28.Invierno, escarcha, un año
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06:00 a.m. — 14:00 p.m.
El calendario con la imagen de una canasta con frutas, que estaba colgado al lado del espejo del tocador, marcaban los días del mes en curso.
Era un jueves 15, una mañana fría de enero y esta vez Kihyun se despertó mucho antes que Hyunwoo, quien se encontraba roncando plácidamente a su lado. Los ruiditos que salían de su boca entreabierta no eran escuchados por Kihyun gracias a los tapones que se había puesto en los oídos, pero como ya se había despertado, se los quitó y los puso sobre la mesilla de noche.
Se levantó cuidadosamente de la cama y, todavía descalzo y en pijama, se dirigió a la ventana del cuarto, tiritando un poco al sentir el suelo frío bajo sus pies.
Deslizó las cortinas de encaje y pudo notar cuán empañado estaba el vidrio. Lo limpió con el puño de su camisa de dormir para así poder ver a través de él las inmediaciones del terreno de mandarinas, iluminado con la débil y creciente luz del día.
Aunque había una ligera neblina matinal flotando en el ambiente, aún se lograban ver desde allí las copas verdes de los árboles cuyas hojas seguramente estarían cubiertas de rocío, o incluso un poco de escarcha. Los días fríos se hacían presentes en ese pueblo normalmente caluroso.
Si Kihyun no fuera tan friolento, hubiera abierto la ventana para respirar el aire frío de la mañana, pero prefería seguir calentito y no pescar un resfriado por las bajas temperaturas. Ese año especialmente habían bajado más de lo normal, lo que provocaba el deseo de permanecer entre las sábanas por un rato más, pero Kihyun no podía dejar su hábito arraigado de levantarse temprano.
Mirando el paisaje no pudo evitar recordar que pronto cumpliría un año en Hannamri. No podía creer todo lo que había pasado en ese lapso de tiempo y una ola de nostalgia hizo que suspirara largamente.
No podría imaginar otra vida más satisfactoria y saludable que la que llevaba actualmente con Hyunwoo. Si bien no estaban exentos de peleas domésticas (olvidarse de poner la ropa sucia en la lavadora o sacar la basura, entrar con los zapatos llenos de lodo, no secar el piso del baño después de bañarse, dejar las alacenas abiertas), no era nada que no se pudiera remediar luego de una plática y una sesión de besos entre las sábanas de su cama.
Volteó a ver a su pareja y una sonrisa invadió su rostro cuando vio sus cabellos revueltos asomándose por las sábanas.
Más tarde irían a una pequeña comida a la que habían sido invitados por unos familiares muy queridos, pero se la pasarían la mayor parte de la mañana juntos porque Hyunwoo había decidido descansar y darles el día libre a sus trabajadores.
Al pie de la cama estaba Hyunki hecho una bolita de pelos, con su propio suéter tejido a mano, regalo de la tía Dodo que era muy buena tejiendo. Estaba reacio a levantarse. Normalmente seguiría a su dueño hasta la cocina, pero prefirió seguir echado en su colchoneta. Un perro tonto no era.
Kihyun se puso sus pantuflas mullidas y salió al pasillo rumbo al segundo baño de la casa. Después de estar allí por varios minutos y asearse, fue a la cocina a preparar el desayuno.
Preparó algo simple: puso en dos platos fruta picada con yogur y granola, y los acomodó, junto a una taza de café y un vaso con jugo de naranja, en una mesita portable que llevó hasta la habitación.
Hyunwoo en esos momentos estaba saliendo del baño y, luego de darse un beso de buenos días, los dos volvieron a la cama. Se sentaron con las piernas cruzadas y acomodaron sus espaldas en la cabecera, con la mesita delante de ellos.
—¿Dormiste bien? ¿No pasaste frío?
—Sí, dormí muuuuy bien —Kihyun le dio un beso en la sien y acomodó la cabeza en su amplio hombro—, sirve el hecho de que tenga a mi lado mi propia calefacción humana.
—Cuenta conmigo para mantenerte siempre caliente —le respondió en un tono divertido, enarcando su ceja derecha.
Kihyun no pudo evitar reírse con júbilo porque sabía el doble sentido de la frase; ahora era más desenvuelto al momento de lanzar ese tipo de comentarios. Procedieron a comer, y entre bocado y bocado continuaron platicando.
—¿A qué hora saldremos?
—Probablemente a las tres. ¿Tienes el regalo?
—Sip. Espero que le guste a la festejada.
—¿Aretes?
—No. Preferí comprarle un vestido floreado que vi hace una semana en Seogwipo.
Siguieron comiendo en silencio, pero llegó un punto en el que Hyunki se asomó en la cama y recargó su cabeza en el borde, pidiendo atención. Kihyun sabía qué era lo que deseaba, así que terminó de desayunar y se levantó para darle de comer.
Puso agua y coquetas en su cuenco en el suelo de la cocina y tuvo que hacerse la nota mental de que ese día tocaba darle carne. Buen chico, le acarició las orejas mientras comía su gran porción de alimento. Ya no era el cachorrito travieso que solía morder sus zapatos; se había puesto grande y robusto por toda la actividad física que hacía estando al aire libre.
