15.Una caja de frutas para Kihyun
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Era mediodía cuando un decidido Hyunwoo llegó a la capital.
Corría un viento fresco de finales de octubre y los contados árboles de los alrededores se llenaban de hojas amarillentas, secas, que el viento desprendía e iban a parar al piso, creando una vasta alfombra.
Salió del aeropuerto y tomó un taxi para llegar más rápido a su destino. Le dio al chofer la dirección que le había proporcionado Minhyuk unos días antes.
Se sentía muy aturdido estando en la ciudad. Los grandes rascacielos, el ruido de los motores de los automóviles, los escandalosos cláxones, las interminables calles y la infinidad de personas caminando a ritmo vertiginoso, lo hacían sentir ansioso, muy aturdido, y no podía evitar compararlo con el calmo ambiente de su pueblo.
Todavía no creía haber podido estar allí por cuatro años y meses, terminar su carrera y pensar en quedarse a vivir en esa metrópoli. Esa época le pareció muy lejana y sólo los recuerdos quedaban, pero lo que no quería que se quedaran solamente en recuerdos de lo que pudo ser y no fue, eran los momentos que pasó junto a Kihyun en el verano anterior. No quería que en años futuros mirara hacia atrás con la constante pregunta ¿y si...? , con la constante duda y el arrepentimiento.
Ése era el motivo por el cual en esos momentos se dirigía, con toda la resolución del mundo, hacia el edificio de la revista Oh My!, con mochila al hombro y una caja enorme entre sus brazos.
Ese mismo día Kihyun estaba en su oficina planeando el diseño y temas para las fotografías del próximo número de Oh My! Estaba tan estresado que tardó en darse cuenta de que su asistente Fei le hablaba mediante el intercomunicador.
—Sr. Yoo, está aquí afuera una persona que desea verlo.
—Dile que pase —le replicó distraídamente sin dejar de revisar unos datos en la pantalla de su laptop.
—Le dije eso, pero no puede entrar porque trae una caja que al parecer... pesa mucho. Lo estará esperando en la salita cerca del elevador.
Kihyun resopló por ser interrumpido de esa manera y que Fei ni siquiera se hubiera dignado a decirle el nombre de la persona, aunque supuso que sería uno de los nuevos fotógrafos que había contratado la revista.
Se puso su chaqueta negra y salió a pasos rápidos hacia la sala de espera de ese piso. Llegó y sus pasos se detuvieron cuando vio la espalda amplia y musculosa de un hombre vestido con pantalón de mezclilla, un suéter encima de la playera blanca, tenis y gorra negra.
Se quedó estático allí en su lugar por algunos segundos porque fue abrumador el impacto de ver frente a él a la persona que más había añorado en esos casi tres meses de no verse, un hombre de piel tostada y sonrisa contagiosa. Se giró y quedaron cara a cara.
—¿Cómo es que...? —empezó a decir Kihyun dando un paso hacia adelante y parpadeando sin creerse lo que estaba pasando.
—Buenos días para ti también, Kihyun —expresó con un dejo burlón.
—Ho-hola, Hyunwoo —tartamudeó luego de reaccionar con lentitud—. ¿Cómo pudiste encontrarme?
—Minhyuk me dio la dirección de la empresa y me dejó pasar en recepción.
—¿Qué haces aquí? Pensé que tú no querrías venir a la capital.
Hacía dos semanas que había recibido el mensaje de Hyunwoo en su celular y continuaron comunicándose de manera regular. Eran conversaciones cortas, pero en ellas nunca le mencionó su intención de ir a visitarlo. Cuando interrogó a Minhyuk, éste sólo le dijo que se mantenía en contacto no sólo con Hyunwoo, sino también con Changkyun y Jooheon.
—Vine a verte, Kihyun. Tú eres el motivo de mi visita. Te traje naranjas y mandarinas de la primera cosecha. Quise que fueras el primero en probarlas.
Sacó de la caja, acomodada a sus pies, una naranja y se la extendió con la mano para que el otro la tomara.
Un cálido sentimiento se alojó en el pecho de Kihyun, una ola de cariño sincero, una emoción tan grande de volverlo a ver y que le estuviera regalando el fruto de su cosecha, con ese rostro de niño travieso en cuerpo de hombre grande.
