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2.1.Extra: 2won del presente

En el capítulo 23 de la historia se hace mención a un Hyungwon.
Se explica que le pusieron así en honor al primero mencionado en la historia, el del primer extra.

Hace algunas semanas estaba leyendo los comentarios del fic y me topé con el comentario de WonhoUltimated.

Retomé esa idea y aquí está el resultado.

Wonho bajó del autobús con su maleta a un lado, y tuvo que taparse la boca y cerrar los ojos ante la polvareda que el transporte dejó a su paso cuando empezó a andar de nuevo por la carretera de asfalto.

El joven palideció y sintió morir por lo que le esperaba frente a sus ojos: una larga caminata bajo el sol abrasador de ese mes de julio, en pleno verano.

A pesar de que era vergonzoso admitirlo, eso había pasado porque se quedó dormido y no se percató cuando llegaron a la estación del pueblo en donde se debía bajar. Ahora debía desandar los kilómetros que el autobús había avanzado hacia su próximo destino, y a ese paso no sabía cuánto tardaría en llegar a la casa de su tío.

Se puso sus lentes negros y sacó su celular de su bolsillo, que afortunadamente sus padres le habían permitido quedarse. Lo alzó un poco, pero no marcaba señal alguna, aunque pudo ver las llamadas perdidas de su tío Min.

—¡No puede ser! No hay señal en esta parte. ¿A qué lugar me han mandado mis padres? —dijo a la nada, haciendo una pataleta.

No le quedó de otra que guardar su aparato y empezar a arrastrar su maleta de rueditas, color naranja chillón. Nada más avanzó unos cuantos metros y por su cara y cuello empezaron a caer gotitas de sudor que poco a poco fueron adhiriéndose a su camiseta blanca.

A lo lejos se escuchaba de fondo el sonido de chicharras y el solitario lugar hizo que se sintiera un poco inseguro, no sabiendo cómo podría llegar al pueblo sin indicaciones de su celular.

Afortunadamente a los pocos metros divisó a lo lejos una silueta humana, lo cual le causó cierto alivio y se apresuró a acercarse para pedir ayuda. A medida que se iba acercando, era más claro el hecho de que se trataba de una persona sentada en cuclillas a orillas del camino, bajo la sombra de unos matorrales.

Era una situación un tanto extraña. ¿Quién en su sano juicio andaría por esos rumbos a esa hora del día?

Esa persona, en medio de la nada, estaba mirando, muy concentrada, a algún punto entre la maleza, y alzaba de vez en cuando una lupa que sostenía en su mano izquierda.

Wonho se aproximó mucho más, pero ni aún así la persona dio muestras de haberse percatado de su presencia.

Se inclinó un poco para poder hablarle. Pudo apreciar su perfil bajo ese sombrero que llevaba encasquetado en la cabeza.

Tenía un rostro muy bello, de ojos castaños, pestañas largas y labios gruesos, y una piel ligeramente tostada por el sol. Llevaba una blusa muy colorida y unos pantalones de mezclilla, además de zapatos rojos, junto a una cantimplora y una libreta de notas.

Era una muchacha muy bonita, de aspecto exótico.

—Buenas tardes, señorita, ¿podrías decirme cuánto falta para llegar a...? —la joven no le había prestado atención y eso le molestó. No estaba acostumbrado a eso—. ¿Hola? Te estoy hablando. Quiero saber si no falta mucho para llegar a Hannamri...

La muchacha reaccionó de una forma que Wonho no esperaba. Abrió desmesuradamente los ojos, hizo una mueca de desilusión y en segundos esa expresión cambió: arrugó su entrecejo, se levantó de repente y lo encaró.

—¿Cómo te atreves a interrumpirme? ¡Has hecho que perdiera una hora de observación! —exclamó con frustración, subiendo el tono de su voz—. ¿Sabes qué difícil es encontrar esa clase de insecto en esta época del año? —preguntó como si Wonho pudiera saber a qué insecto se refería.

