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22.Un nuevo integrante de los Son

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De entre toda la fila de sobrinos de Hyunwoo, Kihyun tenía predilección por uno llamado Jeongin, hijo de Jisub, hermano mayor de Hyunwoo. Fue el primero que se acercó a él ese día en que lo conoció en la fiesta de cumpleaños de su padre.

—¿Quién es él, tío Nunu? —preguntó el niño de cinco años mirándolo con mucha curiosidad.

No tendría más de cinco años. Llevaba una playera blanca con la estampa de un perrito, un overol de mezclilla y un gorrito que hacía resaltar su aura tierna.

—Es mi pareja, Jeongin. Se llama Kihyun.

El niño pasó la mirada de uno a otro y esbozó una radiante sonrisa.

—Wow, eso es genial, ¡tengo ahora dos tíos! —exclamó el niño con toda la inocencia y sencillez del mundo—. Tío Nunu es tío Nunu, ¿a ti te puedo decir tío Kiki?

—Claro que sí —contestó Kihyun, emocionadísimo por la favorable reacción del niño—, ¿y a ti te puedo decir Innie?

—¡Sí! ¿Sabes nadar, tío Kiki? ¡Yo sí!

—Sé nadar, pero seguramente no soy tan bueno como tú.

—¡Debemos ir al río uno de estos días al río, a las cascadas! —propuso dando una palmada—. Te voy a enseñar cómo me echo clavados, pero tío Nunu me gana porque lo hace desde la roca más alta —hablaba con mucha emoción, gesticulando con las manos. Era realmente tierno—. Tío Chango se lanza de las lianas que colgaron hace poco de los árboles y tío Honey se sumerge como submarino. Es muy supermegahiperfantástico.

Fue con esa conversación como iniciaron la costumbre de llevar a la horda de chiquillos al río cuando iban a visitarlos. La edad de los niños oscilaba entre los cinco y los once, y conocían los caminos como las palmas de sus manos, y todos sabían nadar muy bien.

La mayor de ellos, Yujin, era muy responsable y se encargaba de tranquilizar a sus hermanos cuando se pasaban de la raya. Incluso se unían al grupo Yeji y Hyunjin, hijos de sus vecinos Hwang, y amigos de Jeongin.

Kihyun se la pasaba revisando que a ninguno le pasara nada malo, y terminaba agotado, pero satisfecho por ver a los niños felices parloteando en el camino de regreso a casa.

A pesar de que Kihyun no le quiso dar mucha importancia, la cuestión de la descendencia lo puso en un estado de estrés que se manifestaba en períodos de mal humor o melancolía, y cuando Hyunwoo le preguntaba, siempre le aseguraba estar bien, pero aquél no pasó por alto los cambios de humor tan repentinos de su novio y decidió conversar con él.

Siempre creyó importante hablar sobre sus problemas antes de que se hicieran más graves y repercutieran negativamente en su relación.

En la tarde de regreso del río, los dos se pusieron a platicar ya acostados sobre la cama y con la lámpara prendida. Kihyun le estaba dando la espalda y se arrimó más a su cuerpo para pasar un brazo encima de su cadera.

—¿Qué es lo que te aflige? —le preguntó Hyunwoo en tono preocupado—. No me digas que nada porque te conozco. Sabes que puedes contármelo.

Kihyun se removió un poco en su lugar, suspiró con aflicción y decidió hablar después de unos minutos de pensar cómo expresar sus sentimientos.

—Hoy volví a recordar una innegable verdad —su voz sonaba hueca, triste—. No podré darte hijos, tu descendencia, tus herederos —comentó Kihyun sin voltear a verlo.

—Oh, no, capullito. ¿Eso es lo que te tenía así? Anda, voltea a verme —Kihyun se movió para estar frente a frente en medio de la amplia cama.

—Sé que eso puede ser muy importante en tu familia y me siento impotente, culpable porque tú pudiste... casarte... —su voz se entrecortó—. Hoy te vi tan alegre entre todos tus sobrinos, tan feliz de jugar con ellos, que no pude evitar sentirme así...