Era un acto sencillo, pero muy significativo. La forma de demostrar su amor era tan genuina que se le hizo un nudo en la garganta por lo conmovido que se sentía.
Hyunwoo empezó a sentirse incómodo al ver que Kihyun no aceptaba su regalo y con pesar volvió a acomodar la fruta en la caja. Fue ingenuo al pensar que Kihyun lo extrañaría como él lo había hecho. Que le contestara los mensajes había sido probablemente por amabilidad y sólo estaba molestándolo.
—Disculpa por no avisarte, quería que fuera... una sorpresa. Tal vez te incomode mi presencia aquí y yo no lo consideré... creo que me iré...
Lo siguiente que hizo Kihyun tomó por sorpresa a Hyunwoo. Lo abrazó impetuosamente, pasando sus brazos por su cintura y apretándolo estrechamente por miedo a que se fuera.
No lo dejaría ir así como así, no cuando había salido de su zona de confort sólo por él, cuando había viajado hasta Seúl para entregarle esa caja precisamente ese día tan caótico en la oficina.
El cuerpo de Hyunwoo reaccionó en automático al contacto con el otro y pronto se vio correspondiendo el abrazo, inclinando un poco su cabeza para posarla en el hueco entre su cuello y su hombro, y aspirar ese característico aroma a él, a Kihyun. Dios, cuánto se habían extrañado.
—Gracias por venir a verme, Hyunwoo, por traerme las frutas —le murmuró al oído, sintiéndose reconfortado con su tacto—. No tenías por qué, ninguna obligación de hacerlo, pero has venido a mí —se separaron un poco, sin dejar de abrazarse, lo suficiente para mirarse y sonreír como no lo habían hecho en semanas.
—Quería hacerlo desde hace mucho, pero no me atrevía. Te... te extrañé —le confesó por fin.
—Yo también te extrañé —le contestó Kihyun acariciando su mejilla con suavidad, sin preocuparse de que probablemente sus colegas estuvieran viéndolos a hurtadillas desde sus cubículos—. Voy por mi maletín y enseguida estoy contigo para que salgamos de aquí.
—¿No será un inconveniente que salgas ahora, tan temprano?
—No, para nada —y si lo había no le importaba—. Espérame en recepción, ¿sí? —le pidió con una sonrisa.
Hyunwoo asintió, cargó la caja entre sus brazos y bajó por las escaleras para volver a la planta baja.
Allí estaba Minhyuk a la expectativa de saber cómo había sido el reencuentro.
—¿Cómo te fue? —preguntó con cierta preocupación al verlo todavía cargando la caja.
—Muy bien —y su sonrisa fue prueba suficiente para sentirse aliviado.
A los pocos minutos salió Kihyun del elevador junto a su asistente. Le estaba dando unas indicaciones sobre qué hacer en su ausencia. Llegaron hasta donde estaban los otros dos.
—Nos podemos ir. Después te veo, Minnie.
—Hasta luego, Minhyuk —agitó su mano, tomó la caja del suelo y empezó a caminar al lado de Kihyun hacia la salida, rumbo al estacionamiento.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó la asistente de Kihyun al ver cómo su jefe se iba con ese hombre de acento extraño.
—¿No lo ves? Se llama amor —respondió Minhyuk con ingenio al recordar esa línea de una de sus películas favoritas y Fei no sabía que su jefe tuviera a alguien especial cuando parecía muy solitario y en cierta forma infeliz.
Llegaron al departamento de Kihyun en el coche de éste. Le dijo a Hyunwoo que esperara en la sala y dejara la caja sobre la mesilla, que descansara un rato mientras él iba a la cocina a preparar algo para comer porque seguramente estaría hambriento luego de esas horas de viaje.
No tardó en sazonar bastante carne y ponerla a cocer en la sartén junto con otros ingredientes para darle mejor sabor, como sabía que le gustaba a Hyunwoo.
Seguía revisando la carne con la espátula cuando sintió los pasos de Hyunwoo acercándose y luego los brazos de aquél rodeando su cintura.
Estaba abrazándolo por la espalda y se sintió increíblemente cálido y protegido con el corpachón de Hyunwoo detrás de él. Dejó la espátula a un lado de la estufa, se giró sobre sí mismo sin soltar el agarre y Hyunwoo se agachó para buscar sus labios y besarlo lentamente, rememorando el primer beso que compartieron a orillas del río.