La joven delgada puso los brazos en jarras y frunció su ceño, evidentemente enojada. Wonho se sorprendió de ese ataque repentino de furia por sólo un insecto, pero fue más su asombro al escuchar su voz. Algo no cuadraba...

—Disculpa, no era mi intención hacerte enojar. Sólo quería unas indicaciones...

—¡Y para colmo me confundes con una chica! —extendió la lupa que llevaba en la mano y siguió su perorata—. Acaso eres tonto, ¿no ves que soy un chico? ¿Te presto mi lupa o qué?

—Disculpa... —titubeó Wonho por su arrebato vehemente.

En realidad sí sufría un poco de astigmatismo, pero se había rehusado a usar lentes, y los de contacto le molestaban.

Con que era un muchacho.
Uno muy lindo, pensó Wonho, incluso así enojado, con su puchero y cejas fruncidas.

Al parecer el joven se percató súbitamente que había perdido los estribos por unos segundos y se puso rojo.

Suspiró profundamente y se calmó. Se quitó el sombrero para acomodarse el cabello, que le llegaba en cascada a altura de la nuca, y se lo volvió a poner. Fue un cambio repentino de actitud que dejó a Wonho anonadado.

—Discúlpame tú a mí, no me gusta ser interrumpido, por eso reaccioné así —le comentó, ya menos tenso—. ¿Necesitas ayuda?

—Sí —contestó volviendo a enfocarse en su situación—. El conductor del autobús no avisó la llegada al pueblo y me dejó hasta aquí.

—¿No avisó? Más bien te quedaste dormido, que sería lo más lógico... —al ver cómo las orejas se le tintaban de rojo, supo que le había atinado—, y no sería tan raro —se encogió de hombros—. A mí me pasa muy seguido. Suelo dormirme en lugares inesperados... ¿A dónde quieres llegar?

—A casa de mi tío, Lee Minhyuk.

—Ooooooh —exclamó el muchacho marcando la forma de la vocal con sus labios—. Eres el sobrino del Sr. Min... —entrecerró los ojos y lo pensó por unos segundos—. Te guiaré hasta su casa.

—¿De verdad? —suspiró aliviado.

—Sí, de todos modos ya debo regresar y me queda de paso. Vamos a tomar un atajo para llegar más rápido a casa del Sr. Min y de mi tío Joo.

—¿Eres familiar del Sr. Jooheon?

—Sí —contestó mientras recogía su libreta de campo—. Por aquí —señaló con su índice hacia la espesa maleza.

Wonho dudó si sería seguro caminar por allí.

—¿No podemos ir por otro lado?

—¿Quieres caminar por el trayecto largo con este sol? —señaló la carretera—. Está bien, por mí no hay problema...

Wonho cambió inmediatamente de opinión y siguió sus pasos.

—Me llamo Wonho, ¿y tú?

—Hyungwon —le contestó sin dejar de caminar por un sendero que los llevó a un campo de maíz.

Wonho nunca había estado en un terreno de mazorcas, por lo que vio a su alrededor con asombro. Tuvieron que cruzarlo y luego pasar por otros terrenos con diversos cultivos. A cada paso que daba, más era el asombro por lo que veía, y también más su enojo al ensuciarse sus zapatos de lodo y por el sol quemando su rostro.

El tal Hyungwon iba al frente caminando rápido debido a sus largas piernas, por lo que Wonho tuvo que apresurarse para no quedarse atrás, arrastrando tras de sí su maleta.

Lo que no le gustó fue tener que cruzar un corto puente colgante por donde pasaba un río poco caudaloso.

—¿Piensas quedarte en ese lado? Debes cruzar el puente —le dijo Hyungwon al ver cómo Wonho se había quedado petrificado, sin intención de moverse de su lugar.

Resopló y no le quedó de otra que ayudarle porque entendió qué es lo que le pasaba. Pasó primero la maleta y luego regresó por él.

—Puedes tomar mi mano, para que te dé más seguridad —extendió su brazo—. No te soltaré mientras debamos cruzar el puente.

Fue así que finalmente pudieron proseguir el trayecto. Wonho suspiró aliviado al saber que ya habían cruzado por una de sus pesadillas.