—Kihyun, que me hayas gustado tú y nadie más que tú dependió totalmente de mí, son mis sentimientos. Que yo sea feliz estando con mis sobrinos no tiene nada que ver con querer tener hijos —tomó su rostro entre sus manos y lo miró fijamente mientras le acariciaba suavemente su mejilla con su pulgar—. Adoro a esos niños, pero, para serte sincero, no sé si realmente quiera hacerme cargo de uno —exhaló con tranquilidad—. Si esto es más por cuestión de complacerme y por presión por parte de ciertas personas, no vale la pena pensar en ello y de una vez te pido que no te estreses.

—¿Pero tu mamá no querrá tener un nieto?

—¿Ella? —exclamó con sorpresa—. ¿La que siempre se anda quejando de que Jisub ya debería "cerrar su fábrica? —recordó cómo su madre se expresaba de esa manera—. Tiene ya ocho nietos, y viene otro en camino, y ni una vez me ha presionado a hacerla abuela de nuevo. Y aunque quisiera, ella no tiene por qué influir en nuestras decisiones como pareja. Podríamos buscar opciones como la adopción, si es que tú quisieras considerarlo más adelante, y de una vez te aclaro que estar contigo es lo que deseo y estoy agradecido de que me correspondieras, incluso con todos los retos que conlleva mantener una relación. Quiero que siempre recuerdes eso, ¿entendido? —lo miró fijamente y Kihyun no apartó sus ojos de los cálidos ojos de su pareja.

—Sí, mi amor, lo recordaré —le respondió Kihyun con firmeza, aferrándose al cuerpo de su pareja, ahora sintiéndose más aliviado y sin sentir ese nudo incómodo en su estómago.

Un día en que regresó de tomar fotos de una boda en un pueblo a tres kilómetros de allí, encontró a Hyunwoo esperándolo afuera de la casa. Le había mandado un mensaje diciéndole a qué hora más o menos llegaría y era su costumbre esperarlo sentado en la vieja tarima de madera.

Kihyun bajó del carro, muy ansioso de ver a su pareja. Llevaba su equipo fotográfico en una gran bolsa y otras cosas más todavía en la cajuela, incluido su trípode.

Aparentemente todo era normal, como solía ser cada que regresaba de un viaje de trabajo, hasta que vio a Hyunwoo con una pequeña bola de pelos color blanca encima de su regazo. Se extrañó al ver esa imagen y se preguntó qué sería. Entre más se acercaba, más tenía la certeza de que era...

—¡Tienes un perro allí! —exclamó con asombro al notar cómo el cachorrito alzaba la cara al sentir la presencia de otra persona, en alerta. Tenía un pelaje blanco, suave, ojitos almendrados y orejas en forma triangular.

—¿Y mi beso? —le reprochó Hyunwoo haciendo un pucherito.

Kihyun, todavía sin salir de su asombro, se acercó a su pareja, le plantó un candoroso beso en los labios y le alborotó el cabello.

—¿Me extrañaste? —le preguntó Hyunwoo entrecerrando sus ojos en una imperceptible línea.

—Mucho, mucho —le contestó el otro repartiendo besos tronadores por todo su rostro.

Hyunwoo, bastante satisfecho con eso, le pasó el cachorro a Kihyun, quien lo tomó entre sus manos y lo alzó para verlo mejor. Sus patitas cortitas y esponjocitas, sus pequeñas orejas, sus ojitos almendrados... todo en él era precioso.

—Es un perro jindo, ¿verdad?

—Sí. ¿Te gusta? El Sr. Hui me comentó que su perrita tuvo crías hace dos meses y pensé que quizás te gustaría adoptar a uno de sus cachorros.

—Claro que me gusta —se sentó sobre los muslos firmes de su pareja, como ya tenía costumbre hacerlo—, ¿quién no querría hacerse cargo de esta lindura peluda? —sonrió viendo al cachorro y lo acercó a sí mismo para abrazar su pequeño cuerpo.

—Puedes ponerle el nombre que desees. Necesita cuidados y mucho cariño... podemos cuidarlo entre los dos y que te haga compañía en el local.

—O a ti en el campo —la idea le pareció perfecta y acarició el lomo del perrito mientras lo tenía en su regazo—. Umm, ¿cómo le pondré? ¿Hyun segundo, Kiwoo —empezó a enumerar las posibilidades—, Wooki...? ¡Hyunki! Creo que es la perfecta combinación de nuestros nombres.

—Hyunki será —el perro empezó a olfatear la mano de Kihyun y lamerla despacio, haciendo que sintiera cosquillas.

Lo siguió acariciando, y se sintió tan contento que pasó su brazo alrededor del cuello de Hyunwoo y juntó sus frentes con dulzura.

—Gracias, mi amor —le susurró con una sonrisa genuina adornando su rostro—, siempre se te ocurre una manera de hacerme sentir mejor.

—Mi placer. Y nunca lo olvides, estoy agradecido de tenerlos a los dos.

—Acuérdate también de Aura, de Casiopea y de Wontokki.

—De todos los del establo entonces —le contestó con diversión y Kihyun asintió con la cabeza con alegría.

Hyunwoo le dio un beso en la sien y lo estrujó entre sus amplios brazos efusivamente, con todo y Hyunki en manos.

El cachorro creció para ser un perro enérgico y muy noble. Kihyun le puso un collar con su nombre en una plaquita, pero se la pasaba la mayor parte del tiempo suelto por todos lados con total libertad.

Se acostumbró a seguirlo hasta el estudio fotográfico cuando Kihyun se iba en la bicicleta, o lo subía a su carro en el asiento del copiloto. Se la pasaba descansando en las horas de trabajo de Kihyun, echado debajo de su escritorio, dejando que los clientes lo acariciasen o le tomaran fotos porque "era muy lindo".

A veces prefería quedarse con Hyunwoo, acompañándolo mientras éste hacía sus labores en los sembradíos, pero para eso lo tuvo que entrenar para que dejara de escarbar en la tierra de siembra y no jalara las raíces de los cultivos.

A pesar de que tenía su propia casa de madera, una amplia que había construido Hyunwoo para él en el patio, el perro buscaba la manera de escabullirse en el cuarto de la pareja y dormir en una de las esquinas de la cama.

Después de que Kihyun insistiera mucho, Hyunwoo accedió a que se quedara adentro, pero lo sacaba cuando lo creía necesario. Lo siento, Hyunki, pero hoy es la noche especial de tus papás y debes dormir afuera, y el perro se iba a refugiar a su casita.

Se familiarizó con los otros animales del establo. Le gustaba ir a robarle comida a las gallinas y corretearlas de vez en cuando por toda la estancia, pero dejó de hacerlo cuando una de ellas lo picoteó en el hocico y las demás aprovecharon para corretearlo a él. Lección aprendida. Eso sí, se acercaba a Aura y ésta dejaba que la olfateara sin temor, como compinches que se conocen de años.

Hubo una ocasión en la que la reja del establo quedó abierta y Casiopea, el hijo de Aura, se escapó, y fue precisamente Hyunki el que siguió su rastro y así pudieron encontrar al becerro pastando en el terreno de su vecino, el Sr. Park, un hombre altísimo y de orejas prominentes.

Hyunki cuidaba la casa con dedicación, vigilando constantemente la entrada. Ladraba, en constante alerta, cuando algún extraño llegaba a visitarlos. Además de eso, se metía a nadar en el río junto a los sobrinos de Hyunwoo cuando iban de paseo, le gustaba tomar agua fresca de los riachuelos y Kihyun lo regañaba cuando llegaba a la casa lleno de hojas pega-pega adheridas a su pelo blanco, por lo que tenía que bañarlo regularmente.

Hyunki era más que una simple mascota; se convirtió en el tercer integrante imprescindible de la pequeña familia Son-Yoo. 

¦B&N*21/09/20¦

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