Kihyun aprovechó ese momento para ir a revisar sus plantas suculentas, cada una de ellas había sido un regalo hecho por su pareja en los meses anteriores. Estaban acomodadas en un macetero al lado de la puerta principal, por lo que se puso una chamarra de Hyunwoo, la primera que encontró en el perchero del vestíbulo, y salió al pasillo exterior de la casa. Las revisó una a una para cerciorarse de que el frío no les hubiera afectado. Cuidaba esas plantas con mucho esmero.
Cuando volvió a entrar, Hyunki aprovechó para salir por la puerta entreabierta. En esos días se había escapado con frecuencia por varias horas y Kihyun se preguntaba a dónde iría con tanta prisa.
Hyunwoo ya estaba sentado en el sofá de la sala frente a la televisión, aún en su pijama café de dos piezas. Solía hacer eso cuando tenía tiempo libre y a Kihyun le parecía adorable verlo concentrado revisando los canales mientras usaba sus anteojos de pasta dura, los que se ponía dentro de casa. Prestaba especial atención al noticiero local y fruncía su ceño cuando escuchaba noticias nada gratas mientras se rascaba distraídamente su estómago.
Se deslizó a su lado subiendo los pies al sofá. Observó cómo aquél dejaba de prestar atención a la tele para tomar de la mesa del centro lo que parecía un...
—¿Cuándo conseguiste ese periódico?
—Lo compré ayer. Estoy buscando un anuncio de venta de caballos.
—¿Todavía circulan los periódicos por aquí?
—Sí, sobre todo porque la gente mayor prefiere leer las noticias de esta manera.
¿Venta de caballos? Vaya que sí podrías encontrar cualquier tipo de anuncios allí.
—¿De verdad piensas comprar un caballo? Deberías pedírselo al Sr. Oh.
—No quiere. Dice que no vendería sus caballos por nada en el mundo. Además, prefiero conseguir uno de una raza de mi gusto, aunque sea un poco más caro.
Hyunwoo se enfrascó en la revisión de la sección de anuncios clasificados mientras Kihyun tenía el control remoto y buscaba alguna programación interesante. Verlo leyendo el periódico le hizo recordar las veces en las que veía a su propio padre hacer lo mismo en el comedor de su antigua casa. Definitivamente Hyunwoo tenía alma de señor padre de familia.
—Nunu, te quiero pedir algo.
Hyunwoo bajó el periódico y miró atentamente a su novio.
—Soy todo oídos, capullito —se acomodó los lentes que se habían resbalando por su nariz.
—¿Tienes un álbum de fotos? Me gustaría ver más fotos tuyas aparte de las que he visto colgadas en casa de tu mamá.
Hyunwoo se quedó pensando un rato antes de finalmente responder.
—Creo que tengo uno en la caja encima de la alacena.
—¿La alacena del pasillo? —era un lugar inusual para guardar esa clase de objeto—. ¿Donde se guarda la vajilla de porcelana?
—Así es. Está en la parte de arriba.
—¿Qué hace tu álbum allí?
Hyunwoo sólo se encogió de hombros y volvió a concentrarse en el periódico. Kihyun entrecerró los ojos y prefirió apagar la televisión. Fue a buscar la mentada caja. Pensó que no debería sorprenderse de que el grandulón dejara sus cosas personales por doquier. Una vez perdió su permiso de conducir y lo terminó encontrando arriba del refrigerador, y su reloj de pulsera dentro del bote de galletas. Podía llegar a ser muy despistado. Demasiado.
Incluso había ocasiones en que perdía calcetas y las pocas que hasta ahora habían lograron rescatar las encontraron en el gallinero, en la huerta, en los maceteros del jardín y en el establo.
¿Cómo habían dado a parar a esos lugares?
Kihyun sospechaba que Hyunki tenía algo que ver con eso, pero no lo había logrado atrapar agarrándolas. Por ello Hyunwoo tenía algunos impares y desde entonces había optado por comprar de un solo color y no andar con calcetines desiguales.
Estando frente a la alacena, estiró los brazos para intentar alcanzar la caja que había mencionado Hyunwoo, pero fue imposible tomarla debido a sus cortas extremidades. Intentó estirarse más, un poco más, hasta que notó otro par de brazos estirándose encima de él. Eran los de Hyunwoo, quien se había acercado para ayudarlo a bajar el objeto.
—No me quieras presumir tu estatura. Estaba a punto de conseguirlo.
—Sí, claro —enarcó su ceja derecha acompañada de una sonrisita—, estuve viéndote intentarlo por varios minutos.
Kihyun quiso protestar, pero el otro lo interrumpió pasándole la caja. Los dos volvieron a la sala, se sentaron cruzando las piernas sobre el suelo de madera y Kihyun acomodó la caja en la mesa baja frente a ellos. Hyunwoo sacó su álbum de fotos y Kihyun se apresuró a ir por el suyo al cuarto, y aprovechó para pasar por una canasta de mandarinas a la cocina.
—Hace un mes le pedí a mi madre que me enviara mis álbumes fotográficos. Los recibí ayer por correo.