—Gracias. Me dan pavor esos puentes. Se mueven demasiado al pasar.

—Me di cuenta. Te aferraste a mí como un niño.

Wonho no contestó nada. No le gustaba mostrar sus debilidades a los demás, pero se consoló pensando que ese muchacho no era alguien de quien pudiera importarle su opinión. Apenas lo había conocido y no pensaba hacerse cercanos.

Luego de un buen tramo a pie, llegaron a una parte donde empezaron a verse varias casas no muy lejos de un lago de gran extensión. Hyungwon se detuvo frente a la fachada de una casa de dos pisos color amarilla, rodeada de un gran jardín. Abrió el portoncito de madera, subió hacia el pórtico y se acercó a la puerta de entrada para tocar el timbre.

—Pasa, Wonnie —le dijo el hombre rubio que lo recibió con una sonrisa al abrir la puerta—. ¿Qué es lo que te trae por aquí?

—Encontré a su sobrino...

En eso Minhyuk se percató de la presencia de Wonho detrás de Hyungwon y abrió desmesuradamente los ojos. Se acercó a él y lo zarandeó con vehemencia.

—¿Acaso no sabes lo preocupado que estuvimos en la estación de autobuses? Estuvimos esperándote... pensamos que tal vez te habías equivocado de pueblo.

—Me quedé dormido, tío, por eso tuve que caminar de regreso hacia el pueblo.

—¿Cómo te pudo pasar eso? Eres todo un caso, niño —le jaloneó la oreja izquierda, haciendo que Wonho se quejara.

—Tío Min, ¡ya no soy un niño! —se quejó infantilmente—. Pronto cumpliré diecisiete, y ¡no me jale la oreja! Me la puede deformar.

—¿Esta oreja de soplillo? —la jaloneó un poco más, haciendo que se pusiera más roja—. ¿Deformarla? ¿Más de lo que ya está?

Empezó a reírse y Wonho frunció el ceño, claramente indignado. Su tío Min era ese tío que no tenía reparos en burlarse de él y ponerlo en evidencia. Aún con eso, había sido mucho mejor opción quedarse con él que con su tío Kihyun. Nada más de pensar en esa posibilidad le daba escalofríos...

Los dos muchachos entraron a la casa.

El interior tenía un diseño bastante llamativo. Pareciera que expresara la personalidad de sus habitantes. Colores vivos en las paredes, muchos adornos, fotos de la pareja por todos lados y maceteros con diferentes plantas adornando la sala. Una explosión de colores.

—¿Podría tomar un poco de agua, Sr. Lee?

—¿Cuántas veces te he dicho que me digas tío Min? —resopló Min con abatimiento—. Ve, allí está tu tío Joo preparando la comida.

Mientras Hyungwon se dirigía a la cocina, tío y sobrino se quedaron hablando en la sala.

—Sólo a ti te pudo pasar algo así. Tu tío Jooheon incluso cerró el taller y yo no fui a trabajar por irte a traer.

—Me siento halagado que hayan hecho eso por mí. Gracias por sacrificarse tanto —puso sus ojos en blanco, sabiendo cómo era su tío, pero recibiendo en respuesta un coscorrón en la cabeza.

—Vas a dejar tu maleta en el cuarto en el que te quedarás y luego de comer partirás inmediatamente a la casa del Sr. Jaesuk —habló con seriedad—. Él estuvo de acuerdo en contratarte como su ayudante en esta temporada.

—¿Hoy mismo empezaré a trabajar? —abrió la boca con incredulidad—. Pero si acabo de llegar...

—¿Y qué? No viniste por unas vacaciones, sino a pagar por todo el desbarajuste que hiciste en la ciudad. Despilfarraste una gran cantidad de dinero de tus padres y no andas bien en los estudios por andar con esos "amigos" tuyos.

—Pero tío, no fue la gran cantidad y puedo mejorar mis notas antes de entrar a la universidad... —volvió a poner los ojos en blanco y resopló por escuchar de nuevo ese sermón.

