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❪𝟬𝟵❫ MODO CHISMOSO

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CAPÍTULO NUEVE

Cuando Raiden vuelve al apartamento no se sorprende al ver que Sosuke automáticamente se posa frente a él y lo mira con la ceja alzada, demasiado curioso para su gusto. Se remueve un poco incómodo en la entrada, cerrando la puerta tras suyo e intenta ir a su habitación, aunque sin éxito.

—¿Y bien? —le cuestiona, sentándose en el sofá e invitándolo a sentarse a su lado, palmeando el lugar. Raiden hace un mohín con los labios antes de tomar asiento, aunque con mucha distancia, y piensa bien sus palabras.

—Pues… —se debate de nuevo en qué decirle. Sabe que mucho de lo que hablaron es personal y aún más para él, que no está acostumbrado a hablar de sus problemas tan abiertamente, y menos cuando se trataban de Shōyō.

Literalmente el único que sabía todo era Sosuke.

En cambio, él se dedica a ponerse cómodo en el sofá y mirarlo con atención y diversión, sobre todo porque una gran sonrisa cómplice decora su rostro. Recuerda que la primera vez que lo vio creyó que era uno de esos chicos perfectos que era arrogante y despreocupado, pero en realidad era todo lo contrario y en su amistad él era el extrovertido que intentaba hacer que hablara. Con el tiempo se acostumbró.

—¡Anda, dime! Cuéntame, Raiden. Sé que no volverías si no hubiera pasado algo. Eres demasiado privado… —se queja fingiendo un puchero. Raiden pone los ojos en blanco.

—Solo porque eres mi único amigo y no tengo a quién contárselo —murmura con vergüenza, al estar dispuesto a hacerlo. Sosuke asiente, muy emocionado—. Bueno… Fui a un restaurante nuevo para evitarte, pero me salió mal. Resulta que es el restaurante del gemelo de uno de los compañeros de Shōyō y da la casualidad que ese día fueron a comer. No quería enfrentarlo, sabes cómo soy —Sosuke asintió, y Raiden sonríe un poco—. En ocasiones soy un cobarde y por poco lo hago de nuevo… Pero entonces vi sus ojos… Sus malditos ojos brillaban y no pude contenerme.

Así continuaron los próximos cinco minutos en donde Raiden se dedicó a contarle lo más básico. Tal vez no se hubieran demorado tanto (para él cinco minutos es bastante) si alguien (evidentemente hablando de Sosuke) no lo interrumpiera cada minuto para chillar y emocionarse como si leyera una revista de espectáculos. Raiden puede jurar que Sosuke está más emocionado de que Shōyō decidiera perdonarlo y darle una oportunidad tras haber sido un idiota que él mismo. Pero tampoco se queja, porque a final de cuentas eso es lo que hizo que Raiden lo aceptara como su único amigo después de Shōyō.

—¿Entonces no habrá sexo de reconciliación? —suelta como si no fuera nada, pero Raiden, que recién tomaba un vaso de agua, lo escupe todo al suelo.

—¡Sosuke!

—¡¿Qué?! Es algo normal —se encoge de hombros, aunque Raiden puede ver que se divierte con ese pequeño giro de tema. El peliblanco lo mira escéptico y niega con la cabeza.

—Sabes que para mí no.

—Olvido que eres muy virgen.

Masculla palabras que ni siquiera él sabe que significan, volviendo a tomarle al vaso con cautela, viendo de reojo a Sosuke por si se le ocurría decir alguna tontería más. Parece que ya no es el caso. Aunque Sosuke también es virgen no dirá nada en voz alta porque le da vergüenza, pero al menos su amigo ha besado más personas que él.

—El punto es… Quedamos en comer entre semana. Dijo que podía pedir su hora de comida de los entrenamientos y yo tengo horas libres, así que probablemente iremos al restaurante del gemelo Miya. Supongo, no sé. De todas formas el lugar es lo de menos.

—Suenas como un tonto enamorado —se burla, terminando de enviar un mensaje y deja su teléfono en el respaldo del sofá—. Eso es nuevo.

—Mjm, tú sabes bien que…

—Sí, lo sé. Pero, ya hablando en serio —su voz se vuelve tranquila y ya no se percibe burla. Raiden lo mira con atención—. Hinata debe ser demasiado buena persona para haber aceptado sin más. Tal vez es muy idiota… o demasiado enamorado.

—No le digas idiota, Sosuke —lo reprende en voz baja, causando que él sonriera.

—¡Lo siento! Es sólo una expresión, ¿de acuerdo? En fin, ¿en qué estaba…? ¡Ah, sí! Te decía que tienes suerte, todo parece ir bien y más porque al fin has admitido tus sentimientos. ¿A poco no se siente como si te libraras de un peso de encima?

—Sí… —murmura, avergonzado. Sosuke ensancha más su sonrisa.

—Te lo mereces, Raiden. Después de todo has sufrido aunque no lo dijeras en voz alta. Incluso te ves más vivo que nunca. ¡Sonreiste incluso!

—Idiota —se rie entre dientes, intentando no sonreír de nuevo al oír sus palabras. Sosuke suelta una sonora carcajada, palmeando su cabeza antes de levantarse del sofá por fin.