—¿Qué te hizo pedírselos?
—Quería que tú los vieras, que conozcas mi infancia y adolescencia a través de fotos.
Estuvieron entretenidos pasando página a los álbumes, observando detenidamente las fotos. Kihyun pelaba las mandarinas con agilidad y le daba de comer a Hyunwoo los gajos que partía.
—Verte de pequeño resulta ser toda una recarga de energía. Mira esta deslumbrante sonrisa —le enseñó la foto en donde Kihyun aparecía sentado al aire libre, vestido con unas bermudas con tirantitos rojos, playera manga larga con estampado de Tom y en calcetas blancas—. Definitivamente fotogénico.
Siguieron soltando uno que otro comentario sobre ellas, o contando breves anécdotas mientras seguían comiendo las frutas.
—Verte de adolescente es todo un deleite visual —siguió diciendo Hyunwoo—. Mira nada más qué bello joven con una flor en su oreja.
Kihyun le guiñó un ojo con coquetería y lo codeó en el hombro mostrándole una foto.
—Tú no te quedas atrás con esta pose de portada de revista —era una donde un Hyunwoo adolescente posaba con sus lentes puestos—. No sabía que utilizabas lentes en esa época. Pensar que este muchacho se convirtió en un sexy adulto.
—Fue muy buena idea que le pidieras esto a tu madre. Deberé agradecérselo el día en que la conozca.
—Si se pudiera... —comentó Kihyun tratando de ocultar su pena por el hecho de saber que sería difícil—. Tengo vetada la entrada a la casa desde que mi padre supo sobre mi renuncia a la revista. Le prohibió a mi madre hablarme, apenas y logró mandármelos por correo —quiso cambiar de tema porque no le resultaba grato hablar de esa cuestión familiar y esto lo entendió Hyunwoo, por lo que no insistió en el tema—. También se los pedí porque se me ocurrió hacer algo.
—¿Qué es?
—Estaba pensando en crear un álbum con nuestras fotos como pareja; nuestra historia reflejada en sus páginas. Sé que actualmente la gente joven, incluido yo, prefiere guardar sus fotos en dispositivos electrónicos, o publicarlas en sus redes sociales, pero creo que sería bonito e íntimo si también guardamos alguna evidencia física. Así en el futuro podremos volver a revisar el álbum y recordar todos los momentos que hemos pasado juntos.
—Sería muy significativo... ¿quieres que compre el álbum?
—No te preocupes por eso todavía. Por ahora ya empecé a juntar algunas fotos. Luego conseguiremos un álbum enoooorme, o varios porque estoy seguro que tendremos una buena cantidad de fotos. ¿Qué harías sin un novio tan genial como yo? —esbozó una amplia sonrisa, pasándole los brazos sobre los hombros y mirándolo batiendo sus pestañas.
Dios, no quiero ni imaginarlo, susurró Hyunwoo sin dejar de mirar el resplandeciente gesto de su pareja. Sostuvo con sus manos los lados del rostro de Kihyun y se inclinó para plantarle un beso en los labios, un beso que le supo a dulce mandarina. Sintió en su paladar el adictivo sabor de Kihyun y bastó eso para alborotar su sistema, con todo su cuerpo reaccionando ante el estímulo.
El beso fue escalando de intensidad a medida que sus lenguas empezaron a entrar en juego y cuando menos lo esperó, Kihyun sintió la mano de Hyunwoo por debajo de su pijama vaporosa acariciando su vientre, agitándolo y haciéndolo desear más contacto. En cuestión de segundos ya se había sentado a horcajadas sobre él, montándolo firmemente sin dejar de besarlo.
Gimió contra su boca. Se desató toda una descarga de placenteras sensaciones que los hicieron perderse en un nebuloso torrente de caricias que fueron subiendo de tono. Kihyun se frotó contra el torso de Hyunwoo mientras sentía su fuerte agarre en las caderas. Se desabotonó el camisón sin demora y lo tiró al suelo de la sala, revelando así la tersa piel de su pecho.
—Sí que eres rápido —masculló Hyunwoo sin dejar de acariciar sus muslos suavemente, con una sonrisita de satisfacción.
—Es lo que provocas cuando me besas de esa forma —le mordisqueó el labio inferior, haciendo que Hyunwoo gimiera bajito.
—Tenemos unas horas libres antes de ir al festejo. ¿Te parece si...?
—Vamos al cuarto —arrastró las palabras en un susurro.
Hyunwoo alzó a Kihyun sosteniéndolo de su trasero mientras éste afianzaba las piernas alrededor de la cintura de su pareja. Así llegaron hasta su recámara sin dejar de besarse y tratando de no tropezar en el camino hacia la cama. No iban a dejar pasar ese momento de intimidad. Todo con tal de hacerlo valer y no desaprovechar antes de la hora indicada para salir de la casa.
A pesar de las bajas temperaturas con las que solían despertar por las mañanas, esos días de invierno seguían siendo cálidos en el corazón de Kihyun porque estaba en compañía de Hyunwoo, un año ya, y los siguientes por disfrutar.
¦B&N*26/10/20/¦
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