—Nada de peros. Aprenderás a trabajar y ganar tu propio dinero.

—¡Soy menor de edad! ¡Está en contra de la ley!

—Como si se te fueran a caer las manos por unos días de trabajo. Es mejor que aprendas de una vez una lección antes de que sea demasiado tarde.

—No es justo... —susurró, pero Minhyuk logró escucharlo.

—¿Qué? ¿Creíste que sería más fácil si te quedabas conmigo y no con tu tío Kihyun? —exclamó con sorna viendo cómo Wonho hacía un puchero de inconformidad—. Yo puedo ser mucho peor, así que no me tomes a la ligera —sonrió macabramente y Wonho supo que no debía replicar.

Caminó detrás de su tío rumbo a un cuarto al final del pasillo, una estancia simple, sin demasiados adornos y pintada completamente de blanco, muy distinta al resto de la casa. Allí se quedaría por el resto del mes.

Jooheon, con mandil y guantes de cocina puestos, entró a la habitación a saludar a Wonho y les avisó que la comida estaba lista, que pasaran al comedor.

Durante la comida, a la que también fue invitado Hyungwon, hablaron sobre el trabajo que tendría Wonho durante esa temporada.

—Vas a trabajar con la familia de Hyungwon —anunció Minhyuk luego de pasar a repartir el plato fuerte.

Éste siguió masticando su pedazo de carne, sin inmutarse ante la mirada de Wonho.

—¿Y qué es lo que hacen? ¿Son agricultores o ganaderos?

—No. Somos apicultores —explicó Hyungwon—. Mi familia se dedica a vender la miel que producen las abejas a nuestro cargo, que criamos en nuestra granja, además de otros productos como el polen y el propóleo.

—¿Abejas? —replicó Wonho con horror—. ¿Acaso eso no es peligroso? —volteó a ver a su tío Min—. ¿Cómo vas a mandar a tu propio sobrino a hacer ese trabajo? —continuó con dramatismo.

—Toman todas las medidas necesarias y no te mandaríamos sin estar completamente seguros de tu bienestar.

—Ocupamos trajes de protección, así que no hay peligro. Siempre tomamos nuestras precauciones —aseguró Hyungwon, algo molesto de que ese chico dudara del profesionalismo en el negocio de su familia—. En todos estos años no hemos tenido ningún problema ni accidente. Somos profesionales —dijo con orgullo y Min sonrió ante eso.

Ese niño siempre le había caído muy bien. Era muy maduro para su edad y era encantadoramente extraño. Esperaba que Wonho aprendiera algo de él.

Terminada la comida, Minhyuk le pidió a Hyungwon guiar a Wonho hacia su casa para que fuera aprendiendo el camino de ida y vuelta.

Los dos muchachos se despidieron de ellos y salieron ya siendo las tres de la tarde.

—¿Con que te portaste mal allá en la ciudad? Y estar aquí es tu castigo... —comentó Hyungwon durante el trayecto, ahora los dos caminando lado a lado bajo el sol fatigante, tratando de refugiarse bajo la sombra de los árboles.

—Mis padres y tíos exageran. Sólo tomé prestado el carro de mi padre para salir de fiesta con unos amigos...

—Eres un niño rico con problemas de actitud —comentó irónicamente—. Qué novedad.

—No lo soy. Nada más es una etapa. No fue algo grave.

—Eso es lo que diría un niño rico con problemas de actitud —siguió con su aire burlón—. Ya llegamos —anunció, no dándole tiempo a Wonho de replicar y dejándolo con las palabras en la boca—. ¡Papá, ha llegado tu aprendiz de la ciudad, el sobrino del Sr. Min! —gritó nada más cruzar el muro de piedras y entrar a su casa, una de fachada tradicional, con sus puertas corredizas y suelo de madera.

Apareció por el umbral de la puerta un señor alto, casi de la estatura de Hyungwon, delgado y barbudo, que le sonrió nada más divisarlo junto a su hijo.

Detrás de él venía una señora de edad, de cabello entrecano y lentes de armazón grueso.

