𓏲 Cap 2 : Citas (no) oficiales
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La primera salida a la cafetería cerca del campus se convirtió en una tradición no oficial para Mina y Nayeon. Cada vez que terminaban sus sesiones de estudio en la biblioteca, una de las dos sugería ir por un café, o a veces un té helado, si el día era especialmente caluroso. Poco a poco, estas salidas se convirtieron en momentos que ambas esperaban con ansias, aunque ninguna lo expresara abiertamente.
Sus conversaciones fluían de manera natural, saltando entre temas triviales y confesiones un poco más personales. A pesar de que aún se consideraban simples amigas, había algo en el aire cuando estaban juntas, ciertas emociones que ni siquiera ellas mismas podían ignorar.
Cada vez que Nayeon reía por alguna ocurrencia de Mina, el corazón de esta última latía más rápido de lo normal. Y cada vez que Mina la miraba directamente a los ojos, Nayeon sentía una extraña calidez recorrerle el cuerpo.
Había pequeños gestos que traicionaban sus verdaderos sentimientos, detalles que en otras circunstancias podrían haberse pasado por alto, pero que en su caso lo decían todo.
Como cuando Nayeon le pasaba un mechón de cabello a Mina detrás de la oreja al notar que le molestaba en la cara, o cuando Mina insistía en pagar la cuenta cada vez que salían, argumentando que la próxima vez sería al contrario, aunque en realidad nunca era así.
Es así que, con el paso de las semanas, Mina y Nayeon empezaron a salir de forma más frecuente, aunque ambas se resistían a definir sus salidas como citas oficiales. Las risas y la química entre ellas llenaban cada momento, creando un ambiente en el que la conexión se volvía inevitable, incluso si no lo decían en voz alta.
Eran tan evidentes.
Una tarde decidieron pasar el rato en un salón de juegos, donde todo comenzó con una competencia amistosa. Mina eligió un juego de carreras, segura de que iba a ganar. Nayeon, con una sonrisa desafiante, aceptó el reto, pero no pudo resistir hacer un comentario juguetón.
— ¿Estás segura de que puedes ganarme? — preguntó con una risa suave mientras ajustaba los controles.
— ¿Estás dudando de mis habilidades? — respondió Mina, arqueando una ceja —. Te arrepentirás, Im Nayeon.
— Eso ya lo veremos
El juego comenzó y ambas aceptaron la reñida competencia, riéndose y empujándose suavemente cuando una superaba a la otra. Nayeon no pudo evitar lanzarle comentarios retadores a Mina cada vez que tomaba la delantera, y Mina le devolvía las bromas con la misma energía. Los choques sutiles de hombro y las risas compartidas solo intensificaban la atmósfera, convirtiendo lo que empezó como un juego en una especie de coqueteo disfrazado.
— ¡Mira! — gritó Nayeon al vencer a Mina en la carrera final —. Te dije que no podrías conmigo.
— Tuviste suerte, novata — respondió entre risas, fingiendo molestia, pero sin poder ocultar su sonrisa.
— Eres una mala perdedora, Myoui
Después de la partida, ambas caminaron juntas por la ciudad, deteniéndose de vez en cuando para observar tiendas o simplemente disfrutar de la compañía.
Ya cerca de su próximo destino, Nayeon se detuvo frente a una máquina de garra, su mirada se iluminó al ver un peluche de osito en el interior.
— ¿Crees que podré hacerlo? — preguntó Nayeon, con un brillo infantil en sus ojos.
— No lo sé, puedes al menos intentarlo — dijo Mina, cruzándose de brazos con una sonrisa retadora, observando cómo Nayeon se concentraba en la máquina luego de que insertara las monedas necesarias.
A pesar de los intentos de Nayeon... no logró atrapar el peluche. Mina, riendo suavemente, se acercó para intentarlo ella misma, y con un movimiento preciso, atrapó el peluche, con los pequeños chillidos incrédulos de la castaña. Al sacarlo, se lo ofreció a Nayeon con una mirada tierna.
— Te lo ganaste por ser tan persistente — dijo Mina, rozando la mano de Nayeon al pasarle el peluche.
Nayeon sonrió, agradecida, pero no dejó que el momento se volviera demasiado serio.
— ¿Sabes? Eso fue suerte. Seguro que practicas en secreto — bromeó
— Ya quisieras, simplemente admite que soy muy buena y tú no tanto.
— Ni aunque me pagaras, Myoui.
Mina rió negando y luego Nayeon se detuvo, fingiendo una expresión muy seria mientras miraba a Mina.
— Tengo que decirte algo muy importante — anunció.
Mina la miró, entrecerrando los ojos y cruzándose de brazos, claramente esperando el chiste.
— ¿Qué pasa? — preguntó, intentando mantener la compostura.
— Creo que... estoy empezando a sospechar que te estás volviendo adicta a ganarme en todo — dijo Nayeon, haciendo una pausa dramática —. Y eso, amiga mía, es un problema.
Mina soltó una risa, sacudiendo la cabeza.
— ¿Adicta a ganarte? Por favor, Im, eso no es tan difícil como lo estás haciendo sonar.
Nayeon fingió una expresión herida, llevándose la mano al pecho.
— Qué cruel, y yo que pensaba que éramos amigas... — respondió con un suspiro dramático.
— Lo somos, pero una tiene que ser sincera — replicó Mina, dándole un toque en la frente —. Además, no es mi culpa que seas tan fácil de vencer.
— Ajá, claro — dijo Nayeon, poniéndose frente suyo para mirarla directamente a los ojos —. No te confíes, Myoui Mina. Un día de estos te daré una lección que no olvidarás.
Mina sonrió, inclinándose un poco hacia ella, como si fuera a contarle un secreto.
— Estoy temblando de miedo — murmuró, con una sonrisa juguetona.
Nayeon no pudo evitar reír, empujándola suavemente por el hombro.
— Eres imposible, ¿lo sabías? — dijo entre risas.
— Lo sé, y por eso me adoras — respondió Mina, guiñándole un ojo.
— Sí, claro, si eso te ayuda a dormir por las noches — bromeó Nayeon, sacudiendo la cabeza.
Las dos continuaron caminando, riéndose y lanzándose más bromas. La energía entre ellas era ligera, despreocupada, y eso era lo que más apreciaban. Sin prisas, sin expectativas. Solo dos amigas disfrutando el tiempo juntas, en su propio pequeño mundo.
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