17.La hora de cambios radicales
❦ ˚ · .
· •. ❀ . • ·
•. ☼
༄ · . ·
☁
❀˚ · . ♡
❦ ˚ · .
· •. ❀ . • ·
•. ☼
༄ · . ·
☁
❀˚ · . ♡
❦ ˚ · ∞
Kihyun y Hyunwoo continuaron así su relación a distancia. Sabían que podían confiar el uno en el otro.
Siempre tenían algo sobre lo que hablar y podían pasar horas en el teléfono contándose los sucesos de su vida cotidiana.
Ésa era la mejor parte del día para Kihyun: llegar a su departamento, después de una agotadora jornada de trabajo, y escuchar la voz de su novio al otro lado de la línea telefónica, dispuesto a escucharlo y reconfortarlo con sus palabras. Lo mejor era cuando Hyunwoo lo sorprendía presentándose en la ciudad para verlo, como ese día de su cumpleaños número veintiséis.
Por supuesto que esta situación tenía sus desventajas que se hicieron notorias conforme avanzaban los días. No habían pasado tres meses y, a pesar de que se mantenían comunicados por medio de llamadas, mensajes, o videollamadas cuando Hyunwoo aprendió a hacerlas sin dificultad, grande era la necesidad de Kihyun de contacto físico, de tenerlo a su lado, sentirse apretujado entre sus musculosos brazos, tocar sus labios (cómo amaba besarlo), sentirlo suyo y ser de él sin la barrera de los 500 km de distancia.
Quiso ser optimista, de verdad trató de serlo, pero se dio cuenta de que no le bastaba, de que no podría mantenerse más así cuando su cuerpo reclamaba la presencia del otro.
Al recordar sus besos compartidos, una ola de calor se expandía por su anatomía y suspirando se preguntaba cuándo podría viajar a Hannamri.
Esperaba ansioso la llegada de un puente largo para verse.
En esos días de mediados de enero, su ánimo andaba por los suelos porque tuvo una discusión cuando Hyunwoo le dijo que no podría ir a verlo como había prometido porque Aura dio a luz unos días antes a esa fecha, un poco antes de lo esperado, y el becerrito necesitaba cuidados especiales al haber nacido un poco débil.
Sabía que no debía por qué molestarse cuando se trataba de la granja, pero no pudo evitar expresar su frustración porque él tampoco podía ir al pueblo a visitarlo en esas fechas.
En su familia se había organizado una fiesta para celebrar la paulatina recuperación del abuelo y no debía faltar. Había planeado presentarlo allí oficialmente como su novio, frente a sus padres conservadores y ya no podría ser.
Para colmo de males, el trabajo en Oh My! se volvió muy pesado en esas fechas, y entre una cosa y otra sentía que su cabeza explotaba.
Nada le estaba saliendo bien y su abuelo Hoseok se dio cuenta inmediatamente de su estado de ánimo la noche de la cena, cuando todos estaban sentados en la amplia mesa de su mansión, la superficie repleta de comida y bebida.
Mientras sus demás familiares brindaban y parloteaban entre sí, su nieto parecía estar en otro planeta, tan retraído que decidió seguirlo cuando vio que salió del comedor para dirigirse a la terraza de la casa.
Lo encontró sentado en una de las largas butacas que había mandado a poner bajo un gran parasol de madera. El olor de las gardenias plantadas en el patio inundaba el ambiente y en el cielo titilaban débilmente unas cuantas estrellas dispersas.
Kihyun no se había puesto su suéter, pero no parecía percatarse del frío al estar tan ensimismado, tan distraído con sus propios pensamientos. El abuelo se acomodó a su lado y dio un largo suspiro.
—Bonita noche, ¿eh? —empezó la conversación, pero su interlocutor apenas y alzó la mirada para verlo—. Te ves alicaído, nieto mío.
—No me he sentido bien en estos días, abuelo —le respondió aún con la mirada perdida hacia el frente.
—¿Quieres hablar sobre ello?
Kihyun apreciaba mucho a su abuelo y sabía que era de las pocas personas en su familia que podría comprender la situación por la que estaba atravesando.
—Me enamoré, abuelo, y soy correspondido por esa persona, pero los dos vivimos en lugares diferentes y eso, quiera o no, ha dificultado nuestra relación —se mordió ligeramente el labio inferior—. Me gustaría irme a vivir con él, pero... —hizo una pausa que se prolongó hasta que el abuelo decidió intervenir.
—¿Qué es lo que te detiene a irte a Hannamri?
Kihyun volteó a verlo con cara de estupefacción.
—¿Cómo sabía que era alguien de allí?
—Intuición —se encogió de hombros y le sonrió en complicidad—. No sé qué tienen los hombres de ese pueblo que uno cae rendido ante sus encantos —comentó con diversión.