—Me alegra saber que ha llegado, señorito Lee. Soy Chae Jaesuk, amigo de su tío Minhyuk y de Kihyun —se presentó el señor—. Ella es mi madre Sora y ya conociste a mi hijo Hyungwon. Mi padre trabaja con mi primo Hyunwoo, así que no está en casa. Lo conocerás más adelante.

Wonho dio una breve inclinación de cabeza y saludó formalmente a los dos mayores.

—Tan buen mozo que es, ¿verdad? —comentó la abuela Sora observándolo de pies a cabeza—. Como su abuelo, que en paz descanse.

Al finalizar esa breve charla, fue hora de comenzar a enseñarle a Wonho las actividades diarias de su negocio de apicultura.

Luego de ponerse el traje blanco, los tres emprendieron la caminata hacia la parte trasera de la casa. Llegaron a una zona cercada en cuyo interior se encontraban las colmenas de las abejas, unas cajas de madera separadas entre sí y acomodadas simétricamente.

En toda esa tarde el Sr. Jaesuk le enseñó qué es lo que le correspondía hacer. Le dijo lo más importante sobre la apicultura y el funcionamiento de las cajas donde se resguardan las abejas y los panales, y cómo se recolecta la miel para su envasado y su posterior venta en los alrededores. La extracción requería de un trabajo minucioso y era necesario que supiera lo básico.

Era mucha información y al finalizar la visita por la granja, a Wonho le dolía la cabeza.

—No te preocupes si no lo aprendes inmediatamente. Lo irás asimilando conforme vayas ayudándome. Hyungwon también podrá orientarte —le aseguró con aquél asintiendo con la cabeza—. Sería eso por hoy. Mañana comenzarás a las 8 a.m. Tendremos un receso para almorzar a las 11 y terminarás tu turno a la 2 p.m. Te pagaremos por hora. ¿Nada mal, eh?

El Sr. Jaesuk era muy entusiasta, muy amable en el trato, y le transmitió ese entusiasmo a Wonho.

Después de todo tal vez no sería tan mala idea trabajar allí...

Se despidió de los tres, prometiéndole al Sr. Jaesuk ser puntual para el día siguiente. Hyungwon volvió a acompañarlo de regreso y el sol ya iba ocultándose conforme llegaban a la casa de la pareja Lee.

Al voltear a ver el cielo, los colores nacarados de las nubes iban perdiendo intensidad y una ráfaga de tono naranja cálido se fue intensificando. El sol poco a poco empezó a ocultarse tras los picos de montañas a lo lejos.

—No lo harás tan mal. Creo que podrás mañana con las actividades —le comentó Hyungwon, ya a punto de despedirse de él para regresar a su propia casa.

—Eso espero. Son muchas cosas para aprender. Está empezando a oscurecer. Tal vez debas pedir un taxi.

—¿Un taxi? —repitió con incredulidad, soltando una risita—. He vivido más tiempo que tú aquí. Puedo andar a estas horas por aquí. Nos vemos, citadino. No olvides llegar temprano mañana.

Nada más perder de vista la silueta de Hyungwon en la penumbra y entrar a la casa de sus tíos, se dio un baño y cayó rendido en la cama, sin siquiera preocuparse de cenar.

Habían sido demasiadas emociones para ser su primer día en Hannamri.

Wonho se despertó al escuchar el irritante canto de los gallos cerca de su ventana, y el cacareo de las gallinas en el establo de sus tíos. A tientas logró agarrar su celular de la mesilla de noche y con los ojos entrecerrados apenas y logró ver la hora. 7:39 a.m.

Se vistió a toda prisa y bajó las escaleras como un rayo. Encontró a sus tíos desayunando tranquilamente en el comedor, ya casi listos para salir rumbo a sus respectivos trabajos.

—¿Por qué no me levantaron? ¡Voy a llegar tarde a mi primer día de trabajo y será por su culpa!

—¿Acaso ésa es nuestra responsabilidad? —le argumentó Minhyuk sin perder la calma—. Ve aprendiendo a ser responsable sobre tus propios asuntos.