—La buena noticia es que hoy no dormirás en el pasillo.

—No pensaba hacerlo de igual manera —lo reta con burla, también encaminándose hacia su habitación. Sosuke alza una ceja y se cruza de brazos.

—¿De verdad?

Raiden lo observa y asiente, retándolo.

—Menuda revelación. Ahora también irás contra mis métodos infalibles de roomie.

—Lo que tú digas, Sosuke —sonrie para sí mismo, despidiéndose de él con la mano al abrir la puerta de su habitación—. Buenas noches.

—¡Ten dulces sueños con tu amorcito!

Le saca el dedo del medio entre risas, aunque él no ve esto último. Solo escucha como finge sorpresa y cierra su puerta, no dudando en tirarse sobre su cama como si en verdad la hubiera extrañado tanto. En realidad, ahora que su vida parece haberse resuelto se siente extraño.

Se había acostumbrado a tener su lista de prioridades bien establecidas y sin aparentes cambios (por miedo a lo desconocido mayormente) que ahora que Shōyō vuelve a entrar en esta se pregunta sí hará lo correcto. Es decir, en el aspecto de cumplir su promesa y hacer su mayor esfuerzo. Sabe que sí, sobre todo porque ya se lo prometió a Shōyō y no es capaz de volver a fallarle, pero de todas formas es complicado para su cabeza y se revuelca en su cama minutos que parecen horas intentando conciliar el sueño para poder olvidarse de sus pensamientos intrusivos. No funciona al inicio, aunque sí un rato más tarde.

Pasan un par de días y llega el momento en que Raiden y Shōyō han acordado comer juntos después de haber estado enviándose mensajes. Tal vez no se decían cosas cursis (como Sosuke insinuó), sino que han estado poniéndose al corriente de sus vidas en ciertos aspectos que quedaron inconclusos. Está de más decir que Raiden se ha sentido muy cómodo hablando con él.

Cuando llega un poco más temprano de lo acordado al restaurante de Osamu Miya (se enteró después de su nombre, por cierto) lo saluda con la mano, y él le devuelve el gesto.

—¡Ogawa-kun!

Raiden aprieta los labios al oírlo.

—Llámame Raiden. Yo te llamaré Osamu, así que es lo más justo.

—¡Ya veo! Bueno, Raiden, puedes escoger mesa. Hinata no debe tardar en llegar.

—Gracias.

Se da un vistazo en el espejo que se encuentra justo en medio del restaurante. Por alguna razón ese día se esmeró en su ropa, sentía que se veía bien y esperaba que Shōyō lo notará. Ese día lleva puesto un pantalón de mezclilla con algunas roturas, una camisa rosa de botones abierta de la parte de arriba y fajada en el pantalón, junto a unas botas blancas. Esboza una pequeña sonrisa, acercándose y acomodándose el mechón rebelde que tiene cayendo sobre la frente, y luego mira con atención sus propios ojos rosas casi rojizos. Nunca presta atención a su aspecto, así que se siente un poco diferente.

—Te ves bien —le dice Osamu con diversión, y Raiden se avergüenza al olvidar por poco que él estaba ahí. Se separa del espejo, dándole una mirada y se inclina un poco.

—Gracias.

—No seas tan modesto. A Hinata le gustaras de todas formas.

Ahora siente que sus mejillas se sonrojan, por lo que aparta la mirada y se sienta en una mesa vacía. Puede oír nuevamente la risa de Osamu.

—¿Sabes? Yo no soy tan cercano como lo está siendo mi hermano con él, pero me ha contado algunas cosas y… Te quiere, Raiden.

—Yo también lo hago —murmura, aunque con un poco de desconfianza al decírselo puesto que no se conocían bien. Osamu alza una ceja y recarga ambos codos en la barra de la cocina.

—Eso no parecía hace unos años.

Un pequeño nudo se instala en su garganta y se queda callado, mirando a sus propias manos mientras juega con sus dedos. Le da vergüenza saber que los demás están al tanto de la situación y más porque se lo merece, fue muy idiota. Sin embargo, lo único que hace en ese momento es soltar una risa nerviosa.

—Pero veo que estás diferente. Tanto él como tú. Sé que todo saldrá bien —lo vuelve a mirar y ve como él tiene una sonrisa amable en el rostro, lo que se le contagia y esboza una pero más pequeña.

—Gracias.

—No eres un chico de muchas palabras, ¿eh? —se ríe. Raiden ve como su vista se posa en la puerta del restaurante y luego lo mira a él, alzando una ceja—. Ya llegó tu chico.

«Su chico», repite internamente al oírlo. Raiden se sonroja más, pero no puede evitar sonreír más y creer que esas palabras suenan muy bien. De hecho, le gustan más de lo que quisiera.

La puerta se abre y Raiden automáticamente se levanta de la silla, volteandose hacia ahí y ve a Shōyō entrando; trae puesta ropa cómoda y se imagina que fue lo que pudo llevar para cambiarse tras su entrenamiento. Aunque se arrepiente un poco de haberse arreglado más (en justificación ese día fue primero a la universidad), sabe que se ve bien y lo confirma cuando Shōyō posa su vista en él y sonríe abiertamente junto a sus ojos brillantes.