Kihyun correspondió su efusividad rodeando su cuello con sus brazos y estuvieron así por varios minutos, los chasquidos resonando, tomando pausas para tomar aire y volviendo a comerse a besos, con sus cuerpos trémulos y el pulso acelerado, como compensando esos días sin verse, dándose cuenta de que eso era real.
De repente Hyunwoo salió de su ensueño al percibir en el ambiente un olor a quemado.
—Creo que se está quemando...
—¡La carne! —exclamó Kihyun un tanto alarmado.
Volteó a la estufa para revisarla y Hyunwoo no pudo evitar soltar una risita. Afortunadamente la carne se chamuscó sólo un poco y procedieron a acomodar los platos sobre la mesa.
Kihyun se sentía abrumado de felicidad al ver cómo Hyunwoo comía a su lado, de la forma en que solía hacerlo en Hannamri. Era increíble cómo en unas cuantas horas su vida había dado un giro totalmente diferente, pero mentiría si dijera que no lo había anhelado de ese modo.
Quería aprovechar al máximo esas horas que pasaría con él porque sabía que debía regresar a dirigir la cosecha y venta de ese mes.
Después de comer, se sentaron en el sofá de la sala para platicar.
—Debo decirte cuál es mi intención al venir a buscarte, Kihyun —tomó una gran exhalación y lo miró fijamente—. No tuve la oportunidad de decírtelo, pero estar lejos de ti sólo me hizo tener una cosa en claro: me gustas, muchísimo —Kihyun sintió sus mejillas arder por tal declaración—, y no tener noticias sobre ti me hizo mal. Tuve miedo de no volver a verte. Tenía que decírtelo, aunque puede que no sientas lo mismo que yo...
—¿De verdad lo dudas? —lo tomó de la mano y la llevó a su propia mejilla—. Estuvimos besándonos sin parar en la cocina, Hyunwoo. No beso a personas de la nada —era hora de sacar lo que se había guardado por bastante tiempo—. Intenté creer que sólo sería una cuestión pasajera, un impulso fácil de olvidar después de salir de Hannamri, pero verte aquí me ha hecho darme cuenta de todo lo contrario. Eres importante para mí, Son Hyunwoo y no quiero tener esta incertidumbre —podía parecer una locura lo que le iba a proponer, un desperdicio de esfuerzo, pero no quería arrepentirse después por no intentarlo—. ¿Considerarías intentar tener conmigo una relación a distancia? —observó la cara de sorpresa del otro—. Sé que puede haber inconvenientes, será difícil... pero —se pasó la mano por el cabello tratando de seguir con su idea— ... no sé, en estas semanas no pude quitarte de mi mente...
Hyunwoo no lo quiso pensar más. Debía tomar esa oportunidad. No la desperdiciaría cuando había pasado semanas sintiéndose deprimido, ocultándolo a sus familiares y reprimiendo sus sentimientos. Su respuesta estaba más que decidida.
—Hagámoslo —contestó con voz segura—. Seamos novios —Kihyun asintió con entusiasmo—. Todavía soy muy lento para manejar el celular que conseguí, pero volveré a acostumbrarme. Podré venir a verte —continuó más animado y haciendo planes—, tú podrías ir a Hannamri en tus descansos...
¿Estaría bien con eso?
—Sólo quiero que funcione... —Kihyun suspiró con pesadez.
—Haremos que funcione —y lo besó para tranquilizarlo.
El resto de la tarde se la pasaron acurrucados en el sofá, dándose arrumacos mientras veían un programa de cocina y criticaban la apariencia de los platillos como si fueran ellos unos expertos. Comieron mandarinas y naranjas de la caja y se dieron besos sabor a cítrico.
—No te vayas hoy —le pidió Kihyun cuando Hyunwoo le comentó su intención de irse antes de que se hiciera más tarde—. Quédate conmigo esta noche. Te llevo al aeropuerto mañana temprano.
Hyunwoo estuvo de acuerdo e incluso decidió quedarse un día más en la ciudad con su novio.
—Dormiré en el sofá.
—No lo creo. Vas a dormir en mi cama —le contestó con determinación.
—Sería la primera vez que duermo con alguien a mi lado y puede que me mueva mucho, y además ronco. ¿No te sentirás incómodo?