—¡No escuché mi alarma! —dijo en medio del comedor.

—Programa más para la próxima, una cada quince minutos. Vamos a ver si así no te levantas.

—O duérmete más temprano —sugirió Jooheon mientras tomaba su taza con café.

Wonho sólo chasqueó la lengua, sin poder rebatir lo dicho.

—Debes empezar a usar tu cabezota —agregó Minhyuk antes de poner sobre la mesa un plato extra con el desayuno—. Come, si te llevas mi bicicleta llegarás a tiempo.

Pedaleó a toda velocidad hacia los terrenos de los Chae, y llegó casi a raya. Nunca antes se había preocupado por llegar a tiempo a un lugar, pero por alguna razón no quería quedar mal.

Todavía agitado, se presentó ante el Sr. Jaesuk, quien amablemente lo instó a empezar la jornada. Hyungwon se les unió más tarde, luego de haber ido a hacer "su trabajo de campo", como le decía al ir a buscar insectos a orillas de los caminos.

Pasaron las horas, comieron el almuerzo y un poco antes de las dos, el Sr. Jaesuk le había dicho que era todo por ese día.

Wonho había estado tan concentrado en lo que hacía, que no se percató qué tan rápido había pasado el tiempo.

Antes de partir en su bicicleta, le pidió a Hyungwon un favor.

—¿Sabes dónde vive mi tío Kihyun?

—Sí. No muy lejos de aquí.

—Debo pasar a saludarlo. ¿Me podrías llevar?

—Está bien —contestó con resignación. Le había prometido a su tío Joo ayudarlo en todo lo posible para que ese chico se adaptara a ese ambiente—. Deja tu bicicleta. Iremos a pie y tendremos que tomar otro atajo.

"Oh, no. Ya no más atajos", pensó con pesadumbre.

—Cruzaremos el terreno del Sr. Do. Será más fácil así.

"¿Cómo decirle que no con esa linda expresión al explicarle las cosas?"

Emprendieron la marcha por senderos de terracería.

El terreno del Sr. Do estaba ocupado en mayor parte por vacas lecheras. Sus mugidos le ponían los pelos de punta a Wonho, aunque aquellas estuvieran a considerable distancia.

Para distraerse de ello, decidió sacarle plática a un silencioso Hyungwon. Notó una bolsa fotográfica que llevaba cruzada sobre el pecho.

—¿Y esa cámara? ¿Llevas tiempo con ella?

—Me la regaló tu tío Kihyun cuando cumplí trece años. Ha sido uno de los mejores regalos que he recibido.

—Ya veo. Sé que vives con tu padre, pero ¿y tu mamá?

Hyungwon se paró en seco cuando escuchó esa pregunta, pero pronto volvió a caminar con paso seguro.

—Mi mamá nos dejó para irse a la ciudad —dijo en tono bajo—, y no ha vuelto a pisar este pueblo desde que yo tenía cinco años.

Wonho tragó en seco. Había sido imprudente preguntar eso.

—Disculpa, no quise hacerte sentir incómodo tocando ese tema...

—No te preocupes. No tengo problemas en mencionarlo —se aclaró la garganta y dijo con más firmeza—. Eso no me ha afectado en mi vida diaria. Soy feliz teniendo a mi padre y a mis abuelos Hyunjoo y Sora. Ellos son a los únicos que necesito.

El halo de melancolía se disolvió cuando Hyungwon, de repente, se acuclilló sobre el suelo lleno de pasto y le pidió guardar silencio.

Wonho supo qué pasaba cuando también se inclinó y pudo ver sobre un senderito de tierra a un escarabajo negro, de considerable tamaño, que llevaba rodando una bola café más grande que su propia complexión.

—¿Qué es eso que lleva? ¿Barro?

—No es barro. Es estiércol, probablemente de vaca. Le sirve de alimento a sus larvas —explicó con su mirada enfocada en el animal.

Wonho hizo una mueca y no supo qué hacer con esa información, pero se olvidó de ello por unos minutos al darse cuenta qué tan cerca estaba de Hyungwon.