—Sobre todo los de esa gran familia —su abuelo pareció no entender—. Soy novio del nieto del hermano mayor de Hyungwon —explicó a detalle y su abuelo enarcó sus cejas con asombro.
—Oh, el nieto de Taec. Interesante —se tocó la barbilla con una mano y entrecerró los ojos, analizando lo dicho—. Te vuelvo a repetir la pregunta, ¿qué es lo que te detiene a irte?
—He pasado la mayor parte de mi vida en esta ciudad. Aquí los tengo a ustedes, mi trabajo, mis amigos... —repitió la retahíla de excusas que siempre había dicho, pero en esos momentos le parecieron vacías, sin sentido.
—No te escucho muy convencido. ¿De verdad ésas son tus razones para no intentarlo? —la calma y firmeza en su voz le hizo ser honesto con él.
—En realidad... —comenzó un poco dubitativo— la idea de fracasar por intentar algo nuevo es... es un temor latente en mí —confesó sintiéndose mal de sólo pensar en ello—, y es uno que me causa mucha ansiedad —le expresó con toda sinceridad, develando sus inquietudes al tener una nueva relación amorosa.
—Me sorprende eso viniendo de ti —esbozó una sonrisa cariñosa y lo tomó de la mano—. Siempre te he considerado mi nieto más valiente, el más atrevido.
—Creí que ése sería Minnie.
—Oh, claro, pero Min es más bien del tipo MUY impulsivo —le contestó riéndose bajito—. No tengas miedo a los cambios, Kiki —cambió su semblante a uno más serio y lo miró fijamente—, algunas veces son para bien, otras para mal, pero en eso consiste vivir, en crecer tomando decisiones. Créele a este viejo que no en balde ha vivido todos estos años. Dime, ¿vale la pena arriesgarse por él?
Kihyun se quedó pensando en esa pregunta. Fue el punto de quiebre de todo lo que había presupuesto con anterioridad.
¿Qué es lo que estuvo pensando todo ese tiempo?
Fue un momento de realización que lo dejó aturdido por un momento.
No.
Definitivamente no podría considerarlo un riesgo.
Era absurdo creerlo de ese modo si se trataba de Hyunwoo.
No quería dejar que terminaran y que al final no fuera más que un grato recuerdo.
No quería dejarlo al olvido, no después de conocer la historia de su abuelo Hoseok y Hyungwon.
¿Acaso no había aprendido algo sobre ello?
—Ni siquiera podría considerarlo un riesgo. Es una oportunidad para mí. Quiero estar junto a él.
—Allí tienes tu respuesta final. No fue tan difícil llegar a ella, ¿verdad? —le guiñó el ojo con jovialidad.
—Gracias, abuelo —lo abrazó con ímpetu y se sintió realmente reconfortado al escuchar sus consejos.
—Sé feliz junto a tu amor. Piensa en ello como a una planta que requiere cuidados. Aprecia su presencia el tiempo que tengas de vida. No dejes que se marchite.
—Lo haré —se separó de él y lo miró con los ojos agudos—. Atesoraré a mi pareja.
—Así es el Kiki que conozco —palmeó su cabeza con suavidad, como solía hacerlo cuando era un niño y lo buscaba para que lo consolara—. Me avisas cuando vayas a regresar a Hannamri. Iré contigo.
—¿En serio me acompañará?
—Quiero hacerlo. Cumpliré el deseo de Hyungwon de ir a su hogar. Visitaré su pueblo y recorreré las calles en las que creció.
—Bien. Haré los arreglos necesarios para salir en uno de estos días.
—Ahora regresemos adentro porque empieza a refrescar de más y este viejo es muy sensible al frío —se arrebujó en su suéter tejido y exhaló un poco de vaho de su boca.
—¿Puede entrar primero? Debo hacer una llamada.
El abuelo entendió y se dirigió adentro a pasos lentos. Kihyun suspiró y tomó su celular para marcar el primer número de su lista de contactos.
—¿Kihyun? —le contestó Hyunwoo inmediatamente.
—Hola, mi amor.
—Mi capullito —ahora tenía la costumbre de decirle así de forma cariñosa— . ¿Cómo está tu familia? ¿Minhyuk, tu abuelo Hoseok?
—Todos están bien. Acabamos de cenar y decidí llamarte. ¿Y ustedes por allá?
—Estamos bien. Hicimos una pequeña cena con mi hermano Jisub y su familia que llegó ayer.
—¿Aura y su becerrito?
—El becerrito está mucho mejor y empieza a comer con normalidad.
—Me alegra saberlo.
—Perdona por no estar allí contigo —se notaba en su voz su congoja por lo que había pasado.
—Te extraño, pero sé que no estuvo en tus manos, sólo pasó. Disculpa mi arranque de enojo de hace días.
—No tienes que disculparte. Ki, entendí tu frustración... —hizo una pausa en la que carraspeó, preparándose a decir lo siguiente—. Aprovecharé esta llamada... tengo que decirte algo importante.