Sí, todo vale la pena si es por Shōyō.

—Podemos sentarnos aquí o en otra mesa —le dice deprisa, ya que el restaurante en ese momento está vacío. Shōyō da un vistazo y señala la mesa de la esquina.

—Me gusta ahí.

De pronto, Raiden siente calor, pero asiente. Ambos se dirigen hacia la mesa que Shōyō escogió y se da cuenta que está oculta y nadie la vería a menos que se acercarán mucho al fondo. No sabe si fue estratégico o simplemente quiere privacidad; su cabeza le dice que es la segunda para que no sobrepiense, así que le hace caso.

Osamu no demora nada en preguntarles qué van a ordenar. Shōyō decide rápido, pero Raiden no. Mira la carta intentando olvidar que tiene clavada la mirada de Shōyō sobre él, sintiéndose nervioso por alguna razón que no quiere admitir o sentirá más vergüenza de la que ya tiene. Al final escoge lo mismo que Shōyō.

—Te ves bien, Raiden.

Nuevamente su rostro se sonroja, queriéndose esconder para que no lo note. Pero es imposible porque Shōyō lo está mirando y además cuando nota su reacción se ríe, apoyando su cabeza en su mano con atención.

—También te ves bien, Shōyō —lo halaga con timidez, sonriéndole un poco. Él ensancha su sonrisa.

—Sé que me mientes, pero igualmente gracias.

—¡No te miento…! —Exclama rápidamente—. ¡De verdad te ves guapo! Muy guapo… y muy bien… —comienza a bajar el tono de su voz al darse cuenta que al inicio gritó, por lo que Osamu había dirigido su mirada hacia ellos. Ahora se vuelve a avergonzar. En cambio, Shōyō solo vuelve a reír.

—Entonces ya te creo.

—Genial.

De pronto el restaurante se empieza a llenar. Por suerte Osamu les dejó su comida antes de que eso sucediera y ahora se encontraban comiendo mientras que Raiden intentaba evitar notar que había muchas personas a su alrededor. No era muy fan de las personas.

Se dedica a prestarle atención a Shōyō que le cuenta de una aventura que tuvo en Brasil casi al irse, en donde su compañero le quería pedir matrimonio a su novia ganando un partido que lamentablemente pierden y para su sorpresa la novia es la que le pide primero que se casen. A Raiden le impresiona eso, porque en Japón no es muy común y puede ver lo diferente que es el otro lado del mundo; de hecho, se volvió amante de la cultura latina después del regalo de Shōyō que estaba en español (incluso sabe hablar lo básico de ese idioma y de portugués, pero le da pena decirlo en voz alta).

—Brasil suena interesante, espero ir algún día —murmura un poco tímido. Shōyō se mira feliz de oírlo.

—Siempre podríamos ir de vacaciones. Te apuesto a que lo amarás, es aún mejor que como dicen en internet.

—Me gustaría —sonríe al oír lo que propone y más porque lo hace tan natural… Shōyō es increíble.

—Y, ¿cómo te va en tu trabajo de medio tiempo? ¿Hoy no debías ir?

—Oh, eso. Mi jefe se enfermó, sabes que la Shōnen Jump es muy estricta… Ha pedido un descanso de dos semanas para mejorar y me dio esta semana libre, la otra debo ir a terminar lo que se publicará después de eso.

Shōyō se mira preocupado, comprendiendo la situación. De hecho ese fue uno de los motivos por los cuales Raiden decidió no ser mangaka y dedicarse únicamente a letras, eso era algo que sólo sabía Shōyō y por eso tomó tanto sentido al decirlo.

—Debe ser muy duro para él. Espero que se recupere pronto.

—Yo también —mira su comida casi vacía y suspira—. Me da miedo esa vida, es muy difícil.

—Me lo puedo imaginar —asiente, pero al instante intenta cambiar de tema para no deprimirse—. Oye, Raiden, ¿has planeado algún libro? ¿Tienes ideas?

Los ojos de Raiden se iluminan al oír su pregunta y notar la genuina curiosidad en ella. No está muy acostumbrado a que le pregunten por cómo le va en ese tema a excepción de Sosuke, sus madres y su jefe, así que no duda en comenzar a parlotear.

—¡Sí! Tengo en mente un libro de ciencia ficción mezclado con una especie de mitología. De hecho es curioso, la idea brotó de un sueño que tuve y la escribí en el teléfono tan solo me desperté. Supe que sería una excelente idea, ¡y lo fue! Desde entonces he estado avanzando varios capítulos, me falta todavía una parte pero tengo lo esencial…

Shōyō no despega su mirada de él, mirándolo con una gran sonrisa al ver lo mucho que le apasiona el tema del que habla. Había extrañado eso. Ver a Raiden, uno de los tipos más introvertidos que conoce, hablar tanto de su hobbie y futuro trabajo era interesante y eso le hacía sentirse más intrigado por el nuevo Raiden.

Sin duda estaba dispuesto a avanzar con él. Y no era el único.

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