—Es un escarabajo pelotero. El estiércol es un tesoro para ellos —le susurró mientras utilizaba su cámara para tomarle fotos al escurridizo escarabajo que ya había avanzado un buen tramo llevando en frente su pelotita café—. ¿Es precioso, no crees? —dijo con entusiasmo.

—Sí, definitivamente precioso —balbuceó Wonho medio atontado, haciendo caso omiso del escarabajo, ya en medio de un lapso de embelesamiento viendo a Hyungwon.

—Son muy comunes de encontrar en este tipo de suelos. Ha de ser un paraíso para ellos.

—La basura de algunos puede resultar ser el oro para otros —comentó Wonho pensando en la rareza de ese insecto.

Dejando de lado esa distracción, pronto llegaron a la casa de la pareja Son. La casa era enorme, y ni qué decir de los terrenos. Su tío parecía muy bien establecido.

Los recibió en la puerta el Sr. Son Hyunwoo, y a su lado un perro jindo que se quiso abalanzar sobre Hyungwon nada más verlo.

La pareja de su tío Kihyun era un hombre muy alto y fornido, pero tenía una aura de calidez que lo hacía todo menos atemorizante, y lo comprobó cuando escuchó su voz amable y su media sonrisa.

—Kihyun no ha llegado del trabajo —les avisó—, pero no ha de tardar. Mientras él llega, voy a mostrarte nuestros cultivos, Wonho.

Era la primera vez que se conocían y Kihyun le había encargado ser considerado con su sobrino.

Les enseñó con mucho entusiasmo el plantío de naranjas y el establo. Estaban en medio de su "tour" cuando en eso llegó Kihyun y se acercó a abrazar efusivamente a su sobrino.

Hacía años que no lo veía y fue increíble para él ver cuánto había crecido. Le reprochó no haberse quedado en su casa y preferir a su tío Min, y de allí siguieron platicando con animosidad.

Se dirigieron al huerto de tomates y enseguida a la cosecha especial de calabazas, en cuyo centro se encontraba una de considerable tamaño, un poco más grande que las demás y que, como Hyunwoo les explicó, esperaba que creciera mucho más para meterla a un concurso de hortalizas gigantes que organizaba cada cierto tiempo la Asociación de Agricultores de Jeju.

—Más le vale a esa calabaza crecer y hacer que Hyunwoo gane —intervino Kihyun—. Pareciera que tiene un bebé. La protege a capa y espada. Últimamente le presta más atención que a mí —se quejó y algo en su tono de voz hizo que Wonho se aguantara las ganas de reír.

¿Celoso de una calabaza? Su tío sí que era todo un caso.

Salieron de allí nada más ver cómo el Sr. Hyunwoo trataba de hacerlo contentar con besos, en frente de ellos y sin una pizca de vergüenza.

Se despidieron a prisa y Wonho prometió ir a visitarlos después.

Éste no pasó por alto qué tan rojas se habían puesto las orejas y mejillas de Hyungwon al hablar con su tío Kihyun, por lo que lo interrogó sobre ello.

—¿Te gusta mi tío? —soltó a bocajarro.

—Sí. Claro que me agrada —respondió el muchacho con mucha confianza—. ¿Quién no gusta del Sr. Kihyun en todo este pueblo? Yo lo admiro mucho —era un inmenso cariño al hablar sobre él—. Se encargaba de organizar mis fiestas infantiles hace años y siempre ha sido amable conmigo. Mis abuelos lo adoran.

Y al transcurrir la primera semana, Wonho se dio cuenta de que era verdad lo del aprecio de los habitantes de Hannamri hacia su tío.

Cada vez que le decía a algún poblador que era sobrino de Minhyuk y Kihyun, era muy bien recibido, platicaban con él e inmediatamente sintió la calidez de su trato.

Eso lo hizo sentir extrañamente... feliz.

Su estadía en el pueblo no estaba resultando tan mala como había pensado.

Y fue mejorando conforme los días pasaron.

Primera parte.
B&N°21/03/21

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