La voz áspera de su novio hizo que un estremecimiento nada agradable recorriera su cuerpo. Temió lo peor. Tragó en seco y rogó que su temor fuera infundado.
—Dime —dijo en un hilo de voz.
—Voy a vender los terrenos y la casa —soltó con increíble firmeza—. He estado buscando compradores...
—¿Qué? —le interrumpió muy alterado—. No hablarás en serio —estaba preocupado por la noticia. Realmente esperaba todo menos eso—. ¿Vender tu patrimonio?
—Tú eres más importante que todo lo material —expresó con mucha calma—. Tendré el suficiente dinero con la venta y con eso puedo emprender un negocio en la ciudad para estar más cerca de ti.
—No, no lo vas a hacer —reaccionó de esta forma sin siquiera dudarlo—. Sé que la granja significa mucho para ti y no dejaré que la vendas.
—Pero lo hago porque no sé de qué otra manera podría ser... —dijo con un dejo de preocupación.
—Te estás dejando llevar por un impulso y no quiero que sea así. Espérame. Arreglaré esto. Sólo no hagas una tontería y no busques más un comprador, confía en mí, ¿sí?
Hubo un silencio al otro lado de la línea que dejó a Kihyun en ascuas.
—Lo que tú digas —soltó al fin—. Confío plenamente en ti, cariño.
Kihyun se regocijó por la confianza que le tenía y suspiró aliviado.
—Te llamo mañana. Te quiero.
—Yo igual, Kihyun. Descansa.
Al día siguiente, lo primero que hizo al llegar a la empresa fue ir a la oficina de su jefe. Éste, un hombre canoso, enfundado en un traje negro, estaba revisando unos documentos sobre su escritorio y ni siquiera volteó a verlo ni le ofreció asiento.
—Buenos días, Yoo. ¿Están listas las fotos para esta semana? No debemos demorar...
—Sr. Hwang. No he venido a hablarle sobre ello.
Sería muy directo con él, como antes evitó serlo por temor a enfrentarse con una respuesta que no le gustaría escuchar.
—Dígame entonces sobre qué quiere hablar —dejó los papeles a un lado y lo miró con atención—. Soy todo oídos.
—Le he presentado anteriormente mis ideas para la revista, pero nunca he recibido una respuesta clara. ¿Piensa rechazar eternamente mis proyectos de fotografía? Quiero que sea honesto conmigo.
El Sr. Hwang suspiró con fastidio, se recostó sobre el respaldo de su silla y se cruzó de brazos antes de contestar.
—Yoo, hay una razón por la que he rechazado varias veces tus proyectos. Serán innovadores, pero no van con la línea de trabajo de la revista.
—Ya veo. Entonces estaba perdiendo mi tiempo pensando en que tendría una oportunidad.
—En el fondo sabías mi respuesta, así que no veo la necesidad de que actúes sorprendido —alzó un hombro en gesto despreocupado—. Aquí no nos regimos por deseos individualistas. Serás un grandioso fotógrafo —esbozó una sonrisa de condescendencia muy propia de él—, lo admito, pero tus habilidades sólo son requeridas para objetivos específicos en mi empresa. No es nada personal, es sólo... trabajo —le volvió a mostrar la realidad de la situación.
—Tiene razón —concordó sin sentirse mal—. Tal vez yo fui el necio en pensar en que usted me daría el apropiado crédito a mi trabajo, que lo apreciaría, pero afortunadamente me he dado cuenta a tiempo de que soy una pieza fácilmente reemplazable, y seguir aquí no me servirá a crecer en lo profesional ni en lo personal —no vaciló más—. Renuncio a mi puesto.
—No podrás encontrar un empleo como éste en otra empresa, Yoo. Lo digo por tu bien —advirtió dándose más importancia de la necesaria—. Piénsalo bien...
—Ya lo he hecho. Podrá encontrar a alguien que ocupe mi lugar. Suerte con ello —expresó en tono sardónico—. Espero en mi cuenta el dinero de mi liquidación. Adiós, Sr. Hwang —ni siquiera se molestó en hacer una reverencia y se alejó de la oficina.
Decir esas palabras fue más fácil de lo que pensó y un gran peso se le quitó de encima conforme asimilaba lo que había hecho. Por fin se había atrevido, por fin podría buscar a su Hyunwoo sin temor, con toda la resolución de seguir adelante y no arrepentirse de la decisión tomada.
Salió de allí llevando en una pequeña caja sus pertenencias y con una sonrisa de oreja a oreja que dejó descolocados a todos sus colegas porque no pensaron, nunca hubieran imaginado que precisamente él renunciaría de esa forma.
Minhyuk se quedó gratamente sorprendido en la recepción al verlo así y sonrió cuando lo vio salir por la puerta giratoria de vidrio.
Por fin Yoo Kihyun regresaría a su verdadero hogar.
¦B&N*18/09/20¦
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro