Llego como un regalo en el cambio de otoño a primavera y esas dos estaciones nos representan,
me gusta llenar su vida de alegría,
de colores,
de vida,
de sonrisas,
con brisas frescas y melodías tiernas.

Él en cambio,
es un otoño,
no solo por el color de su cabello y el de sus ojos,
su personalidad cálida y fría a la vez, lo diferente que llega a ser como las hojas de los cedros,
es un pie en la realidad y en la fantasía,
es alegría y temor a la vez,
siempre esta preparado para el confronte del infierno cuando rozan cada fin de mes y confieso que me da miedo.

Lo dije en algún momento,
su ausencia me da miedo,
su furia,
Su silencio y me enseño a vivir así, porque así tiene que ser,
amar a un otoño que roza en el invierno es así,
un romance perfecto.

Si le llegara a contar cuantas veces quisiera decirle
¡calla, y ven a dormir por favor!
Que sólo necesito su compañía cuando me siento mal o simplemente quiero sentir paz,
se sorprendería que dentro de un caos pueda existir algo así,
pero no es cuestión de buscar sólo de saber en que lugar esta.