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𓏲 Cap 12: Mala persona

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Era un día como cualquier otro en la universidad, estaba a punto de terminar el semestre y su mente estaba tratando de enfocarse en sus responsabilidad académicas. Sin embargo se había vuelto casi imposible desde que Nayeon le confesó que había terminado con Jeongyeon.

Tenía tantos sentimientos encontrados. Sabía que, aunque Nayeon había decidido terminar la relación, su propia presencia había contribuido a esa decisión, y no podía dejar de preguntarse si todo había sido su culpa.

Al salir del edificio de su facultad, Mina se detuvo en seco. Frente a ella, Jeongyeon la estaba esperando con los brazos cruzados, sus ojos llenos con una especie de furia que no quería explorar. El corazón de Mina se aceleró. Sabía que este momento inevitable había llegado, pero no estaba preparada para enfrentarlo.

— Mina — la voz de Jeongyeon era fría, directa —. Tenemos que hablar.

Mina tragó saliva, sintiendo un nudo formarse en su garganta. Su cuerpo se tensó, preparándose para lo que sabía que sería un momento bastante tenso.

Mina suspiró y esperó que la gran parte de sus compañeros se alejara para luego contestar.

— Jeongyeon, yo... — empezó a decir, pero la mayor no le dio tiempo de continuar.

— No, Mina. No quiero escuchar tus disculpas. No quiero oír que lo sientes. ¿De verdad te importa? ¿O solo te sientes mal ahora que todo se ha desmoronado? — Jeongyeon dio un paso hacia ella, su mirada llena de resentimiento —. Siempre supe que había algo entre ustedes dos. No importaba lo que hiciera, no importaba cuánto tratara de ganarme su amor... tú siempre estuviste allí, en su cabeza, en su maldito corazón.

Mina sintió una oleada de culpa intensificándose, pero también la confusión. No entendía por qué todo estaba cayendo sobre ella de esa manera. Había intentado mantenerse al margen, y aun así todo parecía haberse salido de control.

— Jeongyeon, no quería que esto pasara, de verdad... — intentó explicar, pero Jeongyeon la interrumpió de nuevo, más furiosa que antes.

— ¿No querías? — espetó, su voz temblando de rabia —. ¿De verdad crees que eso importa? Desde el principio tú fuiste la razón por la que Nayeon no podía amarme completamente. ¡Siempre eras tú! Tú la atrapaste, y nunca tuve una oportunidad real. Lo sabías, y aun así no hiciste nada para detenerlo.

Mina retrocedió, impactada por la intensidad de las palabras de Jeongyeon. Las acusaciones la estaban golpeando con fuerza. ¿Realmente había sido ella la culpable? ¿O esto era simplemente el dolor de Jeongyeon hablando?

— Jeongyeon, no fue así... no era mi intención, lo siento — intentó replicar, pero cada palabra que decía parecía empeorar las cosas.

— ¡No es suficiente con decir "lo siento"! ¿Sabes lo difícil que fue estar con alguien cuando sabía que tú estabas en su corazón? ¡Siempre supe que había algo más! Tú eres la razón por la que Nayeon nunca me amó como a ti. Cuando la dejaste destrozada, fui yo quien secó sus lágrimas, y ahora, ¿no vale nada? ¿Te sientes bien ahora que la tienes?

Cada palabra era como una daga, y Mina sintió cómo las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos. Intentaba defenderse, pero las emociones de Jeongyeon eran demasiado intensas, la rabia y el dolor inundaban el espacio entre ambas.

— No es así... —intentó decir Mina, pero Jeongyeon no la dejó terminar.

— Sí, sí lo es. Tú... siempre la tuviste. Y ahora que ella rompió conmigo, me doy cuenta de algo: nunca la mereciste. Jamás podrás amarla como se merece, porque lo que hicieron es egoísta y cruel. Siempre fue sobre ti, y ni siquiera tuviste el valor de ser honesta desde el principio.

