps.

[Atraviesa este mar tormentoso que se acerca/ Incluso en las horas más oscuras, toma mi mano/ Podemos tropezar o caer/ Pero una vez que todo pase, la calidez que encontremos será la más dulce de todas]

Al inicio hubo un extraño comportamiento al bailar por primera vez juntos, no sabiendo bien dónde poner las manos, incluso Hyunwoo pisó sin querer un pie de Kihyun al empezar a moverse, "lo siento, mi vida", pero esta torpeza inicial fue desvaneciéndose al juntar sus cuerpos, como si estos se hubieran reconocido al instante y su tacto aligerara la carga de nerviosismo del principio.

[Que el día sea tranquilo o a veces movido/ Si tan sólo estuvieras aquí conmigo/ El día que nos encontremos/ Sin importar las olas, resistiré]

Hyunwoo había posado con delicadeza las manos sobre las caderas de Kihyun, y éste acomodó sus brazos alrededor del cuello de Hyunwoo mientras se movían lentamente en círculos.

[Bebé, quiero que te quedes junto a mí/ No me dejes hasta que pase la tormenta/ Quédate conmigo, no sueltes mi mano/ Cuando llegue la mañana serena será como un sueño]

Se abrazaron estrechamente, fundiéndose en una sola silueta, Kihyun recargando su cabeza sobre el hombro de Hyunwoo y éste posando sus manos sobre su espalda baja, los dos disfrutando el acompasado baile compartido en esa mañana de verano, uno de muchos veranos que compartirían juntos, un verano soleado, caluroso y resplandeciente.

[Te necesito, me necesitas/ Por favor quédate a mi lado/ Quiero estar contigo en el lugar donde el mar duerme]

La música paró pasados los cuatro minutos y ellos dejaron de moverse, pero, sin dejar de abrazarse, mantuvieron el contacto visual con enormes sonrisas dibujadas en sus rostros.

—Indiscutiblemente bailar contigo ha sido lo mejor de este viaje —expresó Kihyun con total sinceridad.

—Y eso que todavía les faltaba unas horas antes de regresar a casa.

—Por cierto, déjame ir por algo. No me tardo —entró casi corriendo al cuarto y se acercó a la maleta que había dejado al lado de la cama. Sacó un paquetito de allí y volvió al lado de Hyunwoo, dándole dicho paquetito, que resultó ser un obsequio.

—Feliz cumpleaños, mi amor —le dijo con sus ojos brillando de emoción.

—¿Un regalo?

Cierto. Ese día era ya su cumpleaños. Oficialmente tenía un año más.
Hyunwoo abrió el regalo: era un gorro de lana color azul marino, tejido a mano, muy suave al tacto, y con una pequeña etiqueta bordada en la que se podía leer "Nunu".

—¿Te acuerdas que le pedí a tía Dodo que me enseñara a tejer con gancho? Ésta fue la razón de que quisiera aprender, para tejerte algunos accesorios.

—Por eso no querías que viera tus avances —recordó cómo Kihyun se negó rotundamente en varias ocasiones a enseñarle lo que estaba tejiendo. Se probó el gorro y le quedó a la perfección—. Gracias, Kiki, siempre me das los mejores regalos.

No podía describir en palabras la rebosante emoción que estaba sintiendo al ver a Kihyun mientras los rayos del sol empezaban a iluminar su cara, y el cielo se aclaraba. Era un sentimiento sobrecogedor que lo llenaba, una plenitud rebosante de amor y cariño.

Estaba en el lugar correcto, era el momento ideal, con su persona amada. Las circunstancias eran como debían de ser y no podría desear nada mejor. Ellos siendo parte de un universo donde lo que importaba era su fuerte lazo afectivo, sus miradas conectadas transmitiendo lo que no se podía expresar con las palabras, su infinito amor el uno por el otro.

¦B&N*10/11/20/¦

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