—¿Por qué lo haría? Me pondré tapones para los oídos si resultas ser muy ruidoso, y la cama es lo suficientemente grande. Ya está, resuelto —reaccionó de modo práctico, haciendo una mueca graciosa, y lo agarró de la mano para guiarlo hasta su cuarto.
Le dio la ropa más holgada que pudo encontrar en su armario para que se cambiara y un nuevo cepillo para que se pudiera asear en el baño. Al salir de allí, Hyunwoo se dirigió a la cama mientras Kihyun estaba sentado frente a su tocador. Al principio se puso rígido sobre el colchón, pero se relajó cuando Kihyun se acostó a su lado, se acercó mucho más y encontraron una posición cómoda para dormir. Era esa clase de intimidad que experimentaban por vez primera y los hacía sentirse nerviosos.
Aventurándose un poco más, Kihyun acomodó su cabeza encima del pecho de Hyunwoo. Éste empezó a hacerle caricias en el cabello, pasando sus dedos suavemente en forma circular, haciendo que el otro poco a poco fuera durmiéndose.
Esa noche durmieron juntos por primera vez en la cama de Kihyun, arrebujados entre las sábanas y con sus respiraciones acompasadas, acopladas a un ritmo calmo, durmiendo así en los brazos del otro.
A la mañana siguiente, Kihyun sonrió al ver a Hyunwoo, su NOVIO, acostado a su lado en la cama, durmiendo boca abajo y su cabello revuelto, soltando ronquidos esporádicos.
Al poco rato despertó y luego de asearse decidieron salir un rato a desayunar a una cafetería cerca del departamento.
—¿Llamaste a tu oficina?
—Sip, pedí permiso para hoy. Fei pegó el grito en el cielo porque no suelo tomarme días libres —rio al recordar cómo su asistente sonó impactada y preocupada porque la agenda perfectamente organizada tendría que sufrir cambios.
Estuvieron allí por varios minutos conversando, poniéndose al corriente de lo que habían hecho en esos días, tomando té y café, y comiendo un poco de pastel.
Al terminar, Kihyun se dirigió a la caja.
—Yo invito —procedió a sacar dinero.
—Pero...
—Sé que puedes pagar, lo hiciste cuando estuve en Hannamri —le dijo con gesto decidido—. Será para la próxima, ¿te parece? Déjame invitarte en esta ocasión.
En vez de salir a pasear por unas horas y agotar sus energías en una ciudad tan caótica, en donde se tardarían más en el trayecto a un lugar a lo que estarían allí "disfrutando", decidieron regresar al departamento y quedarse todo el día encerrados, abrazados en la sala, viendo películas y documentales, y preparando la comida; un plan perfecto desde la perspectiva de Kihyun. Hyunwoo disfrutó al máximo ese día y se sintió natural el abrazar y apapachar a Kihyun. Había estado esperando por ello, aunque de algún modo se sentía como si llevara mucho tiempo haciéndolo.
Cuando lo fue a dejar al aeropuerto, Kihyun vio en la mirada de Hyunwoo un halo de tristeza.
—Nos irá bien, Hyunwoo —intentó animarlo.
—¿Aunque vivamos a kilómetros de distancia uno del otro? —le cuestionó con cierta congoja.
—Sí, porque nos seguimos añorando y queriendo a pesar de esa distancia.
Hyunwoo asintió ante esas palabras y se inclinó para darle un beso en su suave cachetito. Kihyun, no conforme con esa muestra de afecto, se puso de puntillas y estampó sus labios en los abultados labios de su novio una y otra vez, no importándole que hubiera gente a su alrededor.
Quería preservar en su memoria su sabor y la sensación de placidez que recorría su cuerpo al sentir su tacto.
—Me avisas cuando llegues a casa.
—Sí. Ten cuidado al manejar.
Se despidieron y Kihyun todavía logró ver cómo pasaba por la zona de abordaje del aeropuerto.
Cuando lo perdió de vista, supo que debía retirarse de allí. Dio un largo suspiro y volvió a su departamento, no sin antes enviarle un mensaje a Hyunwoo.
Que tengas buen viaje, amor mío.
Nos volveremos a ver.
Muy pronto.
¦B&N*16/09/20¦
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