— Yo también la amo, Jeongyeon — dijo Mina con la voz quebrada —. No soy perfecta, pero mis sentimientos por Nayeon siempre fueron reales. Nunca quise hacerte daño, y lamento que las cosas hayan terminado así

— ¡No! — Jeongyeon la interrumpió de nuevo, su furia desbordándose —. No llores, no te atrevas a llorar. ¡Tú no eres la víctima aquí! Tu fuiste egoísta, dejaste que esto pasara, y ahora que la tienes, ¿crees que todo va a estar bien? Te equivocas. ¡Nunca podrás darle lo que yo le di!

— No sabes lo que dices — Jeongyeon soltó un bufido

— ¿Sabes por qué pasó todo esto, Myoui? Porque en el fondo, siempre supiste que ella te iba a elegir a ti. Y eso es lo que más me duele. No solo me quitaste a Nayeon, sino que también me hiciste creer que yo tenía una oportunidad cuando nunca la tuve.

Jeongyeon respiró hondo, y luego agregó — Y lo peor de todo es que nunca podrás amarla como yo lo hice. Nunca la valorarás como merece. Porque si lo hicieras, no habrías permitido que esto ocurriera de esta manera. Eres una mala persona, Mina, y tarde o temprano ella también lo sabrá.

En ese momento, y sin darle tiempo a Mina de defenderse, Momo apareció de la nada, claramente alarmada por la intensidad de la discusión. Se acercó rápidamente, interponiéndose entre ambas.

— ¡Jeongyeon, ya basta! — dijo Momo, intentando mantener la calma —. Esto no va a arreglar nada. Deja de hacer esto.

Jeongyeon intentó soltarse de Momo, su rostro contorsionado por la rabia y el dolor.

— ¡No! — gritó Jeongyeon —. ¡Ella necesita saber lo que ha hecho! ¡Mina tiene que entender que nunca mereció a Nayeon!

Momo la sostuvo con firmeza, intentando alejarla mientras Jeongyeon seguía luchando.

— Jeongyeon, vámonos — insistió Momo, tirando de su brazo—. Esto no va a terminar bien. ¡Por favor, vámonos!

Con un último vistazo lleno de rencor hacia Mina, Jeongyeon finalmente cedió y dejó que Momo la alejara. Pero antes de irse, lanzó una última sentencia:

— Algún día te darás cuenta de lo que hiciste. Y cuando lo hagas, será demasiado tarde.

Mina se quedó inmóvil, sus piernas temblando mientras veía a Jeongyeon alejarse. El peso de sus palabras la aplastaba, y su mente estaba en caos. Sentía que el mundo entero se derrumbaba a su alrededor, incapaz de procesar todo lo que acababa de suceder.

Fue entonces cuando Nayeon llegó corriendo, claramente preocupada por la llamada de Momo. Sus ojos buscaron a Mina inmediatamente, y al ver el estado en el que estaba, no dudó en acercarse.

— Mina... — dijo suavemente, su voz llena de preocupación —. ¿Estás bien? ¿Qué fue lo que pasó?

Mina intentó hablar, pero las palabras se le atascaban en la garganta. La confusión y el dolor eran demasiado.

— No lo sé... — murmuró finalmente, sintiendo cómo las lágrimas caían sin control.

Nayeon la tomó de los hombros con suavidad, intentando consolarla.

— Todo va a estar bien — le susurró, intentando sonar tranquilizadora —. Jeongyeon está dolida, pero esto no es tu culpa. ¿Me escuchaste? No es tu culpa.

Mina la miró a los ojos, pero por primera vez, no sintió consuelo. Las palabras de Jeongyeon seguían retumbando en su mente, y la confusión la envolvía. Necesitaba tiempo. Necesitaba espacio.

— Nayeon, yo... — Mina bajó la mirada —. Necesito un tiempo para pensar. Necesito estar sola por un momento.

Nayeon pareció dolida, pero asintió con comprensión al notar la desesperación en su rostro.

— Lo entiendo — respondió con un susurro, aunque era evidente que le costaba aceptar la distancia —. Tómate el tiempo que necesites, pero prométeme que me llamarás luego — Mina asintió, sintiendo cómo su corazón se apretaba

Sin decir nada más, se dió la vuelta y comenzó a caminar, alejándose de Nayeon, pero también de la montaña rusa de emociones que acababa de vivir.

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Mina caminaba sin rumbo, perdida en sus pensamientos, con la música sonando en sus audífonos y sus pies moviéndose por inercia. Cuando se detuvo por un semáforo, levantó su rostro y observó a una mujer mayor sentada en un banco, observando el atardecer desde el parque. La serenidad en su rostro parecía invitarla a acercarse, así que no dudó en descansar un poco.

— Bonito atardecer, ¿verdad? — comentó la mujer, sonriendo con calidez. Mina observó en la misma dirección, recibiendo una agradable brisa en su rostro.

— Sí... — respondió, dejando escapar un suspiro. — Es muy hermoso — La mujer la miró de reojo, sintiendo algo más allá en las palabras de Mina.

— ¿Le ocurre algo, jovencita? — preguntó, su voz suave y comprensiva.

Mina, sin fuerzas de mentir y, de hecho, con muchas ganas de ser escuchada, decidió abrirse con aquella señora.

— Solo... me siento confundida. Me gusta una chica, pero siento que yo no la merezco. Todo se siente tan complicado. — Las palabras fluyeron, acompañadas de un nudo en la garganta que finalmente se rompió.

La mujer, lejos de juzgar sus preferencias, asintió, su mirada transmitiendo empatía.

— A veces el amor puede ser aterrador, especialmente cuando sientes que no eres suficiente para alguien — Mina suspiró escuchándola —. Pero te diré algo: yo cometí ese mismo error en mi juventud. Amé inmensamente a un hombre pero... dejé que el miedo y las dudas me paralizaran. Perdí la oportunidad de ser feliz porque creí que no lo merecía — Mina sintió compresión al escuchar la historia de la mujer. La sinceridad de sus palabras la reconfortaba.

— ¿Y qué pasó luego? — preguntó, esperando encontrar una respuesta a sus preguntas.

— Pasaron los años y cada vez que miraba hacia atrás sentía ese vacío. Él era la persona con la que debía haber estado, pero dejé que el miedo me impidiera disfrutarlo. No dejes que eso te suceda, querida. La vida es demasiado corta para vivir con remordimientos.

Las lágrimas de Mina comenzaron a acumularse, su corazón desbordándose de sentimientos encontrados. La sinceridad de la mujer tocaba su corazón de maneras que no podía describir.

— Pero... ¿y si me duele? — preguntó Mina, su voz quebrada.

— Claro que dolerá. El amor puede ser aterrador y, a veces, doloroso. Pero también puede ser una de las experiencia más hermosas de la vida. — La mujer sonrió, sus ojos brillando con emoción — No te sientas menos digna de amor. Si sientes algo por esa chica, si hay algo genuino entre ustedes, entonces no dejes que el miedo te detenga y ve por ella.

Mina sintió cómo su corazón se apretaba. Las palabras de la mujer resonaban en su mente, llenándola de una nueva claridad.

— ¿Cómo puedo estar segura de que estoy tomando la decisión correcta? — preguntó. La mujer sonrió con ternura.

— Escucha a tu corazón. El amor es un riesgo, sí, pero el mayor riesgo es no intentarlo. Si sientes algo por esa chica no dejes que el miedo te paralice. Lo más triste sería mirar hacia atrás y lamentar no haber intentado algo que realmente deseabas.

Las lágrimas de Mina caían libremente ahora, cada una representando un miedo que parecía disolverse. La mujer le tomó la mano con ternura, infundiéndole fuerza.

— Solo recuerda siempre que está bien sentirse perdida de vez en cuando, pero no permitas que eso te detenga, ¿está bien? — Mina asintió soltando un suspiro

— Gracias... — susurró — No sé qué haré pero hablar con usted me ha dado un poco valor • La mujer sonrió.

— Me alegro haber ayudado. Mi última consejo para ti es que sigas tu corazón. Eres digna de amor y felicidad, todos lo somos, recuérdalo siempre.

Con esas palabras resonando en su mente, Mina se despidió de la mujer, agradecida de haberla encontrado. Mientras caminaba de regreso, ya no se sentía abrumada, creía que aquella plática había sido la clave para ver las cosas de otra forma.

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